LA CIENCIA ESPAÑOLA
(por C. Pérez Bustamante, catedrático de la universidad de Madrid)
1. Generalidades
"El siglo XVII elaboró fuera de España las primeras bases de una especie de leyenda negra dirigida contra la ciencia española, que llega a su máximo desarrollo durante el siglo XIX. Los rasgos generales de esta leyenda, paralela a la que se dirigía contra la política y la grandeza patrias, contra nuestra obra en América y nuestra vida religiosa, son simples y bien conocidos.
Según ella, la Inquisición ahogaría en germen la posibilidad de una ciencia española, no podrían surgir ni difundirse las ideas en los nuevos tiempos post-renacentistas, seguirían predominando los cerrados criterios de las escuelas medievales y, a lo sumo, un florecimiento de la teología pretendería suplir la falta de las ciencias naturales, de la filosofía criticista y racionalista y, en fin, de toda la vida científica que por contraste, aparece exuberante, arrolladora y magnífica más allá de los Pirineos; España permanecería durante los siglos XVI y XVII absolutamente muda, mientras hablan con voz propia todas las demás naciones; España nada o casi nada aportaría a la matemática, a la física, a la química, a la filosofía; por aquí no habría más que teólogos, capitanes arrogantes y, haciéndonos mucho favor, algún poeta.
Esta es la leyenda que se encuentra repetida en todos los tonos y coloreada con todos los matices en innumerables libros del siglo XIX y no pocos del anterior. Toda la bibliografía del enciclopedismo, del positivismo y de tantas otras corrientes de la heterodoxia (y a veces también de la ortodoxia) europea está inspirada en este sentido. Autores indudablemente serios recogen el repiten tales falsedades, y no pocos españoles se incorporan al cortejo de difamadores del pensamiento y el espíritu de nuestra patria, a cuya cabeza, o por lo menos en punto preeminente y avanzado figura el francés Masson de Morvilliers (1740-1789), uno de los colaboradores de la Enciclopedia, iniciador o al menos estereotipador de la leyenda.
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2. La reacción españolista
Ya desde los primeros momentos en que esta falsa valoración y sofístico enjuiciamiento de la cultura española se propaga por el mundo, surgen autores nacionales y extranjeros que, de una manera espontánea, van reivindicando aspectos parciales de la ciencia española y rectificando en puntos aislados la gigantesca mixtificación.
Pero es una gran figura nacional, cuya grandeza como pensador, historiador y prosista rebasa con mucho las fronteras para entrar en la categoría de figura universal del siglo XX y comienzos del XX en toda Europa, es don Marcelino Menéndez y Pelayo, quien deshace titánicamente el monumental tejido de falacias. En torno suyo y después de él, se forja la obra de la reivindicación. Multiplícanse los discípulos, los continuadores y los colaboradores. Falanges de hispanistas extranjeros agréganse a la obra de justicia. Punto por punto, tras las directrices críticas generales y las formidables aportaciones de bibliografía del polígrafo santanderino, va reapareciendo la verdad.
Aspectos parciales, primero, y más tarde la totalidad de nuestra ciencia del Siglo de Oro, en sus rasgos generales y su grandioso conjunto, van quedando en claro. Reconócenlo así incluso los más serios y documentados historiadores, aunque pertenecieran a campos opuestos o distantes de aquel en que militaba el autor de “La Ciencia Española”. Y hoy no queda ya nadie que aspire a ser objeto de un mínimum de estimación en la Europa culta que pueda repetir los viejos y desacreditados tópicos que el sectarismo antiespañol acumuló en tiempos pasados contra nuestra ciencia durante la época de los Austrias"...
(Historia de la civilización española, 1946)
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