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Tema: Las victorias cristianas de Osma y Simancas

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    Nok
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    Las victorias cristianas de Osma y Simancas

    El Califa frente a Ramiro II: batalla de Osma

    932 El reinado de Ramiro II de León va a suponer para el Reino asturleonés unos años de actividad guerrera, de robustecimiento de la autoridad regia y de nueva expansión territorial. Como su padre, Ordoño II, y su abuelo, Alfonso III, el Rey Ramiro será un Monarca impetuoso y batallador que continuará sin desmayo la reconquista, ordenará nuevas repoblaciones, mantendrá la alianza con Navarra en provecho de la común acción guerrera contra lo Musulmanes, y llevará la dirección de la política cristiana frente al Islam. Tras siete años de discordias civiles en León, Ramiro II enérgico hasta la crueldad, sabrá imponerse en los momentos de peligro para la unidad del Reino asturleonés y no se dejará impresionar por la grandeza de su poderoso antagonista, el Califa de Córdoba. El Rey de León no quedará, en efecto, oscurecido por el esplendor de Abd al-Rahman III, y aún logrará humillar las armas de éste y alcanzar sobre ellas en Simancas un gran triunfo militar que, al ser conocido más allá de los Pirineos, será mencionado con admiración por los cronistas de la Cristiandad occidental.
    Reducido por la ceguera a la impotencia su hermano Alfonso, el monje, Ramiro II —“reinando seguro”, como dice el cronista Sampiro_ decide atacar a los Musulmanes, se aconseja de los magnates que formaban su “Aula regia”, y emprende una expedición militar que conquista la fortaleza omeya de Madrid y causa grandes estragos por las comarcas que recorre, aunque la ocupación de Madrid por los leoneses debió de ser muy fugaz.
    933 Al año siguiente, Abd al-Rahman III, que en los últimos años se ha dedicado con preferencia a la tarea de reorganizar la estructura administrativa del Estado cordobés, logra la sumisión del rebelde bereber Yahya ben Zennun, señor de Huélamo, y envía una fuerte aceifa contra Castilla. Advertido del peligro que le amenaza, el conde de Castilla Fernán González, que pronto va a hacerse famoso y a rebelarse contra el Rey de León, envía rápidamente un mensajero a Ramiro II para anunciarle que un ejército musulmán se dirige hacia el alto Duero.
    Convocado y reunido su ejército a toda prisa, el Monarca leonés sale al encuentro de las tropas del Califa, derrota a los Cordobeses en la batalla de Osma y les hace un gran número de prisioneros.
    934 La victoria cristiana de Osma no quedó sin respuesta por parte de Abd al-Rahman III, y, un año más tarde, una nueva aceifa se dirige contra el Reino asturleonés, 934. las tropas cordobesas sitian en Osma a Ramiro II, y éste se niega a salir de la fortaleza para entablar combate en campo abierto.
    El Califa mantiene durante algún tiempo el asedio de la plaza y devasta entretanto la comarca, destruyendo el castillo de Burgos y otras fortalezas del país; el Monasterio de San Pedro de Cardeña, situado en la región burgalesa, debió de ser entonces saqueado y sus monjes pasados a cuchillo.
    En la expedición contra Osma había participado el tuchibí de Zaragoza Abu Yahya Muhammad ben Hashim, nieto de al-Anqar, a quien Ramiro II había hecho ese mismo año proposiciones para que se uniera a su causa; pero el señor árabe de Zaragoza prefirió por el momento no suscitar los recelos del Califa y ayudar a éste en su expedición contra el Rey leonés. Tres años más tarde, sin embargo, Abu Yahya se reconocía tributario de Ramiro II, y el Rey de León aprovechaba
    esta circunstancia para apoderarse de varios castillos de la Frontera Superior y entregárselos al señor de Zaragoza.

    937 El Monarca leonés concierta entonces una alianza con el Reino de Pamplona, y de este modo León, Navarra y Zaragoza forman un bloque militar contra Abd al-Rahman III. Pero el Califa de Córdoba no podía tolerar una situación semejante, y se pone al frente de un gran ejército, que se dirige a la Frontera Superior para hacer un alarde de fuerza y castigar la defección de Abu Yahya. Abd al-Rahman sitia primero la fortaleza de Calatayud, defendida por las tropas musulmanas del tuchibí y por los Vascones alaveses de Ramiro II, y la plaza tiene que rendirse.
    Dueño de Calatayud, el Califa se apodera de otros muchos castillos y asedia a Abu Yahya en Zaragoza, tuvo también que capitular. El tuchibí rebelde fue, sin embargo, perdonado por Abd al-Rahman III, que deseaba poder utilizar de nuevo sus servicios contra los Cristianos, y, según parece, el ejército omeya se dirigió después a atacar Navarra y obligó a la Reina Toda, que regía el Reino de Pamplona en nombre de su hijo García Sánchez I, a reconocerse tributaria del Califa de Córdoba, situación que debió de durar muy poco tiempo.
    939 Dos años después, Abd al-Rahman III decidió organizar una campaña decisiva contra los Reinos de León y Navarra y acabar una vez con la audacia de los Cristianos del Norte, que no abandonaban su actitud hostil al Estado cordobés y parecían poco dispuestos a reconocer la supremacía y el poder político y militar del Califa.

    Los cristianos vencen al Califa en Simancas

    Al-Andalus está pacificado y disfruta de un período d prosperidad y de apogeo, y Abd al-Rahman al-Nasir, que en 936 ha ordenado se inicie la construcción, a cinco kilómetros de Córdoba, de la ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, a la que se trasladará con su corte algunos años después, vive los días de su
    mayor gloria y esplendor, rodeado de una numerosa corte de servidores palatinos, eunucos o no, que en su mayoría son cautivos de origen europeo y por ello conocidos con el nombre de “Eslavos” (saqaliba).

    Estos esclavos o “Esclavones” gozan de la intimidad y
    de los favores del Califa y han empezado a formar una clase privilegiada e influyente, cuyos consejos no dejan de pesar en el ánimo de su señor.

    Parece que la influencia de los “Esclavones” contribuyó a decidir a Abd al-Rahman III a que emprendiese una campaña destinada a someter a los Cristianos independientes de León y de Navarra, y que, al organizarla, el Califa no valoró debidamente las fuerzas de sus adversarios y creyó demasiado en su
    propio poderío.

    Fines de Julio Así, Abd al-Rahman llamó a la nueva expedición la “campaña de la omnipotencia”, reunió un ejército de cien mil hombres y, al frente del mismo, tomó la acostumbrada ruta de la vía romana que desde Córdoba llevaba a Toledo y de allí al Valle del Duero, con la finalidad de apoderarse de Zamora, posición clave del sistema defensivo del Reino asturleonés y que podía servir de punto de apoyo para avanzar hasta León. A las tropas cordobesas se unieron otras fuerzas procedentes de la Frontera Superior al mando de Abu Yahya de Zaragoza. y el ejército musulmán llegó ante los muros de Simancas, donde se habían concentrado para salirle al encuentro los guerreros leoneses, astures, gallegos y castellanos de Ramiro II y los Vascones montañeses del Reino de Pamplona.
    Parece que junto al Monarca leonés se encontraba en
    aquella ocasión la propia Reina Toda de Navarra, y, desde luego,
    allí estaban los condes castellanos Fernán González y Assur Fernández e incluso el musulmán rebelde al Califa Umayya ben Ishaq al-Qurashí, que se había puesto al servicio de Ramiro II.

    1º de Agosto Comenzada la batalla entre Cordobeses y Cristianos con ligera ventaja inicial para las tropas de Abd al-Rahman III, pronto el vigoroso ataque del ejército de Ramiro II empezó a hacer difícil la situación de los “Caldeos”, como llamaban los cronistas cristianos a los Musulmanes, y éstos sufrieron una gran derrota cerca de las murallas de Simancas y se vieron forzados a una fuga tan precipitada que el mismo Califa tuvo que abandonar sobre el campo su cota de mallas de oro y el precioso ejemplar del Corán, que siempre llevaba consigo.
    Después de la batalla de Simancas

    Pero no es posible asegurar si el desastre final del ejército de Abd al-Rahman III se consumó, como cree sin gran fundamento Lévi-Provençal, en las proximidades mismas de Simancas al ser empujados los Muslimes a un cercano foso o barranco (en árabe, “al-jandaq”), que les impidió continuar su retirada y donde fueron diezmados, o si, como todo parece indicar, perseguidos durante varios días por los Cristianos, fueron nuevamente derrotados en la localidad que Sampiro llama “Alhandega”, que Dozy identifica con un poblado salmantino de igual nombre en el Valle del Tormes, y que Gómez Moreno conjetura que podría ser Albendiego, lugar de la provincia de Guadalajara, situado en la vía romana de Osma a Sigüenza[1].
    Lo indudable es que las tropas del Califa sufrieron una tremenda derrota y que Abd al-Rahman al-Nasir (“el Victorioso”) conoció en aquellas jornadas la mayor humillación de su reinado. A marchas forzadas tuvo el Califa que regresar a Córdoba con los restos de su ejército, y, descontento con la conducta de sus oficiales en el combate, ordenó que fuesen crucificados muchos de ellos como traidores al Islam. Así terminó la orgullosa “campaña de la omnipotencia”; Abu Yahya de Zaragoza fue hecho prisionero por Ramiro II, y el Califa ya no se aventuró en lo sucesivo a exponer su persona a los Del Duero al Tormes riesgos de las batallas y no volvió a mandar personalmente ejércitos.
    940 La gran victoria cristiana de Simancas hizo, sin duda, posible una nueva expansión territorial de Reino asturleonés, y la frontera del Duero, que desde hacía algunos años se extendía desde Osma hasta Zamora y la raya de Portugal para avanzar luego hasta el Mondego, se adelanta ahora y llega al río Tormes. En efecto, dos meses después de la batalla de Simancas Ramiro II repuebla algunas ciudades desiertas y varias plazas fuertes de esa comarca, como Salamanca, Ledesma, Ribas, Los Baños, Peña Ausende y Alhandega, y, un año más tarde, el conde de Castilla Fernán González repuebla la antigua ciudad romana de Sepúlveda (Septempublica) y establece así una ciudadela avanzada de su condado en las estribaciones de Somosierra.












    BIBLIOGRAFIA



    R. P. Dozy, Histoire des Musulmans d’Espagne... (cd. Lévi-Provençal, Ley- den, 1932, II, págs. 93-175; E. Lévi-Provençal, Histoire de l’Espagne Musulmane, 2.a ed., II (París-Leiden, 1950), págs. 1-62 y 111-117; C. Sánchez Albornoz, La España musulmana según los autores islamitas y cristianos medievales, 1 Buenos Aires, 1946), págs. 259-278; F. J. Simonet, Historia <le los Mozárabes de España (Madrid, 1897-1903), págs. 575-602; M. Risco, Historia <le la ciudad y corte de León y de sus Reyes, Madrid, 1792; j. Puyol, Orígenes del Reino de León y de sus instituciones políticas, Madrid, ¡926; Fr. Justo Pérez <le Urbel, Historia del condado de Castilla, 1 (Madrid, 1945), págs. 286-444; el mismo, La conquista de la Rioja y su colonización espiritual en el siglo X, en “Estudios dedicados a Menéndez Pidal”, 1 (Madrid, 1950), págs. 495-534; J. M. Lacarra, Expediciones musulmanas contra Sancho Garcés (905-925), en “Príncipe de Viana”, 1 (1940), págs. 46-70; E. Lévi-Provençal, L’Espagne Musulmane au XC 5j. de, Instituions et vie sociale, París, 1932, págs. 45-48; A. González Paleflcia, El Califato occidental, RABM, 3. ép., XLIII (1922), págs. 1Q3-196 y 375-405; F. Codera, Los Benimeruán de Mérida y de Badajoz, en “Estudios críticos de Historia árabe española”, vol. IX de la “Colección de Estudios Arabes” (Madrid, 1917), págs. 57-60 y 73-74; C. Sánchez Albornoz, La sucesión al trono en los Reinos de León y Castilla, Buenos Aires, 1945, págs. 25-34 y 77-84; E. Sáez, Los ascendientes de San Rosendo (Notas para el estudio de la Monarquía asturleonesa durante los siglos ix y X), “Hispania”, VIII (1948), págs. 3-76 y 179- 233; el mismo, Ramiro u, Rey de Portugal de 926 a 930, “Revista Portuguesa de Historia”, III (1945), págs. 271-290; el mismo, Notas y documentos sobre Sancho Ordóñez, Rey de Galicia, “Cuadernos de Historia de España”, XI (Buenos Aires, 1949), págs. 25-104; P. Germán de Pamplona, Un nuevo Rey deLeón, .4lfonso, hijo de Fruela u, “Príncipe de Viana”, VII (l946), págs. 262-270; R P. Dozy, Essai sur l’histoire des Todjibides, en “Recherches , 1, 3. cd., páginas 221-223; M. Gómez Moreno, La batalla de Siinancas, “Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones”, núm. 182 (Valladolid, 1918), págs. 25-30; R. Menéndez Pidal, Orígenes del español, 1 (Madrid, 1929), págs. 465-466.


    [1]En su magnífica obra Histoire de ¡‘Espagne Musulmane, 2.a ed., tomo 1 (París-Leiden, 1950), págs. 57 y ss., Lévi-Provençal cree que la derrota definitiva del ejército de Abd al-Rahman III tuvo por escenario las proximidades de Simancas, y que, por consiguiente, no se consumó en una segunda batalla, en la que los Cristianos, a muchas leguas de Simancas, habrían diezmado a los Musulmanes fugitivos, y que el cronista Sampiro sitúa en la “urbe de Alisan(lega”, identificada por Dozy con un lugar de este nombre en la provincia de Salamanca. Para Lévi-Provençal, Sampiro confundió “Alhandega” (en árabe, ‘Madinat al-jandaq” = la ciudad del foso) con un foso defensivo (al-jandaq) construído por los Cristianos en las cercanías de Simancas y en el que, según lbn al-jatih, cayeron los Musulmanes perseguidos por los guerreros asturleoneses. Pero esta tesis de Lévi-Provençal no tiene en cuenta —en opinión de Sánchez Albornoz, que amablemente me expone éste en una carta— lo extraño cute resulta que el ejército de Abd al-Rahman combatiese con un foso a sus espaldas, ni tampoco el hecho de que los Anales Castellanos primeros, que son la fuente más cercana a los hechos en cuanto procede del siglo x, hablen claramente de dos batallas, separadas una de otra por el transcurso de varios días y cuando los Cordobeses proseguían su fuga Y trataban de salir de tierras Cristianos. Sobre la batalla de Simancas, además de la obra citada de Lévi Provençal, vid. R. P. Dozy, Recherches 1 (3.a cd.), págs. 156-170; M. Gómez Moreno, Anales Castellanos, Discurso de recepción en la Real Academia de 1a historia (Madrid, 1917), Págs. 15 y Ss.; el mismo, La batalla de Simancas, boletín (le la Sociedad Castellana de Excursiones”, núm. 182 (Valladolid, 1918), 1iits 25-30.

    Valdeavellano Luis G. Historia de España, Tomo I, De los Origenes a la baja Edad Media Edit. Revista de Occidente, Artes Gráficas Clavileño. (Madrid) 1955
    Última edición por Nok; 01/12/2008 a las 15:31
    El hombre que sólo tiene en consideración a su generación, ha nacido para unos pocos,
    después de el habrán miles y miles de personas, tenlo en cuenta.
    Si la virtud trae consigo la fama, nuestra reputación sobrevivirá,
    la posteridad juzgará sin malicia y honrará nuestra memoria.

    Lucius Annæus Seneca (Córdoba, 4 a. C.- Roma, 65)

  2. #2
    Avatar de Rodericus
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    Re: Las victorias cristianas de Osma y Simancas

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    Magnífico relato.

    El Reino de León, S.X, tiene un "pecado original", que purgará perdiendo su hegemonía frente a Castilla.

    Y es la abdicación forzosa a que fue sometido Alfonso III el Magno (año 910) frente a la conspiración de sus propios hijos: García, Ordoño y Fruela.

    Estos llegaron a un acuerdo sucesorio entre hermanos que ensangrentará el Reino de León en interminables luchas dinásticas, entre los posteriores hijos de cada uno.

    En esas luchas surge como árbitro el conde Fernán González, y la consecuencia fue la independencia del Condado de Castilla.

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