Inclusión de la Ñ en Internet
(www.dominio.ws)



Casi 10.000. Ese es el número de personas que ya firmaron su adhesión en la campaña, impulsada por Clarín y la Revista Ñ, para que se pueda incluir la letra “ñ” en los dominios de sitios web nacionales.


Los usuarios que dejan sus mensajes de adhesión no son sólo argentinos, sino también de todo el mundo hispanohablante, que aprovechan para dejar sentada su posición ante esta ausencia simbólica y todavía hoy inexplicable.
“¿Y por qué razón no la van a incluir?”, se pregunta el usuario Walter, quien luego añade: “Ya que tanto se habla de discriminación, ésta es una de ellas… Pobrecita la Ñ, es una paria en el teclado, las mira a las otras letras desde los arrabales, con el miedo de que en cualquier momento la tiren”.


Por su parte, Luis Alberto Acuña se pregunta: “Si dejara de existir la letra Ñ, ¿cómo escribiría mi apellido y el de mis hijos?“. David Luis Aguirre enfatiza que Internet “no debería limitarse únicamente al alfabeto inglés”, ya que además “el castellano está entre las lenguas más utilizadas del planeta”.


Y Pablo Leandro Ciocchini explica que “defender la pluralidad lingüística es necesario para desarrollar una democracia con diferentes perspectivas, sin negar otras lenguas que cohabitan junto a él”. Y cita como ejemplos lo que ocurre con el catalán, el gallego y el euskera en España y con el quechua y el guaraní en la Argentina.


Los medios españoles le vienen brindando una importante cobertura a la campaña. La agencia EFE entrevistó a Ezequiel Martínez, periodista de Clarín y Ñ, quien declaró que “la campaña es un poco un coletazo de lo que arrancó en España”. Martínez agregó que a comienzos de este año Clarín envió una solicitud a la Cancillería, “en la que se comentó lo que pasa en España”, y que “el expediente está a la firma de la Cancillería, con algunas cuestiones técnicas y normativas que definir”.
El periodista, filósofo y escritor Miguel Wiñazki se pronunció hace poco: “La Ñ ausente es una Ñ presente y agigantada desde su falta. Es extraño que no esté y por no estar se extraña su entrañable unicidad. A pesar de todo, la Ñ resiste desde su belleza.