Tema: Muerte en una noche de San Juan (cuento infantil)

Erase una vez, un mes de junio especialmente frío para España. Aun mas gélido y mas lluvioso que el de 2008.



Dicen los animales mas sabios del bosque, que ese frió llego acompañado de la presencia de un extraño. Un mono fugado del mundo humano. El simio, anduvo perdido por el bosque en busca de comida y refugió. Su peregrinaje lo condujo hasta el campo de luciérnagas. El lugar lo cautivo por su belleza y feliz, pues creyó haberse librado de la muerte.

El primate recogió un montoncito de hojas verdes y húmedas, agarró a dos luciérnagas con las manos, y empezó a dar gritos y botes mientras daba palmadas con los insectos muertos entre sus dedos.

Era tal el escándalo que montó, que despertó a un joven jilguero y a un viejo cuervo.

Avellaneda: ¿Que tipo de animal es este?¿Que esta haciendo?

Raimundo: Creo que es un pariente del hombre y creo que trata de hacer fuego.

Avellaneda: ¿Con luciérnagas? Nunca lo conseguirá. Alguien tendría que bajar y ...

Raimundo: Ni se te ocurra terminar esa frase. Si de verdad quieres ser útil para el bosque. Te mantendrás alejado de él.

Avellaneda: Pero... morirá de frío de y de hambre

Raimundo: Seguramente

El joven jilguero no entendía las palabras del sabio cuervo, pero le hizo caso. Al menos, durante las primeras noches. El mono, cada vez mas hambriento y cansado, seguía todas las noches matando a luciérnagas, frotándose y haciendo gestos como si se estuviera realmente calentando.

A veces con sus manos, a veces con un palo, otras poniéndolas bajo unas hojas y soplando,... Las luciérnagas iban muriendo una a una.

Al llegar la noche de San Juan, el joven pajarito estaba tan indignado ante la pasividad de los otros animales que decidió intervenir. Desoyó los consejos del viejo cuervo, se acerco al animal y le habló.

Avellaneda: Querido amigo. Eso que tenéis en la mano no es fuego, sino un insecto de nuestro glorioso bosque. Creadme si os digo, que es imposible hacer fuego con ellos.

El cuervo, al ver que el joven había contrariado sus palabras, se acerco rápido y veloz.

Raimundo: ¿Que hacéis necio pájaro? Guardad silencio y alejaos de él.

El mono levanto la cabeza y vio a los dos pájaros sentados en la rama próxima a su cabeza y pensó. ¿Quien es este pequeño desconocido que dice ser mi amigo?¿Como se atreve a interrumpirme? ¿No ve que estoy muy ocupado? El mono no le hizo caso y siguió con sus danzas y griteríos.

El jilguero, mas tozudo que el mono, pensó que quizás no había sabido hablar con suficiente claridad y hablando mas fuerte y mas alto dijo.

Avellaneda: Para encender un buen fuego, no hay nada mejor que dos piedras.

El mono, desconfiado por naturaleza, pensó ¿como que dos piedras frías sin luz van a dar calor a este hambriento monito? Este emplumado de seguro que piensa que yo me como los mocos.

El joven jilguero. Al ver que no le hacia caso. Descendió del árbol dispuesto a ayudar al simio. Dispuesto a rebelar el mas preciado secreto del hombre.

Avellaneda: Ademas. Esas hojas húmedas y mojadas que tenéis nunca arderán. Debéis procuraros ramas secas y amarillentas que...

El mono dejo de danzar y lanzo una mirada llena de odio y menosprecio hacia el pajarito. Este no entendía nada. ¿Que había hecho él para ofenderle tanto?

Raimundo: ¿Que hacéis insensato? Rápido. Subid conmigo al árbol.

Pero era demasiado tarde y el incauto jovenzuelo no vio el peligro que se le acercaba. El mono lo tenia acorralado y, sin mostrar ningún tipo de aprecio, alargo sus manos hacia el gaznate del pajarito.

Raimundo: Que esta noche de San Juan sirva de ejemplo a todos los polluelos de España. No pretendas enderezar los que jamás se pondrán derecho, pues la piedra dura e irrompible no se prueba con el filo de las espadas, y el gajo que no se dobla no sirve para arcos. Os aconsejo que no perdáis el tiempo con necios monos.


(Adaptación de un texto en catalán del autorRamón Llull)

Cierto. Lo que no quita que el texto fuese en catalán. Perdonad el detalle, pero con las prisas y, en ausencia del libro original, he tenido que improvisar
un poco.