Con un impecable traje a juego con su maleta de piel y acompañado de todo un diputado del Parlamento catalán y ex conseller como Antoni Fernández Teixidó (CiU), Malchas Tetruashvili, Micky para los amigos, se presentó hace seis años en la Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Allí le esperaba Eduard Planells, el entonces responsable de la Oficina de Extranjería. Días después de aquel encuentro, este hombre de 54 años nacido en Lérida firmó de su puño y letra una carta a Micky para que pudiera traer trabajadores de su país de origen, Rusia, con el fin de emplearlos en los múltiples negocios que había levantado en Barcelona. Un favor en forma de carta. Un favor que lo ha llevado a la Audiencia Nacional seis años después.
La misiva, en la que se admite erróneamente que Tetruashvili representaba a una ONG -nada más lejos de la realidad, porque este individuo se dedicaba a blanquear dinero con la compra de locales-, fue detectada por los cuerpos policiales el 2005, cuando se detuvo en las provincias de Barcelona, Alicante y Málaga a 28 presuntos capos de la mafia ruso-georgiana en el marco de la operación Avispa. Entre ellos, el famoso Micky, al que Planells le había hecho meses atrás más de un favor sin comprobar siquiera sus antecedentes, que no eran pocos, o lo que sería peor, siendo consciente de ellos. De hecho, Planells telefoneó al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) un día antes de que se llevara a cabo la citada redada, que supuso el mayor golpe dado en Europa contra esta clase de delincuencia organizada, interesándose por los detalles del operativo. Se baraja la posibilidad de que gracias a un chivatazo suyo lograra huir junto a su pareja Tariel Oniani, cuyo lugarteniente según la policía era Tetruashvili, con quien Planells también tuvo trato. Oniani continúa a día de hoy en paradero desconocido.
El lunes, el ex subdelegado fue detenido por la Guardia Civil bajo los cargos de falsificación documental, prevaricación y el más relevante de todos, cohecho, o lo que es lo mismo, soborno. Planells, o el señor de los favores, estaba contra las cuerdas. No hay prácticamente ningún estrato social en la capital catalana que no le haya pedido que le arregle los papeles de un conocido, de una empleada del hogar o de una amante. Desde periodistas a políticos, pasando por empresarios e incluso policías. Todos ellos se han puesto en contacto con Eduard Planells en algún momento para agilizar algún expediente. Y él nunca decía que no. En uno de los bares que hay frente a la Delegación y al que el Planells acudía a desayunar casi a diario, era habitual verle charlando con inmigrantes que le solicitaban ayuda. "Nunca tenía un no por respuesta", asegura una de las personas que mejor lo conocía en el barrio. Los propietarios de la administración número 3 de loterías de Pla de Palau hablan maravillas de este hombre. Lo describen como "amable, simpático y, sobre todo, accesible".
Sabedores de que se le estaba investigando por este trato de favor, hace poco más de un mes, la Delegación del Gobierno le buscó una salida airosa que han disfrazado como una oferta de trabajo en la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT), de la que fue cesado tras su arresto. Pero, además de funcionario del Estado del grupo A, ¿quién es realmente Eduard Planells Induráin? De una familia muy acomodada de Barcelona e hijo de médico, se codeó con la burguesía catalana, sobre todo durante las vacaciones de verano en Vilassar de Mar, donde también acudían el ex presidente del FC Barcelona José Luis Núñez y el actual máximo mandatario del RCD Español, Daniel Sánchez Llibre. De su primer matrimonio le quedan dos hijas de 34 y 29 años, y un varón de 31. Del segundo tiene una hija de 12 años y un niño de 11. El pasado lunes, cuando efectivos del Instituto Armado acudieron al domicilio de Planells, la niña presenció cómo le esposaban.
Este funcionario que estudió en los jesuitas de Sarrià -uno de los barrios más acaudalados de la capital catalana- fue nombrado hace más de dos años subdelegado por el actual delegado, Joan Rangel, del PSC. Sin embargo, en la época de los gobiernos civiles ya trabajaba para la Administración. Planells, que residía en la misma Delegación hasta hace poco más de un mes, era muy conocido en el barrio. Desayunaba y almorzaba casi siempre en los mismos bares y restaurantes. El dueño de uno de estos locales, que prefiere no dar su nombre, explica que "era una persona muy normal". "Austera diría yo", añade. Y así era, por lo menos de puertas para afuera. Llevaba un Citröen BX desde hace más de 10 años y era comprador habitual de lotería. "Alguien que cobra por hacer favores no hace estas cosas", apunta este restaurador. "Estoy seguro de que le han tomado el pelo. Lo único que se me ocurre es un lío de faldas". Esta hipótesis ha cobrado fuerza en los últimos días, máxime después de que se separara de su esposa hace escasos meses.
Los investigadores llevan meses intentando dar con las contraprestaciones que recibía el ex subdelegado por dar trato de favor, no sólo a Tetruashvili, sino a cualquier persona que gozara de una buena posición. La policía ha buceado en sus cuentas bancarias y, a partir de las conversaciones telefónicas que le han intervenido en los últimos meses, esperaban dar con las dádivas. Hasta la fecha, ni rastro. Un funcionario de la Delegación asegura que "era habitual ver a gente con pinta de mafiosos entrar en su despacho. Los recibía inmediatamente y no dejaba que nadie hablara con estas personas", agrega. Esta misma semana, un diputado catalán relataba la conversación que mantuvo con un ex consejero de la Generalitat cuando se hizo pública su detención. "Me dijo que él le llamó varias veces para pedirle que le mirara los papeles de una amiga y se lo hizo inmediatamente", relata, en lo que podría ser un resumen de la vida profesional de Planells.
Uno de los funcionarios que en los últimos días ha sido citado a declarar en la Fiscalía Anticorrupción asegura que "todo el mundo sabía que había cosas raras". "Él siempre hacía firmar sus documentos a los mismos". Y a este grupo pertenecen los dos trabajadores arrestados el pasado lunes, que junto a Planells fueron puestos en libertad con cargos después de pasar a disposición de la Audiencia Nacional. Otro trabajador es más contundente. Asegura que Planells se asignaba mensualmente unos 1.400 euros de productividad. Sus dos trabajadores preferidos alcanzaban los 400 o 500, "muy por encima del resto". No son pocos los empleados que aseguran que Planells "pasaba temas a CCOO" cuando estaba bajo las órdenes del PP y "hacía de espía para los socialistas". Esta tesis avalaría el hecho de que Planells fuera nombrado por Joan Rangel -hombre muy cercano al presidente de la Generalitat, José Montilla- como su hombre de confianza "sin conocerlo", como se excusó el propio delegado en la rueda de prensa posterior a los arrestos.
Desde que, en septiembre pasado, el diario El Mundo informara de que se estaba investigando a Planells, el hombre favor cayó en desgracia. Sumados a los problemas conyugales, desde la Delegación se reclamó insistentemente "respeto a su persona" durante las indagaciones porque "lo estaba pasando muy mal". La otra cara de la moneda son sus allegados. "No se ha llevado ni un euro", aseguran tajantes. Después de que trascendieran estas irregularidades, Planells acudió al plató de la televisión pública catalana para asegurar que "nunca se había llevado un céntimo" y aseguró que se trataba de una maniobra política. Durante su intervención reconoció todos los hechos que se contaban en la noticia y, a pesar de ello, amenazó con demandar al periódico.
Investigadores, juez, fiscal, conocidos y la sociedad siguen haciéndose la misma pregunta: ¿qué sacaba a cambio de tantos favores?
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