Buenos Aires / Madrid, 3 noviembre 2016, San Martín de Porres, confesor; los Innumerables Mártires de Zaragoza. ​
​El pasado 22 de octubre (23 para el correo electrónico) publicábamos un artículo de Mario Bianchetti titulado "Un libro lamentable: Independencia y nacionalismo", acerca de una reciente publicación de Antonio Caponnetto y de una entrevista sobre la misma.

Esperábamos recibir réplica. Pero no fue así. Ni en nuestro correo ni por ningún otro medio recibimos nada del Sr. Caponnetto. En cambio sí remitió un escrito al foro Hispanismo.org (en el que FARO cuenta con amigos, pero que no tiene dependencia orgánica alguna de nuestra agencia o del Servicio de Prensa y Documentación de la Comunión Tradicionalista), donde lo hemos visto publicado.


Los seguidores habituales de FARO (entre quienes nos honra contar con el Sr. Caponnetto) saben que cuando los artículos corresponden a nuestra línea editorial, van sin firma. Cuando van firmados, en cambio, su responsable es el autor.


En el pasado hemos publicado escritos y noticias de Antonio Caponnetto (a modo de ejemplo, véase aquí o aquí). En esta ocasión le habríamos pedido una réplica distinta, menos ad hominem, eliminando las descalificaciones personales. Puesto que ha optado por no enviárnosla, nos limitamos a proporcionar el enlace a nuestros lectores. Puede resultar útil leer también los comentarios a esa entrada que aparecen a continuación en el mismo foro.

He aquí la dúplica de Mario Bianchetti. Quisiéramos con ella dar por terminada la controversia. Aconsejamos acceder a la publicación original, haciendo clic sobre el título bajo estas líneas, para poder ver las ilustraciones (algunas citadas en el texto), necesarias para su completa comprensión.

Reiteración de afirmaciones, por Mario Bianchetti

Entre los muchos insultos que me fueron esgrimidos como argumento de autoridad, pude sacar en limpio dos objeciones: una cita «falsa y malintencionada» y un «plano embustero e indocumentado». Vayan aquí las credenciales de todo lo expuesto y mi indulgencia con el autor de tan desatinadas palabras.

En ningún lugar del artículo se dijo que Caponnetto desconociera los planes para humillar a España, eso es una equivocación de su parte. En el artículo se menciona una pregunta de la entrevista, buscando ejemplificar con ella el modo evasivo que tiene Caponnetto de responder, utilizando un texto al que todos pueden acceder. Ésta era la pregunta:

—¿Usted quiere decir que no han ignorado la existencia de los llamados planes para humillar a España?

A.C.: Eso mismo. Hay incluso entre estos autores revisionistas-nacionalistas un estudioso como Federico Rivanera Carlés (con quien tengo mis discrepancias, nobleza obliga), que ha abordado un tema muy poco conocido, como el de las rebeliones contra España ya en la primera mitad del siglo XVII, cuando gobernaban los Austrias. Esas rebeliones contra la unidad del Imperio estuvieron manejadas por la marranía, y por eso se han convertido en un tema tabú. No sé de autores españoles que hayan abordado este punto. Todos suelen quejarse de que se socavó la autoridad de un tirano como Fernando VII. Pero sobre los intentos judaicos de acabar con la España Católica de los Austrias no veo mucho material procedente de los españoles anti-independentistas americanos.
(Cfr. Antonio Caponnetto, entrevista dada para Javier Navascués del sitio Adelante la Fe, donde no fue publicada).

Respondo: Los planes para humillar a España son: Una propuesta para humillar a España (1711) y su adaptación por Pitt-Maitland (1804). Creo que hasta una persona como yo, con el síndrome que me diagnosticó Caponnetto, puede intuir a qué se refiere el periodista con la pregunta, si estamos hablando de independencia y nacionalismo...

Bueno, tal vez se haya confundido. No importa, pasemos a la otra objeción.

Largo e inútil de enunciar sería el resto de las fabulaciones, ignorancias, sofismas y puerilidades a las que acude el timador, llegando al paroxismo de la irrisión cuando exhibe un pueril planito de la Catedral de Buenos Aires para demostrar que el Gral. San Martín no está «enterrado en el perímetro consagrado del templo». No sólo quien conozca la mentada Catedral sabrá que no es así, puesto que el mausoleo está integrado a la Capilla Nuestra Señora de la Paz, parcela constitutiva del templo sobre la nave lateral derecha, sino que del misterioso «plano» que aporta el aranero se puede inferir visualmente que, al menos tres altares laterales ocupan mayor perímetro que el reservado a albergar los restos de José de San Martín.
(Cfr. Antonio Caponnetto, insultos a Mario Bianchetti, de una respuesta que publicó en Hispanismo.org)

La parte donde se encuentra el Mausoleo, como se dijo, está fuera del área consagrada del templo:

No está ubicado en la capilla de Nuestra Señora de la Paz como dice Caponnetto, sino que esta capilla, hoy inexistente como tal, es el paso obligatorio para acceder al Mausoleo. La obra es enteramente nueva y fue realizada por el arquitecto Enrique Aberg. Se presentó a concurso y aún constan varios de los proyectos presentados. Sobre el lado derecho de la Catedral hay un gran arco de medio punto que da entrada al Mausoleo. El muro lateral del templo fue perforado para unir el espacio y construir la nueva «capilla», que tiene como antecámara la capilla anterior.

El proyecto es de confección enteramente laica, no solo en sus detalles y símbolos, sino también en sus ejecutores. En el concurso de selección del proyecto no tuvo participación alguna la Iglesia, ni en la dirección, ni en la financiación. Y el Estado no sólo fue quien nombró al jurado para el concurso del proyecto, sino que además resultó ganador un arquitecto miembro del mismo jurado, que también integraba el Departamento de Ingenieros Civiles de la nación.

El piso de la Catedral puede darnos una prueba más, ya que de los casi 3000 m2 de diminutos mosaicos, tan sólo en la «capilla» San Martín es de mármol en su totalidad. Y esto a pesar de que la Municipalidad estableció en las bases del concurso «... que la construcción debía ser realizada con materiales de primera calidad, estar en armonía con la arquitectura del templo y la del monumento, así como que el piso alrededor de este último sería de mosaico, imitando al antiguo».

La obra artística del monumento y la arquitectónica del mausoleo, por si quedara algún incrédulo, registran las firmas de sus autores grabadas en el mismo mármol: E. Aberg Arquitecto y A. Carrier-Belleuse.

En la obra de Jorge Bedoya, el libro más autorizado sobre el Mausoleo, por la cantidad de documentación, planos y relevamientos que aporta podemos leer lo siguiente: «Si se comparan fotografías obtenidas antes de este arreglo y otras posteriores se observa que han variado los motivos ornamentales que adornan el sector triangular entre los arcos de la capilla. Debe indicarse que este último término, tan común en los documentos y periódicos de la época, no es correcto, porque en el lugar no se cumple ninguna función cultual e incluso está fuera del terreno consagrado de la Catedral» (Bedoya, Jorge M., Mausoleo del General San Martín, Museo de la Casa de Gobierno, Buenos Aires, 1975).

Hagamos una breve descripción del Mausoleo, para quienes no tienen la dicha de conocerlo:

Tres rameras rodean el monumento del mausoleo, sendos ropajes de bataclanas las ornamentan, sin olvidar ninguna de las tres su gorro frigio, representan Argentina, Chile y Perú.



No existe dentro del mausoleo ningún altar, ni ningún santo. Por el contrario, hay cuatro nichos con luminarias ornamentales, al pie de los cuales figuran los nombres de batallas sanmartinianas. En la parte posterior hay una placa de homenaje con las fechas de nacimiento y muerte. Y en los dos laterales, en lugar de altares tiene las urnas y los bustos de Tomás Guido y del General Las Heras. En 1943 se agregaron las cenizas del soldado desconocido.

Caponnetto indudablemente ha peregrinado muy poco a la tumba del prócer, ya que de los tres altares que dice haber, no existe ninguno, y la imagen de Nuestra Señora de la Paz, desde el emplazamiento del mausoleo no se encuentra ni siquiera en el lugar que fuera su capilla.


El único símbolo religioso del recinto es una cruz de palo sin Cristo y pintada de negro, detrás del monumento central y a los pies de la placa conmemorativa, sostenida desde la base por una mujer con el torso desnudo. Cruz que contrasta enormemente con los mármoles policromados, bronces y detalles ornamentales, por lo que intuimos habrá sido puesta por algún piadoso ingenuo que notó la ausencia completa de símbolos religiosos.

Queremos finalizar con una fotografía de la bandera de los Andes confeccionada a pedido del mismo San Martín, expuesta en la entrada del Mausoleo,
y con otra imagen que puede ilustrarnos un poco sobre la primera:


Bandera del Ejército de los Andes, mandada a confeccionar por José de San Martín a las patricias mendocinas




Emblema de los miembros de un club revolucionario francés que aparece en una ilustración de la obra «La Revolución Francesa», de Michel Vovelle (tomo 3° página 216). En la Biblioteca Nacional de Francia aparece como «Código de la Colección Qb.1 Año 1793»










Agencia FARO