Respuesta: Triana
JESÚS DE LA ROSA, 25 AÑOS SIN ÉL.
Artículo enviado por Capayespada.
De la Plaza de la Encarnación, en Sevilla, sale corta y angosta la calle Regina que a los pocos metros cambia su nombre, y aunque también estrecha en su origen, porque es como el nacimiento de un río que surge apenas con un hilillo de caudal y escaso de corriente hasta adquirir su cauce urbano la dimensión precisa, caminamos ya, sin darnos cuenta, por otra que ostenta nombre de algarabía y diversión porque encierra sin duda música de pasodoble, de soleá o de seguiriya… pero también de rock, “Rock de la calle Feria”; vía ésta, Feria, de mucha solera y arteria principal del barrio de la Macarena, en pleno distrito centro de la capital hispalense; calle también de alcurnia torera porque en ella vino a nacer Juan Belmonte, ahí es “ná”, matador sin par de otra época aún reciente que llega intacta y añorada en su arte a nuestros días. Y es en sí la calle Feria un sin fin de comercios, de ajetreo ciudadano paralelo a la Alameda que se allega desde Regina a Resolana, ya sólo a unas pocas bocacalles de la pequeña y bonita Basílica de la Macarena, junto al arco y la muralla, donde con aires de rezo poder cantarle dos coplas en voz baja a la Virgen guapa de Sevilla, como hago yo cada vez que la visito, -que hasta me da audiencia exclusiva cuando parece que me mira-, aunque un poco, tal vez, destartaladas me salgan por la emoción irrefrenable que se me pega, que se me anuda a la garganta.
Hoy vengo hasta el teclado de mi ordenador para hablar de un músico, hombre también de teclados aunque musicales los suyos, -con más arte sin duda que los míos que sólo juntan palabras en una pantalla encendida para contar las ocurrencias de esta cabeza que a veces presiento ausente, y otras con sus historias me aturde-, chiquillo aquel aún de pantalón corto cuando hace ya cincuenta años largos, medio siglo colmado, jugaba correteando con sus amigos del barrio por estas aceras, entre estas esquinas de la calle Feria de Sevilla, que acaba, desde su origen en Regina, en Resolana, cerquita ya de mi Macarena preciosa que llora por alegrías… Aún no había surgido de su arte la canción con la que honrar quiso su origen sevillano y macareno: “Rock de la calle Feria”, que a poco que nos afanemos en concentrar nuestra atención de paseantes, habremos de escuchar tenue, como mis coplas ante el altar de la Virgen, a lo largo y ancho de aquella vía pública, entre asfalto y aceras, edificios y semáforos, vehículos y pasos de cebra casi desdibujados por el transitar del tráfico constante…, aunque de un ensueño acaso sólo se trate: “La vida en la calle Feria la llevo muy dentro desde que nací, con gran emoción. Quiero cantarle y quiero mostrarme tal como soy, con sincero amor. A toda la gente que como yo, se alegra de donde nació, de donde creció y vivió. Por eso le canto a la calle Feria desde muy dentro de mí…”
Y es que Jesús de la Rosa Luque nace un cinco de marzo de 1948, en el número 183 de la calle Feria, en una casa humilde de patio grande, como en Sevilla suelen darse, que hoy ya no existe, como en Sevilla, también, para mi pena y la de muchos otros, suele ocurrir casi siempre, para ser el más chico de los ocho hijos de Emilio de la Rosa Méndez, su padre, y Concepción Luque Oliva, su madre; siete hermanos varones y una sola hembra de un matrimonio trabajador en aquella difícil Sevilla de la posguerra. Poco estudio y mucho juego con los amigos del barrio marcan sus primeros años de niñez y estrenada adolescencia hasta que comienza a trabajar a la temprana edad de 13 años. De no haber sido músico tiempo después, ¿qué oscuro futuro le habría deparado el destino?
Pero su verdadera afición, su auténtica pasión habrá de ser la música, asunto éste muy distante de aquellos primeros oficios que llegó a desempeñar como el de aprendiz de platero o el de mecánico ajustador. Sus primeros escarceos en el terreno musical habrán de producirse con el grupo Nuevos Tiempos, con el que comenzará a tocar allá por 1967, grabando en disco por vez primera en su vida, en Barcelona, -que parecía ser el colmo de la modernidad del momento frente a un Madrid más formalista y comedido que habría de invertir las tornas a partir de la movida de los ochenta-, las canciones “Cansado me encontré”, “When I try to find right” o “Sitting in my old way of home”…, casi todo en inglés… o parecido, como en aquel momento se llevaba por la influencia de la música anglosajona que se colaba en el sur peninsular por la base naval estadounidense de Rota, -el tío Sam en pleno Cádiz, ¡que hay que ver!-, que aparte del vinilo original, ya quedan para la historia en un recopilatorio de PDI titulado “El nacimiento del rock en Andalucía”, junto a otras grabaciones de Smash, Green Piano y Gualberto. Eran los comienzos de aquella onda andaluza juvenil y rompedora, sevillana casi toda, el origen de la fusión en los ritmos de la tierra, en la música moderna del momento; el nacimiento del rock con raíces…
Luego la “mili”, ¡vaya por Dios!, el servir a la patria con uniforme militar como alta misión ciudadana, a la gloriosa cruzada, -decía aquel régimen anterior-, aunque ya un tanto disminuida, posiblemente desvirtuada en sus más rigurosos principios fundamentales del Movimiento que parió, pero que aún coleaba peligrosamente, o los quince o dieciocho meses de perder el tiempo para nada, en 1969, como soldado gastador, por su muy considerable estatura para la época, -que apenas el español medio superaba el metro setenta centímetros-, en su ciudad natal. Tras licenciarse, -¡oh, liberación bendita!-, pasaría una temporada tocando con una orquesta de Granada, ejerciendo como músico de acompañamiento de otros cantantes en Madrid, siendo componente de los Cray´s o embarcado en ciertos cruceros en los que se ganaba la vida con su voz y sus teclados junto a los otros miembros de la oportuna orquesta de turno. Pasaría incluso Jesús un breve tiempo, o mejor brevísimo, como cantante en Los Bravos, pero de unos Bravos venidos a menos en los que sólo quedaba de la formación original del “Black is Black” Tony el guitarra, el de las gafas de culo de botella, y algún recuerdo que otro, pocos ciertamente, de los tiempos pasados de gloria, algún rescoldo escondido y ya casi frío del fuego artístico que llegó a extender por Europa aquel conjunto musical. No fueron tiempos sencillos aquellos sino de dar tumbos, palos de ciego, de un lado a otro sin encontrar la estabilidad suficiente, y cargaditos de estrechez y de penuria. Pero lo cierto es que en Sevilla no le esperaba a Jesús nada mejor de haber regresado allí, -salvo una ciudad muy hermosa y evocadora-, sólo también estrechez y penuria, el pan de los tiempos…, una vida gris.
Él aún no lo sabe, ni siquiera lo imagina en su magnitud global, pero ya está muy próxima la oportunidad del triunfo, a la vuelta de la esquina como quien dice, la suerte del ganador, el momento de demostrar el genio y el talento que bulle inquieto por dentro a la espera de poder exteriorizarse en el momento preciso. Corre el año 1973 y el paso fugaz de Jesús de la Rosapor el grupo Tabaca, con el que colabora en una sola canción de un solo single, “Soy así”, y en el que conoce a Eduardo Rodríguez Rodway, será el preludio de TRIANA, el antecedente inmediato a la fantasía hecha realidadinmedible, inconmensurable.
Y empieza a construirse el sueño. Estaba escrito y era irremediable. El destino es el que es y no tuerce ni enmienda su camino ante dificultad alguna. En el mismo origen de la leyenda posterior se incorpora al nuevo grupo naciente, TRIANA, Juan José Palacios “Tele”, -conocido con aquel apodo porque había trabajado años atrás en una oficina de correos-, extraordinario batería, al igual que el compositor y guitarrista Manuel Molina Jiménez, el que fuera pareja de Lole, Dolores Montoya Rodríguez, y acabara al poco tiempo triunfando rotundamente junto a ella con aquel disco maravilloso y extraordinario de bulerías llamado “Nuevo día”, pieza discográfica fundamental del que vino a llamarse nuevo flamenco.
Pero Manuel Molina no acaba de encajar en el engranaje del ideario de la nueva formación musical, algo por otra parte muy normal dado que él tiene una visión del trabajo mucho más apegada a las raíces flamencas, andaluzas, que el resto de los TRIANA, incluyendo, evidentemente, al que ya se perfila claramente como líder de la formación, Jesús de la Rosa.
Éste desencuentro musical va a provocar el abandono acelerado del proyecto, en un tiempo récord, de Manuel Molina Jiménez, que comenzará, por otro lado, su muy exitosa carrera junto a Dolores Montoya. Del breve paso de Manuel por TRIANA, cuando aún el grupo no es nada, sólo permanecerá parte de una canción emblemática de la música andaluza, sólo parte de “Todo es de color”, que será éxito rotundo en el disco “Nuevo día” de Lole y Manuel, mientras que en la versión de TRIANA, significativamente diferente, y que se edita firmada por Manuel Molina y Juan José Palacios, pasará prácticamente inadvertida en el interior del primer Long Play conocido como “El patio”, que será, aunque con cierta lentitud en su aceptación inicial, el comienzo de la leyenda del trío andaluz. Hasta la inclusión en “El patio” de “Todo es de color” tendrá su aquel, dado que en principio parece ser que Jesús de la Rosa se negó no tanto a grabarla con TRIANA, como a cantarla él mismo como vocalista de grupo, por no ser composición suya, y a lo que accedió finalmente, con desgana, dada la insistencia de “Tele”.
Ya por aquel entonces Jesús tiene compuestas muchas canciones que luego, con el tiempo, se irán incluyendo en los sucesivos vinilos de larga duración de la banda, y ya por aquel entonces, también, grabará en un magnetofón elemental y en casa de Eduardo R. Rodway, las primerísimas canciones del grupo, canciones éstas que, curiosamente, sólo verán la luz en un álbum póstumo llamado “Tengo que marchar”, de 1986, que incluye la canción “Rock de la calle Feria”, junto a otro material igualmente inédito y que tantos problemas legales daría por la inclusión del tema que da título al Long Play, grabado anteriormente, en una mejor versión de estudio para Fonomusic, con el título de “Cae fina la lluvia”, en el cuarto disco de larga duración del trío, “Un encuentro”, en el momento de mayor éxito de ventas y de reconocimiento por parte de crítica y público. Eduardo Rodríguez Rodway comentará años después, absolutamente decepcionado, que se acusó desde una legalidad, cuando menos más que curiosa, a TRIANA, de plagiarse a sí mismo. Cosas de las discográficas, los derechos de edición, los intereses económicos y todas esas zarandajas y artimañas que esgrimen los poderosos desde sus despachos de ejecutivo, y que tan lejos quedan de la comprensión y el conocimiento de los artistas. Arte y comercio, en la música, nunca han acabado de casar suficientemente; sólo se soportan mutuamente con resignación porque comprenden,a fin de cuentas, su mutua dependencia.
En 1974, con la ayuda de Eduardo Bautista, el hoy máximo responsable de los destinos y la controvertida política de la SGAE, y parece ser, también, que por medio de la autofinanciación, verá la luz el primer microsurco del trío andaluz, un single que recoge dos temas principales que posteriormente se incluirán en “El patio”: “Recuerdos de una noche/Bulerías 5x8” y “Luminosa mañana”, ambos firmados, como casi el resto de la obra total de TRIANA, por Jesús de la Rosa, ya líder indiscutible tras la marcha de Manuel Molina.
Va a ser Movieplay, en su subsello Gong, quién acabará grabando y editando la obra de TRIANA. Se le escapa a CBS, principal discográfica que promueve la música de fusión andaluza en aquellos años, por falta de visión artística, la posibilidad de incluir en su catálogo a la formación sevillana de Jesús, Eduardo y Juan José. Siempre se arrepentirá de aquel descomunal error.
En 1975, por fin, ve la luz el primer elepé del trío, “El patio”, hermoso álbum de himnos que avisa muy seriamente de la personalidad musical de la nueva formación sevillana, y de las formas que el rock va a adoptar al fundirse con las tonadas del sur… y apenas pasa nada. Es con su segundo vinilo largo, “Hijos del agobio”, de 1977, casi dos años después de la aparición de su anterior LP, con el que el grupo empieza a adquirir fama y prestigio, circunstancia ésta que promueve de nuevo las ventas de “El patio”, dándolas un empujón extraordinario que el simple boca a boca, pues casi no hay promoción aún para el incipiente invento, no había conseguido suficientemente.
Con el tercer álbum de TRIANA, “Sombra y Luz”, de 1979, llega la consagración definitiva del trío de Sevilla. Éste es tiempo,por fin,de discos de oro y de platino. Han concluido ya sobradamente los primeros momentos de la incertidumbre, de la sola aceptación por parte de ciertas minorías progres de la juventud rockera de aquella época político-social de la Transición, de la UCD en el poder para darle la vuelta a la situación española, y de Adolfo Suárez González en el Palacio de la Moncloa para legalizar al Partido Comunista de Santiago Carrillo y alcanzar el nuevo orden de los Pactos de la Moncloa y la Constitución de 1978. TRIANA ya es un producto, -en aquella España diferente de incipiente democracia y esperanzada ante un nuevo y mejor futuro-, con garantía de calidad y que tan espléndidamente se comercializa y se vende, que la misma discográfica anda como sumergida en un mar de sorpresa desbordada. Ahora los conciertos de la banda crecen geométricamente, y su prestigio se multiplica hasta trascender fronteras. Pasó a la historia la penuria; la riqueza y el bienestar llaman a la puerta. TRIANA es la altísima y prodigiosa bandera que enarbola el nuevo rock con raíces, la nueva música de fusión andaluza. El poderío de la música actual del momento ya no se residencia ni en Madrid ni en Barcelona. Ahora la fuerza cambiante y emergente viene del Sur. La calidad y el prestigio llegan de Andalucía, de Sevilla, a pesar de que aquel grupo revolucionario se instala en Madrid, o para ser más exacto, en Villaviciosa de Odón, pueblo residencial cercano a la capital, donde adquieren sus respectivos hogares, y en Madrid montan su cuartel general y diseñan su estrategia de vida y de arte.
El pico más alto del éxito de TRIANA, que llega en 1980,se llama “Un encuentro”, y desde su portada negra, elegante, que deja observar la silueta de la cabeza de un gato, los ojos verdes, almendrados y sugerentes del felino nos miran fija y misteriosamente, como avisándonos de la singularidad de la obra que contemplamos entre nuestras manos, frente a nosotros. La magia del envoltorio del disco sólo es un pequeño anticipo de la magia interior que ésa producción encierra. La canción “Un encuentro”, incluida en este cuarto trabajo de TRIANA, llegará a ser, -incluso es en el momento presente, en el nuevo siglo XXI que casi recién estrenamos-, el tema más conocido y versionado de la historia del trío, aunque yo personalmente prefiera otras canciones del LP como “Un nido en mi ventana” o “Aroma fresco”, por citar alguno que otro título de los recogidos en el microsurco.
Tras “Un encuentro”, ya no serán iguales los posteriores discos de TRIANA. Cualquier fórmula musical de grupo, por buena que sea, pienso que tiene su fecha de caducidad, a veces antes… a veces después. Y la tiene en todos los aspectos posibles o, por no ser tan riguroso en la afirmación, en casi todos, tanto en la faceta artística, de belleza y de acierto en la composición, como en la faceta personal, humana, de relación entre los integrantes de las formaciones musicales sean éstas cuales fueren. El trío sevillano del que aquí hablamos había alcanzado ya su cénit creador. Conseguir dar un paso más allá era tal vez una quimera, un sueño imposible, y más cuando ya la banda lo tenía casi todo: éxito, fama, dinero, prestigio…, vamos, una vida, privada y artística, perfectamente acomodada. En una situación así, tengo la fundada sospecha, que es más difícil aún la superación. Tal vez es ése el primer momento en el que Jesús de la Rosa piensa realmente, -ahora me dejo llevar por mi sola y personal intuición-, en su futura independencia artística. TRIANA seha convertido con el paso de los años en una máquina comercial creadora de éxitos y riqueza que ha podido comenzar a desbocarse, o peor aún, a consumirse en su propia leyenda, en el mismo fuego que provoca. El inmenso poderío del grupo y la necesidad continua, obligación imperiosa, de tener que construir necesariamente nuevos y mayores aciertos, comienza a crear un estrés suficientemente importante en los tres músicos andaluces. Siempre en el punto de mira. Siempre en la obligación de demostrar que siguen siendo los números uno indiscutibles, desequilibra y aturde al más pintado. Hasta la relación personal se resiente. Y esa crítica constante, machacona, de que la formación musical es muy superior en sus discos que en sus directos, acaba produciendo un desgaste cada vez más considerable… Creo haber leído en algún sitio cierta declaración de Eduardo R. Rodway a este respecto, en la que viene a reconocer el grado de tensión al que el grupo está sometido a cada instante.
TRIANA aún grabará dos discos más en su carrera; todavía le quedará fuelle para prolongar su gloria sin demasiado deterioro en el empeño: el homónimo “Triana”, de 1981, y el más bien atormentado en músicas y letras, “Llegó el día”, de 1983. Aún seguirán llegando las giras y los conciertos… Pero ya no son los años de “Sombra y Luz” y “Un encuentro”…, ni mucho menos. En esos momentos, tras “Llegó el día”, sí piensa ya decididamente Jesús de la Rosa emprender su vuelo en solitario aunque apenas con nadie lo comente. Sobre ello se conocen algunos testimonios de gente próxima, de José Valera, de Manglis…, aunque él, Jesús, siguiera teniendo un enorme cariño por TRIANA que nunca perdió.
¿Cómo hubiera sido el fin de TRIANA si el destino no se hubiera adelantado? ¿Cómo hubiese pintado el futuro de Jesús como cantante solista? ¿Cómo habría funcionado aquella nueva aventura del músico que treinta y cinco años atrás, había venido a nacer, de familia humilde, en la sevillana calle Feria? Estas son preguntas que ya se quedarán para siempre en el aire, en el de su Andalucía y sobre todo de su Sevilla natal, en el del Madrid que lo acoge en su seno y le facilita el éxito; en el de España entera que convencida y decididamente acepta su música, su fórmula de fusión, su voz y sus maneras de entender el rock sureño, con raíces en la copla y el flamenco, y rendida en su mayoría a su duende lo pone en el pedestal que le corresponde. Yo, dando un paso al frente, me aventuro, aunque sin arriesgar apenas nada, a creer que a su carrera en solitario también le hubiera acompañado el éxito. Jesús aún era muy joven y tras un descanso merecido, de su talento musical todavía hubiésemos podido disfrutar por mucho tiempo… Pero lo cierto es que esto ya se queda en una simple opinión, que aunque compartida por muchos, no deja de ser solamente eso, una opinión.
Mirad…
Aquel día de infausto recuerdo transcurría extraño en su devenir. El aire estaba como abotargado de extraños presagios. La carretera era un camino de grises ocultos y las sombras de la noche, aún por llegar, parecían presentes desde las horas más tempranas de la tarde. TRIANA regresaba, en diferentes vehículos, de dar un concierto benéfico, tras las inundaciones sufridas en el País Vasco, junto a otros prestigiosos músicos españoles, en el velódromo de Anoeta, en San Sebastián.
Terminada la actuación los músicos volvían hacia Madrid, a sus casas respectivas de Villaviciosa de Odón. Aquella era la última gala de la gira del grupo por ese año. Todo había ido bien, a pedir de boca. Su música del sur había vuelto a prender la chispa del éxito en aquel norte diferente. De nuevo la magia de TRIANA había repartido a diestro y siniestro sus fragancias y elixires irresistibles. Pero ahora, al final de la parafernalia rockera, terminada ya la faena, la música y las canciones se habían quedado encerradas en Anoeta como soñando sonar por los días de los días en un futuro vacío y colmado de nostalgias, de recuerdos de pasados tiempos… Ahora en la carretera sólo había silencio y un agudo silbar del viento que se dejaba oír por la rendija de la ventanilla entreabierta. Ni un solo acorde susurraba el rumor de las coplas eléctricas anteriores; ni la sensibilidad de un verso se allegaba… Sólo silencio. Sólo un vacío delator de la inmediata tragedia que iba a producirse colmaba el ambiente…
Parece ser que fue a eso de las seis de tarde del fatídico día 13 de octubre de 1983. La Guardia Civil de la Comandancia de Burgos aún guardaba hasta no hace mucho tiempo el atestado del accidente, tal vez todavía lo conserva.
El Citroen BX del líder de TRIANA chocaba de frente, pocos kilómetros antes de llegar a Burgos, con una furgoneta de Santander con la que en mala hora fue a cruzarse en su camino.
Jesús de la Rosa Luque fue trasladado al Hospital General Yagüe de la Seguridad Social, en la capital burgalesa, en el que quedó ingresado. Al poco tiempo es enviado a la Unidad de Vigilancia Intensiva con pronóstico muy grave pese a haber entrado en la clínica por su propio pie. Se le interviene quirúrgicamente a las seis horas, aproximadamente, de su ingreso, y surgen complicaciones. La tráquea del músico había quedado muy dañada en el accidente a causa del cinturón de seguridad de su vehículo, y en el momento de la intervención, lamentablemente, termina de romperse sin remedio. Jesús deja de vivir en un quirófano de aquel hospital la madrugada del 14 de octubre de 1983, viernes. Fecha triste e inolvidable ya para la historia de la música en España.
Y desde entonces por Sevilla …
…Al aire hay voces que apuntan que Jesús ya no nos canta. Hay corrillos que comentan que ya no existe TRIANA. Va por el Guadalquivir la pena, una penita que baja, que baja muda, ‘callá’, hasta perderse en Sanlúcar, sin cobijo... sin garganta… Garganta de plata y oro la suya que nos cantara sones de su Andalucía con candencias de oro y plata… Pero yo no estoy de acuerdo, que Jesús sí que nos canta…¿Es que no escucháis su voz “pegaíta” a la Giralda? y también por la calle Feria… Junto a la Macarena guapa y junto a la ‘plazatoros’ de la Real Maestranza… Hoy TRIANA no se acaba. Aún hoy TRIANA es TRIANA si las estrellas del cielo y la luna no me engañan… Aún hoy la voz de Jesús nos canta desde la distancia…
La música de TRIANA permanece. Pasan los años y ahí sigue, como el primer día a los acordes de “El Patio”, reedición tras reedición discográfica hasta los de “Llegó el día”. Actual y presente. Pasado y futuro de una música de Andalucía. Está en el corazón de muchos. En el gusto de casi todos… Pareciera a todas luces que TRIANA es inmortal…
Te agradecemos, Jesús de la Rosa Luque, el regalo de tus canciones. Siempre las escuchamos, siempre las escucharemos. Son ya veinticinco años sin ti, pero aún te echamos de menos aunque tu música, nos reconforte en las distancias…
Amigo Ordoñez,
Esto merecia haberlo escrito tu, es para ti.
Un abrazo y quede usted con Dios
"QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"
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