Jorge Manrique, visto por M. Menéndez Pelayo
(... ) "Si hay en la literatura del siglo XV un nombre y una composición que hayan resistido a todo cambio de gusto y vivan en la memoria de doctos e indoctos, son sin duda el nombre de Jorge Manrique y las Coplas que compuso a la muerte de su padre. Explicar y razonar esta universal celebridad, ha de ser nuestro principal objeto, pero no podemos menos de apuntar antes los principales hechos de la brevísima vida de su autor, valiéndonos para ello de las noticias que recogió con su acostumbrada puntualidad y diligencia D. Luis de Salazar y Castro en su Historia de la Casa de Lara (lib. X, cap. XV).
Jorge Manrique, señor de Belmontejo, cuarto hijo del Conde de Paredes D. Rodrigo y de su primera mujer doña Mencía de Figueroa, nació probablemente en la villa de Paredes de Nava [Palencia], cabeza del señorío de su padre, por los años de 1440. Abrió los ojos a la vida en medio de las discordias civiles, y ni un momento dejaron de acompañarle durante su breve peregrinación por este mundo. Partidario, como todos los de su casa, del Infante D. Alonso, a quien llamaban Rey, recibió de él, entre otras mercedes, las tercias de Villafruela y otros lugares de Campos, siete lanzas de la corona y con ellas 14.000 maravedises de acostamiento, y por último la encomienda de Montizón en la orden de Santiago. Como tal Comendador “favoresció maravillosamente” (según dice el traductor castellano de la Crónica de Alonso de Palencia) la parte de D. Álvaro de Estúñiga su primo, en los bandos que traía sobre el priorato de San Juan con D. Juan de Valenzuela, a quien derrotó y puso en huida nuestro D. Jorge cerca de Ajofrín, con muerte o prisión de muchos de los suyos, recuperando para el de Estúñiga el priorato de que había querido desposeerle D. Enrique IV.
En 1474 concurría en Uclés a la elección de Maestre de Santiago que algunos caballeros de aquella milicia hicieron en favor del Conde su padre, y obtenía a su vez uno de los trecenazgos de la orden. Con tal dignidad, y mostrándose siempre acérrimo partidario de la Reina Católica, defendió en 1475 contra el Marqués de Villena el campo de Calatrava, y en 1476 sostuvo con su padre el asedio de la fortaleza de Uclés contra las fuerzas reunidas del mismo D. Juan Pacheco y del Arzobispo de Toledo don Alonso Carrillo, molestando a los contrarios con bravas escaramuzas que acabaron por hacerles levantar el campo, quedando el castillo a merced del Maestre.
Como capitán de una compañía de hombres de armas de Castilla, tuvo a su cargo en 1478, juntamente con Pedro Ruiz de Alarcón, señor de Valverde, la campaña contra el Marqués de Villena, que desde sus fortalezas de Chinchilla, Belmonte, Alarcón y Garci-Muñoz, proseguía desafiando el poder real. Aquella mezquina lucha había de ser funesta para nuestro poeta. Los encuentros con la gente del Marqués eran casi diarios; y en uno de ellos, según la narración de Pulgar, «el capitán D. Jorge Manrique se metió con tanta osadía entre los enemigos, que por no ser visto de los suyos para que fuera socorrido, le firieron de muchos golpes, y murió peleando cerca de las puertas del Castillo de Garci-Muñoz, donde acaesció aquella pelea.»
Fué llevado el cuerpo de D. Jorge a la iglesia vieja del Convento de Uclés, donde todavía en tiempo de Garibay se veían su sepultura y las de un hermano y un hijo suyo, en fila, cubiertas de piedras negras. Dice Rades de Andrada que al revestirlo de paños mortuorios le hallaron en el seno unas coplas que comenzaba a hacer «contra el mundo».
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(…) "Si por sentimiento elegíaco se entiende tan sólo el que personalmente aflige al poeta, secundario es sin duda en las coplas de Jorge Manrique; pero la misma sobriedad con que el autor hirió esta cuerda; aquella especie de pudor filosófico y señoril con que reprime sus lágrimas y anega su propio dolor en el dolor humano («sunt lachrymae rerum») , ¿no es quizá la mayor belleza de la composición? ¿No pertenece a un género superior de elegía? ¿No es lo que da eternidad a estas coplas y las convierte en un doctrinal de cristiana filosofía? ¿Qué es lo que más se admira en las Oraciones fúnebres de Bossuet, cuyo recuerdo es imposible evitar aquí: el rendimiento póstumo del cortesano más o menos deslumbrado por las grandezas de sus señores o las lecciones del obispo enfrente de las tumbas entreabiertas? (...)
(...) Las poesías menores de Jorge Manrique son muy poco numerosas, y no han sido coleccionadas nunca. Apreciables todas por la elegancia y limpieza de la versificación, no tienen nada que substancialmente las distinga de los infinitos versos eróticos que son el fondo principal de los Cancioneros, y que más que a la historia de la poesía, interesan a la historia de las costumbres y del trato cortesano. Sin la curiosidad que las presta el nombre de su autor, apenas habría quien reparase en ellas". (...)
(de "Antología de Poetas Líricos Castellanos")
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