Revista FUERZA NUEVA, nº 475, 14-Feb-1976
ANTIGUOS MIEMBROS DEL BUNQUER
Hoy presentamos a los 196 hombres de la Compañía que mandaba el capitán Gerardo Oroquieta Arbiol, de los que sólo sobreviven 13, incluido otro oficial y el propio capitán, herido grave y caído prisionero sobre el campo del honor, cuando el 10 de febrero de 1943, en el sector de Krasnij-Bor, frente a Leningrado, la División Azul ofrendó, en la defensa de Europa, el más generoso tributo de sangre de toda su campaña en el Este.
Con ellos, a todos cuentos en Rusia sufrieron muerte, heridas, sufrimientos, mutilación o cautiverio. Españoles o no, camaradas de armas todos, excusando decir que en las filas de enfrente se alineaban André Marty (“El carnicero de Albacete”), Santiago Carrillo, Dolores Ibarruri (a) “Pasionaria”, Pietro Nenni, Tito, el “welt bekannt” Willy Brandt, y todo el censo de la golfería internacional, derrotado en España, buscando entonces y ahora la revancha so capa de reconciliación, de amnistía y demás zarandajas, adobadas con la baba de muchos que se dicen españoles y van a arrastrarse ante los supervivientes de toda aquella pandilla para congraciarse con ellos y hacerse perdonar el haber sido miembros del bunquer y de haberlo propalado a los cuatro vientos, disfrazados de fascistas, con todo el aditamento de botas, boinas y correajes, sustituidos hoy por el zylinderhut [chistera], que diría un “baltikum”, y el chaqué funeral apropiado a las exequias de España, de Europa y de todo el mundo tenido por decente hasta haber, si no fuera antes, demostrado todo lo que puede dar de sí con sus asambleas y sus tenidas…
Pero vamos al bunquer. ¿El lector no ha leído «De Leningrado a Odessa»? Sus autores son César García Sánchez, caballero mutilado, y Gerardo Oroquieta, aquel mítico capitán aragonés cuyas esquelas se publicaron y cuyo nombre llevaba la Guardia de Franco zaragozana, dándole por caído, hasta que volvió en el «Semíramis», al frente de los españoles que habían puesto en alto el honor de su Patria (entonces no se hablaba de “país”), cantando el “Cara al Sol” en pleno campo de concentración, asegurando a sus guardianes –y era verdad- que se trataba de una canción proletaria.
En el tiempo de cobardía que nos ha tocado vivir, leer al capitán Oroquieta, y esto ya lo dijimos en FUERZA NUEVA y en “Blau Division”, de Alicante, es un verdadero tónico… Hoy como homenaje a aquellos hombres, he aquí un fragmento de «De Leningrado a Odessa»:
“El capitán Miranda regresó a mi posición muy avanzada la noche. Tuvo la feliz iniciativa de rogar al padre Pumariño, capellán de nuestro batallón, que oficiase una misa en un bunquer de mi compañía para que asistiera el mayor número posible de voluntarios. Sé celebró a las doce de la noche y pudimos oírla con todo recogimiento. La comunión puso una paz total en nuestro espíritu, confortándonos para todo aquello que pudiera sobrevenir…”
A todos quienes se preguntan, he aquí el bunquer. He aquí los hombres. Pero eso ya no se lleva. Ahora se lleva el “unisex”. Con nosotros –ya lo hemos repetido- que no cuenten. ¿Inmovilistas?: si todo lo nuevo que se ofrece es Raimon, por supuesto que seguimos con el “Carrasclás”, que, por lo demás, todo indica que estamos otra vez en 1936. En febrero, además.
José Sánchez Robles
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