Publicamos hoy (1963) los PROTOCOLOS. (…) El prólogo es obra de monseñor Jouin, prelado de Su Santidad y primera autoridad en asuntos masónico-judíos.
En su prólogo, incluye el prefacio escrito por Jorge Butmi, primer editor, en 1901, de la obra y una amplia recesión de la Noticia sobre los judíos, escrita por el mismo autor ruso, que apareció en el mismo volumen de su edición de los PROTOCOLOS.
Como en 1905 apareció una nueva edición de los PROTOCOLOS, publicada por Sergio Nilus, incluida en su obra Lo grande en lo pequeño, en la cual aparecen ciertas variantes o versiones distintas del mismo texto y, acaso alguna interpolación, monseñor Jouin, en su afán de dar los mayores esclarecimientos, después de un laborioso trabajo comparativo, incluye en notas situadas al pie de cada página las diferencias en la traducción y las frases o párrafos que no aparecen en la edición de Butmi.
Desde luego, la coincidencia literal entre las dos ediciones sobrepasa el 98 por 100. Estas ligeras diferencias entre las dos versiones prueba que fueron hechas dos traducciones distintas del original francés de los PROTOCOLOS y, por lo tanto, destruye la imputación tan ampliamente propagada por judíos y masones, así como por sus “compañeros de viaje”, según la cual los protocolos son una fabricación de la policía secreta rusa. Porque de haber sido así, ambas ediciones serían exactamente idénticas. Pues la policía no hubiera permitido que se alterase la redacción oficial de los mismos.
En los correspondientes comentarios a cada apartado, Charles Borough incluye textos de las más caracterizadas autoridades judías, tanto en política como en finanza, tanto en Comunismo como en Filosofía, así como una serie de hechos, atestiguados también por judíos, que confirman el elevadísimo porcentaje en que el plan del Judaísmo kabalista se ha ido realizando desde antes de publicarse los PROTOCOLOS y también después.
Naturalmente, al hablar, tanto monseñor Jouin como mr. Borough, de judíos y Judaísmo, de ninguna manera se refieren a los judíos en general, es decir, no incurren en el llamado antisemitismo de tipo racista y determinista y por tanto materialista. No atribuyen la organización del plan, concebido y ejecutado por el judaísmo, cabalista y talmúdico al pueblo judío. Y ni siquiera al actual Estado de Israel.
Para monseñor Jouin y para mr. Borough, el judío, por el hecho de serlo, no está impulsado fatalmente al mal; puede ser y es sujeto del bien. Prelado católico, el uno; escritor católico, el otro, no pueden olvidar que Dios eligió para encarnar como hombre la segunda Persona de su Santísima Trinidad, Jesucristo, a la raza judía, siendo Cristo judío por la carne; y que fueron judíos los apóstoles y discípulos de Jesús y judíos también los primeros cristianos.
Es el Cristianismo la antítesis total del kabalismo y talmudismo, y siendo judío en cuanto a la carne su Fundador y judíos sus primeros apóstoles, discípulos y mártires, sería una tremenda contradicción y una mentira histórica creer y sostener que el judío, por el hecho de serlo, está fatalmente determinado a profesar el kabalismo y el talmudismo, a luchar secularmente para destruir el Cristianismo y esclavizar a la Cristiandad.
Que conste de una vez para siempre: monseñor Juoin y mr. Borough acusan exclusivamente a una minoría, a una secta kabalista-talmúdica de ser entre los judíos la que intenta desde hace veinte siglos tan satánica empresa. Para ambos autores, la secta kabalista-talmúdica es, con la Masonería -despliegue de la misma, integrada por hombres de otras razas- la “Iglesia o Sinagoga de Satán”; la Iglesia o Sinagoga que labora desde hace veinte siglos para hacer adecuada nuestra humanidad para el reino del Anticristo; reino que ya está iniciado y en progresión geométrica creciente con el Esclavismo, llamado Comunismo, que es en el presente la más perfecta y más tremenda realidad del antiteísmo, del anticristianismo en la historia universal.
Sea destacada con la máxima fuerza la doctrina precedente de monseñor Juoin y mr. Borough. No acusan a la raza judía ni al pueblo hebreo, y menos aún al Estado de Israel. Con la máxima evidencia contradicen la criminal y estúpida creencia del racismo hitleriano, que acusa de ser enemigo del género humano a todo judío, por creerlo impulsado fatalmente a cometer el crimen de lesa humanidad. (…)
Y sólo ya señalar una culpabilidad judía; ésta, sí, de toda la raza hebrea.
Si no todos los alemanes eran nazis, todos los nazis eran alemanes; y si no todos los norteamericanos son ku-klux klan, todos los ku-klux klan son norteamericanos. Igualmente, si no todos los judíos son kabalistas-talmudistas, todos los kabalistas-talmudistas son judíos. Es evidente que tanto en Alemania como en Norteamérica existieron y existen antinazis y anti ku-klux klan militantes, activos, que lo hacen todo para denunciarlos y para diferenciarlos de sí mismos y de los pueblos alemán y norteamericano…
Y preguntamos a la mayoría del pueblo judío, a esa mayoría que no la creemos con intención ni acción en la destrucción de la Cristiandad: ¿Qué judío ha denunciado a ninguna entidad o personalidad judía por conspirar y luchar para destruir la Cristiandad?
O siquiera: ¿Qué judío ha hecho algo para diferenciar a los judíos autores del crimen de lesa humanidad y de lesa Cristiandad de la gran masa del pueblo judío, inocente, de tal crimen? Ninguno, lectores, ninguno. Muy al contrario: unánimemente, personalidades y escritores israelitas, en el mundo entero, no sólo no denuncian, no sólo no discriminan a la masa judía honesta de la masa deófoba y cristianófoba, sino que niegan con todas sus fuerzas la existencia de los criminales judíos y hasta la existencia del mismo crimen (…) |
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