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Tema: El último rey árabe de España

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    El último rey árabe de España

    El último rey árabe de España


    Homenaje a Morayma en Lecrín





    El último rey del reino árabe de Granada, Boabdil, fue víctima de un triste destino. Tras la pérdida de su reino, perdió en Las Alpujarras a otros seres queridos. Luego marchó rumbo al norte de África.
    Jesús Pozo, un notable periodista almeriense, de amplia experiencia en distintos medios españoles, cuenta peripecias de Boabdil tras la pérdida de Granada y analiza en especial la desaparición de su esposa, Morayma, en tierras alpujarreñas.
    Texto y fotos de Jesús Pozo
    El dolor de El Rey Chico
    Detalle de la Guerra de Granada, en el coro de la catedral de Toledo. guiarte.com
    La última vez que Boabdil, el último rey nazarita, lloró en tierra granadina no fue en la famosa y mítica escena del Suspiro del Moro tal y como nos ha contado la historia hasta hoy.
    Las últimas lágrimas del Rey Chico, como era conocido entre sus súbditos, se vertieron sobre una tumba, en un pequeño pueblo granadino llamado Mondújar. En esa tierra dejó Boabdil los restos mortales de la persona que amó tanto como a Granada, a su esposa Morayma, la mujer que se mantuvo fiel a su lado, que le dio dos hijos y que sufrió en silencio, tanto como él, su vida y reinado desdichado.

    Morayma sigue enterrada allí, en algún lugar entre la colina que sostiene las ruinas del importante castillo de Mondújar y las verdes tierras del Valle de Lecrín, a escasos 30 kilómetros de la Alhambra. Sigue en ese lugar desconocido hasta ahora, que, además, debe también albergar los restos de los reyes nazaritas que gobernaron el Reino de Granada, entre ellos el de su suegro Muley Hacen.
    Lo más asombroso es que nadie ha decidido investigar con interés en los últimos 500 años donde está sepultada buena parte de la historia de Al Andalus, ya que sí existen documentos que relatan cómo Boabdil trasladó desde la Alhambra a Mondújar el Cementerio Real Nazarí cuando, vencido, tuvo que dejar a Isabel y Fernando la majestuosa fortaleza gobernada por sus antepasados.
    Pero también hay que deshacer otro entuerto que ha permanecido durante años escondido entre los estudios, más o menos afortunados, de historiadores y escritores aficionados a desentrañar una de las etapas más noveladas de la historia de España: Morayma no murió en ese pueblo.
    Hasta allí llegó trasladada por su esposo desde Laujar de Andarax, importante localidad de la alpujarra almeriense distante unos cien kilómetros, en el que con toda certeza murió y en donde la pareja se había instalado con su corte después de firmar las capitulaciones con los Reyes Católicos.
    Las lágrimas de Boabdil tuvieron que ser densas y dolorosas, porque también podemos suponer que junto a Morayma fue sepultado uno de los dos hijos habidos en el matrimonio.
    Pero comencemos por el principio.
    Morayma
    El paisaje de la Alhambra recuerda romances, amores y odios de un intenso periodo histórico. Foto guiarte-Jesus Pozo
    Morayma, nacida en Loja, era hija de Aliatar, aliado y socio de Boabdil en las diferentes luchas que se sucedieron en los turbulentos primeros años de la última década del siglo XV.
    El Rey Chiquito luchaba por igual contra su padre (Muley Hacen), contra su tío (El Zagal) y también contra los cristianos. Con los Reyes Católicos, de vez en cuando pactaba o se humillaba, según los acontecimientos lo necesitaran.
    Boabdil estaba siempre alentado en sus correrías por su madre, Aixa, mujer abandonada por Muley Hacen que prefirió el amor de una cristiana llamada Zoraida o Isabel de Solís, según quien hable de ella. A su amante, el suegro de Morayma llegó a construirle un palacio a los pies mismos de la Alhambra, en pleno Albaicín y al que todavía hoy se le conoce como el Palacio de Dalahorra.
    Así era la vida de la esposa del Rey Chico, entre las ausencias de su marido en las batallas y la permanente presencia de su suegra, mujer despechada y resentida, que incitaba permanentemente a su hijo contra su padre.
    Poco podemos conocer de esta mujer, la última reina mora de Granada que siempre vivió y murió a la sombra del Rey y que, además, tuvo que vivir varios años sin la presencia de sus dos hijos, secuestrados por los Reyes Católicos y mantenidos como rehenes hasta que Boabdil firmó las capitulaciones definitivas.
    La referencia más exacta sobre la personalidad de Morayma la escribió el Conde de Benalúa y Duque de San Pedro de Galatino, empresario emprendedor y político de reconocido prestigio durante los primeros años de este siglo, a lo largo de su libro titulado Boabdil.
    Describe varias situaciones que nos presentan a una mujer siempre abandonada por las continuas batallas de su esposo y cuyo único momento de verdadera felicidad fue cuando conoció y casó con Muley Abu-Abdalla-Babdali: Allí (en Loja) conoció Boabdil a Morayma, la hija de Aliatar. Cuando volvía de la batalla, que a diario ocurría, sus ojos se encontraban y sus almas se juntaron para siempre.
    Al volver el Rey a Granada triunfante y lleno de vida, eligió a Morayma por Sultana, verificándose las bodas reales con pompa y alegría, único momento en su existencia de respiro y felicidad.
    El amor que Boabdil sintió por su esposa debió ser tan profundo que tomó la decisión definitiva de abandonar su refugio almeriense de Laujar cuando ella murió. También se sabe que, tras sepultarla en Mondújar, nunca más volvió a contraer matrimonio instalado ya en Marruecos, aunque sí volvió a batallar en estas tierras.

    El Rey Chico, Boabdil, se trasaladó con Morayma a La Alpujarra, tras la capitulación de Granada.

    Soledad y desdicha
    La desdichada vida en soledad de esta mujer fue constante. Relata el Conde de Benalúa varios de estos momentos, como el de la partida de su marido hacia otra batalla: Aquella noche, Morayma, inundada en lágrimas, despedía a su amante esposo con recelo al verle partir para la guerra. La Reina Aixa, espíritu siempre varonil, alentaba a la hija de Aliatar, y Boabdil trató de calmar la melancolía y la pena de la separación.... En otro párrafo, el Conde de Banalúa insiste: Es tradición que Morayma, anegada en lágrimas, viole partir desde el alto de un torreón, inmóvil, como la imagen del dolor, y no apartó su vista de aquel ejército hasta que los torbellinos de polvo desaparecieron en el horizonte de la vega.
    También nos cuenta el mismo autor el sufrimiento de esta mujer como madre, mientras relata las negociaciones para las capitulaciones: Para mayor aflicción, entonces recibieron Morayma y Boabdil carta que el Rey Católico, con su sagacidad, hizo escribir al Príncipe moro (su hijo) que conservaba en rehenes. En esta carta, primero les pintaba las bondades que con él tenían Sus Altezas y su magnanimidad, y luego les decía que conocía su triste situación porque sabía que no querían aceptar los grandes beneficios y amistad con que les brindaban los Reyes de Castilla.
    Morayma, asolada en llanto, abrazada al cuello de Boabdil -éste sólo repetía- ¡Por qué la muerte no ha querido ni quiere de mí nunca¡.
    Aterrada Morayma, mandó llamar a un famoso sabio astrólogo, que se llamaba Ben-Maj-Kulmut y consultó con él en gran secreto el horóscopo del rey Boabdil. Contestole el anciano: Dicen las estrellas que el último Rey Nazar vivirá mucho para padecer mucho.
    Esta reunión de Morayma con el viejo astrólogo (figura muy respetada entre los nazaritas) puede ser la última referencia a esta mujer que existe en la historia documentada, salvo las que hablan de su muerte y de su testamento.
    Con esta profecía, que evidentemente la obviaba a ella, llegan las capitulaciones de Santa Fe y la salida de la familia real y sus súbditos hacia tierras almerienses.
    Los Reyes Católicos habían cedido a Boabdil para él y sus descendientes un feudo en el Reino de Granada que se componía de las tahas de Berja, Dalías, Boloduy, Andarax, (actual provincia de Almería) Marchena, Juviles, Láchar y Ugíjar (actual provincia de Granada), además de otras pertenencias.
    La familia real nazarita debió partir hacia la alpujarra almeriense algún día de la primera semana del año 1492. La marcha se hizo con todo un tesoro material, aunque sin el que más le importaba a Morayma, sus hijos, Yusuf y Ahmed, que permanecieron retenidos por los Reyes Católicos en previsión de un nuevo alzamiento de los partidarios de Boabdil. Así pues, una nueva tristeza para la madre que llegó a Andarax (hoy Laujar de Andarax) sin sus dos retoños.
    Antes de partir, el Rey Chico dio orden de levantar el Cementerio Real de la Alhambra, conocido como La Rauda, para que sus ascendientes no quedaran en tierra cristiana. Boabdil trasladó los restos de sus antepasados hasta Mondújar, en donde, camino de Laujar, mandó construir un nuevo cementerio real en sitio tan secreto que hasta la fecha tampoco ha sido investigado, y por tanto, encontrado.

    Poco podía imaginar que, sólo un año después aproximadamente, volvería a estar sobre estas tumbas enterrando los restos de su querida Morayma.
    La muerte de Morayma, su entierro y la partida de Boabdil queda perfectamente descrita en varios documentos. Uno de ellos es una carta de Fernando de Zafra a los Reyes Católicos fechada el 28 de agosto de 1493 en la que dice: La Reina mujer deste Muley Boabdilí, murió, y creo que aprovechó su muerte para el servicio a Vuestras Altezas, porque su dolencia daba algún embarazo a la partida del Rey: agora queda más libre para lo que ha de hacer.
    En otro documento, que pertenece al Archivo de la Alhambra, legajo 129 que data de 1549, un tal Juan Jusepe de Herrera, vecino de Béznar, declara sobre la conveniencia de reparar y dotar al alcaide la fortaleza de Mondújar.
    El texto recogido por Manuel Gómez-Moreno afirma: Dixo que la dicha fortaleza de mondújar es muy ymportante para la guarda y seguridad de todas las alpuxarras y val de lecrín porque está en parte de donde puede amparar a el dicho val de lecrín y defender la dicha alpuxarra; como cosa tan ymportante están trasladados al pie de la dicha fortaleza, en una haça que se llama la rrauda, todos los cuerpos de los rreyes de moros que fueron de granada al tiempo que fue de moros y después la rreyna horra mora se truxo desde andarax, después de entregada la çibdad a los señores rreyes católicos, de gloriosa memoria, a enterrar a la dicha rauda, lo cual es cosa muy notoria e çierta, y la causa del trasladarse allí los dichos cuerpos fue pretender el rrey moro que se dezía el chiquito que se le diese la dicha fortaleza para su morada y aposento, etc.

    El propio Gómez-Moreno deja claro en 1942 este asunto de la muerte de Morayma, de su entierro y de la partida de Boabdil, aunque marca dudas sobre quién era en realidad la reina mora en un artículo editado por la revista Al Andalus, publicación de las entonces Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada: En la correspondencia de Fernando de Zafra con los Reyes Católicos consta que, en efecto, la mujer del Rey Chiquito falleció en Andarax poco antes del 28 de agosto de 1493, facilitándose con ello la decisión impuesta de pasar a Berbería toda la familia, que el pobre rey venía dilatando desde febrero y que llegó a realizarse en octubre, dentro aún del plazo convenido. La tal reina dice que se llamaba Moraima y que era hija del alcaide Alatar, de Loja, el que enseñó a tomar en serio la guerra al Rey Católico .En contra, Hernando de Baeza pensaba si sería hija de aquel otro rey a quién dió muerte Abulhacen, padre del Chiquito.
    A la primera filiación quizá falte autoridad en que apoyarla. La segunda hipótesis resulta menoscabada con afirmar reiteradamente el mismo Baeza que fue Abulhacen quien se casó con la hija del usurpador. Ahora bien, como las crónicas árabes atestiguan que no lo fue de este, sino de su padre Mohamad (VIII) el Zurdo, queda como posible que la hija del usurpador y prima del Rey Chiquito se casase con éste, haciendo buena la presunción de Baeza
    Días felices
    En el entorno de Laujar, Morayma pudo tener una época menos infeliz. Foto guiarte-Jesús Pozo
    Pero antes, entre febrero de 1492 y agosto de 1493, las tierras almerienses de Andarax, Berja y Dalías fueron testigos mudos del, quizá, único año de felicidad de Boabdil y su esposa tras conseguir que los Reyes Católicos les devolvieran a sus hijos.
    Una de las constancias documentadas del secuestro de los príncipes moros lo cuenta Martínez de la Rosa en su Hernán Pérez del Pulgar, relatando la causa porque al rey de Granada y a sus tierras daba favor y ayuda el rey y la reyna. Este hecho se desarrolla, según los mismos documentos, en abril del año 1483 y dice textualmente Martínez de la Rosa: En este sumario conviene dar razón la causa porque el rey y la reyna favorecían a Muley Baudelí rey de Granada, que por otro nombre llamaban el rey Chiquito, y dieron seguro a la ciudad de Granada y a las otras ciudades y villas de su reyno que estaban por él, y la estada de sus dos hijos en rehén en poder de Martín de Alarcón en la villa de Porcuna.
    El secuestro de los Infantes es relatado también por el Conde de Benalúa. Afirma, según la Minuta de peticiones hecha a los monarcas castellanos por el Alcaide Bexir (representante del rey moro), lo siguiente: Item Suplica a Sus Altezas que, despachado lo de Granada, mande enviar a los Infantes para que estén con él en Andarax o que los mande pasar allende. Traslado de lo que pide el Alcaide Bexir en nombre del Señor Rey Muley Audili, fijo del Rey Sidizad (sic). - V Salvá y Sainz de Baranda, col. de doc.. inéd para la Historia de España, tomo VIII. Pág. 437. Hay un decreto al margen que dice: Que se pongan en libertad.
    Por tanto y ateniéndonos a estos documentos, podemos deducir que Morayma estuvo sin sus hijos nueve largos años.
    El tesoro de Morayma

    Morayma debió ser una mujer relativamente rodeada de comodidades, tanto para su vida diaria como para su defensa. Boabdil la tuvo que colmar de joyas y vestidos preciosos a tenor de lo descrito en Almaccari (Analectes, tomo 11, 2ª parte, página 798) al relatar las pertenencias con las que la familia real partió desde Granada para Laujar de Andarax.
    El tesoro de la casa o palacio Nazarita era copioso en toda suerte de preciosos rubíes, perlas de gran tamaño, zomordas singularísimas, turquesas de gran valor, toda suerte de adargas preservativas, equipos militares defensivos, instrumentos primorosos, utensilios peregrinos, collares de perlas en pedazos, sartales de aljófares para los cabellos, arracadas que aventajaban a las alcordes o pendientes de María (la Copta, concubina de Mahoma) en claridad, brillantez y hermosura, corazas holgadas de vestir, adornadas de oro, casco con orlas doradas, incrustadas de perlas intercaladas de esmeraldas con rubíes en el centro; cinturones plateados, anchos de formas y esmaltados en su superficie; adargas de ante, sólidas, sin poros, dulces al tacto y renombradas por su impermeabilidad; almimbares de abalorio; atailores de Damasco, cuentas de cristal, zafas de la China, copas grandes del Irac, vasos de Tabaxis y otras
    De Laujar a Fez
    Granada, Laujar y Mondújar, tres puntos clave de los últimos días de Boabdil y Morayma. Gráfico guiarte.
    Entre febrero de 1492 y el día 8 de julio de 1493 la vida del matrimonio tuvo que ser más llevadera. Esta última fecha es importante, ya que marca la decisión de Boabdil de aceptar las definitivas capitulaciones con los Reyes Católicos, y, por tanto también, su decisión de abandonar Laujar de Andarax y encaminarse hacia el exilio en Marruecos, según consta en la última carta autógrafa de Boabdil conservada en el Archivo de Simancas, fechada ese día 8 de julio de 1493.
    También, siguiendo estas fechas, es posible deducir que Morayma falleciera en julio y no en agosto.
    Si este orden de fechas es correcto, también podemos suponer que Morayma tuvo que ser enterrada primero en Laujar de Andarax y posteriormente desenterrada para trasladar sus restos hasta Mondújar, cuyo castillo había sido propiedad de su madre y de ella misma.
    Así pues, Boabdil pudo salir de Laujar de Andarax camino de Fez con los restos de su mujer, hacer una parada en el Castillo de Mondújar para sepultarla junto al resto de los reyes nazaritas, y seguir camino hacia el puerto por el que tenían que embarcar.

    La tristeza del Rey Chico tuvo que ser aún mayor, ya que tuvo que recorrer más de cien kilómetros de intrincada Alpujarra con los restos de Morayma. Hasta este día de julio, Boabdil y su familia dedicaban el tiempo a disfrutar de las Alpujarras y de los divertimentos que le podían ofrecer la caza con galgos y halcones en las tierras de Berja y Dalías.
    El hecho de que la familia real nazarita se instalara en las tierras de la alpujarra almeriense pudo deberse a varias circunstancias. Una de ellas bien pudo ser el interés de los Reyes Católicos de alejar a Boabdil y sus seguidores de las zonas más cercanas a la costa para evitar una posible rebelión y entrada de aliados por el mar. Otra razón para instalarse en Laujar de Andarax pudo deberse a que esta taha era una de las más pobladas en aquellos años.
    Así lo certifica la profesora de la Universidad de Granada Carmen Trillo San José, al señalar en su estudio La Alpujarra antes y después de la conquista castellana que la Corona podría querer impedir que los moriscos se concentraran en las proximidades del mar como modo de evitar el peligro que suponía la cercanía de las costas africanas. También explica la importancia de Andarax dejando a un lado el Valle de Lecrín (donde se sitúa Mondújar), la taha con mayor número de habitantes en 1490 es Jubiles, seguida muy de cerca de Andarax en donde los habitantes son el 15,38%, sobre una población total de unos 50.000, lo que hace suponer que Boabdil convivía en Andarax con unos 7.000 habitantes.
    En este mismo estudio tenemos la referencia de la marcha de Boabdil hacia Marruecos, una vez enterrada su mujer en Mondújar. Coincidiendo con la marcha de Boabdil en octubre de 1493 se embarcaron un total de 6.320 personas, de las cuales, según el secretario de los Reyes, 1.700 eran de la capital, 230 de algún lugar que no entraba en la capitulación, pues pagaban derechos, y el resto, es decir, 4.350, de la Alpujarra. Parece que la gran mayoría partieron hacia Fez, unos pocos hacia Bujía y sólo 270 salieron de Almuñécar en dirección a Turquía.
    Sobre el puerto en el que Boabdil embarca hacia Marruecos hay dos versiones. Una de ellas, defendida por el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Granada, Cristóbal Torres Delgado, asegura que el Rey Chico se despidió de su reino desde el puerto de Adra (actual provincia de Almería). La otra teoría fue enunciada por el Conde de Banalúa, quien afirmó que Boabdil marchó a Fez desde el mismo puerto por el que entrara siglos atrás Abderramán I, esto es Almuñécar (provincia de Granada).
    Mondújar

    La importancia que Mondújar tenía tanto para Boabdil como para Morayma (el Valle de Lecrín tenía censados en 1490 unos 10.000 habitantes) venía determinada porque, según afirma el catedrático Antonio Malpica en su libro Poblamientos y castillos en Granada, la madre de Boabdil tenía propiedades en esta alquería.
    Malpica Cuello describe el Castillo de Mondújar con una planta que forma un polígono irregular adaptándose a las condiciones del terreno. La entrada se hace por una abertura que hay en su muro sureste, en recodo, pero no podemos precisar si ésta era la original. Tiene un gran aljibe situado en la parte exterior del recinto. Es de planta rectangular y conserva restos que permiten pensar que es abovedado. También se conservan huellas de enlucido rojo. El aljibe comunica mediante un arquillo de medio punto apuntado de tosca factura y a través de una rampa con el interior del castillo, posiblemente para la conducción de aguas. El catedrático de la Universidad de Granada también determina que es obra de mampostería, dentro del modelo nazarí de mediado del siglo XV. Se sabe por las fuentes escritas que estaba construido a finales de la época nazarí.
    Actualmente, del castillo sólo quedan algunas ruinas y es difícil de ver al estar sobre una colina a 900 metros de altitud por encima del pueblo, a unos dos kilómetros de éste.
    El entierro de Morayma
    Mondújar, donde reposaron los restos de MoraymaCuando murió Morayma, según la costumbre musulmana, sus sirvientes lavaron su cuerpo y lo perfumaron con almizcle, alcanfor y otras sustancias aromáticas. Inmediatamente después, el cadáver fue envuelto en un sudario de color blanco sin coser ni en la cabeza ni en los pies. Tras este rito, Morayma fue colocada sobre unas parihuelas, cubierta con su hhaik (vestido). Un grupo de cuatro o cinco hombres, los de más confianza de Boabdil, portaron el cadáver junto a otro numeroso grupo de personas. Los últimos fieles del Rey Chiquito participaron de una ceremonia rodeada de tristeza. Había Muerto Morayma, una mujer discreta, amante y amada por el rey más desagraciado de los nazaritas. Todos los fieles estaban allí, se trataba del entierro de la reina, la última reina de Granada y hasta ese día única reina de la Alpujarra.
    La triste comitiva se dirigió hacia la puerta de la mezquita a la hora de la oración del mediodía. Terminada ésta, el imán anunció que había un muerto en la puerta y todos los asistentes se levantaron para orar brevemente en común por el reposo del alma del fiel creyente..., pero el cadáver no entró en la mezquita.
    Acabada la oración volvió el cortejo a ponerse en marcha y a caminar con pasos precipitados. Según la tradición musulmana, los ángeles de la muerte, Munkar y Nankir, estaban aguardando a Morayma en el sepulcro para interrogarla sobre sus actos en vida y pronunciar el fallo que decide su suerte. Pero antes de llegar a la que sería su última morada y aún hoy perdida, a cada instante los portadores se intercambian, porque todos deseaban participar en aquella obra de misericordia. Todos querían llevar sobre sus cuerpos el fallecido de la reina. Mientras duró el camino, la comitiva no dejó de cantar versículos del Corán.
    Llegados al cementerio y después de una breve oración, el cadáver fue colocado en la huesa sin ataúd. La inhumación de Morayma se realizó en una fosa estrecha donde el cadáver se colocó sobre la tierra mirando hacia La Meca. De esta forma, quedaba cumplido el deseo de Morayma de ser enterrada en Mondújar y con un estricto rito musulmán, ya que en vida y en su testamento dejó clara su profunda religiosidad.

    Una vez depositado el cuerpo en su tumba, se colocó una laja de piedra y se construyó un túmulo de tierra formada por gradas de mortero o sillares de arenisca sobre la que reposaba una lápida o una mqabriya de mármol. Terminado esto, la comitiva volvió a la casa de la difunta para saludar a Boabdil y al resto de la familia
    Testamento de la reina de La Alpujarra
    Estos paisajes del entorno de Laujar fueron loa últimos que contemplaría Morayma. Foto guiarte-Jesús Pozo
    La única documentación que existe sobre el testamento de Morayma está recogida en un el proceso de un pleito entre cristianos, el último promovido por la Inquisición de Llerena en 1509 contra la viuda e hijos de Pedro de Zafra por heredar las posesiones de Morayma en Mondújar. Todo esto fue descrito por Manuel Gómez Moreno en la revista Al Andalus, volumen VII, publicado en el año 1942, quizá el último en el que alguien habló de Morayma. Es como si el destino quisiera que esta mujer quedara permanentemente unida a la combinación caprichosa de estos números.
    Informan de la esposa de Boabdil un pasaje de Hernán Pérez del Pulgar, editado en Sevilla en 1527 y del que se conserva un único ejemplar en la Real Academia Española, y tres expedientes judiciales.
    Uno de los testigos propuesto por la defensa de la viuda de Pedro de Zafra, doña Guiomar, declaró el 5 de diciembre de 1516 sobre los bienes de la iglesia de Mondújar. Fernando Auldulbirí declaró en este juicio en calidad de alguacil de Mondújar. Su testimonio, por tanto, tenía su importancia y sus palabras ser ciertas y verdaderas. El alguacil dejó claro ante el tribunal que las tierras que pretendía la viuda de Pedro de Zafra habían pertenecido a Morayma, que a su vez las heredó de su madre, la mujer de Aliatar. Fernando Auldulbirí lo dejó dicho y escrito muy claro. Estaban preguntándole por la hazienda de la rreyna mora, muger del rrey chiquito.
    Pero el alguacil de Mondújar no dejó ahí su testimonio. Quería dejar claro que era amigo y conocía bien a los demandantes. Ferrando Audulbirí, alguazil y vecino de la dicha alcaria de mondújar, que ha comido y bevido muchas veces en casa de pedro de Çafra e su muger y ellos en casa del testigo muchas veces
    El testimonio de Auldubirí tenía mucha más importancia de lo que pueda parecer en un principio. No obstante, el mismo reconoció en su declaración ser hijo de uno de los mayordomos de Morayma. Por tanto, encontramos un personaje que conoció y vivió junto a la última reina de Granada. Y así lo describe el escribano durante el juicio: Que sabe que todos ellos (los bienes) fueron de la madre de la dicha rreyna, y que después de fallesÇida...los ovo y heredó della la dicha rreyna su fija (lo cual sabe porque el padre del testigo fue mayordomo de la dicha reina)- (Que el testigo) las vido tener e poseer a la dicha rreyna mas de treynta años antes de que muriese e que sabe que murió en andarax.
    Durante su declaración aparece una nueva referencia del conocimiento que el alguacil tenía de la muerte y del enterramiento de Morayma. Testificó que está enterrada en esta dicha alcaria de mondújar, y que si es necesario es que mostrará la sepultura dó está enterrada.

    Pero Ferrando Audulbirí sigue abriéndonos los ojos quinientos años después. Tras conocer su relato con pelos y señales, sabemos cómo fue el testamento de Morayma y también un dato que podría esclarecer a los investigadores y a los historiadores sobre el lugar en donde pueden encontrarse los restos de Morayma. El alguacil deja claramente dicho al relatar el testamento de la reina que la mitad de toda la hacienda era para la iglesia de Mondújar que entonces era mesquita. Desgraciadamente no hemos podido encontrar documentación que pueda acreditar que la actual iglesia de Mondújar está construida sobre los restos de aquella mezquita a la que Morayma cedió gran parte de sus posesiones terrenales.
    Así, textualmente, lo contaba el escribano recogiendo las palabras de Fernando Audulbirí durante el juicio: Que la dicha hazienda y bienes y heredades quando la dicha rreyna murió dexo mandado que fuese partida en tres partes en esta manera: la meytad de toda esta dicha hazienda para la iglesia que agora es en mondújar, que entonces era mesquita, y la otra meytad se partiese en dos partes, la una quarta parte para el alfaquí de la dicha mesquita porque touiese cargo de yr a rezar la Çala sobre la sepultura do está enterrada la dicha rreyna, el qual avía de yr a rrezar a la dicha sepultura dos veces cada semana para siempre jamás.

    Caballería mora, en un fresco de Juan de Borgoña.
    Pero esta declaración nos describe aún más la personalidad de esta mujer. Morayma dejó parte de sus tierras a Hamet Aziguy, Helil Açogayar y Mahomat Almeyres para que la cuidaran y labraran. También dejó dicho que la mitad de lo obtenido por el cultivo de las tierras lo entregaran a la mezquita, al alfaquí y a sus mayordomos. Queda claro, pues, que la reina quería que las personas más allegadas disfrutaran de sus posesiones y se repartieran equitativamente los productos y las rentas que de ellas se podían obtener. De hecho, según este mismo relato, el testigo, Fernando Audulbirí era uno de los beneficiarios de la herencia de Morayma ya que según él mismo dijo al principio de su declaración, su padre fue mayordomo de Morayma. Por tanto, el que testificaba, al mismo tiempo era heredero.
    Así de lo contó textualmente el alguacil: La otra quarta parte que fuese para uno que se desía hamet aziguy e para otro que se desía helil aÇogayar y para otro que se desía mahomat almeyres, a los cuales dexó mandado que touiese cargo de curar todas las dichas heredades y de las labrar y acudir con la meytad de los frutos e rrentas de la dicha hazienda a la dicha mezquita, y la otra meytad partiese de por medio con el alfaquí de la dicha mezquita, y la otra meytad para los mayordomos.
    Una lectura más reposada de este testamento puede hacer creer que Morayma redactó este documento cuando no pensaba en partir hacia Marruecos, ya que estaba convencida de que su sepultura iba a permanecer por muchos años y que, por muchos más, los responsables de la mezquita iban a cumplir su deseo de rezar sobre ella dos veces en semana. También pudo ser posible que la última reina mora de Granada pensara en terminar sus días en esta fortaleza que construyera su suegro Muley Hacen.
    La importancia de Mondújar para Morayma parece que está clara si creemos a Mármol cuando la describe como una fortaleza con jardines y huerta para su recreo en la que se refugió y murió Muley Hacen cuando su hijo Boabdil se sublevó contra él. También pudo ser importante Mondújar para Morayma, si consideramos las hipótesis que hablan de ella como una tenencia o residencia de su padre, el famoso Alatar de Loja.

    Sea como fuese, lo que sí parece quedar clara es la intención de Morayma de permanecer para siempre sepultada bajo estas tierras y su gran devoción a la mezquita y lo que ello representaba. También parece importante resaltar que, según los encargos que hizo en su última voluntad, nunca pensó que la cultura y religión musulmana pudieran desaparecer del Reino de Granada.
    Hay otras declaraciones que apoyan esta primera de Ferrando Audulbirí. Así, por ejemplo, una mujer llamada Isabel Nihiriza, además de confirmar el testimonio anterior, señala que Morayma está enterrada junto a otros reyes granadinos que fueron traídos hasta Mondújar desde Granada. Isabel Nihiriza no hace con este testimonio nada más que confirmar que los cuerpos de los enterrados en la Rauda de la Alhambra están también, junto con Morayma, en algún lugar del Mondújar.
    Así lo cuenta esta mujer: Puede haver xx años, poco más o menos tiempo, que vido traer a esta alcaria a la dicha rreyna mora muerta en vn arca o en vn ataud e la vido enterrar en un haÇa adonde estavan enterrados otros rreyes moros que los avian enterrado en Granada y después los troxeron a enterrar allí do la dicha rreyna se enterró después.

    Otro testimonio aporta, sin embargo, un dato más interesante sobre el particular. Se trata del único documento de los encontrados que nos puede hacer creer que Boabdil trasladó hasta Mondújar a su mujer recién fallecida, la enterró, ejecutó el testamento y se volvió a la alpujarra almeriense. Este dato daría a entender que Boabdil no pudo enterrar a Morayma en Laujar y meses después trasladarla hasta Mondújar.
    Así por lo menos se puede entender de este testimonio que depuso: ....que después que la dicha rreyna mora dispuso de la dicha hazienda y bienes y falleçió desta presente vida, que el dicho rrey su marido en el mismo año se fue luego a andarax e después de ido, en el mimso año que el dicho rrey chiquito se pasó allende, luego vino el dicho pedro de çafra...y se...apoderó de todas las dichas heredades...
    Otro detalle importante es la presencia de un solo hijo en los funerales de Morayma, por lo que también podemos suponer que el otro murió durante su secuestro por los Reyes Católicos o en Laujar de Andarax cuando ya vivía con sus padres. Esto lo explica otro testigo que declara que el rey la trajo muerta dende andarax a la dicha alcaria de mondújar, donde la enterró él y otros cavalleros moros criados suyos y de la dicha rreyna, que allí se hallaron, donde primeramente avían sido enterrados y sepultados otros rreyes moros predeçesores y parientes de la dicha rreyna..., y que... luego a la sazón el dicho rrey su marido, en presencia del pequení y otros cadís, alfaquís y moros viejos y honrrados que allí se hallaron, el dicho rey abavdil y... fizo partición de la dicha hacienda...

    Esta última declaración también nos cuenta quiénes asistieron al entierro. Allí estuvieron el Rey y su hijo, alcaldes y jueces de Mondújar y otras poblaciones, y sabios y médicos importantes de la corte de Boabdil. Así debemos entenderlo si consideramos a los cadís como alcaldes o jueces y a los alfaquís como sabios y médicos. Este último testimonio vuelve a describir que Morayma fue enterrada donde primeramente habían sido enterrados y sepultados otros reyes moros predecesores y parientes de la dicha reina. Es decir, otro testimonio que afirma claramente que los anteriores gobernantes de la Alhambra y su propio padre Aliatar están enterrados en Mondújar.
    ¿Donde descansa Morayma?
    En pocos lugares del viejo Reino de Granada se recuerda a Morayma. Este hotelito es una excepción. Foto guiarte-Jesús Pozo
    Entrando en el terreno de la hipótesis y de la ficción, pero acogiéndonos a los datos recogidos a los largo de este reportaje, podríamos aventurarnos a decir que Morayma y los otros reyes que, como hemos visto, Boabdil trasladó desde Granada hasta Mondújar, podrían estar muy cerca de la actual iglesia de Mondújar y de la carretera nacional Granada-Motril.
    Tenemos varios datos para aventurar esta hipótesis. En primer lugar, los estudiosos del Castillo de Mondújar nunca han encontrado restos de un cementerio en sus alrededores (al menos nada de esto está documentado). Sabemos que el cementerio Real de la Alhambra estaba situado junto a la mezquita, cuyo edificio todavía hoy se conserva. Además, tenemos la documentación de dos mezquitas dentro del cementerio islámico de Yabal Faruh en Málaga (Fernández, 1993: 339-341). Con estos datos, y con el permiso de los expertos, podríamos ubicar estas tumbas cerca de la actual iglesia, si nos atenemos al testimonio antes descrito de Ferrando Albaudirí, que aseguraba: La iglesia que agora es en mondújar, que entonces era mesquita.
    Morayma sigue sepultada en algún lugar del Valle de Lecrín. Junto a sus restos están los de Muley Hacen, Aliatar, Yusuf y puede que, también, los de uno de sus hijos.
    En Mondújar hay una iglesia (que antes pudo ser mezquita) justo a un lado de la carretera nacional que llega hasta Motril. Al otro lado, sobre un cerro, están los restos de un castillo que hace 500 años fue la primera residencia veraniega de la familia real de Granada.
    Puede ser, incluso, que los últimos reyes de Al-Andalus estén bajo el asfalto que diariamente recorren miles de conductores desconociendo que su propia historia está allí perdida y enterrada.

    Creemos que el antiguo cementerio de Talará es la rauda donde se encuentran enterrados los Reyes de Granada. Para justificar esto nos basamos en los siguientes datos:
    • En el lugar donde está la iglesia se encontraba la mezquita musulmana. En el pórtico de la iglesia hay dos columnas procedentes de la antigua mezquita, que se incorporarían a dicho pórtico en 1857, cuando fue construido. Fue el cura de entonces don Francisco de Paula Villa-Real y Valdivia quien lo realizó
    • En algún momento se tuvo que trasladar el cementerio de dentro de la iglesia, como ocurría en los primeros tiempos al lugar ya tapiado que se encontraba a unos 50-100 metros y que era apropiado para ello. (El cementerio antiguo o rauda real nazarí)
    • Sobre los 60 del S. XX este cementerio antiguo pasó al actual, al otro lado de la autovía
    • Varios testimonios antiguos, reseñados más arriba, también justifican que la iglesia ocupaba el lugar de la antigua mezquita
    • Según el libro de Apeo (S. XVI) de Mondújar en el folio 27-vuelta, cuando describe los diferentes hábices o propiedades de la iglesia dice: "un pedazo de macáber cercado de tapias de un tercio de marjal poco mas o menos donde dicen que están enterrados los reyes moros de Granada"
      Esta descripción concuerda totalmente con el cementerio antiguo y no da lugar a dudas al analizar sus paredes, puerta de entrada y localización al lado de la antigua mezquita.
      El lugar estaba protegido, por paredes como era normal ante tumbas tan importantes. El antiguo cementerio de Mondújar deja ver con facilidad dos niveles de construcción, tanto en las paredes como en el nivel de la puerta. El más bajo de origen musulmán y el superior bastante más reciente.
    Nosotros pues, pensamos que el Antiguo cementerio de Mondújar está ubicado encima de la Rauda Real nazarí. Los lugareños en un momento determinado, cuando pasaron bastantes años de la conquista y sin saber que era la antigua rauda real de los reyes nazarís, decidieron convertirlo en su cementerio. Por lo que debajo deben estar las tumbas de los antiguos reyes de Granada.
    El que Mondújar sea el lugar de destino de la Rauda donde se encuentran las tumbas de los antiguos reyes granadinos, lo consideramos un privilegio. Privilegio que a veces son capaces de valorar más desde fuera que nosotros mismos. Este trabajo es todo un ejemplo de un estudio basado en una serie de documentos donde se demuestra que en Mondújar descansa parte de la antigua realeza granadina
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  2. #2
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    Boabdil


    Boabdil fue el último rey de la Granada nazarí (de 1482 a 1492). Su nombre completo era Abu ‘Abd Allah Muhammad (Muhammad XI). Era hijo de Abu-l-Hasan ‘Ali (Muley Hacén), que casó con una cristiana, Isabel de Solís, a la que llamó Turayya (Soraya). Otra mujer de Abu-l-Hasan, llamada Fátima, fue la madre de Boabdil, a quien animó a rebelarse contra su padre y le ayudó, lo mismo que a su hermano Ysuf, a escapar de la Alambra.
    Yusuf murió, pero Boabdil logró vencer a su padre, que marchó a Málaga, donde se mantuvo gracias al apoyo de su hermano Abu ‘Abd Allah Muhammad el Zagal. Los éxitos de éste en su campaña de la Ajarquía de Málaga animaron a Boabdil a combatir a los cristianos.
    Puso sitio a Lucena, pero cayó prisionero en 1483. Sin embargo, el Rey Católico le dio la libertad, pues le interesaba que continuase la guerra civil en Granada. Firmó Boabdil el Pacto de Córdoba, por el que se comprometía a ayudar a tropas cristianas contra su tío el Zagal, a cambio de su apoyo para recuperar el trono. Vuelto a Granada, estalló la guerra civil entre sus partidarios (radicados en el Albaicín) y los de su padre (en la Alhambra).
    Finalmente padre e hijo se repartieron el gobierno de la ciudad, mientras el Zagal esperaba el momento de apoderarse de Granada. Los cristianos, mientras tanto, tomaron Ronda, Marbella y otras plazas (1483-85). Y a consecuencia de un ataque de el Zagal a Almería, Boabdil buscó refugio en el campo cristiano, siendo de nuevo puesto en libertad con otras condiciones
    Después de la abdicación de su padre, la lucha entre Boabdil y el Zagal prosiguió y cuando éste acudió a defender Vélez-Málaga, Boabdil se apoderó de toda la ciudad. Su tío se retiró a Guadix, y más tarde pasó al Norte de África (1491). Entre tanto, se iban perdiendo nuevas plazas: Málaga, Baza, Guadix, Salobreña, Almería, Almuñecar. El reino de Boabdil quedó reducido a Granada.
    Tras ocho meses de sitio, Isabel y Fernando entraron en la Alhambra (2 de enero de 1492). Poco después Boabdil entregó la ciudad y permaneció algún tiempo en la región de La Alpujarra. Pero no tardó mucho en pasar a Marruecos, acompañado de su familia, y allí murió en una fecha indeterminada.
    Pero, ¿cómo era, en lo físico, Boabdil?. Acudamos, para conocerlo, a la descripción de los historiadores y al estudio del retrato supuestamente auténtico que se conserva de él. Don Francisco Fernández de Córdoba, abad de Rute y autor del manuscrito titulado "Casa de Córdova, origen i fundación i antigüedades desta cibdad", lo describe así:

    "moro de raçonable estatura, buena trabaçón de miembros, rostro alargado, moreno; cabello, barba i ojos negros, grandes, con muestras de melancolía, si ya no era compostura real.
    Va montado a la jineta, segun su usan ça, en un cauallo rucio blanco, enjaezado ricamente. Armada su persona de una fuerte coraza forrada de terciopelo carmesí con clavaçón dorada, capacete grabado, espada riquísimamente guarnecida de plata, al cinto gumía damas quina i lanza i adarga fuertes. Sobre la coraza trae ceñida una amplia aljuba o marlota de terciopelo brocado carmesí, abierta de arriba abajo i punteada con fino i dorado galón".
    Así debió ser Boabdil y así vestía cuando fué preso en el arroyo de Martín González, tras del fracasado asalto a Lucena.

    Como podréis ver, un personaje interesantísimo en todos los aspectos y con el que pueden los personajes verse las caras de todo tipo de formas: siendo ellos los que le hicieron preso en ese par de ocasiones; los que manejan las relaciones diplomáticas cristianas y mantienen el contacto con él; urdiendo planes contra su tío el Zagal o, por el contrario siendo del bando de éste y planeando un asesinato a su persona; luchando en la guerra civil de su bando o del de su padre,...
    Sea como fuere, estas podrían ser sus características, ya adaptadas las competencias a las de Rinascita:

    Boabdil


    FUE 15 Altura: 1,77 metros

    AGI 15 Peso: 75 Kg.
    HAB 18Edad: (depende del año en el que se le sitúe)
    RES 17 Apariencia: Atractivo (19)
    PER 12 RR: 85
    COM 13 IRR: 15
    CUL 10
    SUE 35


    Competencias: Cabalgar 73%; Mando 80%; Espada 90%; Táctica 50%; Esquivar 55%; Leer y escribir 65%; Ingeniería Militar 30%; Etiqueta 75%; Teología 66%; Psicología 70%; Seducción 80% (la erótica del poder); Primeros auxilios 60%.
    Hechizos: Carece.
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  3. #3
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    BOABDIL, EL ÚLTIMO REY NAZARITA
    Estudiar la biografía y observar con detenimiento los principales pasajes de la vida del último rey musulmán de Granada, apodado entre sus cronistas como el Zogoibi o “el Desdichado” en su traducción al español, es asomarnos a uno de los momentos más convulsos de la historia del reino granadino. Una época inmersa en cruentas guerras civiles, en las que los distintos bandos se disputaban el trono del último bastión del Islam en la península, el del reino más maravilloso, culto y resplandeciente que existió sobre la “piel de toro”.
    Hijo del Rey Abul Hassan -Muley Hacen- y de la Sultana Aixa al-Horra –la Honesta-, su verdadero nombre fue el de Muhammad Abd Abdallah o Abu Abdillah, cuya castellanización hizo a los cristianos llamarlo Boabdil. Las crónicas castellanas dieron en llamar a este monarca el Rey Chico, según unos, por haber sido proclamado muy joven, y según otros, para distinguirle de su tío, llamado como él, Abdallah. Las rivalidades de Aixa y Soraya, otra de las favoritas de Abul Hassan, y cuyo nombre cristiano era el de Isabel de Solís, encendieron o fomentaron en Granada la lucha encarnizada entre los dos bandos, Zegríes y Abencerrajes, en la que tomó parte muy activa Boabdil el Chico entre estos últimos, que sostenían a la Sultana Aixa, la que trataba de ceñir la corona en las sienes de su hijo, aprovechando los reveses sufridos por Abul Hassan, para urdir conjuras contra éste, quien, después de un tumulto popular acaecido con tal motivo, mandó encerrar en una torre de la Alhambra a la Sultana Aixa y a su hijo Boabdil. No estuvo mucho tiempo preso, pues las doncellas de su madre le descolgaron de la torre por medio de sus velos, y los Abencerrajes, que le aguardaban con caballos en la cuesta del barranco –desde aquel momento llamada cuesta del Rey Chico-, le acompañaron primero hasta el alto Albayzín y después hasta Guadix para rehacer el bloque de sus partidarios, volviendo pocos días después y amotinándose en la ciudad provocando sangrientas revueltas que terminaron con la proclamación de Boabdil como Sultán de Granada. Las encarnizadas luchas que tenían lugar en las calles sólo fueron detenidas ante la noticia del cerco de Loja por los cristianos, a quienes salió a combatir Abul Hassán, previo pacto con Boabdil de que cada cual de ellos conservaría sus respectivas posiciones y pretensiones. El pacto fue violado por Boabdil por influencia de su madre, quien en ausencia de su padre, se apoderó de la Alhambra y de la autoridad real.
    Invadido entretanto el territorio de Málaga por los cristianos, salió a su encuentro Abul Hassán, acompañado de su hermano Abdallah el Zagal, los Venegas y la flor de sus caballeros, derrotando por completo a los ejércitos cristianos en la comarca de la Axarquía. Celoso Boabdil de los triunfos del Zagal decidióse a emularlos, instado también a ello por su madre, y, al frente de 1.500 soldados, caballos y 7.000 infantes, como plasmaron los cronistas, puso en asedio a la ciudad de Lucena. Pero los sitiados se resistieron y después de reforzados con los socorros que pudo llevarles el Conde de Cabra, rompieron el cerco impuesto a la localidad derrotando y destruyendo totalmente al ejército comandado por Boabdil, quien fue hecho prisionero. Entretanto su padre, Abul Hassan –Muley Hacen-, recobró nuevamente el trono de Granada, negándose Aixa a reconocerle y enviando a Córdoba, adonde había sido trasladado Boabdil, una solemne embajada para tratar de su rescate. Aceptáronla los Reyes Católicos –con ánimo, según afirman algunos, de fomentar las intestinas discordias internas del reino de Granada- con las siguientes condiciones: “Boabdil prometía ser vasallo fiel de los reyes de España, pagarles un tributo anual de 12.000 doblas de oro, poner en libertad a 300 cautivos cristianos, dar paso por sus tierras a las tropas que fuesen a guerrear contra su padre Abul Hassán y su tío el Zagal y presentarse inmediatamente en la corte en cuanto fuese llamado por los Reyes de Castilla”.
    Además, fueron estipuladas por ambas partes treguas por espacio de dos años, y Boabdil dio como rehenes, para seguridad de lo pactado, la persona de su propio hijo y de sus principales capitanes. Regresó Boabdil a Granada, en cuya frontera le aguardaban algunos de sus parciales enviados por Aixa, produciendo su presencia en la ciudad el resultado previsto porque, proclamado rey por los Abencerrajes, se opusieron a ello los Zegríes, hasta que, después de dos días de violentos combates, la intervención de los principales jefes logró que, a manera de transacción, Boabdil aceptara el ir a establecerse como rey en Almería con sus partidarios. Favoreció esto a los Reyes Católicos para ir prosiguiendo la conquista del reino de Granada, mientras que, después de su humillante tratado con el Rey Católico, Boabdil perdió todo su anterior prestigio, sin que las intrigas y prodigalidades de su madre lograran conservar entre sus partidarios más que al pueblo más llano, pues el resto de sus compatriotas le despreciaron por renegado y vasallo del rey cristiano.
    Viejo y ciego Abul Hassán y retirado a la fortaleza de Mondujar, abdicó a favor de su hermano el Zagal, muriendo al poco tiempo. La abdicación trajo nuevos y enconados enfrentamientos entre los partidarios de uno y otro pretendiente. Extendidas las revueltas a todo el reino, el Zagal, acogióse al amparo de los Reyes Católicos, quienes le proporcionaron tropas para recobrar los territorios perdidos, en especial el de Almería, con lo que el caudillo abencerraje volvió a Granada, donde los combates entre ambos bandos duraron cincuenta días hasta que, por último, se convino en la división del reino entre los respectivos caudillos, acordando residir ambos en Granada; en la Alhambra, el Zagal, y en el palacio del Albaycin, Boabdil, el Chico.
    En la primavera de 1486 prosiguieron la campaña contra el reino de Granada los Reyes Católicos, avisando D. Fernando a Boabdil que los tratos que éste había tenido con el Zagal debían ser considerados como una confederación contra Castilla, por lo que cesaba la amistad que entre ellos había mediado. Tras ello el ejército cristiano puso sitio a la ciudad de Loja, perteneciente a Boabdil, quien salió a defenderla, siendo herido en un combate librado a la vista de la plaza en la que, vencido, hubo de refugiarse con su emir en el alcázar de dicha localidad, hasta que fue tomado por asalto el 26 de mayo. En las capitulaciones de la rendición Boabdil se avino a abdicar del trono y tomar el título de Duque o Marqués de Guadix, con señorío de esta ciudad si era ganada antes de seis meses o de lo contrario, perder la grandeza de Castilla y de guerrear constantemente contra su tío el Zagal. Fue precisamente la noticia que éste tuvo del último de los pactos acordados por él, lo que más le hizo aumentar su odio por su sobrino, a quien envió emisarios con orden de envenenarlo. Descubiertas estas intenciones asesinas por Boabdil, este mandó emisarios a su tío prometiéndole desde ese momento una guerra sin cuartel, diciéndole que no aplacaría su sed de venganza “hasta ver clavada su cabeza en una de las puertas de la Alhambra”. Desde entonces no pasó día sin que ocurrieran en las calles y en la Vega de Granada sangrientos combates entre los partidarios de ambos bandos, hasta que la noticia del cerco puesto a Vélez Málaga por los cristianos aterró a los granadinos, quienes suspendieron las discordias, marchando el Zagal en socorro de la plaza. Vencido y conociendo cuando regresaba a Granada, que durante su ausencia y apoyado una vez más por la plebe, Boabdil se había apoderado de la Alhambra y de las demás fortalezas de la ciudad proclamándose único emir, retiróse el Zagal a Guadix, que con Almería, Baza y alguna otra población menos importante, aun le permanecían fieles, hostigando desde allí a los ejércitos cristianos. Rendida Baza en diciembre de 1489, sometióse el Zagal a los Reyes Católicos, noticia que llevó la consternación a Granada, que llena de fugitivos y amotinada la muchedumbre, levantóse contra Boabdil, a quien miraban como causante de la ruina del pueblo. Las revueltas callejeras en la ciudad no se detuvieron hasta el momento en que llegó la noticia de que los ejércitos de los Reyes Católicos, a quienes los partidarios del rey habían corrido a pedir auxilio, entraban a talar la Vega. Entretanto los monarcas cristianos habían intimado a Boabdil que rindiera la capital, según lo pactado en Loja, a cambio del título de Duque o Marqués de Guadix, quien, sin embargo, se opuso a ello por la fuerte resistencia de sus vasallos, lo que dio lugar a nuevas hostilidades entre el Rey de Granada y los Reyes Católicos, quienes pusieron sitio a Granada desde el Real de Santa Fe –donde tuvieron lugar importantísimos acontecimientos para la historia nacional y universal- que a la postre trajo la celebración de las Capitulaciones y la entrega de la ciudad por Boabdil, que se consumó el día 2 de enero de 1492.
    Tras el incumplimiento sistemático por los cristianos de las condiciones establecidas en las Capitulaciones, Boabdil, que en un principio continuó residiendo en los palacios de la Alhambra, abandonó la ciudad tomando el camino de las Alpujarras. Es tradición, bella pero incierta, que al llegar al punto desde el cual se ve aún la ciudad por el camino de la Costa, antes de perderla de vista tras una colina, refrenó a Boabdil su caballo, suspiró llorando, y entonces fue cuando su madre, la implacable sultana Aixa, le dirigió el famoso apóstrofe que dice: “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”; por lo que desde este momento se conoce este sitio con el nombre de Suspiro del moro. Lo verdaderamente cierto, es que Boabdil se retiró con los suyos a vivir a la localidad de Cobda –Laujar de Andarax- lugar de su señorío, en las Alpujarras, hasta que su visir Aben Comixa le traicionó, según parece, vendiendo, sin que él lo supiera, su patrimonio por 21 mil castellanos de oro al Rey Católico, por lo que en 1493 se embarcó en la localidad de Adra con su familia –su esposa, Moraima, ya había muerto- y más de un millar de fieles seguidores, exiliándose a la ciudad magrebí de Fez. En dicha ciudad, vivió como príncipe hasta que, en lucha con los jarifes y en defensa de su pariente Muley Ahmet Ibn Merini, murió en la batalla del Vado de Bacuna en 1527.
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