El hispanista publica «Imperios del mundo Atlántico: Gran Bretaña y España en América», donde compara la colonización de ambos países

Javier Ors






Madrid- No importa que sea en persona o por teléfono. Para dirigirse a él siempre es conveniente hacerlo por su título, Sir, que además de ser muy inglés, él lo luce con dignidad y orgullo. Nació en Reading (Berks, Inglaterra) en 1930. Pero si John Elliott, o, mejor dicho, Sir John Elliott es reconocido hoy en día en todo el mundo es, sobre todo, por su vocación: la historia, una pasión que ha reflejado en una trayectoria académica impecable. Concentró sus estudios en el imperio español y británico de los siglos XVI, XVII y XVIII, y cada libro nuevo que sale de la mano de este hispanista, uno de los más reputados, se convierte en un importante acontecimiento para la historia y los círculos universitarios, pero también para una legión de lectores. Catedrático emérito de la Universidad de Oxford, doctor en el Trinity College de la Universidad de Cambridge en 1952 y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1996, el autor de monografías tan significadas como «El viejo mundo y el nuevo» o «El conde duque de Olivares» ha irrumpido en las librerías con un prometedor título: «Imperios del mundo Atlántico: Gran Bretaña y España en América (1492-1830), que ha editado Yale University Press y que en España publicará, el próximo otoño, la editorial Taurus.

En estas páginas recupera el ejercicio de la historia comparada, una disciplina que maneja con la soltura de un gran maestro, para poder analizar las analogías y las diferencias de dos países vecinos que se encontraron cara a cara por alcanzar la supremacía del mundo conocido y de otro que se abría ante ellos. Cuando Cristóbal Colón llegó a la costa americana en 1492, la rivalidad entre las potencias europeas, y sus deseos por incrementar su hegemonía política y económica, no tardó en trasladarse al continente. Los españoles se adentraron por las islas del Caribe, y, después, conquistaron el imperio Azteca y se expandieron en sucesivas expediciones hacia el sur impelidos por el espejismo de remotos relatos que hablaban de fabulosos tesoros de oro y plata. Avanzaron sobre territorios ignotos y densamente poblados y, en ocasiones, con un grado de desarrollo semejante al de Europa. La experiencia inglesa fue distinta. Desembarcaron en una América, la del Norte, con amplios territorios, en ocasiones despoblados y otras veces apenas ocupados por nativos que sobrevivían con patrones culturales y sociales muy diferentes a los de Centroamérica.

-¿Cómo influyó la formación cultural de los españoles en la conquista de América?
-La cultura de Hernán Cortés, que procedía de Extremadura, y sus hombres, es la que habían heredado de los siglos de reconquista en España. Aunque ya no tenían enfrente ni moros ni mezquitas, sí que influyó en la visión que tenían de América.
-¿Y en los ingleses?
-Ellos llegaron con una experiencia diferente: la de la conquista y la colonización de Irlanda. El primer fundador de una colonia fue Christopher Newport. Tenía mucha experiencia en la navegación por el Atlántico, en especial por el Caribe. Fue pirata y ganó mucha plata y oro con los barcos españoles que volvían de las Indias. Fue un aventurero. Estuvo con Francis Drake en el ataque a la ciudad de Cádiz, y, por toda su biografía, se consideró que era el hombre más adecuado para encontrar un terreno que todavía no fuera español y fundar ahí la primera colonia inglesa.
-¿Qué les impulsaba a estos hombres?
-La esperanza de riquezas. Pero mientras los españoles encontraron oro y luego plata, sobre todo en la década de los cuarenta del siglo XVI, para los ingleses de Virginia no hubo ni plata ni oro.
-Las poblaciones que encontraron, en ambos casos, también eran distintas.
-Los españoles encontraron civilizaciones muy diferentes a las que había en la península. Primero la de los indígenas de las islas del Caribe, y luego la de los Aztecas, quienes ya poseían un alto grado de organización política y que luego tuvieron que reajustar a sus ideas. Cortés valoraba a estas gentes y quería integrarlas en la sociedad hispana. Era optimista y por eso trajo a los primeros frailes para poder convertirlos a la fe cristiana y darles las costumbres españolas y las europeas. Existió una visión para asimilarles.
-De nuevo, el caso inglés es diferente.
-Venían, como hemos dicho, de su experiencia con los irlandeses. Para ellos, los irlandeses eran unos bárbaros y desde el siglo XIV existían leyes para impedir los matrimonios con ellos. Esa población quedó marginada por los ingleses muy pronto. Es algo diferente a lo que ocurrió en España durante la reconquista, aunque tampoco en la península hubo uniones entre moros y cristianos. En cambio, en América sí las hubo entre las capas sociales más altas, apareciendo una creciente población de mestizos. Los ingleses, por su parte, no querían cohabitar con los indios. Toda la trayectoria colonizadora británica está basada en la segregación de los indios y en su expulsión hacia los márgenes.
-¿Influyó en la conquista americana que hubiera dos imperios como el Inca o el Azteca, o eso perjudicó a los españoles?
-Que encontraran dos sociedades organizadas ayudó a los españoles. Cortés era astuto y, tras secuestrar a Moctezuma, se quedó con el imperio en sus manos y usó esa maquinaria imperial para asentar la colonización y a la vez cobrar los tributos y obtener mano de obra en México. Lo mismo sucedió en Perú, con Pizarro, aunque aquí hubo más resistencia. Pero se hizo lo mismo, empleando los mismos recursos de la antigua nobleza que ya había ahí asentada. Por eso fue más fácil la colonización y los españoles pudieron desarrollar una organización y una burocracia.
-En América del Norte no pasó lo mismo.
-Los primeros ingleses quedaron decepcionados porque la población que encontraron era muy escasa en comparación con la del Sur, y era inutilizable como mano de obra. Los ingleses, por eso, buscaron otros recursos. Al principio contrataron criados que venían de Inglaterra y a los que se llegaba a pagar el viaje transatlántico. Era la primera emigración. Pero poco después, los españoles empezaron a comprar negros con los que comerciaban los portugueses en el siglo XVI. Ya en la segunda mitad del siglo XVII, los ingleses también lo hicieron. Eso reforzó el sistema de plantaciones. La búsqueda de mano de obra fue fundamental.
-Pero esta escasez de población debió facilitar la penetración de la cultura.
-Facilita la imposición de una cultura, es cierto. Los ingleses llegaron con unos valores y con unas instituciones que trajeron del viejo mundo. En la América británica había poco interés colonial por parte de la Corona. Cuando la monarquía descubrió que había ahí un gran mercado, y creciente, con posibles exportaciones, ya era demasiado tarde. Cada colonia había fundado sus propias cortes y parlamentos. Este sistema de representaciones nacieron de las asambleas coloniales, pero procedían de las libertades británicas: jurados, etc. Crecieron con bastante autonomía, y a mitad del siglo XVIII ya la Corona intentó frenarlas.
-Los reyes españoles, sin embargo, aplicaron otro sistema.
-Sí, ellos tenían interés en las riquezas que podían obtener y en la empresa colonial. Por eso, la realeza mandó muy pronto allí a sus propios burócratas y emisarios. Lo que vemos en el caso español no es sólo el traslado de los valores de los españoles, sino también las instituciones que habían sido creadas y después impuestas por los monarcas.
-En la mirada actual pesan los prejuicios. Da la impresión de que el legado colonial español fue menos positivo que el inglés.
-Existe una gran polémica sobre si una de las dos tradiciones coloniales fue positiva o negativa. Creo que había una clara falta de experiencia política, sobre todo respecto a la independencia, en España. En Inglaterra, en cambio, la asimilación de los indígenas fue, hasta cierto punto, un fracaso. La Corona española, en este punto, dejó espacio a estas poblaciones para que crecieran después del terrible impacto que tuvieron las enfermedades en estas culturas. Para mí, el gran desastre en la América de los españoles fueron los veinte años que duró la independencia. Fueron devastadores para las colonias españolas. En Norteamérica, la guerra de independencia sólo se prolongó durante ocho años y existió menos sufrimiento. Y, además, se produjo en un excelente momento: coincidió con las invasiones napoleónicas, y eso fomentó el comercio con los países de Europa. También les ayudó a expandir sus relaciones comerciales hacia el oeste en un momento en que las colonias españolas estaban concentradas en su propia guerra civil. Después ya fue demasiado tarde para ellas. La confluencia de estos tres factores fue determinante: las colonias españolas fueron mercados magníficos para el comercio británico, fueron víctimas de su herencia colonial, con un largo conflicto y, después, sufrieron el impacto del desarrollo industrial durante el siglo XIX.
-¿Y la gestación de Estados Unidos al norte del continente?
-Incluso Estados Unidos, al principio del todo, no tuvo ninguna garantía de éxito. Pero estas cosas después se olvidan. Tuvo problemas muy graves, aunque también se benefició de ventajas, como la enorme expansión que formaba su territorio. El algodón y su comercio le ayudó bastante. Y también el incremento de una población nueva gracias a la llegada de inmigrantes, lo que marcó una enorme diferencia después. Durante los siglos XVII y XVIII los colonos británicos comenzaron a recibir personas procedentes de otras partes de Europa, y al final de esta centuria había una sociedad mucho más variada y pluralista que antes.
-Hay una pregunta que resulta obligatoria: la leyenda negra que pesa sobre los españoles por la conquista de América.
-Hubo crueldades por los dos lados, pero, es cierto, en cambio, que la Corona española intentó proteger a sus indios. Incluso les dio posibilidades dentro de su espacio político. Pero a pesar de todas las explotaciones que padecieron y del gran desastre que desencadenaron las enfermedades, fue en el siglo XIX, con la desaparición de la Corona española y de la protección que ejercía sobre ellos, cuando los criollos tuvieron mano libre para poder explotar a esta gente. Entonces es cuando vemos la carencia de la protección a pesar de todas las palabras pronunciadas. En la América británica se produjo la destrucción de los indígenas durante las guerras, sobre todo a partir del siglo XVII, y la terrible marginación que sufrieron.

«La plata de América fue la base del Siglo de Oro español»
-¿La destrucción de Panamá, Maracaibo, Cartagena, entre otras ciudades, repercutió de alguna manera en el desarrollo político y económico español en América?
-Eso son sólo detalles. Hasta el siglo XVIII, el imperio español fue muy grande. Los ingleses, los franceses o los holandeses, quienes ya daban muestra de la futura influencia que tendrían, eran minúsculos a su lado. Es cierto que estos ataques preocuparon a Felipe II durante su reinado y que él envió ingenieros para que reforzaran estos puestos, pero, en realidad, no hubo un gran peligro hasta el siglo XVIII, cuando los franceses se asentaron en Mississippi y los ingleses en Georgia. Los españoles empezaban ya a dar muestras de debilidad y agotamiento, y vemos una lucha de estos dos países por hacerse con los territorios que los españoles todavía no habían ocupado en el norte del continente.
-¿Cómo influyeron en América las guerras de religión que los reyes españoles mantenían en Europa ?
-La España de Felipe II hasta Felipe IV fue una superpotencia precisamente por la llegada a las Indias. Esa plata que trajeron de América le dio su poder y fue la base de una civilización y de una riqueza que favoreció a las clases altas españolas. De hecho, fue la base de la cultura que se desarrolló durante el Siglo de Oro en España.
-¿Cómo esa plata produjo un florecimiento cultural?
-Eran los ricos, las clases altas de la sociedad española, los que lograban grandes beneficios, y esa riqueza fue la base de la grandeza en el territorio español. Los nobles financiaban a los escritores y los teatros. España pudo escapar de esas guerras en parte. Con su fuerza militar tuvo la oportunidad de convertirse en una fortaleza y proteger la contrarreforma.
-¿Qué fue determinante en un caso o en el otro?
-El pluralismo. En las colonias británicas existía una diversidad de religiones, ideas que favoreció la colonización de América. En el caso español había una uniformidad, impuesta por la Corona, que prohibió la llegada de otros inmigrantes y evitó así la entrada de otros valores nuevos.

La sombra de los validos
La historia de España del siglo XVI y XVII y, en especial, la biografía del Conde Duque de Olivares, la imagen que sintetiza la figura de los validos en la dinastía de la Casa de los Austrias, le dio fama a una reputación que ya era intachable. John Elliott es autor de una extensa bibliografía encabezada por importantes y fundamentales estudios como «La España Imperial, 1469-1716» (1963), «La rebelión de los catalanes» (1963), «El viejo mundo y el nuevo, 1492-1650» (1970), «Un palacio para el rey» (escrito junto a Jonathan Brown) (1980) «Richelieu y Olivares» (1984), «El Conde Duque de Olivares» (1986) y «España y su mundo» (1989). Fue durante 17 años profesor en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (EE UU). Entre sus innumerables distinciones y doctor «Honoris Causa», destacan su nombramiento de caballero por la Reina de Inglaterra, el Premio Príncipe de Asturias en 1996, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Gran Cruz Alfonso X el Sabio, así como la medalla de honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.


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