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Tradición.
La unidad que formaban los (actuales) Estados americanos era una unidad entre sí, y la sustituyeron tras la independencia por décadas de guerras decretadas por gobernantes irresponsables. Era asimismo una unidad, no con España, sino con la Península en España, pues Españas lo eran todas; y romper esa unidad convirtió a los componentes de la mayor entidad política del mundo en piezas decadentes de un sueño imposible. (...)
(...) los motivos aducidos para la rebelión, tanto por historiadores antiespañoles como incluso por grandes exaltadores de la Hispanidad, eran meras excusas. (...)
La gran tragedia fueron esos Españoles que no pudieron serlo de los que habla el título del libro. En España hemos asumido tanto lo que ocurrió, que incluso honramos a los próceres de las independencias con estatuas, calles y simposios, mientras dejamos en el olvido a quienes, entre 1810 y 1825, dieron la vida por mantener la unidad trasatlántica, cuyos nombres han quedado sepultados en el olvido. (...)
Habla del "abandono de la piedad patriótica" como una injusticia, porque aunque algunos gobernantes de la Corte y algunos reyes se hubiesen hecho acreedores a la animadversión y el desprecio en América, existe un bien común acumulado que recibimos de la Patria y nos obliga a serle leales aun cuando el bien común actual sea pisoteado por sus representantes.
del Bicentenario (....) no hay nada que celebrar.
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