Madrid, 18 diciembre 2011, IV Domingo de Adviento. Ayer día 17, Sábado de Témporas de Adviento, el programa de Radio Nacional de España "Documentos RNE" (a las 15:00, hora española peninsular) se titulaba "Las guerras carlistas". El planteamiento que anunciaba no era malo (a pesar de asignar ordinal a la usurpadora Isabel y en cambio llamar sólo "Carlos María Isidro" al Rey Carlos V): "El documental del sábado recorre esta parte de la Historia que comenzó como una lucha dinástica y que se convirtió en realidad en un conflicto en el que se cuestionaban dos maneras de entender la realidad económica, política y social de España". Pero los "expertos" reunidos por Julia Murga, responsable del documental, dejaban mucho que desear. Jordi Canal, autoerigido en experto global de la historia del Carlismo, pero con lagunas y carencias demasiado evidentes. José Carlos Clemente, a quien ningún historiador considera digno de mención, propagandista al servicio de la falsificación marxistoide del Carlismo. Francisco Javier Caspistegui; Javier Donézar; y la ex-infanta María Teresa de Borbón Parma, quien cambió el carlismo por el marxismo y el catolicismo por la apostasía y, traicionando a su Familia y a su Causa, fue principal colaboradora de su hermano Carlos Hugo (a quien Dios haya perdonado) en la falsificación y el desmantelamiento del Carlismo, para mejor servir a la sacrosanta Transición y a la "instauración" de Juan Carlos. Es decir: fueron a hablar del Carlismo, entre otros, dos individuos (María Teresa y José Carlos Clemente) cuyo esfuerzo consistió, y consiste aún, en enterrar al Carlismo y poner su memoria al servicio del tataranieto de la usurpadora Isabel (II) y del liberalismo aparentemente triunfante. Si alguien, a pesar de todo, desea escuchar la grabación de este prescindible programa, la encontrará en este enlace. El documental de Radio Nacional de España, que se limitaba al siglo XIX, no llegó ni de lejos a los extremos de abyección que perpetraba otro "historiador", muy en su línea, en el diario ABC de 4 de diciembre ("Paisajes después de la batalla"). Nos referimos al arrupita (que no jesuita) Fernando García de Cortázar Ruiz de Aguirre, de familia carlista, pero convertido al más furioso liberalismo (en todos los órdenes, así que también cabe llamarle apóstata) y con tan poco respeto por la verdad como la ex-infanta María Teresa o como José Carlos Clemente. En su furor jacobino, llega a escribir: "De otro lado, los asesinos convertidos en héroes, por el simple hecho de entregar sus vidas más tarde, han llenado las páginas de nuestra historia. [...] Y el requeté que se embadurnaba de escapularios ensuciaba una fe al convertirla en excusa de la masacre". Llamar asesinos a los nobles requetés no llega a calumnia por ser puro disparate. Un disparate que hasta ahora solía provenir de alucinados de la extrema izquierda, pero al que se suma gustoso el presbítero disfrazado García de Cortázar, paladín de la derecha democrática. Una calumnia (y un intento de condenar la doctrina católica de la guerra justa y el derecho de los católicos a defenderse) que se dirige contra sus propios antepasados directos; contra los que fueron sus hermanos de la Compañía de Jesús; y, en realidad, contra toda la Iglesia Católica. Es decir: condena (nuevamente) a Fernando García de Cortázar al cortejo de los libelistas, falsarios y sectarios. En la tradición (ellos también tienen algo así como una tradición) de los primeros y primigenios golpistas, terroristas y genocidas de la historia de España: los liberales.
Agencia FARO
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