La visión más universal de Sevilla a través de la mirada de Cervantes

Andrés González-Barba







Rogelio Reyes y Pedro M. Piñero analizan el influjo de la ciudad en el escritor en el libro «La imagen de Sevilla en la obra de Cervantes»

ABC



Retrato de Miguel de Cervantes




Miguel de Cervantes supo dar una visión universal de la Sevilla de finales del siglo XVI, igual que Charles Dickens y Víctor Hugo supieron diseccionar el Londres y el París de su época, respectivamente. De hecho, el autor del Quijote plasmó como nadie el alma de esta ciudad, retratando magistralmente la Sevilla más popular, la de los bajos fondos de la picaresca, la de las prostitutas y funcionarios, la de los indianos que acudían a la metrópoli en busca de un título nobiliario. Esa otra Sevilla que no se encuentra en las crónicas oficiales es la que se contempla en algunas de las mejores «Novelas ejemplares», como «Rinconete y Cortadillo», «El celoso extremeño» o «El coloquio de los perros».


Los catedráticos de Filología Española Pedro M. Piñero y Rogelio Reyes Cano han publicado el libro «La imagen de Sevilla en la obra de Cervantes. Espacio y paisaje humano» (Universidad de Sevilla. Secretariado de Publicaciones). Se trata de un profuso estudio sobre cómo influyó la que entonces era la gran capital mundial en la obra de Miguel de Cervantes, que vivió en Sevilla en la década que va desde 1590 a 1600.


La primera versión de este libro se publicó en el año 2005, coincidiendo con el cuarto centenario de la primera parte del Quijote, y se editó bajo el título de «Itinerarios de la Sevilla cervantina.La ciudad en sus textos». «Se trataba de un libro más institucional. La versión actual está más dirigida a un público universitario y es más asequible», confiesa Reyes Cano. «La imagen de Sevilla en la obra de Cervantes» sitúa al lector en distintos escenarios de la ciudad que fueron claves en la obra cervantina. Así, el libro analiza en distintos capítulos la relación entre Sevilla y el río, el comercio, el poder, la Sevilla del altar, la de los barrios y la de extramuros.


La novela urbana

Reconoce este catedrático y académico de Buenas Letras que «Sevilla fue esencial para que Cervantes concibiera un modelo de relato urbano y todo eso lo hizo desde el conocimiento profundo de la ciudad. A diferencia del Quijote, que es una novela de cruces de caminos, en donde está más patente el mundo rural, las “Novelas ejemplares” tienen esa clara vocación urbana». Dice también Reyes Cano que «ninguna ciudad influyó tanto como Sevilla en la obra de Cervantes. Durante diez años tuvo su centro de operaciones en Sevilla y viajó por toda Andalucía. Esos mundos de la Andalucía rural le sirvieron de inspiración para el Quijote».


Igualmente admite este catedrático que «Rinconete y Cortadillo» es el«principal ejemplo de esa Sevilla que él vivió de la picaresca, las prostitutas del Compás de la Mancebía, de los rufianes. A Cervantes le interesa mucho más los episodios de la vida cotidiana que los hechos más trascendentes de la ciudad», matiza. Esa Sevilla de la picaresca fue también la que retrató en su obra teatral «El rufián dichoso». En este sentido, cuando Cervantes estuvo prisionero en la Cárcel Real entró en contacto con personas de baja condición y allí aprendió el lenguaje de la germanía, es decir, la jerga que usaban los presos y criminales. Éste fue el vocabulario que luego plasmó en «Rinconete y Cortadillo». Además de ese mundo del hampa retrató magistralmente la clase emergente de los peruleros o indianos que venían del Perú pero cuyas riquezas no germinaron en la ciudad. Un indiano es el protagonista de «El celoso extremeño».



Por otra parte, este filólogo señala que Cervantes fue capaz de «reflejar lo más universal del ser humano, destacando la ambivalencia humana. Es capaz de retratar a un ser humano fragmentado y partido». En todo caso, Rogelio Reyes dice que el autor de «La Galatea» «siempre se miró en una Sevilla universal, no como la de ahora que es más ensimismada», por eso añade que «deberíamos fomentar un tipo de turismo más cultural para recuperar esa Sevilla cervantina». De hecho, subraya que fue vital en Sevilla la celebración del III centenario de la muerte de Cervantes, pues en ese año 1916 se colocaron los famosos azulejos con textos de Luis Montoto y cuyos dibujos fueron diseñados por José Gestoso. En ellos se recrean por las calles sevillanas los distintos escenarios en donde el escritor se inspiró para sus obras.
Finaliza Rogelio Reyes Cano adimitiendo que no existe una causa clara que explique por qué motivo Cervantes se fue de Sevilla en los albores del siglo XVII, pero como indican en las conclusiones del estudio preliminar de este libro, «la ciudad que él describió no fue sólo una Sevilla real sino también una Sevilla “literaria”, es decir, alimentada por la literatura, sugerida por múltiples lecturas y por los grandes tópicos de moda que afloran una y otra vez en sus textos». Hay, pues, en Cervantes varias sevillas: la que vive en torno al río; la del poder ubicada en la zona de la Plaza de SanFrancisco, sede del Cabildo secular y la Audiencia; la moruna del comercio (zona del Salvador) y la de los barrios intramuros de la Feria y San Román.

Un soneto a la muerte de Felipe II muy crítico

Una de las obras que mejor retratan la visión que Cervantes tiene de Sevilla fue el soneto «Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla». Éste fue un monumento funerario que se colocó en la Catedral hispalense a la muerte del monarca en 1598. Dicho soneto tenía un carácter marcadamente satírico y comienza por los versos: «Voto a Dios que me espanta esta grandeza/y que diera un doblón por describilla.» Según este Rogelio Reyes Cano, «ahí se vislumbra ya la decadencia de una ciudad que quiere vivir por encima de sus posibilidades. Los cabildos del Ayuntamiento y la Catedral gastaron mucho en el túmulo pero en verdad la ciudad no tenía dinero para pagarlo». Además, Reyes apostilla que ahí se pueden ver frases con una gran crítica, como el verso «Roma triunfante en ánimo y nobleza», siendo ya una ciudad en decadencia. «Los textos de Cervantes siempre tenían una ironía muy sutil», añade.





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