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Tema: Bibliografía patriótica de postguerra

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    Bibliografía patriótica de postguerra

    «De Leningrado a Odessa» (1958), sobre presos españoles de la División Azul en la Rusia soviética, vividos en distintos campos de concentración desde "Leningrado a Odessa", por los militares César García Sánchez y Gerardo Oroquieta:

    Revista FUERZA NUEVA, nº 475, 14-Feb-1976

    ANTIGUOS MIEMBROS DEL BUNQUER

    Hoy presentamos a los 196 hombres de la Compañía que mandaba el capitán Gerardo Oroquieta Arbiol, de los que sólo sobreviven 13, incluido otro oficial y el propio capitán, herido grave y caído prisionero sobre el campo del honor, cuando el 10 de febrero de 1943, en el sector de Krasnij-Bor, frente a Leningrado, la División Azul ofrendó, en la defensa de Europa, el más generoso tributo de sangre de toda su campaña en el Este.

    Con ellos, a todos cuentos en Rusia sufrieron muerte, heridas, sufrimientos, mutilación o cautiverio. Españoles o no, camaradas de armas todos, excusando decir que en las filas de enfrente se alineaban André Marty (“El carnicero de Albacete”), Santiago Carrillo, Dolores Ibarruri (a) “Pasionaria”, Pietro Nenni, Tito, el “welt bekannt” Willy Brandt, y todo el censo de la golfería internacional, derrotado en España, buscando entonces y ahora la revancha so capa de reconciliación, de amnistía y demás zarandajas, adobadas con la baba de muchos que se dicen españoles y van a arrastrarse ante los supervivientes de toda aquella pandilla para congraciarse con ellos y hacerse perdonar el haber sido miembros del bunquer y de haberlo propalado a los cuatro vientos, disfrazados de fascistas, con todo el aditamento de botas, boinas y correajes, sustituidos hoy por el zylinderhut [chistera], que diría un “baltikum”, y el chaqué funeral apropiado a las exequias de España, de Europa y de todo el mundo tenido por decente hasta haber, si no fuera antes, demostrado todo lo que puede dar de sí con sus asambleas y sus tenidas…

    Pero vamos al bunquer. ¿El lector no ha leído «De Leningrado a Odessa»? Sus autores son César García Sánchez, caballero mutilado, y Gerardo Oroquieta, aquel mítico capitán aragonés cuyas esquelas se publicaron y cuyo nombre llevaba la Guardia de Franco zaragozana, dándole por caído, hasta que volvió en el «Semíramis», al frente de los españoles que habían puesto en alto el honor de su Patria (entonces no se hablaba de “país”), cantando el “Cara al Sol” en pleno campo de concentración, asegurando a sus guardianes –y era verdad- que se trataba de una canción proletaria.

    En el tiempo de cobardía que nos ha tocado vivir, leer al capitán Oroquieta, y esto ya lo dijimos en FUERZA NUEVA y en “Blau Division”, de Alicante, es un verdadero tónico… Hoy como homenaje a aquellos hombres, he aquí un fragmento de «De Leningrado a Odessa»:
    El capitán Miranda regresó a mi posición muy avanzada la noche. Tuvo la feliz iniciativa de rogar al padre Pumariño, capellán de nuestro batallón, que oficiase una misa en un bunquer de mi compañía para que asistiera el mayor número posible de voluntarios. Sé celebró a las doce de la noche y pudimos oírla con todo recogimiento. La comunión puso una paz total en nuestro espíritu, confortándonos para todo aquello que pudiera sobrevenir…”

    A todos quienes se preguntan, he aquí el bunquer. He aquí los hombres. Pero eso ya no se lleva. Ahora se lleva el “unisex”. Con nosotros –ya lo hemos repetido- que no cuenten. ¿Inmovilistas?: si todo lo nuevo que se ofrece es Raimon, por supuesto que seguimos con el “Carrasclás”, que, por lo demás, todo indica que estamos otra vez en 1936. En febrero, además.

    José Sánchez Robles

    Última edición por ALACRAN; 05/11/2019 a las 18:55
    juan vergara dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  2. #2
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    Obra titulada: «El Nuevo Estado español» (1939), del profesor Juan Beneyto (1907-1994):

    Revista FUERZA NUEVA, nº 479, 13-Mar-1976

    ANTIGUOS MIEMBROS DEL BUNQUER

    Hoy presentamos a Juan Beneyto

    No sabemos con exactitud cómo respira políticamente Juan Beneyto, uno de los múltiples decanos que ha tenido la zarandeada Facultad de Ciencias de la Información madrileña en menos de cuatro años.

    Pero obra en nuestro poder un raro libro que lo encasilla como miembro destacadísimo del bunquer. Y decimos raro libro, porque su precio es de siete pesetas, siete, lanzado por la Biblioteca Nueva de Cádiz en el III Año Triunfal. Su autor, Juan Beneyto Pérez, doctor en Derecho por la Universidad de Bolonia, Premio Víctor Manuel, profesor de la Universidad de Valencia y “Gastdozent” en la de Munich. El libro se titula «El nuevo Estado español» y constituye un documentadísimo estudio de “El Régimen Nacional Sindicalista ante la tradición y los sistemas totalitarios”, con citas bibliográficas variadísimas, que van desde Barthelemy, con su «Crisis de la democracia contemporánea», hasta los discursos de Oliveira Salazar.

    ¿Qué pensará hoy don Juan Beneyto acerca de las rotundas afirmaciones contenidas en su obra de la época triunfal? Por nuestra parte, a la vista de los acontecimientos, hemos de afirmar nuestra fe en aquellos principios. El tiempo ha demostrado, los acontecimientos están demostrando, que el camino recto es el que marcaba don Juan Beneyto el III Año Triunfal, que había de convertirse en Año de la Victoria. Victoria obtenida en el seguimiento de aquel camino y hoy en trance de ser malograda por cuanto todos, apenas sin excepción, nos hemos lanzado por el estúpido camino de los cambios y de los olvidos.

    Don Juan Beneyto afirmaba en 1939 -Año de la Victoria- que el Estado liberal lleva dentro su muerte, y ello, entre otras razones, porque el Estado liberal nace renegando de toda religión y es ajeno a todo vínculo del espíritu. Don Juan Beneyto decía: “La democracia liberal se ha mostrado incapaz de dar solución a los problemas que tenía planteados el Estado”. Y citaba el discurso del Caudillo el 18 de julio de 1938: “Hay que soldar al pueblo dividido por los partidos; hay que unir medio siglo de separaciones (…) hay que separar a nuestras juventudes de resabios liberales”.

    Citaba también a José Antonio, cuando enfoca la claudicación del poder tras la intentona de Asturias: “Lo que detiene su brazo, para hacer justicia tras de una revolución cruenta, es la consciencia de su falta de una misión interior…

    El libro comporta aportes documentales valiosísimos. Así, la lista completa de los partidos disueltos por los Decretos de 10 de enero de 1937 y 108 de la Junta de Defensa Nacional, que va desde la Izquierda Republicana al Estat Catalá, pasando por el Ateneo Libertario, la Unión Democrática de Cataluña, el Partido Nacionalista Vasco y tantos más, hoy resucitados [1976] al amparo de la complacencia general, bajo unas u otras siglas, y recibiendo impunemente a toda clase de internacionales que vienen a decirnos lo que tenemos que hacer para terminar de estropearlo todo.

    Capítulo aparte merece, en la obra de Beneyto, el enfoque que hace de la prensa, “órgano decisivo en la formación de la cultura popular y, sobre todo, en la creación de la conciencia colectiva”, en una consideración del periódico “en servicio permanente del interés nacional”.

    Al establecer una comparación con las leyes italianas, recuerda el aserto de Mussolini: “La prensa ha dejado de ser una industria como la del hierro o de los curtidos…”

    Remitimos al lector al interesante libro de Beneyto, escrito en tiempos del bunquer, por quien cree, con Onésimo Redondo, que la libertad “no es el cobarde deseo individual de estar suelto para esgrimir cada cual sus egoísmos contra los semejantes (…) ésa es la ruleta donde hacen fortuna los profesionales del arte de embaucar al pueblo, los incendiarios y los delincuentes”, sino la que se conjuga –con José Antonio- en un sistema de autoridad, jerarquía y orden.

    José Sánchez Robles
    Última edición por ALACRAN; 05/11/2019 a las 18:57
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    «Tercio de Lácar» (1975):


    Revista FUERZA NUEVA, nº 480, 20-Mar-1976

    EL TERCIO DE LÁCAR

    El pasado día 10 de Marzo se ha celebrado la festividad de los Mártires de la Tradición, instituida por Carlos VII en memoria de los que dieron su vida en defensa de los ideales de Dios, Patria, Fueros y Rey.

    Desde aquí, con este motivo, queremos dedicar un homenaje a la heroica Comunión Tradicionalista que, desde Navarra y desde España entera, sumó a la Cruzada nacional la aportación inestimable de los requetés y las boinas rojas que, en tan buena medida, contribuyeron al triunfo. Desgraciadamente, también la Comunión, de cuyo nombre muchos huyen para hablar de “partido carlista” (lo que es una antinomia), se ha visto afectada por el actual virus político que todo lo corroe…

    Frente a todo eso hemos venido a leer la obra del coronel de tropas de Aviación Carmelo Revilla titulada «Tercio de Lácar». Recomendamos de todo corazón el libro de este falangista burgalés, incorporado como alférez provisional al Tercio de Requetés de Lácar, unidad condecorada con dos medallas militares, aparte las individuales, encuadrada en la que llegó a ser 1ª División Navarra bajo el glorioso general García Valiño.

    Desde las Vascongadas a Cataluña, los requetés de Lácar asisten a todas las batallas: Teruel, campaña del Bajo Aragón, Maestrazgo, el Ebro, 403 muertos y 1.567 heridos jalonan la ruta heroica de los voluntarios de Sangüesa, Lumbier, Estella, Mendigorría y Larraga.

    Con ellos, los que fueron llamados “cuarenta de Artajona” y los del valle de Yerri, donde se asienta Lácar (lugar donde el 3 de febrero de 1875, en la segunda guerra, los carlistas, “que se oponían a que se prostituyera la vida nacional y se minara la ideología razón de ser de su existencia”, estuvieron a punto de apresar a Alfonso XII). Formado el Tercio, en Pamplona, el 19 de julio de 1936, actuó bajo jefes como Ortiz de Zárate y Beorlegui, siendo su primer comandante el de Caballería don Pablo Montoya, y más tarde, don Luciano García Sánchez, que moriría heroicamente en la sierra de Espadán.

    La obra entera, escrita con laconismo castrense, es un canto al auténtico carácter de nuestra Cruzada, digan lo que digan ahora los rojos, los meapilas y los traidores, sin que falten concesiones como “Hoy no canta Lácar” (era un día muy duro en la ermita de San Antonio, en el Maestrazgo; y Lácar “sólo cantaba al avanzar”.) Lo más sublime, sin duda, es la llegada a Ayegui del cadáver del sargento García Aráiz, muerto en Alcañiz, destrozado por una granada de piña. Quien esto escribe fue, efectivamente, testigo de este entierro en que su padre, que ya había dado dos hijos a la causa, destapó la cara de este tercero, exclamando: “Hijo mío, ¡Viva España!”

    Sólo una objeción: demasiados “gubernamentales”. ¿Por qué no rojos, coronel? Es lo que eran y siguen siendo. No hay más que verles con sus banderas y sus puños cerrados. Pero aún deben quedar requetés en Lácar.

    José Sánchez Robles


    Última edición por ALACRAN; 12/11/2019 a las 18:39
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    Fui soldado en cuatro guerras”, de “Adro Xavier”:


    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 483, 10-Abr-1976


    “FUI SOLDADO EN CUATRO GUERRAS”

    (Con dedicatoria mordaz a los “excelentísimos” chaqueteros)

    Su autor, Adro Xavier se defiende

    Dimos, por fin, con Adro Xavier, faena nada fácil. Ni fácil sostener con él un diálogo. Contesta a las preguntas como un chorro. Se mantiene en línea, tajante.

    -¿Cómo se ha atrevido hoy a publicar este libro?

    -Estoy superharto de conceder terreno en los escaparates a los enemigos. Los que siempre hemos pensado igual, hoy debemos dar la batalla, seguir dándola en todos los frentes. A mí, por ahora, me toca conquistar, reconquistar, el de las publicaciones. Que no se diga por ahí que ya nadie escribe patrióticamente.



    -Pero dicen que ese libro se “pasa” de patriótico…

    -En ese tema creo que nadie se puede pasar. Al revés, nos hemos quedado parapetados en una prudencia que huele a cobardía. Si ellos pueden publicar barbaridades, yo puedo, en esta bendita democracia, soltar VERDADES.

    -¿Sólo verdades?

    -¿Cómo? Y no todas. Y digo que no todas por no faltar a la caridad gravemente con ciertos personajes opulosamente chaqueteros. Se merecen epítetos que la educación me prohíbe poner en letras de imprenta. Nos ha podrido la mal entendida prudencia.

    -¿Qué imprudencia cuenta usted en este libro?

    -Ninguna. Es la vida de un empleado que vive, que es amigo mío. Hizo cuatro guerras. Agárrate: la de Asturias, la Cruzada, la División Azul, y la peor, la de treinta y nueve años de paz, la guerra de la paz, sin pasar cuenta, sin pedir una recomendación ni para enterrar a su madre, que murió en accidente de tren.

    -¡Vaya mirlo blanco!

    -¿Crees eso? Pues te equivocas. Son miles y miles los honrados patriotas que han tenido la hombría de no cobrar sus servicios, y la honradez de no mendigar. Ya lo digo en el prólogo. En el extranjero se levantan monumentos a los soldados desconocidos, y yo pretendo que este libro, biografía rigurosamente histórica, sea un monumento a los miles de ex combatientes que durante la larga guerra de la paz se mantuvieron en primera línea sin cobrar un ochavo.

    -¿Qué tiene de novedad?

    -Yo creo que muchas cosas. Primero, abrir los ojos a los que creen que los franquistas han sido unos aprovechados. Cuando ha sido todo lo contrario. Si hubiéramos sido menos honrados, ¡a buena hora hoy nos hubieran arrinconado, o hubieran intentado hacerlo! Además, en la segunda guerra, narro toda la historia de la quinta de Navarra, y es la primera vez que se publica. Mi protagonista estuvo, también, en cárceles asturianas y vascas, y conviene recordarlas. Lo de hoy, ya se estaba gestando entonces.

    -¿Cree sinceramente que ese libro puede interesar hoy?

    -Y muchísimo. Será el texto para todos los ex combatientes. En él, más o menos, cada uno verá su historia, esa callada y heroica. Y verá la traición de muchos. Además, voy subrayando la narración de las cuatro guerras con centenares de notas de textos, casi todos, de rojos. Rojos que, mal a su pesar, han tenido que ir reconociendo nuestra razón en las cuatro guerras.

    -¿Aporta datos nuevos después de tanto como se ha publicado sobre esas cuatro guerras?

    -No mucho, pero algunas anécdotas muy sintomáticas y hasta ahora desconocidas. Y sobre todo renuevo la historia humana de un vulgar soldado, símbolo de nuestra raza, síntesis de una época, que a muchos de edad nos hará vibrar de nuevo, y a la juventud que no hizo NINGUNA guerra, gracias a esos héroes desconocidos, le abrirá los horizontes sencillos de la grandeza de una época.

    -Bien, de acuerdo, pero me temo que ya no interese el tema.

    -Primero, sábete que en los tres primeros días se vendió la tercera parte de la edición. Eso ya indica algo. Además, los patriotas ya no podrán decir que no tenemos libros NUESTROS que digan verdades, que sean valientes. Es verdad que muchos patriotas no compran libros de éstos, que se creen que ya lo saben todo, que les basta lo que hicieron, que no se gastan unos duros por extender sus ideales. Pero no podrán decir que es por falta de escritores que nos juguemos el tipo cantando verdades.

    -¿Se lo ha jugado usted?

    -Sí, conscientemente. Y en doble sentido. También en el sentido de que muchos patriotas no compren el libro. Son los que hoy se hunden en lamentos, pero nada hacen. Y estamos en días de hacer, hacer con valentía, y para eso necesitamos recordar cómo es la valentía, cómo se traduce al quehacer diario. En la guerra y en la paz. Bueno, si a esto de ahora podemos llamarle paz…

    He pinchado a Adro Xavier. Al final le di un abrazo y le pude decir:

    -Sepa que ya conozco su libro, y he venido a entrevistarle porque su lectura me ha enardecido. La nueva juventud estamos con ustedes, los que combatieron con ideal… y por España.

    Jaime SITJES COLL
    Última edición por ALACRAN; 08/12/2019 a las 13:57
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    ¿Quién fue "Adro Xavier"? Aunque no lo parezca, fue un jesuita de los antiguos, además de falangista

    Padre Alejandro Rey-Stolle Pedrosa S.J., con pseudónimo de Adro Xavier. Jesuita y Escritor

    Alejandro Rey-Stolle Pedrosa nació el 31 de julio de 1910, en Santiago de Compostela, La Coruña. Sacerdote Jesuita y Escritor, con el pseudónimo de "Adro Xavier". En Santiago de Compostela realizó sus primeros estudios, cursando el Bachillerato en Barcelona y Zaragoza. Después, se matriculó en la Escuela de Arquitectura, pero antes de acabar el primer trimestre decidió abandonar la carrera para ingresar, con tan solo diecisiete años, en la Compañía de Jesús.

    En la II república fue desterrado de España, viviendo durante seis años en Italia. Allí estudió Humanidades y Filosofía y, de nuevo en España, continuó sus Estudios Eclesiásticos en Barcelona, para finalizarlos en Granada. Posteriormente, estuvo cuatro años de Director de una Congregación de jóvenes en Gandía, viajando más tarde por la India. Admirador del Caudillo de España Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera, así como de la doctrina de la Falange.

    Especializado en biografías de personajes españoles, escribió su obra emblemática Aproximación a la Historia de España en veinte grandes biografías y la Colección Tú y Yo. Publicó alrededor de unas setenta obras, entre las que destacan:

    Entre obreros. El P. Pro. "Obras son Amores" (1934);
    Mariano Rodríguez, coadjutor temporal de la Compañía de Jesús (1732-1785) (1935);
    Sangre de Jesuita, Asturias 1934 (1938);
    El P. Jacinto Alegre, S.I. Luces de caridad (1938);
    Laureada de sangre. Esbozos históricos de la Cruzada (1939);
    Rojo y español. Drama acomodado de un texto italiano (1939);
    Flor de sombra. Francisco Gárate, S.I. (1940);
    Temple ignaciano. Buena Prensa (1940);
    Ocaso de un Imperio. Último párrafo de la Hispanidad. –Fe y patriotismo– en Filipinas (1940);
    El Duque de Gandía. El noble Santo del primer imperio (1940);
    El P. José Rubio (1941);
    Carlos María Rey-Stolle Pedrosa, marino y aviador (1941);
    Luz y sangre en la Ventilla (1947);
    Caballero Legionario. Lucha y triunfo del P. Fernando de Huidobro (1948);
    Almas hundidas (1949);
    Amores en Fátima (1949);
    Francisco Suárez en la España de su época (1950);
    A la sombra del icono (1951);
    Huellas en la arena (1952);
    Nírmala (novela india) (1952);
    Cruz de Bambú (1953);
    Abismos de papel (1953);
    Fantasía India (1954);
    Monotonía (1955);
    Ayer fueron así. Biografías de José Rubio, Jacinto Alegre, Emilio Martínez y Juan B. Arconada, de la Compañía de Jesús (1955);
    Desde la sombra. Biografías de Francisco Gárate, Mariano Rodríguez y Juan y Demetrio de Andrés (1956);
    El casco blanco (1957);
    Las encinas se doblan (1957);
    Mar de fondo (1958);
    Cara a cara (1959);
    La otra fraternidad (1959);
    Los Concilios Ecuménicos (1959);
    Las nubes se visten de acero (1960);
    España en África ayer y hoy (1960);
    La otra Navidad (1961);
    Los otros huérfanos (1961);
    Emigrantes y sus cosas (1963);
    Cuando el matrimonio juega su baza (1963);
    A tumbos por Europa (1964);
    El otro Dios (1967);
    El otro Cristo (1967);
    La otra Iglesia (1968);
    El otro curso (1968);
    Fracasos de Dios (1969);
    Tres caras del matrimonio (1969);
    El último Tedeum (1970);
    El otro cura (1970);
    Bonifacio VIII (1971);
    Las cuentas de una vida (1972);
    El hombre que tenía dos almas (1973);
    Pre-Cataluña (1974);
    El Papa de Peñíscola (1975);
    Fui Soldado en cuatro guerras (1976);
    Dragón, Antonio, S.I: Por Cristo Rey. El P. Pro, de la Compañía de Jesús (1891-1972),
    Traducción de la quinta edición francesa por Adro Xavier; Diego Gelmírez (1978);
    Raíces de Andalucía (1980);
    Luis de Requeséns (1984);
    Como fue mi muerte (1984);
    El Hombre que no fue (1985);
    Junípero Serra (1986);
    Cardenal Cisneros (1988);
    Obispo Caixal (1988);
    Rodrigo Jiménez de Rada (1989);
    Doctor Irurita (1990);
    Murillo (1991);
    García Moreno (1991);
    Isidoro de Sevilla (1992);
    Trastamaras (1972),
    Goya (1993);
    Feijoo (1994);
    Diego Laínez (1994);
    Búscate (1995);
    Mejórate (1995);
    Actívate (1995);
    Endevociónate (1995);
    Corazón de Hombre (1995);
    Tienes Madre (1995);
    Convivencia (1995);
    Tapadillos (1995);
    Almoneda (1995);
    Evangelios Marginados (1996);
    Padre Hoyos (1996).

    Según el Catálogo General de Autores, algunas de sus obras fueron reeditadas hasta más de una veintena de veces. Falleció en San Cugat del Vallés, Barcelona, el día 11 de febrero de 1998. En su esquela apareció esta inscripción: "Fue fiel a la firmeza en los ideales y al afecto de sus amigos. Y luchó por defender y transmitir estos valores".

    https://fnff.es/memoria-historica/38...-escritor.html
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    "Recuerdos de mi campaña en Rusia” (1957) …

    Revista FUERZA NUEVA, nº 484, 17-Abr-1976

    ¿Vivirá todavía el antiguo canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Badajoz, para leernos y recordar?

    Don Ildefonso Jiménez Andrades dedicaba no hace muchos años (1957) un pequeño libro de «Recuerdos de mi campaña en Rusia» a la Hermandad de Combatientes de la División Azul de Badajoz, “bajo el dulcísimo patronato de la Virgen de Guadalupe”, en aquella tierra de héroes y de santos. Prologaba la obra Fray Justo Pérez de Úrbel, quien recuerda cómo se alistó voluntario el autor para formar en las filas de la División Azul y luchar en Rusia contra el comunismo ateo…

    “… celebrábamos el Domingo de Ramos en el pequeño pueblecito de Tiutitzy, y durante la misa nos ametrallaban los cazas rojos, pero los nuestros cantaban saetas como si se encontrasen en Sevilla”.

    En aquel ambiente nos es dado recordar así mismo, la retaguardia en Riga, con su catedral ortodoxa metropolitana “llena de aparatosa solemnidad y de nubes de incienso”, como recordaría el doctor Errando al evocar junto al pueblo ruso, haciendo su reverencia y su señal de la cruz ortodoxa, ante el icono de Cristo, a los oficiales alemanes siguiendo los oficios con su misal, y al banco donde las enfermeras españolas se distinguían de las alemanas pos sus tocas.

    También Gómez Tello glosa el Jueves Santo en la carretera de Leningrado, en 1942: “La fuerza catastrófica de los soviéticos quedaba detenida definitivamente delante de aquella línea de españoles, que yo no sé lo que defendían, si aquella carretera de Leningrado o aquel Jueves Santo, el misterio de Cristo muerto por la salvación de los hombres, del que no habían hablado los comisarios a sus tanquistas ni a la pobre carne rusa, para la que no hay misterio y resurrección, sino toneladas de hierro y materialismo”.

    Pero he aquí, frente al materialismo, que los españoles llegan y celebran la misa y se acercan los campesinos a besar los hábitos del páter Ildefonso, pidiéndole el crucifijo para besar los pies del Salvador, con profusión de lágrimas: “Llevamos muchos años sin poder adorar a Dios en un acto de culto, y hoy hemos podido presentar nuestros pequeñuelos al sacerdote español para que los bendiga. Dios bendiga a los españoles por su corazón bueno, noble y generoso”.

    Muchos años después, hemos podido leer el relato de José Antonio Vidal y Gadea, divisionario alicantino que ha vuelto a Rusia con su mujer “para rezar allí” el día de Jueves Santo y visitar lo que quedara de las tumbas de nuestros caídos. No hay más que una iglesia abierta al culto católico en Moscú, y cuesta mucho trabajo encontrarla: “… la Iglesia del silencio existe, es una realidad”.

    La Iglesia del silencio, toneladas de hierro y materialismo… Una Semana Santa, los españoles llegan, formando parte de los ejércitos de Hitler, para oír a los campesinos rusos: “Dios bendiga a los españoles”. Esta es la forma española de entender la catolicidad. Ildefonso Jiménez Andrades regresa satisfecho y prende su Cruz de Hierro en el manto de la Virgen de Guadalupe.

    ¿Cómo celebrarán esta Semana Santa de 1976 [bajo el comunismo soviético] los campesinos de Tiutitzy?

    José Sánchez Robles
    Última edición por ALACRAN; 14/12/2019 a las 19:50
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    La "Vanguardia española" de Barcelona, en los años 40:

    Revista FUERZA NUEVA, nº 486, 1-May-1976

    Antiguos miembros del bunquer

    Hoy presentamos a “La Vanguardia española”


    El papel es moreno como el pan y el azúcar en tiempos de guerra. Arriba aparecen cuatro fotografías: en la primera, el Caudillo de España en uniforme negro de Jefe Nacional del Movimiento, seguido de Sanz Orrio. Dos miembros de la Guardia de Franco, en rígida posición de firmes, rinden honores en la exposición nacional de industrias eléctricas. En las restantes fotos, Carlos Rein Segura, subsecretario de Agricultura, Walter Starkie, profesor del Instituto Británico, y el conde Bernadotte, presidente de la Cruz Roja Internacional.

    Es el número 24.542 del año LVI, correspondiente al 2 de mayo de 1945. Precio del ejemplar, 25 cénts.

    En el centro de esta primera plana, un largo filete. Y debajo de él el siguiente titular: “ADOLFO HITLER HA MUERTO EN BERLÍN”. Como subtítulo, el siguiente: “Cayó en la cancillería del Reich, luchando hasta el último momento”. Y a continuación, “La Vanguardia” publicaba la alocución del almirante Doenitz, como sucesor del Fuhrer. Le llamaba Fuhrer, sí, era el año 45.

    “ABC” de la misma fecha no fue menos explícito, al publicar unos grandes titulares que decían: “Adolfo Hitler murió ayer tarde en la cancillería de Berlín, luchando hasta el último momento contra las fuerzas comunistas”. A renglón seguido, “ABC” canta las excelencias del Fuhrer alemán y pone de relieve cómo su presencia electrizó a los defensores de Berlín y cómo llegó al poder democráticamente. “Hitler muere en su puesto de mando y frente al enemigo”…

    Es claro que en reciente edición retrospectiva, el lenguaje que usa “ABC”, junto al facsímil que nosotros transcribimos, es distinto ya. Los años han pasado y todos han echado ya su cuarto a espaldas hablando del búnquer y las infamias de Hitler.

    Pero en nuestra personal hemeroteca está aquel largo editorial de “La Vanguardia” para no fiar nada al recuerdo. Se titula “Como en el Ocaso de los dioses”. Y en él puede leerse: “hace la guerra con extraordinario heroísmo”; “Una cosa hay que convenir, indiscutiblemente: fue democrático el camino seguido por Hitler para alcanzar el poder”, “recibiendo por voto popular la investidura presidencial”, … “reformas sociales muy avanzadas”, “conquista de la juventud”; “no se le conocían vicios”, “cualquiera que haya de ser… el juicio sobre Hitler, jamás se pondrá en duda que ha cumplido su palabra”.

    Claro que no todo son loas y ya va asomando la oreja. Pero quien lee “La Vanguardia” de hoy queda estupefacto si repasa la vieja colección y comprueba, por ejemplo, la reacción ante la caída de Stalingrado: “heroico sacrificio, grandioso espectáculo de unos valientes, en lucha contra los enemigos de la civilización occidental”.

    ¿Nos engañaba o se engañaba “La Vanguardia”? Quizá ni lo uno ni lo otro. Lo que pasaba era que no había descubierto aún que los bolcheviques no eran los enemigos de la civilización occidental. El enemigo-quizá el mismísimo Anticristo- era Adolfo Hitler luchando satánicamente contra aquellos benditos y santos varones que fueron Stalin, Truman, Roosevelt y Churchill, benefactores de la humanidad, a la que han proporcionado la Arcadia feliz que vivimos desde 1945, en que se acabaron para siempre todas las guerras, una vez que el búnquer de Hitler fue destruido.

    José Sánchez Robles
    Última edición por ALACRAN; 27/12/2019 a las 19:52
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    "Berlín, a vida o muerte": soldados españoles en la caída del bunker de Hitler en Berlín, libro de Miguel Ezquerra:

    Revista FUERZA NUEVA, nº 486, 1-May-1976

    «Berlín, a vida o muerte», (1975), de Miguel Ezquerra

    Mucho se ha comentado acerca de los españoles encuadrados en las SS, que defendieron Berlín hasta el último momento, cuando Berlín caía ante lo que entonces se llamaban hordas soviéticas y hoy no pasan de “hermanos separados”.

    Los informes sobre el particular no siempre han sido fidedignos y la leyenda ha sustituido con frecuencia a la noticia exacta. ¿Cuántos y quiénes eran aquellos hombres?

    El libro de Miguel Ezquerra aclara muchas de estas incógnitas sobre personas que, en aquellos azarosos momentos, murieron en gran número, sin dejar testimonio de sus hazañas.

    El libro de Miguel Ezquerra ha sido publicado por Ediciones Acervo, de Barcelona, en 1975, y se titula «Berlín, a vida o muerte». Miguel Ezquerra, el único español con vida, caballero de la Orden de la Cruz de Hierro, maestro nacional, es un falangista de anteguerra, nacido en Canfranc. “Aquel domingo 19 de julio –dice en su apasionante libro- como un español más de filas, comencé mi campaña”. Participó activamente en la Cruzada y se licenció como teniente provisional.

    Al estallar la segunda guerra mundial, “decidí ayudar personalmente a quienes nos habían apoyado frente al comunismo”. Destinado como profesor de español en una escuela de Bayona, pasó la frontera para alistarse en la División Azul, lo que no consiguió hasta el relevo de finales de 1942, recurriendo a afiliarse como soldado. Retenido al averiguarse su condición de oficial, pudo por fin llegar a Rusia, donde permaneció hasta que el 7 de octubre de 1943, su unidad recibió orden de regresar a la Patria.

    “… me sentía asaltado por la añoranza de mi época de combatiente en Rusia, defendiendo la civilización europea…”

    En abril de 1944, Ezquerra toma el camino de la frontera. Al igual que ocurría en las fronteras de Silesia, cuando grupos de bálticos inconfundibles aparecían en los caminos y sobre los trenes, todos en la misma dirección, como acudiendo a una llamada, otros grupos de jóvenes coincidieron en los puntos de etapa. El gobierno español, presionado por los aliados, había disuelto la Legión española heredera de la División Azul y prohibido toda clase de reclutamiento de hombres para seguir luchando contra el comunismo.

    Sin embargo, recurriendo a toda suerte de añagazas, varios cientos de españoles, en gran parte antiguos guripas, jóvenes inquietos procedentes del Frente de Juventudes que no habían llegado a tiempo de luchar, llegaron hasta Alemania. Miguel Ezquerra, uno de ellos, atravesó la frontera a punta de pistola y, después de correr una serie de vicisitudes que describe en su libro, fue comisionado para reorganizar un grupo que comprendía hasta tres compañías, en su mayor parte de españoles, más otros, franceses de Doriot y algunos hombres de la División Degrelle: “hombres iluminados por un ideal y dispuestos a defender uno de los últimos reductos de la civilización amenazado por la marea roja”.

    Con estos hombres, Ezquerra es ascendido a comandante sobre el campo de batalla, un campo de batalla que se extiende sucesivamente por el barrio de los Ministerios, Moritz Platz, la Analtber Banhoff, la Cancillería, Postdamer Platz, el Kaiserhoff, la calle Kronen, Unter den Linden…

    Miguel Ezquerra alcanzaría el grado de coronel alemán. Cuando el que se llama oficialmente “Batallón Ezquerra” aguarda órdenes en la planta baja del Ministerio del Aire, tras una lucha agotadora contra los T-34, su jefe es llamado para presentarse en un determinado lugar. Dos horas dura la marcha a ciegas en un Berlín que sucumbe, bajo galerías, túneles y espacios libres bajo un cañoneo infernal.

    -Siga, por favor.
    -¿Adónde vamos?
    -Vamos al Bunker del Fuhrer

    Miguel Ezquerra traspone las cámaras guardadas por soldados SS, armados hasta los dientes. Allí está Goebbels, entre otros. Se cuadra ante Hitler: “Entonces comprendí la fascinación que aquel hombre ejercía sobre los hombres y sobre las masas”.
    -Enterado del bravo comportamiento de su unidad, le he concedido la Cruz de Caballero y la nacionalidad alemana.
    -Transmita al Fuhrer mi agradecimiento por el honor que me hace, pero dígale que continuará siendo español mientras viva.

    Hitler me alargó la mano… “Después, el fin horrendo. Las Hitler-Jugend y las Waffen SS españolas son los últimos defensores, destrozados, exhaustos, pero sin rendirse, cuando llegan los rusos repitiendo exultantes su “Hitler Kaput”.

    Miguel Ezquerra entierra sus condecoraciones, Después el “Davai, davai” que tantos han conocido. Las peripecias posteriores hasta su regreso a España llenan este libro que hay que leer de un tirón.

    José Sánchez Robles





    Última edición por ALACRAN; 02/01/2020 a las 15:04
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    Se publicó una entrevista a Tomás Salvador (ex divisionario y autor de la novela “División 250”) con respuestas suyas despectivas hacia la División Azul; le replica el presidente de la Hermandad de la División Azul de Salamanca:

    https://es.wikipedia.org/wiki/Tom%C3%A1s_Salvador




    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 487, 8-May-1976


    Tomás Salvador y su “División 250” (*)

    (Respuesta de quien todavía sigue creyendo en la “Patria”)

    El 7 de mayo se cumplen 31 años de la caída del III Reich. Hace justamente un año, “Diario de Barcelona” publicó una entrevista con Tomás Salvador, combatiente de la División Azul.

    Hoy insertamos una contestación a aquellas declaraciones, firmada por el presidente de la Hermandad de la División Azul de Salamanca, Ángel Eustaquio Gil Martín

    ***
    … Don Tomás Salvador vierte conceptos poco elegantes, proyecta ideas y deduce afirmaciones muy personales sobre el conjunto División Azul, como si buscara con ello destruir lo edificado con heroísmo en el frente ruso y relatar, también muy personalmente, “otra División Azul”, casi desconocida de la verdadera. Además, menosprecia a Alemania, a cuyo lado combatimos los voluntarios de la División Azul, con uniforme alemán y el escudo de nuestra bandera española en el brazo derecho y sobre todo, disminuyendo, cuando no intentando borrar, la gesta de los españoles en la estepa luchando contra el comunismo por el río Wolchow y los arrabales de Leningrado.

    ***
    Dice el citado señor Salvador, nacido en Villada (Palencia) en 1921: “Lo cierto es que nunca congeniamos bien con las tropas alemanas. A más de uno le decepcionó el comportamiento, la forma de ser del soldado alemán. Y nosotros ofrecíamos una imagen poco seria para ellos. La División Azul, en realidad, no hizo nada (¡mentira!), lo único que hizo fue la forma de ser español, esas barbaridades (… ¡ojo, señor Salvador! ni mi hermano Marcelino ni yo las hicimos) y esas genialidades típicas que hacíamos nosotros. Los alemanes nos daban por imposibles…”

    Pero el citado señor Salvador, silencia… los elogios que de los voluntarios españoles hizo personalmente Adolfo Hitler y también los partes de guerra del ejército alemán, silenciando también… incluso a los historiadores rusos, los cuales han escrito: “La tenacidad y espíritu en el heroísmo de los españoles en Rusia fue tan destacado, que para ocupar sus posiciones había que sacarlos de las trincheras a punta de bayoneta”.

    Al referirse concretamente a acciones de guerra, el señor Salvador afirma: “Puede decirse que estábamos en un frente estabilizado. La única batalla fuerte sucedió el 10 de febrero de 1943, en una localidad llamada Krasny-bor. Nos costó 4.000 bajas y los rusos sólo consiguieron avanzar seis kilómetros, pero no pudieron romper la línea”.

    Pero el señor Salvador vuelve a silenciar otros hechos heroicos que la Historia militar española –justicia es- le entregó con capítulos de honor a la División Azul. Le recordaré tan sólo algunos:
    a) Establecimiento de la cabeza de puente del río Wolchow, durante el invierno de 1941, olvidando que la Real y Militar Orden de San Fernando concedió al teniente Galiana la Cruz Laureada de San Fernando a título póstumo.

    b) La heroica y singular defensa del Possad (cualquiera escuchará al fallecido y ¡presente! teniente general García Rebull) y la del monasterio de Otensky. Cercano a éste, un labrador salmantino y cabo falangista, camarada Ramos Velázquez, alcanzó a título póstumo la laureada de San Fernando.

    c) Silencia la defensa de la posición “intermedia” en el invierno de 1941, donde el alférez provisional Rubio Moscoso cayó con toda su sección ante fuerzas rusas muy superiores, alcanzando también la Cruz Laureada.

    d) Silencia el paso por las heladas aguas del lago Ilmen de unidades españolas, para salvar –como así se hizo- una guarnición alemana, sitiada por los rusos. ¿Quiere escuchar don Tomás Salvador los partes entre el general Muñoz Grandes y el capitán Ordás? “De general Muñoz Grandes a capitán Ordás. 21.1.42.10,40 horas. Envíe por correo relación de los que salieron, bajas habidas y los que quedan”. Contestación: “Salimos 206, quedamos 34”.

    e) Silencia la eficaz intervención de la División Azul en la llamada “bolsa del Wolchow”, en la primavera de 1942.

    f) Silencia la “batallita” de Posselot, al sur del lago Ladoga, donde con esas “barbaridades y genialidades”, fue baja al completo un batallón español y donde el capitán Masit alcanzó, también a título póstumo, la Laureada.

    ***
    … ¡seriedad, don Tomás Salvador!, cuando dice que “la División Azul, en realidad, no hizo nada” y olvida asimismo a los laureados de San Fernando, capitán Huidobro –muerto en combate-, cabo Castro –muerto en combate-, soldado Ponte Anido –muerto en combate- y al capitán Palacios. Se olvida asimismo de los miles de caídos, de los mutilados, de los heridos, y entre ellos humildemente se olvida usted, con sus “dos heridas” por la Patria, llamada España.

    El señor Salvador… dice que “al producirse el relevo de la División Azul, todos estábamos deseando volver”. ¡Mentira!, pues yo no lo deseé, y como yo varios miles más de españoles que nos presentamos voluntarios nuevamente a la Legión Azul en Rusia, formando tres banderas “super-preñadas”, y en el brazo derecho seguíamos con el escudo divisionario y jamás nos pusimos distintivos y signos de unidades especiales. Si la Legión Azul sólo estuvo en el frente unos meses, más fue por “orden política de regreso” que por interés de los voluntarios. Obedecimos a la Patria, y en paz.

    Pero en las declaraciones de don Tomás hay… ¡atención, escuchen!: “Yo me he dado cuenta de que la Patria, para mí, ya no son sus banderas, ni sus símbolos, sino yo, mi sangre, mis hijos y nadie más. Sustituyo la Patria por la sociedad”.

    ***

    ¿Qué pensar de don Tomás Salvador? Oigame a mí también: El concepto “Patria” que tuvo que enarbolar Stalin en sus discursos para levantar el ánimo de los rusos, cuando Alemania avanzaba sobre Rusia, lo arrincona usted como un término en desuso. Por el concepto “Patria” luchó siempre España. Por hacer a la “Patria” Madre de Naciones, se conquistaron tierras, se entregó cultura, religión, lengua, leyes… Por el concepto “Patria”, Flandes, Italia, Cuba, Filipinas, Marruecos… resuenan con amor. Por el concepto “Patria” como unidad de destino en lo universal, se levantó en armas en 1936 gran parte de España y en una Cruzada –que hoy llaman guerra civil- se arrojó a la URSS y a otras potencias “democráticas” que intentaban descuartizar España e implantar el comunismo en el Occidente de Europa. La Patria jamás puede ser sustituida por la “sociedad” que usted preconiza… Sólo los comunistas –cuando les interesa- hablan de “sociedad” y hacen mofa de la “Patria”.

    ***

    … Finalizo. Quizá usted no hiciera nada en el frente ruso, pero los caídos que hoy están sin cruz y sin nombre en trágica alineación sí lo hicieron y también muchos de los que hoy vivimos… y, ¡esto es muy hermoso!, lo volveríamos a hacer, sin contar con el concurso de algunos excombatientes que quieren sacudirse de encima todo compromiso, pese a haber dado “dos veces” la sangre por la Patria: algunos de ellos en nuestra querida y gloriosa División Azul. Nada más.

    Angel Eustaquio GIL MARTÍN
    Presidente de la División Azul, Salamanca

    P/D. –En el año 1971, cuando fuimos a saludar al Generalísimo Franco…, le entregué a usted una foto –o le envié por correo- una foto donde, al visitar por primera vez la tumba de mi joven hermano en el cementerio de Grigorowo, estoy llorando de rodillas ante su cruz. Quería usted hacer un artículo sobre ese momento amoroso y singular del llanto. ¡Envíemela! A usted de nada le vale; a mí me sirve de mucho. Si la recibo –como espero-, antes de volverla a besar, la podré “en cuarentena”.

    (*) “División 250”: nomenclatura que en el Ejército Alemán tenía la división española

    Última edición por ALACRAN; 04/02/2020 a las 19:13
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    Dos obras de temática polémica de Jean Lombard y Horia Sima, presentadas por sus ilustres autores, con presencia de Blas Piñar:

    Revista FUERZA NUEVA, nº 489, 22-May-1976

    «La cara oculta de la Historia» y «¿Qué es el nacionalismo»

    La cara oculta de la Historia”, de Jean Lombard y “¿Qué es el nacionalismo?", de Horia Sima, fueron presentados por sus autores. El pasado jueves día 13 de mayo, en los nuevos locales de FUERZA NUEVA, a las ocho de la tarde.

    Jean Lombard agradeció la publicación de “una obra tan poco conformista como la mía” y pasó a hacer un resumen con datos y nombres de la misma historia que ha pretendido explicar en su libro, que él definió como la explicación de nuestro tiempo: “A lo largo de su historia –afirmó-, España ha conseguido resistir a casi todas estas empresas: la Reforma, el contagio de la Revolución francesa, la invasión napoleónica y a la revolución marxista del 36, gracias a la Cruzada del 18 de Julio”.



    Horia Sima, que ya tiene publicada en la Editorial FUERZA NUEVA los títulos “¿Qué es el comunismo?” y “El hombre cristiano y la acción política”, dio las gracias igualmente, diciendo, entre otras cosas, que “no es la doctrina marxista responsable de los éxitos del comunismo (…); la expansión del comunismo se debe a la conspiración comunista y no a la filosofía que está en su base”. “Los comunistas actúan en su lucha de dominación mundial (…) con la inteligencia lucífera o satánica”, continuó diciendo. “Y esta inteligencia es superior a la natural”. Horia Sima habló de que el cristiano posee la inteligencia divina, superior a la natural, que debe poner en marcha.

    “En mi tercer libro, “¿Qué es el nacionalismo?” –dijo Horia Sima-, he escrito sobre los diferentes nacionalismos, pues hoy existe una gran confusión sobre todas estas doctrinas”. “El nacionalismo no debe confundirse con el separatismo, que es una política retrógrada, antinacionalista, instigada y apoyada por el comunismo”. “Debemos eliminar del vocabulario las palabras engañosas de “distensión”, “coexistencia pacífica”, “apaciguamiento”, “comunismo nacional” o “liberación del comunismo”.

    “No hay otra alternativa para las gentes occidentales –dijo Horia Sima- que la lucha o la esclavitud”. El escritor recibió una salva de aplausos cuando afirmó: “Cada pueblo tiene una misión que cumplir en la historia. La misión encomendada por Dios en estos momentos a España y a todos los pueblos cristianos es la de defender su existencia frente a la amenaza comunista”.

    Horia Sima acabó diciendo: “El enemigo, como advierte el Caudillo en su testamento, está al acecho. Ninguno debe olvidar estas palabras y formar de su alma y de su pecho una muralla de defensa de España”.

    Los autores firmaron ejemplares de sus obras finalizada la presentación, que presidía Blas Piñar.
    Última edición por ALACRAN; 14/03/2020 a las 21:54
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    Libros sobre subversión (1975):


    Revista FUERZA NUEVA, nº 452, 6-Sep-1975

    Bibliografía política. Libros sobre la subversión

    “Desde que hace cincuenta años, escribió Ortega su “Ocaso de las revoluciones”, se han publicado en España numerosísimos libros sobre el terrorismo, la subversión y la revolución. Ortega nos enseñó a definir claramente estos traumas y a diferenciarlos del motín, de los levantamientos de comuneros, germanías o jacquerías, de los pronunciamientos sin futuro...

    Una buena parte de las obras que han sido publicadas son solamente monografías sobre algún aspecto parcial de la subversión o el terrorismo, sobre las Panteras negras, los tupamaros, los fedayines, la ETA o la Nueva Izquierda. Otras tratan el terrorismo en forma truculenta, con fines comerciales, sobre la base de noticias de prensa. Muy pocas disponen de una documentación seria y, menos aún, original.

    A raíz del asesinato del almirante Carrero Blanco, se citaron palabras suyas, últimas, sobre el peligro de la subversión mundial sobre el terrorismo y la necesidad apremiante de aunar esfuerzos para erradicarlo. Carrero estaba creando una organización antiterrorista interministerial y conjuntando el equipo adecuado. Es posible que la muerte del almirante haya mermado la eficacia de su organización.

    Un cierto número de estos especialistas, trabajando en equipo, en vida aún de Carrero, parecen ser los autores, bajo el nombre de Carlos I. Yuste, de una obra sensacional: “Subversión y Reversión en la España actual”, recién publicada por la Editorial San Martín (1975), y que se esperaba desde hacía varios meses. Se trata de una obra extraordinaria, con una documentación importante, muy superior a la que corresponde a la bibliografía citada, y que estudia sistemáticamente el mecanismo de la subversión, su estrategia y su táctica, la propaganda, las áreas de actuación, las técnicas de captación, la asamblea, la huelga, la manifestación, el terrorismo, la guerrilla urbana, utilizando manuales y folletos de instrucción clandestina.



    Trata también, con concisión, pero magistralmente, de la teoría y la historia de la subversión, de la revolución: marxista, escisiones trotskista, yugoslava, cubana, china, la Nueva Izquierda, las Internacionales, la Euzkadi Ta Askatasuna. Finalmente, en una segunda parte, se estudia la “Reversión”, es decir, la anti-subversión creadora, no meramente negativa, “más dirigida a abrir nuevos cauces a la esperanza que a cerrar los que la subversión ha abierto”.

    Siempre he creído que los que leen nuestra revista, que los que piensan en Fuerza Nueva con Piñar, habrían de dejar el triste papel de “mayoría silenciosa” y pasar a la acción, de sufridos espectadores a protagonistas. La obra de Carlos I. Yuste sería entonces para ellos una guía de valor inapreciable.

    ***

    Sería interesante, pero demasiado largo, el presentar ahora una relación comentada de obras complementarias a la “Subversión en la España actual”, que estudiarán el problema desde otros puntos de vista. Habría que señalar entre otras, las obras de Ellul (“Autopsia de la Revolución, Unión Editorial. Madrid, 1973), Coloma (“El reto”, Ed. Escelicer. Madrid. 1974), redactada ésta también en equipo, pero de estudiantes universitarios, o el “Esquema de la Subversión de nuestro tiempo”, de Jesús Fueyo (Ediciones del Movimiento. Madrid. 1958), pero me limitaré a considerar solamente “La contrarrevolución”, de Thomas Molnar (1), diferente e importante.

    Molnar, profesor en la Universidad de Nueva York de historia de las ideas europeas, estudia desde puntos de vista nuevos lo que es la contrarrevolución, que no es negación ni inmovilismo. “Una concepción contrarrevolucionaria estrecha quiere hacer solamente todo lo contrario de lo que hace la revolución. Pero la contrarrevolución es más la búsqueda de una ideología que supere la de la revolución, el aportar nuevas soluciones a los problemas planteados por la crisis de la civilización contemporánea”, es decir, es la “reversión” de Carlos I. Yuste. El contrarrevolucionario ha de rechazar, pues, el complejo de inferioridad, de negación, que lanzó la “intelligentsia” roja.

    Veamos unas cuantas ideas más de Molnar: “La contrarrevolución no fracasa por debilidad doctrinal o filosófica, sino porque sus seguidores son incapaces de utilizar los medios de comunicación social y la propaganda. La principal estrategia de la revolución ha sido, en cambio, el haberse hecho con los medios de difusión, el haber sabido utilizarlos y silenciado el adversario”.

    La mayor parte de los regímenes contrarrevolucionarios se han contentado con ejercer el poder, pero han dejado a sus adversarios el uso de la prensa y la cultura popular, abriendo brecha en el propio sistema de la subversión. Tales regímenes, a pesar de lo que dicen, no realizan ninguna tentativa seria para llevar la lucha antisubversiva a buen fin. Pueden abrigarse, pues, muy serias dudas de que tales regímenes sean en verdad contrarrevolucionarios”.

    Y recuerda: “Kerensky tuvo la posibilidad de salvar a su país de los bolcheviques. Con el ejército leal acampado en las afueras de San Petersburgo, con la policía, hubiese podido detener fácilmente a Lenin. Pero como su gobierno había proclamado la libertad de expresión y reunión, no podía permitirse poner ninguna traba a la agitación y a la propaganda”. Y Rusia cayó en el comunismo.

    Recomiendo aquí a quienes quieran conocer cómo se inició en nuestra Patria la subversión de la “intelligentsia”, primer acto de la versión paralela española, una de las obras más importantes de nuestra posguerra: “La Guerra Española y el trust de cerebros”, de Vicente Marrero (Editorial Punta Europa. Madrid. 1961), que, claro, fue ahogado por la conspiración del silencio, y que ha desaparecido luego totalmente de las librerías.

    Otras muchas ideas valiosas contiene la obra de Molnar, que ya no nos atrevemos a comentar como merecen, tales como negar que el espíritu de la revolución burguesa de 1789 se deba exclusivamente a los filósofos ingleses y a los escritores franceses de los siglos XVII y XVIII, y destaca el papel importante de los filósofos alemanes protestantes posteriores y a las más de las veces teólogos procedentes del célebre seminario de Tubinga. Es decir, el papel del espíritu de la Reforma en la revolución (2).

    Finalmente señalaré que Molnar insiste en el carácter utópico del espíritu revolucionario, del progresismo. “La doctrina revolucionaria lo promete todo para mañana, trátese de la sociedad sin clases, de la distribución de la riqueza para todos o de la aparición de una nueva civilización”. Ahí tenemos (1975) el ejemplo de la URSS y sus satélites, estancados desde hace más de medio siglo en el estado transitorio, según el marxismo, de una dictadura burocrática y en un estado industrial exactamente gemelo al de los Estados Unidos de Norteamérica, e incapaces de alcanzar el estado utópico del comunismo total, del que habló poco y de pasada Carlos Marx, y que quedó ad calendas griegas.

    Ortega, en “Historia como Sistema” ya dijo: “El progresismo que coloca la verdad en un vago mañana, es el opio entontecedor de la humanidad” y, más adelante, añade una idea estremecedora, “el error del viejo progresismo estriba en afirmar a priori que se progresó hacia lo mejor”. El “progreso”, el cambio, la apertura, pueden ser un retroceso, y a menudo lo es.

    José MALUQUER CUETO

    (1) Unión Editorial. Madrid. 1975. Existían ya ediciones inglesa y francesa. En la misma editorial se han publicado otras dos obritas de Molnar: “La izquierda en la encrucijada” y “La izquierda vista de frente”. Molnar, que ha prologado la edición española, cita a menudo a pensadores y políticos españoles, a Donoso Cortés, a Ortega, a Franco y a José Antonio, que admira.

    (2) Véase artículo en “F. N.”, núm. 360, 1/12/73

    Última edición por ALACRAN; 26/06/2020 a las 23:20
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    "Diario de campaña de un capellán legionario” del P. Pedro Caballero S. J.:


    Revista FUERZA NUEVA, nº 497, 17-Jul-1976


    “Diario de campaña de un capellán legionario” del P. Pedro Caballero S. J.

    Libro que fue presentado en el Aula de Fuerza Nueva

    Dos veces propuesto para la Laureada, Medalla Militar Individual, Medalla de Sufrimientos por la Patria, Cruz de Guerra, Cruz Roja de Campaña, Laureada Colectiva, Medalla Militar Colectiva. Esta impresionante lista de condecoraciones, que pocos soldados han podido lucir con legítimo orgullo sobre su pecho, se la ganó, con la única arma de un crucifijo, un jesuita: el P. Pedro Caballero.

    Los que hemos tenido la suerte de conocerle, desde el primer momento percibimos una extraordinaria personalidad en ese hombre todo reciedumbre, como su Cuenca natal, imagen del verdadero soldado de Cristo que milita bajo las banderas de san Ignacio de Loyola. Pero el sacerdote ejemplar humildemente ocultaba al héroe. Y quienes le oían unos ejercicios espirituales o predicar sobre el Sagrado Corazón corrían el riesgo de conocer sólo parcialmente al P. Caballero, pues no llegaban a enterarse de otros aspectos de su personalidad que, en su conjunto, configuran un tipo humano verdaderamente excepcional.

    ***
    El P. Caballero es uno de esos ejemplos de mala salud a prueba de bombas. Su historial de infartos, pulmonías y otras enfermedades de ese calibre… es tan pasmoso como su lista de medallas. El Alzamiento le cogió reponiéndose de los bronquios en la Sierra madrileña, condenado facultativamente al reposo. Y no lo dudó. El 24 de julio se presentó en Segovia con la pretensión de irse al frente voluntario como capellán. El 26 estaba en San Rafael en primera línea. Y en primera línea estuvo hasta el 1 de abril de 1939.

    Todos los días apuntaba en unos pequeños cuadernitos las impresiones de la jornada. Cuarenta años después, esas notas semitaquigráficas, personalísimas, escritas sin pensar en su publicación han visto la luz en un libro de muy difícil calificación. Porque es un libro de guerra pero es sobre todo un libro de amor. De amor a Dios. De amor a la Legión. De amor a los hombres que sufrían, morían, pecaban o se santificaban en el frente de Madrid, donde el P. Caballero hizo toda la guerra.

    Y es también diario. Y novela. Y libro de meditación. Y testimonio histórico de primera mano. Tal como se redactaron, sin correcciones de última hora ni justificaciones de conductas pasadas, pues la vida de entrega a Dios y a la Compañía de Jesús del P. Caballero se justifica por sí sola, constituyen un documento excepcional para conocer el espíritu de aquellos días a este lado de las trincheras. Y al otro también.

    ***
    Porque el P. Caballero lo cuenta todo. La heroicidad y la cobardía. Los que se pasaban a las filas nacionales y los legionarios que desertaban. Y, sobre todo, aquella guerra inmisericorde del frente de Madrid en la que de trinchera a trinchera se oía hablar al enemigo y en la que las minas, las contraminas y los morteros no dejaban apenas un momento de paz y de descanso.

    En ese escenario verdaderamente dantesco de la Universitaria y del Clínico, en los olivares del Jarama o a orillas del Manzanares, un capellán voluntario, demasiado alto para ocultarse de los tiradores enemigos, disimulando la fiebre y la enfermedad, resistiéndose continuamente a la evacuación, alimentándose de leche y aspirinas, llevó durante tres años a Dios a esos hombres de vida airada y valor pronto que verdaderamente eran los novios de la muerte.

    Pero en esta ocasión sabían quién era aquel legionario, tan audaz y temerario, que en la Legión se alistó. Porque en los momentos de mayor peligro, en los lugares más batidos por el fuego del adversario, al lado del que acababa de ser herido, allí estaba con Cristo sacramentado, el P. Caballero.

    ***
    Es el 27 de marzo de 1939. La 10ª Bandera emprende su última acción. La guerra está prácticamente ganada pero aún se muere en los frentes de batalla. “Ya se conoce la orden. Puedo decir misa a las cinco, pues tardará algo en ponerse en marcha toda la columna, que ha de pasar por el único puente de barcas sobre el Tajo, recién hecho por los Ingenieros Pontoneros, algo separado del pueblo. Entra la cabeza en el puente, recién amanecido. Yo me coloco en el punto clave, al principio del puente. Se tambalea, a pesar de su firmeza. Voy dando a todos la absolución colectiva y bendiciéndoles con mi crucifijo. ¡Algo imborrable, ver a todos aquellos hombres vueltos hacia mí para bajar luego la vista con emoción para seguir callados, sobre sus camiones, despacio, sobre las tablas resbaladizas del puente!

    Esa imagen del P. Caballero dando la absolución colectiva a sus legionarios, que parecían sentir cómo se les perdonaban sus muchos pecados, no es la escena cumbre de una película de guerra, sino el reflejo de aquella comunión, que se había producido entre un capellán voluntario, de débil salud y valor más que acreditado, y aquellos hombres de turbios antecedentes, muchos de los cuales llegaron a conocer a Dios, por primera vez en su vida, en el frente de Madrid.

    El P. Caballero cuenta todos aquellos hechos como si nada tuvieran que ver con él. Los valientes siempre eran otros. Sus hazañas no parecían tener importancia. Era solo cumplir con su deber. Dos propuestas de Laureada, una Medalla Militar Individual… Y la Legión metida en un puño porque antes la había metido en su corazón.

    ***
    La Laureada, ignoro por qué, no concluyó los dos expedientes iniciados. Nada le importó al Pater que cifraba en otra Cruz sus amores y sus esperanzas. Pero hoy, cuando en un libro impresionante ha revivido las gestas de aquellos días, entiendo que no estaría de más que la Legión y el Ejército ofreciesen un homenaje a ese sacerdote ejemplar y heroico legionario que es el P. Pedro Caballero, de la Compañía de Jesús.

    Que el ministro del Ejército le convoque y responderán –como al viejo grito de ¡A mí la Legión!,- cuantos sienten en el alma estos dos amores que han sido el norte del Pater legionario: la Religión y la Patria.

    Francisco José FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA

    Última edición por ALACRAN; 24/12/2020 a las 11:38
    Pious dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  13. #13
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    Más libros sobre la subversión comunista

    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 500, 7-Ago-1976


    Libros sobre la subversión comunista

    Hace poco (FUERZA NUEVA, número 452) presenté a los lectores de la revista unos libros importantes acerca de la subversión, la teoría y la práctica de la revolución (http://hispanismo.org/historiografia-y-bibliografia/27268-bibliografia-patriotica-de-postguerra.html#post171373). Destacaba entre ellos “Subversión y Reversión”, editado por San Martín el año pasado, de Carlos I. Yuste, al parecer teórico del equipo antisubversivo que conjuntó el almirante Carrero.



    Hoy me toca presentar otra publicación valiosísima, “PLANIFICACIÓN COMUNISTA PARA ESPAÑA”, obra de equipo también, de IDOPA, “Investigación y Documentación de Problemas Actuales”, grupo de jóvenes graduados y que ha sido editado por la Asociación de Universitarias Españolas (1). Una primera edición, de 1975, no se comercializó y fue sólo en círculos restringidos, pero el éxito que alcanzó ha llevado a una segunda edición, ahora fácilmente asequible.

    Se trata de un estudio muy elaborado, condensado, donde nada sobra, que estudia con precisión la planificación comunista para España, en sus vertientes política, social, universitaria y religiosa, con el estilo que corresponde a un plan de operaciones del Estado Mayor de la subversión. Se apoya en una documentación de primera mano: Actas del C. C. y de Plenos del PCE, publicaciones de “Mundo Obrero” y “Correo del Pueblo”, informes de la FUDE, panfletos y hojas de actuación clandestinas para la actuación en barrios, colegios profesionales; discursos de Dolores Ibarruri y de Santiago Carrillo, etc.

    “Planificación” descubre las líneas de actuación, las metas actuales del comunismo en España, que fueron fijadas ya en 1962 después del fracaso del levantamiento armado, de los maquis y la FAR, al finalizar la segunda guerra mundial, y después del estancamiento de la “campaña de reconciliación nacional” que había desencadenado La Pasionaria en 1956. Vinieron luego los trabajos para la captación de intelectuales, artistas, periodistas, pequeña burguesía, clero progre, estudiantes, siguiendo las consignas de la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros de Moscú en 1961, con infiltraciones tan graves como las de la FUDE y el SDE en la Universidad, la de PAX del coronel Piasecki de la U. B. y Cristianos para el Socialismo, en la Iglesia católica; las Comisiones Obreras de observancia comunista en el mundo del trabajo. En este momento hacen su aparición el Frente Común y la Junta Democrática (2), que pretenden englobar fuerzas de variadas tendencias bajo el control y dirección del PC. Apartir de ahora, confrontando la “Planificación” con la realidad actual de España, vemos que todo cuanto sucede, incluso actos del Gobierno, estaba previsto y planificado desde hace más de diez años por las Internacionales comunistas.



    ***
    Es conveniente situar ahora una obra complementaria de la anterior, “ESPAÑOLES ANTE EL COMUNISMO”, de José Martínez Val (3), profesor de Historia de las Ideas Políticas en la Complutense, viejo jonsista, autor de otros libros, originales e importantes, tales como “Por qué no fue posible la Falange”. Martínez Val, con una documentación también de primera mano, nos informa de la fundación del comunismo en España en 1921, de sus cuadros de mando, constantemente renovados por las “purgas”, de los contactos con intelectuales y políticos burgueses de izquierda, de las pugnas con el socialismo y, en un último capítulo, el más interesante seguramente, de la historia de la subversión en España desde 1939 hasta la fecha, en donde podemos ver una vez más cómo se realizan los planes comunistas que ya conocíamos por la “Planificación”.


    ***
    Finalmente, para completar estas bibliografías sobre la subversión, creo sería interesantísimo obtener información acerca de los cuadros de mando últimos de la revolución, los estados mayores remotos, las internacionales del terrorismo, los planes de conjunto. Pero “esto es ya otra historia”. El problema es difícil por razones obvias y por su diversificación. Lo complica el policentrismo que ahora priva, China, las Nuevas Izquierdas, los grupúsculos, residuos muchos de ellos de la explosión anarquista estudiantil de 1968, maoístas, trotskistas, guevaristas, los residuos de las viejas Internacionales Comunistas, la Komintern y la Profintern (4), la Tricontinental de la Habana, nueva internacional comunista de los pobres, pero siempre habrá que contar primero con la Agitprop y sobre todo con la KGB.

    La literatura seria contra la KGB es escasa: conviene ver la obra citada de Saña, vol. I, cap. VII, que cita obras de Krivitsky, Bundaz, Abramovitch. Más importante es la obra de John Barron “KGB” (5), que lleva una bibliografía considerable. No quiero terminar, sin embargo, sin recordar dos secciones de la KGB que indudablemente actúan en España: la 4ª, SPU, división de “política exterior especial”, y la 3ª, la INU, que tiene a su cargo el “encauzamiento” de la opinión, el lavado colectivo de cerebros, la manipulación de individuos que se creen ajenos al marxismo pero con ideas “democráticas”; la guerra psicológica. El profesor Barron, especialista y profesional en “inteligencia”, dedica el cap. VIII de su “KGB” a este servicio que llama de “desinformación y de intoxicación de la opinión pública”.

    José MALUQUER CUETO

    NOTAS

    (1) Distribuye SARPE. Lázaro Galdiano, 6, Madrid-16.

    (2) Ver Fuerza Nueva nº 433 (26.4.75)

    (3) Edit. Dopesa. Barcelona 1976.

    (4) Ver en Annie Kriegel “Las internacionales obreras”. Martínez Roca. Ed. Barcelona, 1968, listas de las numerosas organizaciones filiales, pero sobre todo la importante de Heleno Saña “La Internacional Comunista”, 2 volúms. Ed. ZYX. Madrid, 1972.

    (5) Bantam Book. 4ª Ed. N. Y. 1974. Existe también una edición francesa.

    Última edición por ALACRAN; 20/02/2021 a las 18:51
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  14. #14
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    “CIEN LIBROS BÁSICOS SOBRE LA GUERRA DE ESPAÑA” (DE RICARDO DE LA CIERVA), comentado por Rafael García Serrano:



    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 8, 4-Mar-1967

    “CIEN LIBROS BÁSICOS SOBRE LA GUERRA DE ESPAÑA” (DE RICARDO DE LA CIERVA)

    (Rafael García Serrano)

    El cumplir cincuenta años tiene sus ventajas. Entre otras, la de que los amigos suelen sentirse espléndidos y llegan a casa con tanta cordialidad en el pecho como generosidad en sus manos. Una de las manos (…) ha venido cargada con dos libros y un vale para un tercero que no ha encontrado aún en librerías. Los dos libros en efectivo son, de un lado las “Crónicas marcianas”, de Ray Bradbury, el príncipe de la literatura más de moda, la de ciencia-ficción; del otro, el reciente volumen publicado por Ricardo de la Cierva y de Hoces en la colección “Claves de España”, bajo el título de “Cien libros básicos sobre la Guerra de España”. El libro que aún está volando, pero que ya vendrá a comer en la mano, es también de este último autor -jefe de la sección de Estudios sobre la Guerra de España en el Ministerio de Información y Turismo-, y se titula “Los documentos de la primavera trágica”, donde se recogerán aquellos que afecten a los terribles meses que precedieron a nuestra Guerra, supongo que a partir del 16 de febrero de 1936, cuando despuntó la primavera roja.

    (…) El estudio en torno a “Cien libros básicos sobre la Guerra de España” le deja a cualquier español que alcanzase a vivir aquellas jornadas con la tremenda impresión de que su prórroga en el mundo de la historia, la política, la bibliografía, la literatura o el simple reportaje, es algo que va a continuar apasionadamente, por mucho tiempo. En cuanto se toca el tema de nuestra guerra no hay neutralidades que valgan, y hasta los que oficialmente se declaran o neutrales o imparciales no son más que auxiliares de los partidarios de uno o de otro bando polémico. Afortunadamente la polémica, al menos por el momento (1967), y a pesar de los esfuerzos en contrario de don Santiago Carrillo, el abad Escarré y unos cuantos compañeritos de viaje de ambos ilustres insensatos, no pasa de ser histórica o literaria.

    El hecho de que uno de los bandos, sobre todo -como objetivamente anota Ricardo de la Cierva-, ha intentado crear el mito de su superioridad intelectual, triste consuelo a su derrota militar, política y humana, apenas tiene importancia. Por regla general, el intelectual que quiere figurar en el “Ghota” correspondiente debe mostrar su complacencia con los grandes negociantes de la necedad humana que tan habilidosamente mueve el comunismo. El señuelo de un Nobel, una punta de conferencias, alguna que otra traducción y una nube de incienso en los círculos de la crema de la intelectualidad universal, son, en el noventa y cinco por ciento de los casos, la motivación inmediata, urgente y económica de muchos cambios de marcha y de muchas ocasiones fríamente decididas antes de comenzar la carrera de la competencia. De este modo no tiene nada de particular que entre la torrentera de libros que se han escrito sobre la Cruzada -me gusta llamarla así, aunque se ponga de punta el Concilio entero o el posconcilio “a la páge”, me da igual- haya una mayoría hostil.

    Asombra pensar que Heriberto Rutledge Southworth -¿por qué muchos de nuestros obstinados enemigos, como Mathews, por ejemplo, también se llaman Heriberto? ¿Por qué no se nos dan bien los Heribertos?- tiene una biblioteca en su casita de siete mil volúmenes referentes todos a la Guerra de España. Cuando uno echa un vistazo a su menguada colección, de unos ochocientos títulos, comienza a sentirse a medias avergonzado, a medias envidioso de la fortuna de este Southworth, que trabajó en USA junto a Fernando de los Ríos en el equipo de propaganda roja.

    ¿Ustedes no se dan cuenta de que estamos cayendo en el cebo de llamar republicanos a los que se enfrentaron con el Alzamiento Nacional del 18 de julio? Incluso en libros que no nos enseñan sus colmillos puede encontrarse alguna perla de esta especie: “Cabanellas, como Queipo de Llano, había sido hasta entonces republicano, pese a lo cual se unió al Alzamiento” (“La Guerra Española de 1936”, H. Günther Dahms, Rialp). El Alzamiento no iba directamente contra la República, y en más de un bando de guerra y en más de una alocución se la vitoreó, y más de una unidad salió al combate con la falseada bandera tricolor. El Alzamiento iba contra la invasión comunista, la anarquía y el separatismo, y, por supuesto, en defensa de la Iglesia de Dios perseguida por algunos de los antecesores de ciertos caballeros que ahora (1967) se reúnen a conspirar en viejas sacristías que ardieron incendiadas, o a la sombra de una Virgen, como la de Montserrat, cuyos frailes fueron asesinados y cuyo tesoro sacro sirvió para que lo luciese cierta “vedette” en la pasarela de una revista del Paralelo barcelonés.

    MIL SEISCIENTOS TÍTULOS

    Me ha agradado ver el esfuerzo que en torno a la bibliografía de la Guerra de España realizan los estudiosos, y más cuando en mis estanterías figura una de las primeras, si no la primera intentona en este orden. Fue dada a luz por la Diputación de Vizcaya y anotó don Florencio Amador Carrandi, archivero de la Casa de Juntas de Guernica; la prologó don Joseé Luis Gaytán de Ayala, diputado, y se terminó de imprimir el 30 de mayo de 1940, con más de seiscientos títulos y doscientas cincuenta notas bibliográficas. Casi todos los autores son nacionales, aunque no dejan de verse nombres franceses e italianos, y no todos los títulos responde a la actualidad vivísima del tema. Es curioso repasar un título: “Corporativismo”, de Ruiz Alonso, Ramón, que está prologado por don José María Gil Robles y que, como apéndice, lleva las leyes corporativas del fascismo. Está claro que los únicos que no fueron fascistas por entonces fueron los falangistas, que tenían doctrina propia con que mantenerse.

    “LOS CIEN LIBROS BÁSICOS”

    Estos “Cien libros básicos” que ha elegido Ricardo de la Cierva no han sido seleccionados con criterio parcial, ya que el eje de sus valoraciones “es la posible utilización historiográfica de cada uno de estos libros considerado como fuente histórica”. Entre ellos hay uno de mi cuadra -el “Diccionario para un macuto”-, pero aunque no figurase hubiera escrito con el mismo entusiasmo sobre un trabajo que me ha puesto en la pista de algunas cosas conocidas y de otras que ahora me veré obligado a conocer a fondo.

    Acaso en una sola ficha, de entre los libros que conozco, no esté muy de acuerdo con De la Cierva, aunque no deje de reconocer las razones geográficas que aporta en torno a Hemingway como muy valederas. Su nota sobre el viejo Ernesto es acaso la más despiadada de todas, y hasta me atrevería a decir que injusta; sin embargo, interpreta una opinión muy generalizada y que a mí, manoletista también, y en este caso particular respondón, me ha costado más de un amistoso disgusto y más de una reprimenda epistolar. Sentí hacia Ernesto Hemingway, aparte la admiración literaria, respeto y amistad, y me parece que ante él me coloco un poco más allá que en el caso de Ricardo de la Cierva respecto a H. R. Southworth, donde amistad y respeto no entibia conocimiento. Hay otra nota evidentemente bondadosa y exagerada, que es la que a mí me toca; pero estoy tan poco acostumbrado a ser aludido en bibliografías y estudios que tienen una pretensión cabal y seria por lo que a nuestra Guerra se refiere, que la acepto como un feliz augurio y con total gratitud.

    Cada uno de los cien libros es analizado con rigor científico y muchas veces con una irreprimible sorna, que contribuye a dar amenidad al conjunto de una obra rigurosamente científica desde el punto de vista histórica. Al repasar la ficha correspondiente a Pietro Nenni, el venerable anciano que todavía flanea por la política italiana y que se ocupa de la europea siempre que puede hacer daño a España, uno ríe con cierta ternura al ver que el paso del tiempo no ha modificado la cerrazón mental del ilustre fanfarrón que se paseó por España en “Rolls” sin llegar nunca a la línea de fuego. Todo eso no le impidió presumir de “victoria italiana en Guadalajara” a cargo, claro, de la “Garibaldi”, y de “victoria italiana” en Cataluña a cargo, claro del C.T.V. Estos socialistas italianos están a todo; por ejemplo, hoy [1967] contra la Iglesia, y en los tiempos del fascismo republicano refugiados bajo las bien cortadas sotanas del Vaticano. ¿No es así, don Pietro, pillastrón de primera?

    La reciente actitud de Nenni, vicepresidente del Gobierno italiano, en asuntos europeos que tocaban de cerca a España, demostró una vez más la vigencia de nuestra Guerra en los empresarios extranjeros de la derrota. Razón suficiente para que no se deje engatusar nuestra gente con sutiles sofismas sobre el olvido. Esta es una lección sabida, pero que me ha apetecido recordar después de leer atentamente las cien fichas elegidas por Ricardo de la Cierva, referentes unas a libros ya conocidos por mí y otras a libros, o bien desconocidos o de los que había oído hablar, o visto citas de segunda mano, pero de cuyo conjunto no tenía idea hasta hoy.

    Y finalmente, otra discrepancia. A mi modo de ver, y puede que esté equivocado, el libro más divertido de nuestra Guerra no es el segundo tomo de las “Memorias” de Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación roja, sino uno titulado “Con la segunda bandera en el frente de Aragón”, original de un “estampillado” legionario, Francisco Cavero Cavero, baturro de natura y muerto en combate. Sin dejar de reconocer que el de Hidalgo de Cisneros tiene su aquél.

    Rafael GARCÍA SERRANO


    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    “CIEN LIBROS BÁSICOS SOBRE LA GUERRA DE ESPAÑA” (DE RICARDO DE LA CIERVA), comentado por Rafael García Serrano:



    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 8, 4-Mar-1967

    “CIEN LIBROS BÁSICOS SOBRE LA GUERRA DE ESPAÑA” (DE RICARDO DE LA CIERVA)

    (Rafael García Serrano)

    El cumplir cincuenta años tiene sus ventajas. Entre otras, la de que los amigos suelen sentirse espléndidos y llegan a casa con tanta cordialidad en el pecho como generosidad en sus manos. Una de las manos (…) ha venido cargada con dos libros y un vale para un tercero que no ha encontrado aún en librerías. Los dos libros en efectivo son, de un lado las “Crónicas marcianas”, de Ray Bradbury, el príncipe de la literatura más de moda, la de ciencia-ficción; del otro, el reciente volumen publicado por Ricardo de la Cierva y de Hoces en la colección “Claves de España”, bajo el título de “Cien libros básicos sobre la Guerra de España”. El libro que aún está volando, pero que ya vendrá a comer en la mano, es también de este último autor -jefe de la sección de Estudios sobre la Guerra de España en el Ministerio de Información y Turismo-, y se titula “Los documentos de la primavera trágica”, donde se recogerán aquellos que afecten a los terribles meses que precedieron a nuestra Guerra, supongo que a partir del 16 de febrero de 1936, cuando despuntó la primavera roja.

    (…) El estudio en torno a “Cien libros básicos sobre la Guerra de España” le deja a cualquier español que alcanzase a vivir aquellas jornadas con la tremenda impresión de que su prórroga en el mundo de la historia, la política, la bibliografía, la literatura o el simple reportaje, es algo que va a continuar apasionadamente, por mucho tiempo. En cuanto se toca el tema de nuestra guerra no hay neutralidades que valgan, y hasta los que oficialmente se declaran o neutrales o imparciales no son más que auxiliares de los partidarios de uno o de otro bando polémico. Afortunadamente la polémica, al menos por el momento (1967), y a pesar de los esfuerzos en contrario de don Santiago Carrillo, el abad Escarré y unos cuantos compañeritos de viaje de ambos ilustres insensatos, no pasa de ser histórica o literaria.

    El hecho de que uno de los bandos, sobre todo -como objetivamente anota Ricardo de la Cierva-, ha intentado crear el mito de su superioridad intelectual, triste consuelo a su derrota militar, política y humana, apenas tiene importancia. Por regla general, el intelectual que quiere figurar en el “Ghota” correspondiente debe mostrar su complacencia con los grandes negociantes de la necedad humana que tan habilidosamente mueve el comunismo. El señuelo de un Nobel, una punta de conferencias, alguna que otra traducción y una nube de incienso en los círculos de la crema de la intelectualidad universal, son, en el noventa y cinco por ciento de los casos, la motivación inmediata, urgente y económica de muchos cambios de marcha y de muchas ocasiones fríamente decididas antes de comenzar la carrera de la competencia. De este modo no tiene nada de particular que entre la torrentera de libros que se han escrito sobre la Cruzada -me gusta llamarla así, aunque se ponga de punta el Concilio entero o el posconcilio “a la páge”, me da igual- haya una mayoría hostil.

    Asombra pensar que Heriberto Rutledge Southworth -¿por qué muchos de nuestros obstinados enemigos, como Mathews, por ejemplo, también se llaman Heriberto? ¿Por qué no se nos dan bien los Heribertos?- tiene una biblioteca en su casita de siete mil volúmenes referentes todos a la Guerra de España. Cuando uno echa un vistazo a su menguada colección, de unos ochocientos títulos, comienza a sentirse a medias avergonzado, a medias envidioso de la fortuna de este Southworth, que trabajó en USA junto a Fernando de los Ríos en el equipo de propaganda roja.

    ¿Ustedes no se dan cuenta de que estamos cayendo en el cebo de llamar republicanos a los que se enfrentaron con el Alzamiento Nacional del 18 de julio? Incluso en libros que no nos enseñan sus colmillos puede encontrarse alguna perla de esta especie: “Cabanellas, como Queipo de Llano, había sido hasta entonces republicano, pese a lo cual se unió al Alzamiento” (“La Guerra Española de 1936”, H. Günther Dahms, Rialp). El Alzamiento no iba directamente contra la República, y en más de un bando de guerra y en más de una alocución se la vitoreó, y más de una unidad salió al combate con la falseada bandera tricolor. El Alzamiento iba contra la invasión comunista, la anarquía y el separatismo, y, por supuesto, en defensa de la Iglesia de Dios perseguida por algunos de los antecesores de ciertos caballeros que ahora (1967) se reúnen a conspirar en viejas sacristías que ardieron incendiadas, o a la sombra de una Virgen, como la de Montserrat, cuyos frailes fueron asesinados y cuyo tesoro sacro sirvió para que lo luciese cierta “vedette” en la pasarela de una revista del Paralelo barcelonés.

    MIL SEISCIENTOS TÍTULOS

    Me ha agradado ver el esfuerzo que en torno a la bibliografía de la Guerra de España realizan los estudiosos, y más cuando en mis estanterías figura una de las primeras, si no la primera intentona en este orden. Fue dada a luz por la Diputación de Vizcaya y anotó don Florencio Amador Carrandi, archivero de la Casa de Juntas de Guernica; la prologó don Joseé Luis Gaytán de Ayala, diputado, y se terminó de imprimir el 30 de mayo de 1940, con más de seiscientos títulos y doscientas cincuenta notas bibliográficas. Casi todos los autores son nacionales, aunque no dejan de verse nombres franceses e italianos, y no todos los títulos responde a la actualidad vivísima del tema. Es curioso repasar un título: “Corporativismo”, de Ruiz Alonso, Ramón, que está prologado por don José María Gil Robles y que, como apéndice, lleva las leyes corporativas del fascismo. Está claro que los únicos que no fueron fascistas por entonces fueron los falangistas, que tenían doctrina propia con que mantenerse.

    “LOS CIEN LIBROS BÁSICOS”

    Estos “Cien libros básicos” que ha elegido Ricardo de la Cierva no han sido seleccionados con criterio parcial, ya que el eje de sus valoraciones “es la posible utilización historiográfica de cada uno de estos libros considerado como fuente histórica”. Entre ellos hay uno de mi cuadra -el “Diccionario para un macuto”-, pero aunque no figurase hubiera escrito con el mismo entusiasmo sobre un trabajo que me ha puesto en la pista de algunas cosas conocidas y de otras que ahora me veré obligado a conocer a fondo.

    Acaso en una sola ficha, de entre los libros que conozco, no esté muy de acuerdo con De la Cierva, aunque no deje de reconocer las razones geográficas que aporta en torno a Hemingway como muy valederas. Su nota sobre el viejo Ernesto es acaso la más despiadada de todas, y hasta me atrevería a decir que injusta; sin embargo, interpreta una opinión muy generalizada y que a mí, manoletista también, y en este caso particular respondón, me ha costado más de un amistoso disgusto y más de una reprimenda epistolar. Sentí hacia Ernesto Hemingway, aparte la admiración literaria, respeto y amistad, y me parece que ante él me coloco un poco más allá que en el caso de Ricardo de la Cierva respecto a H. R. Southworth, donde amistad y respeto no entibia conocimiento. Hay otra nota evidentemente bondadosa y exagerada, que es la que a mí me toca; pero estoy tan poco acostumbrado a ser aludido en bibliografías y estudios que tienen una pretensión cabal y seria por lo que a nuestra Guerra se refiere, que la acepto como un feliz augurio y con total gratitud.

    Cada uno de los cien libros es analizado con rigor científico y muchas veces con una irreprimible sorna, que contribuye a dar amenidad al conjunto de una obra rigurosamente científica desde el punto de vista histórica. Al repasar la ficha correspondiente a Pietro Nenni, el venerable anciano que todavía flanea por la política italiana y que se ocupa de la europea siempre que puede hacer daño a España, uno ríe con cierta ternura al ver que el paso del tiempo no ha modificado la cerrazón mental del ilustre fanfarrón que se paseó por España en “Rolls” sin llegar nunca a la línea de fuego. Todo eso no le impidió presumir de “victoria italiana en Guadalajara” a cargo, claro, de la “Garibaldi”, y de “victoria italiana” en Cataluña a cargo, claro del C.T.V. Estos socialistas italianos están a todo; por ejemplo, hoy [1967] contra la Iglesia, y en los tiempos del fascismo republicano refugiados bajo las bien cortadas sotanas del Vaticano. ¿No es así, don Pietro, pillastrón de primera?

    La reciente actitud de Nenni, vicepresidente del Gobierno italiano, en asuntos europeos que tocaban de cerca a España, demostró una vez más la vigencia de nuestra Guerra en los empresarios extranjeros de la derrota. Razón suficiente para que no se deje engatusar nuestra gente con sutiles sofismas sobre el olvido. Esta es una lección sabida, pero que me ha apetecido recordar después de leer atentamente las cien fichas elegidas por Ricardo de la Cierva, referentes unas a libros ya conocidos por mí y otras a libros, o bien desconocidos o de los que había oído hablar, o visto citas de segunda mano, pero de cuyo conjunto no tenía idea hasta hoy.

    Y finalmente, otra discrepancia. A mi modo de ver, y puede que esté equivocado, el libro más divertido de nuestra Guerra no es el segundo tomo de las “Memorias” de Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación roja, sino uno titulado “Con la segunda bandera en el frente de Aragón”, original de un “estampillado” legionario, Francisco Cavero Cavero, baturro de natura y muerto en combate. Sin dejar de reconocer que el de Hidalgo de Cisneros tiene su aquél.

    Rafael GARCÍA SERRANO


    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    “La Monarquía que quiso Franco”



    Revista FUERZA NUEVA, nº 510, 16-Oct-1976

    “La Monarquía que quiso Franco”

    He leído el volumen “La Monarquía que quiso Franco”, de Jaime Tarragó, editado por “Fuerza Nueva”. Basta el nombre y la ejecutoria de Jaime Tarragó, con su doble personalidad de periodista que se las sabe todas y su cultura filosófica de honda raigambre, para entender que no se trata de un pasatiempo cuando él escribe. Nunca he llegado a entender cómo sus famosas “Cartas de Cataluña” no han sido editadas puntualmente, por tratarse de documentación más seria y completa sobre el acontecimiento político de nuestros días, visto con ojos catalanes. No en balde el separatismo catalán tiene un odio frío y tremendo a la pluma de Jaime Tarragó, que rubrica la información catalana más enjundiosa en toda la prensa nacional.

    “La Monarquía que quiso Franco” es una prueba irrefutable de cuanto venimos diciendo. En sus páginas, José María Gil-Robles, José María Areilza, Manuel Fraga Iribarne, Joaquín Ruiz-Giménez aportan los argumentos más válidos sobre las razones fundacionales del Estado del 18 de Julio. Es un espectáculo intelectual muy divertido encontrar los argumentos más sólidos no en Ramiro de Maeztu, Víctor Pradera ni cualquiera de los pensadores clásicos, sino en aquellos que ahora han cambiado de camisa, pero que en la hora crucial del 18 de Julio, fueron celosos centinelas de la verdad nacional. Aquí no se insertan ni documentos pontificios, ni sinrazones rutinarias. Aquí la dialéctica vibra a través de lo que desde Gil-Robles hasta don Juan de Borbón y Battenberg han escrito, para la historia, sobre el periodo 1931-36 y la justificación plenísima de la rebeldía frente a la esclavitud soviética que atenazaba España.

    Junto a las razones profundas de la superioridad monárquica sobre otras maneras de gobernar, resplandece aquí lo que Franco dijo, enunció y legisló sobre la Monarquía que instauraba. Muy al revés de lo que dijo cierto diario y escritor estampillado de monárquico a la antigua usanza. (...) Hay que estudiar el pensamiento político de Franco, que si no tiene originalidad, sí que tiene valor de síntesis, avalado por el buen gobierno, y deletrear cómo su conocimiento impar del temperamento y del genio español sabía conjugar perfectamente la autoridad monárquica con las características de la participación popular, salvando a la Monarquía de sus más graves tentaciones: el constitucionalismo parlamentario, la democracia inorgánica, la partitocracia, la entrega a las multinacionales y a los grupos de presión, las supeditaciones a la masonería en sus más elegantes y peligrosas versiones.

    Franco quiso una teoría para convertirse en práctica sobre la Monarquía, librada de su inmediata ganga liberal y fracasada y con las ventajas de la obra constructiva, económica, social, pacificadora, de los años fecundos de su gobierno, para que con las preeminencias de la institución monárquica no se retrocediera a Fernando VII, ni siquiera a las tareas de la Restauración, que pereció víctima de su impotencia e incapacidad para levantar ideales nacionales. Franco sabía que la Monarquía instaurada, vivificada por las Leyes Fundamentales y Principios del Movimiento Nacional era imbatible. Así como su negación suponía la grieta por la que el comunismo intentaría su segunda vuelta. (...)

    La política no es una improvisación, ni mucho menos rumiar refritos de Castelar, Pi Margall, Martínez de la Rosa, y otros fiambres del siglo XIX, tan del gusto de la clase política encargada de desmontar la obra de Franco.

    Sabemos que nuestros quioscos y librerías son propios de la literatura pornográfica, separatista y marxista. Es muy probable que este libro, “La Monarquía que quiso Franco”, no tendrá lugar en ninguno de estos sitios. Pero el ímpetu patriótico de todos debe convertir la lectura de este libro en un manual para despertar conciencias y encender entusiasmos, para rectificar lo que significaría la desnaturalización de la Monarquía de Franco que es la que juró don Juan Carlos. Y sean estas líneas un homenaje a Jaime Tarragó, la personalidad más destacada de Cataluña en orden a vertebrar el pensamiento nacional, encuadrado desde el meridiano catalán (...)

    Manuel Ribera
    “El Alcázar”
    (21-IX-76)
    Última edición por ALACRAN; 01/08/2021 a las 19:12
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    “LA IGLESIA ESPAÑOLA Y EL 18 DE JULIO”


    Revista FUERZA NUEVA, nº 541, 21-May-1977

    “LA IGLESIA ESPAÑOLA Y EL 18 DE JULIO”

    de Ángel García

    Editorial Acervo, 312 págs., 325 ptas.




    Lejos de decaer el interés por la guerra española del 36, declarada Cruzada Nacional en su día por quien tenía autoridad para hacerlo, se incrementa con el paso de los años, al tiempo que aumenta la exigencia de rigor histórico y se desechan los estudios basados en la propaganda partidista o escritos sin tener en cuenta los datos que la investigación sociológica y la consulta de archivos pueden ya proporcionar. Entre los temas de la guerra, quizá ninguno ha sido tan debatido y al mismo tiempo tratado tan a la ligera como el de la repercusión que en la Iglesia española tuvo el 18 de Julio y la Cruzada Nacional, especialmente en lo que se refiere a la persecución religiosa en la zona roja. Después del meritorio y exhaustivo estudio de Antonio Montero (“Historia de la persecución religiosa en España, 1936-39”, 1961), que se ha convertido en cita obligada para todos los historiadores serios, no se había hecho prácticamente nada en este sentido.

    Ángel García, ya conocido por su ensayo “Praxis marxista y fe cristiana”, en el que sometió a un análisis riguroso la posibilidad de dialogo entre el cristianismo y el marxismo, se ha propuesto con “La Iglesia española y el 18 de Julio” historiar y poner al alcance de todos la tragedia vivida por los católicos, clérigos y seglares durante el periodo 1936-1939. Para ello ha sido necesario remontarse a los orígenes del anticlericalismo español del siglo XIX. Ángel García pasa así revista al impacto que en la vida social española tuvieron hechos como la Revolución francesa, las guerras carlistas, la desamortización, el auge de la burguesía, la aparición del proletariado, el krausismo, la Institución Libre de Enseñanza, el marxismo, la radicalización de las luchas sociales y, finalmente, el gran fracaso de la segunda República Española.

    Entrando de lleno en el tema que el título sugiere, el autor analiza y traza las líneas generales del fenómeno: el hecho de la persecución religiosa en las “zona roja”; su extensión, su profundidad y el carácter de crueldad indiscriminada, multiforme e inhumana; la actitud de la Iglesia jerárquica española, las responsabilidades directas de personajes como Carrillo, ahora constituido en “reconciliador nacional”. Destaca, en particular, la “antología del heroísmo” que forman esos 13 obispos, 8.000 sacerdotes y religiosos y 80.000 seglares católicos caídos por Dios y por España.

    En estos momentos de revisión de tantos conceptos y de exigencia de veracidad, el estudio de Ángel García cumple el objetivo de situar en sus justos términos uno de los temas más polémicos de nuestra historia contemporánea.

    Última edición por ALACRAN; 17/11/2022 a las 14:04
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  18. #18
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    Otro libro sobre la División Azul

    Revista FUERZA NUEVA, nº 54, 20-Ene-1968

    “ORILLAS DEL VOLJOV”

    (Fernando Vadillo: “Orillas del Voljov”. Editorial Marte. Barcelona, 805 páginas. Primera parte de “Los años azules”.)



    Fernando Vadillo es de los hombres que han dejado pasar el tiempo, pero sin perderlo. Tenía diecisiete años en 1941, cuando se abrió el banderín de enganche para la División Azul, y ha sido ahora, a últimos del año 1967, cuando ha lanzado el primer tomo de una obra de gran envergadura. El voluntario de 1941 tiene ya cuarenta y tres años y una ancha y larga experiencia periodística, plataforma desde la que también ha partido para alguna que otra descubierta literaria. Excelente dibujante, magnífico periodista y especialista en la crónica de boxeo (…) se adentra ahora por el camino de la historia-reportaje con paso seguro y ambicioso. (…)

    La juventud de Fernando Vadillo no le impidió asomarse como protagonista a nuestra guerra, en las filas de una Bandera de Falange, y completó su vital experiencia en la tremenda incomprendida aventura de la División Azul, que se adelantó a la N.A.T.O., a Corea y a Vietnam en unos cuantos lustros. Los guripas de la División Azul vieron mucho más claro que la mayoría de los estadistas de su tiempo. Aquel cacho de guerra que a Fernando Vadillo le tocó vivir quedó encerrado en su pecho como en un pozo. Desde ahí se le ha ido desbordando con tal generosidad y amplitud que ha preferido, antes que una narración más o menos biográfica y novelada, hacer la biografía de la empresa que mandaron Muñoz Grandes y Esteban Infantes.

    Hay bastantes obras sobre la División Azul, casi todas ellas novelescas y testimoniales: el alegre y madrugador relato de Antonio Hernández Navarro, “Ida y vuelta”; la novela de Rodrigo Royo, desviada de su primor original por el concepto inspirador que tienen algunos editores norteamericanos; la estupenda “División 250” de Tomás Salvador; la patética memoria de Ydígoras; las deliciosas “Cartas del sargento Basilio”, que escribió García Luna, y otras que no recuerdo porque cito a vuelapluma, como el relato técnico de Esteban Infantes, el testimonio de Oroquieta, “De Leningrado a Odessa”, y aquel espléndido “Embajadores en el infierno” que escribieron al alimón el laureado Palacios y Torcuato Luca de Tena.

    Pues bien, el trabajo de Fernando Vadillo enfoca la División Azul con una amplitud total, con una lente a la vez histórica, erudita y literaria. Con una intención agotadora. Para quien sólo lea cosas de hoy, bastará decirle que su línea personal corre pareja con la de Cornelius Ryan en “El día más largo del siglo” y “La última batalla”, tipo de reportaje histórico que ha creado escuela.

    Para quien haya leído algo más, se podrá añadir que “Orillas del Voljov”, primera parte de “Los años azules” -la segunda se titulará “Arrabales de Leningrado”-, está en una línea bien española. La del combatiente Bernal Díaz del Castillo, que, a su hora, recuerda, estudia, escribe y describe con pelos y señales la genial campaña de Hernán Cortés, el aire de sus hombres, debidamente filiados, y hasta el pelaje y nombres de los caballos; la aventura total y la aventura de cada cual, sin que se le escape ni el menor detalle, aunque sea tan sonoro y maloliente como aquel a cargo del marinero Trujillo, el cual “hablando aquí con acato de los señores leyentes, hacía cosas deshonestas, que lo oyó el Montezuma” y se subió, harto de razón por las paredes. El paje Orteguilla le explicó que el marrano de Trujillo “era hombre que solía andar en la mar y que no sabe de pulicia e buena crianza”.

    Fernando Vadillo no se limita a sus recuerdos, a sus notas, a sus simples impresiones. El hombre ha hecho acopio de investigación. Ha buceado en diarios de operaciones, partes de guerra, órdenes de Estado Mayor, planos, mapas, claves, gráficos de situación de tropas, armas y depósitos propios y enemigos, estadillos de altas y bajas, informes, organigramas, declaraciones y filiación de prisioneros y evadidos soviéticos, etc. Por eso, las primeras palabras de su prólogo dicen así: “Esta no es una obra imaginativa. Es un relato de la División Española de Voluntarios (Spanischen Nr. 250 de la Wehrmacht, o División Azul, como se la llamó familiarmente) y de los hombres que la integran.

    El objetivo que a sí mismo se ha propuesto Fernando Vadillo es ambicioso hasta más no poder, pero los resultados son satisfactorios. Su prosa es nerviosa, estricta, ceñida al relato, a veces reiterativa (hay adjetivaciones que se repiten como el tema de una melodía a lo largo de un concierto) y siempre eficaz. A simple vista se advierte que Fernando Vadillo no fio exclusivamente ni de su memoria ni de los legajos del Servicio Histórico Militar, y entonces recurrió a su oficio de periodista, entregándose al reportaje, a la encuesta, a la investigación de episodios y sensaciones entre los que fueron sus camaradas de armas.

    Es más que posible que haya errores y confusiones. ¿Cómo no ha de haberlos en porfía tan desmesurada? Harán bien quienes vivieron aquella empresa militar en señalarlos a su viejo conmilitón de cara a sucesivas ediciones. Para quien, como yo, no conoce la historia de la División Azul más que de oídas y leídas, el libro es apasionante, revelador y recrea un tiempo de fe y sacrificio que a estas alturas (1968) parece poco menos que imposible. En la barahúnda de las deserciones, los cambios de posturita, el porvenirismo, los diálogos católico-marxistas, el darse el pico con Santiago Carrillo, este libro nos trae un aire tan limpio y fresco que apenas si podrán resistir algunos pulmones.

    Personalmente me he sentido golpeado, encontrando nombres y hechos de amigos que allá quedaron y de amigos que aquí están, o aquí murieron, y, sobre todo, se me ha disparado el corazón y hasta la escasa masa gris de que dispongo, hacia consideraciones sobre el valor político, ejemplar y personal de una generación a la que ahora es moda desdeñar, ignorar o atacar vilmente.

    Rafael GARCÍA SERRANO



    Última edición por ALACRAN; 09/02/2023 a las 14:06
    Pious dio el Víctor.
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  19. #19
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    Para la historia de la gloriosa División Azul es impresindible la lectura de lo escrito por Fernando Vadillo.

  20. #20
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    Re: Bibliografía patriótica de postguerra

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    LA DIVISIÓN AZUL EN LÍNEA” por el GENERAL DÍAZ DE VILLEGAS

    Revista FUERZA NUEVA, nº 60, 2-Mar-1968

    El libro de la semana

    “LA DIVISIÓN AZUL EN LÍNEA”

    por el GENERAL DÍAZ DE VILLEGAS, ex jefe de su Estado Mayor. Ediciones Acervo, 240 págs. 150 pts. Barcelona.


    Para los españoles, la gesta de la División Azul, antes que una cruzada guerra o un sacrificio heroico o una historia cumplida, fue una epopeya. El calor patriótico de nuestros soldados y su fervor, casi religioso, hicieron de aquellas batallas por el Voljov y de aquellos hombres de la 250 División, algo así como una cruzada particular contra el comunismo. Ellos pusieron en aquella guerra deshumanizada, de fuego automático y de materiales a todo trapo, un poco de ardor y de coraje, en ración suficiente para que la repentización tuviese algo que hacer.



    Dice el autor de este libro, el general Díaz de Villegas, que la División Azul estuvo en línea, en el sentido de ser “una pieza más” de la gran máquina cuya máxima aspiración era mantenerse en línea en el cuerpo del ejército “L” del coronel Lindemann. Pero eso -y el ilustre militar se queda corto- es bien poco, porque la división mandada por el general Esteban infantes dio, sobre las heladas estepas rusas y las tundras frías, una lección de brío y de “furia española”. Posiblemente aquello puede parecer a estos combatientes “sin grandeza ni apoteosis”, pero vista desde aquí, desde la soleada paz de España, la intervención de los españoles en Rusia aparece absolutamente gloriosa: todo el diario esfuerzo y toda la sangre derramada se agigantan, día a día, como un inmenso tapiz realzado por el fuego interior que los movía.

    Lo que hemos de precisar en seguida es que aquello no fue ninguna empresa romántica, ni fruto de la aventura un tanto vaniloca de la juventud. “El verdadero héroe -se dice en este libro por Emerson- es el hombre inconmoviblemente afirmado en sus principios”. En Rusia se enfrentaron dos ideologías, que es más que enfrentarse dos ejércitos. Ocurre que esa moral de los voluntarios tenía una base de disciplina, un mandamiento técnico, que es lo que el general Díaz de Villegas se complace en recoger. Y así, en este libro se nos dan las claves, no por sencillas menos decisivas, de un comportamiento ejemplar de los españoles en el terrible frente del Este. Era quizá porque España, con ese tirón que siempre ejerce para los ausentes, les alentaba. Tenían detrás de ellos siempre una bandera. Y así, los duros trabajos de la guerra que aquí se relatan, a través de una anatomía y fisiología de la unidad, se integraban entre recuerdos y obligaciones españolas: desde las notas alegres de “Suspiros de España” hasta la cinta de la Legión, los “nodos” con las realizaciones sociales que les llegaban, las noticias de la emisión de radio. “Parecía que España así se incorporaba a nosotros, los vanguardistas de la lucha contra el comunismo, los voluntarios azules de Rusia”.


    Muchos han sido los libros escritos sobre la expedición gloriosa. Hernández Navarro o Rodrigo Royo, Tomás Salvador e Ydígoras, García Luna u Oroquieta, o el último libro de Vadillo, “Orillas del Voljov”. Creemos que ninguno gana al del general Díaz de Villegas en calor y en sencillez, en emoción. Nos explicamos. “Embajadores en el infierno” nos ilustraba de una temeridad heroica dentro de su excelente estilo y de su gran perfección. El libro de Ydígoras se vencía por lo general al patetismo en su corte literario. Vadillo ha estructurado su relato casi científicamente, dentro de una elaboración minuciosa. “La División Azul en línea”, sin embargo, tiene un poco de todos en el sentido de que se exalta sencilla, pero hermosamente; recurre al dato, al hilo de la buena memoria de su autor; ofrece la emoción de los momentos importantes. Y, sin embargo, nada en él huele a retórica. Un estilo hablado y casi conversacional, al que no se resta ninguna de las brillantes cualidades literarias del autor, escribe definitivamente la historia del cañón del coronel, de la batalla del frío con el “general Invierno”, el 18 de Julio en el frente, las Navidades en Rusia.

    No hay aquí afán de erudición ni de estar a la moda por asimilar el ambiente, ya que los protagonistas de estos libros son los españoles. Y por eso existe una vibración emocional honda que hace que todos nos reconozcamos en él por lo que tiene de tensión y de bandera, de invitación para hacer las grandes cosas. “La misión -se dice en las páginas finales- no acabó, para nosotros, en Rusia, porque el peligro mundial acecha todavía”. Esta es una necesidad y, desde luego, su magia. Un total acierto.



    Última edición por ALACRAN; 05/03/2023 a las 13:36
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