Revista FUERZA NUEVA, nº 452, 6-Sep-1975
Bibliografía política. Libros sobre la subversión
“Desde que hace cincuenta años, escribió Ortega su “Ocaso de las revoluciones”, se han publicado en España numerosísimos libros sobre el terrorismo, la subversión y la revolución. Ortega nos enseñó a definir claramente estos traumas y a diferenciarlos del motín, de los levantamientos de comuneros, germanías o jacquerías, de los pronunciamientos sin futuro...
Una buena parte de las obras que han sido publicadas son solamente monografías sobre algún aspecto parcial de la subversión o el terrorismo, sobre las Panteras negras, los tupamaros, los fedayines, la ETA o la Nueva Izquierda. Otras tratan el terrorismo en forma truculenta, con fines comerciales, sobre la base de noticias de prensa. Muy pocas disponen de una documentación seria y, menos aún, original.
A raíz del asesinato del almirante Carrero Blanco, se citaron palabras suyas, últimas, sobre el peligro de la subversión mundial sobre el terrorismo y la necesidad apremiante de aunar esfuerzos para erradicarlo. Carrero estaba creando una organización antiterrorista interministerial y conjuntando el equipo adecuado. Es posible que la muerte del almirante haya mermado la eficacia de su organización.
Un cierto número de estos especialistas, trabajando en equipo, en vida aún de Carrero, parecen ser los autores, bajo el nombre de Carlos I. Yuste, de una obra sensacional: “Subversión y Reversión en la España actual”, recién publicada por la Editorial San Martín (1975), y que se esperaba desde hacía varios meses. Se trata de una obra extraordinaria, con una documentación importante, muy superior a la que corresponde a la bibliografía citada, y que estudia sistemáticamente el mecanismo de la subversión, su estrategia y su táctica, la propaganda, las áreas de actuación, las técnicas de captación, la asamblea, la huelga, la manifestación, el terrorismo, la guerrilla urbana, utilizando manuales y folletos de instrucción clandestina.
Trata también, con concisión, pero magistralmente, de la teoría y la historia de la subversión, de la revolución: marxista, escisiones trotskista, yugoslava, cubana, china, la Nueva Izquierda, las Internacionales, la Euzkadi Ta Askatasuna. Finalmente, en una segunda parte, se estudia la “Reversión”, es decir, la anti-subversión creadora, no meramente negativa, “más dirigida a abrir nuevos cauces a la esperanza que a cerrar los que la subversión ha abierto”.
Siempre he creído que los que leen nuestra revista, que los que piensan en Fuerza Nueva con Piñar, habrían de dejar el triste papel de “mayoría silenciosa” y pasar a la acción, de sufridos espectadores a protagonistas. La obra de Carlos I. Yuste sería entonces para ellos una guía de valor inapreciable.
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Sería interesante, pero demasiado largo, el presentar ahora una relación comentada de obras complementarias a la “Subversión en la España actual”, que estudiarán el problema desde otros puntos de vista. Habría que señalar entre otras, las obras de Ellul (“Autopsia de la Revolución”, Unión Editorial. Madrid, 1973), Coloma (“El reto”, Ed. Escelicer. Madrid. 1974), redactada ésta también en equipo, pero de estudiantes universitarios, o el “Esquema de la Subversión de nuestro tiempo”, de Jesús Fueyo (Ediciones del Movimiento. Madrid. 1958), pero me limitaré a considerar solamente “La contrarrevolución”, de Thomas Molnar (1), diferente e importante.
Molnar, profesor en la Universidad de Nueva York de historia de las ideas europeas, estudia desde puntos de vista nuevos lo que es la contrarrevolución, que no es negación ni inmovilismo. “Una concepción contrarrevolucionaria estrecha quiere hacer solamente todo lo contrario de lo que hace la revolución. Pero la contrarrevolución es más la búsqueda de una ideología que supere la de la revolución, el aportar nuevas soluciones a los problemas planteados por la crisis de la civilización contemporánea”, es decir, es la “reversión” de Carlos I. Yuste. El contrarrevolucionario ha de rechazar, pues, el complejo de inferioridad, de negación, que lanzó la “intelligentsia” roja.
Veamos unas cuantas ideas más de Molnar: “La contrarrevolución no fracasa por debilidad doctrinal o filosófica, sino porque sus seguidores son incapaces de utilizar los medios de comunicación social y la propaganda. La principal estrategia de la revolución ha sido, en cambio, el haberse hecho con los medios de difusión, el haber sabido utilizarlos y silenciado el adversario”.
“La mayor parte de los regímenes contrarrevolucionarios se han contentado con ejercer el poder, pero han dejado a sus adversarios el uso de la prensa y la cultura popular, abriendo brecha en el propio sistema de la subversión. Tales regímenes, a pesar de lo que dicen, no realizan ninguna tentativa seria para llevar la lucha antisubversiva a buen fin. Pueden abrigarse, pues, muy serias dudas de que tales regímenes sean en verdad contrarrevolucionarios”.
Y recuerda: “Kerensky tuvo la posibilidad de salvar a su país de los bolcheviques. Con el ejército leal acampado en las afueras de San Petersburgo, con la policía, hubiese podido detener fácilmente a Lenin. Pero como su gobierno había proclamado la libertad de expresión y reunión, no podía permitirse poner ninguna traba a la agitación y a la propaganda”. Y Rusia cayó en el comunismo.
Recomiendo aquí a quienes quieran conocer cómo se inició en nuestra Patria la subversión de la “intelligentsia”, primer acto de la versión paralela española, una de las obras más importantes de nuestra posguerra: “La Guerra Española y el trust de cerebros”, de Vicente Marrero (Editorial Punta Europa. Madrid. 1961), que, claro, fue ahogado por la conspiración del silencio, y que ha desaparecido luego totalmente de las librerías.
Otras muchas ideas valiosas contiene la obra de Molnar, que ya no nos atrevemos a comentar como merecen, tales como negar que el espíritu de la revolución burguesa de 1789 se deba exclusivamente a los filósofos ingleses y a los escritores franceses de los siglos XVII y XVIII, y destaca el papel importante de los filósofos alemanes protestantes posteriores y a las más de las veces teólogos procedentes del célebre seminario de Tubinga. Es decir, el papel del espíritu de la Reforma en la revolución (2).
Finalmente señalaré que Molnar insiste en el carácter utópico del espíritu revolucionario, del progresismo. “La doctrina revolucionaria lo promete todo para mañana, trátese de la sociedad sin clases, de la distribución de la riqueza para todos o de la aparición de una nueva civilización”. Ahí tenemos (1975) el ejemplo de la URSS y sus satélites, estancados desde hace más de medio siglo en el estado transitorio, según el marxismo, de una dictadura burocrática y en un estado industrial exactamente gemelo al de los Estados Unidos de Norteamérica, e incapaces de alcanzar el estado utópico del comunismo total, del que habló poco y de pasada Carlos Marx, y que quedó ad calendas griegas.
Ortega, en “Historia como Sistema” ya dijo: “El progresismo que coloca la verdad en un vago mañana, es el opio entontecedor de la humanidad” y, más adelante, añade una idea estremecedora, “el error del viejo progresismo estriba en afirmar a priori que se progresó hacia lo mejor”. El “progreso”, el cambio, la apertura, pueden ser un retroceso, y a menudo lo es.
José MALUQUER CUETO
(1) Unión Editorial. Madrid. 1975. Existían ya ediciones inglesa y francesa. En la misma editorial se han publicado otras dos obritas de Molnar: “La izquierda en la encrucijada” y “La izquierda vista de frente”. Molnar, que ha prologado la edición española, cita a menudo a pensadores y políticos españoles, a Donoso Cortés, a Ortega, a Franco y a José Antonio, que admira.
(2) Véase artículo en “F. N.”, núm. 360, 1/12/73
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