ALFONSO X Y LA EMPERATRIZ DE CONSTANTINOPLA 1
E estando en aquella cibdad, dijéronle que venia a él una emperatriz de Constantinopla que tenia su marido captivo en tierra del Soldan, é venian con ella treinta dueñas todas vestidas de negro. El el Rey salióla a rescebir con grand gente, é fízole mucha honra, é metióla en Burgos en su posada con la Reina doña Violante su mujer, é la Reina fízole mucha honra, é plúgose mucho con ella, é mandó poner la mesa para en que comiesen ella é la Emperatriz.
E dijo la Reina a la Emperatriz que se posase a la mesa a comer, é dijo la Emperatriz que nunca Dios mandase que se posase con ella a la mesa, é la Reina maravillóse de lo quel decia é preguntóle que por qué decia aquello. E dijo la Emperatriz: «Tú estás con tu honra, é Dios te la mantenga, que eres en tu tierra con tu señor sano e guarido, Dios te lo mantenga é lo guarde de mal, é yo estó fuer de la mi tierra, é el mi señor non es en su poder, ca es captivo en tierra del Soldan, é es pleiteado por cincuenta quintales de plata; é yo fui a casa del apostólico de Roma por si fallaria en él ayuda é dióme el tercio deste ayer, é otrosi fui al rey de Francia é dióme el otro tercio.
E allí oí decir de la nobleza é del bien é de la franqueza que há en este tu señor, é soy aquí venida á pedirle ayuda para sacar mi marido el Emperador de cativo, é fasta que haya respuesta desto, yo non comeré»; é la Reina envió por el Rey é díjole todo lo que dijera la Emperatriz. E el Rey rogóla que se posase a comer, é ella dijo que nunca comeria en manteles fasta que toviese para quitar su marido el Emperador, é el Rey le preguntó, «los de la tierra ¿por qué non lo quitan?» E ella dijo que era uso que non diesen por él nada, que ellos decian que facian mucho cuando en su vida non tomabati olio Emperador.
E el Rey tomóla por la mano é posóla a la mesa é dijo a la Emperatriz: «comed, que yo vos prometo de aquí a veinte días, que yo vos daré de qué quitedes a vuestro marido». E ella dijo: «catad, Rey, qué decides, que iitiii sabedes en cuánto yace»; é el Rey le preguntó por cuánto yacia, é ella dijo qul’ por cincuenta quintales de plata, mas que el Rey de Francia le diera un tercio i el Papa el otro tercio: é el Rey tomóla por la mano é fuéla a sentar a la iiiesn, é dióle la mano prometiéndole que á veinte dias le daria los cincuenta quintales dr plata. E dijo la Emperatriz: «agora comeré yo a manteles, pues es quilo ini señor», é á los veinte días dióle los cincuenta quintales de plata, é man(ló qiir tornase lo que había tomado al Papa é al rey de Francia, é ella tomó lo suyo Iii Rey y al Apostolico, é contóles commo le contesciera con el rey don Alfonso, todos cuantos lo oyeron preciaron mucho á este rey de Castilla. E salió este Emperador de captivo, é predicaba la bondad é la nobleza del rey don Alfonso.
E sonada esta voz por todas las tierras, acaesció que murió el emperador de Alemaña, é ayuntáronse los esleedores para acordar á quién ficiesen emperador.
1 Crónica del reinado de Alfonso X. Crónica de los Reyes de Castilla desde Alfonso X el Sabio hasta los Católicos. Colección ordenada por don Cayetano Rossell, tomo 1. capitulo XVII, pág. 12.
El hombre que sólo tiene en consideración a su generación, ha nacido para unos pocos,después de el habrán miles y miles de personas, tenlo en cuenta.Si la virtud trae consigo la fama, nuestra reputación sobrevivirá,la posteridad juzgará sin malicia y honrará nuestra memoria.
Lucius Annæus Seneca (Córdoba, 4 a. C.- Roma, 65)
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