Memorias de una loca, 1993
"Nunca tuve un hermano con quien reñir ni una vecina con quien jugar. Mi niñez, por decirlo de alguna forma, no dispuso de un punto de referencia. Crecí constantemente temerosa de quedarme corta o de sobrepasarme. Ignoraba cómo eran los demás niños; qué les gustaba y qué les divertía. Y cuando en las tardes de verano les oía jugar en la calle, riendo y dando voces, manchados pero contentos, maldecía mis zapatos blancos y mi vestido de organdí."