Benito Pérez Galdós es considerado el mayor exponente del realismo español, mediante su obra, en la que destacan sus Episodios Nacionales, un gran antecedente para la obra narrativa histórica actual y le ha merecido un premio Nobel.
Quién haya leído su obra, encontrará una serie de contradicciones: en la primera serie y parte de la segunda, el autor habla en primera persona, lo que hacía que cada libro pareciera un testimonio histórico; sin embargo en el resto se hablará en tercera persona.
Este no es la única: los masones, antes de la sublevación de Riego, ven a este personaje como poco más que un analfabeto, mientras que el resto de los personajes, tanto en los Episodios nacionales, como en la Fontana de Oro, le ven cómo a un héroe de la libertad; el personaje de María Cristina, en los Apostólicos, es vista por los personajes como, prácticamente, un ángel, aunque furibunda. Pero en capítulos posteriores se le acusará de vender las joyas de la corona –las que quedan- para llenar su propio bolsillo.
La contradicción más notable es la figura de don Carlos, el primer pretendiente carlista, quién es definido por el narrador como arrogante, idiota y fanático; sin embargo, cuando Carlos V aparece como personaje, aparece como un rey que siempre tiene el perdón en la mano.
Las contradicción de la voz narrativa y la de Carlos V son vitales para comprender el secreto de la gran técnica narrativa de Galdós: el autor y el narrador son dos personas distintas. En los Episodios nacionales, el narrador actúa como un personaje más, un personaje que lo sabe todo, pero que sin embargo, sus opiniones no se ajustan necesariamente a la realidad. El autor actúa como un juntaletras, reúne tanto el monólogo del narrador y los diálogos de otros personajes como sus acciones.
Esto parece contradictorio, sin embargo, tiene su explicación: el autor ya tiene experiencia con que el narrador sea un testigo de la acción, es decir, que sea un narrador-personaje.
Aunque no lo parezca, la presencia del narrador-personaje no se interrumpe en la segunda serie: el narrador, de forma más sutil, sigue siendo un personaje; sólo que esta vez no narra en primera persona, sino en tercera.
Ésta vez aparecerán nuevas características: el narrador no es un personaje de su narración, aunque sí del libro.
El narrador conoce partes de su narración, los cuales físicamente no podría haber conocido; y, por último, las figuras del autor y del narrador se separan, pasando el primero a un plano casi imperceptible.
Sabemos cuando habla el autor cuando la voz narrativa es neutra, sin opiniones, casi robótica; en cambio, sabemos que el narrador habla cuando la voz narrativa tiene opinión y transmite sentimiento.
Esta técnica es la que hace la obra de Galdós una obra maestra irrepetible.
Última edición por Carolus V; 12/10/2015 a las 16:46
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores