Del blog de Cabildo:
Poesía que promete
“Cuando la naturaleza humana por el Misterio de la Encarnación se unió a Dios, todos los ríos de los bienes naturales volvieron a su principio. ‘Los ríos retornan al lugar del que salieron para volver a fluir’”
Santo Tomás, In Sententiarum III, proemio
Sedientos de sustancia en la planicie seca,
ajados por el fuego que no calma los fríos,
marchitos o dolientes de afogarar memorias,
las cosas y los hombres se han quedado sin ríos.
Es un crujir de cueros, un escaldar de pastos
la tierra traicionera, del alba desertora.
Por atezar los nombres han pecado los labios,
por renunciar al Agua han quemado a la aurora.
Tráenos en tu Noche la torrentera clara
que funde los hogares sobre el hombro paterno,
sobre el mantel, la mesa, el trajín de la madre,
las cuentas del rosario pronunciando lo eterno.
Tráenos los afluentes que regaron la patria:
la proeza española, los criollos legendarios,
tu Palabra convoque las palabras dormidas,
desfile la victoria en los viejos estuarios.
Tráenos los raudales, el caudal de la gracia
del pozo de Sicar tras la sombra de un cedro,
dí a la Barca en el Tíber que ice al aire sus velas
mar adentro, Dios mío, como ordenaste a Pedro.
Tráenos la bandera de la que habla Isaías
porque el monte se anega, se acallan los redobles,
del Pastor que sabía proferir tu alabanza:
hay que abrir tenazmente la puerta de los nobles.
Tráenos los regatos, arroyos sin mareas,
el manso regajal de las almas absueltas,
mas si fueran preciso el escudo y la espada,
haznos donar la sangre, por tu cruz, en los deltas.
Trae, al fin, la esperanza de los Ultimos Días,
la desembocadura del lecho de la historia,
retornen nuevamente los ríos a sus mares,
se alce un himno de oleajes proclamando tu gloria.
Antonio Caponnetto
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