SOBRE LOS TÓPICOS DEL FLAMENCO (II)
Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor
Resumiendo: En la Baja Andalucía se está dando un hervor cultural interesantísimo y por varias gentes y zonas. Y el fandango es probablemente el elemento musical que más y mejor explique esto, porque no en vano, en el Diccionario de Autoridades de 1735 lo define como un baile muy alegre traído por los que han estado en las Indias. No es que el fandango se inventara en América, sino que se reinventó, mejor dicho. Entre finales del XV y principios del XVI, esta música salió y volvió entre el XVII y el XVIII transformada en otra cosa, y extendiéndose a través de Canarias y los puertos andaluces por toda España; entrando a posteriori en el flamenco con un estilo evolutivo propio.
Para entendernos en un lenguaje actual: El fandango ejerció como una suerte de rock del barroco. Fue el máximo molde musical hispano.
No obstante, aclaramos: No es que los africanos inventaran esta música. En todo caso, los negros de los puertos andaluces le dieron toques especiales a algo que ya existía. Esos toques especiales se fusionaron en arrabales donde asimismo, también había gitanos, moriscos y “castellanos de malvivir”; reiteramos. Y de todos estos “grupos étnicos” se nutre el gitano español, y muy especialmente el andaluz.
PORMENORIZANDO: ¿TIENEN ALGO QUE VER LOS GITANOS CON LOS MOROS?
Hace poco nos topábamos con un enlace interesante:
Los gitanos salieron del norte de India hace 1.500 años en ...
Veamos:
"El análisis de su genoma sugiere que llegaron a Europa en la alta Edad Media por los Balcanes. Presentan un alto grado de endogamia pero los romaníes españoles están entre los que más se mezclaron".
Y así es. El mito "purista gitano" (una forma poco solapada de racismo) que algunos todavía pretenden inyectar en el flamenco. Como dicen los Hurtado Torres (y como recogen multitud de disposiciones en el siglo XVII) en su imprescindible libro La llave de la música flamenca , el censo de gitanos parece aumentar en demasía coincidiendo con la fecha de la expulsión de los moriscos (de 1609 a 1613); apareciendo "nuevos gitanos" en oficios donde hasta la fecha no se les ubicaba: Campesinos, cocineros/reposteros, zapateros, artesanos... Asimismo, los negros de Sevilla y Cádiz fueron “desapareciendo” a lo largo del siglo XVIII; arrabales donde también iban muchos llamados "castellanos de malvivir".
Por otra parte, vamos a aclarar qué son los moriscos:
Identificar a los moriscos (ibéricos) con los actuales magrebíes es un error de bulto propio de la tendenciosidad romántico-politiquera. Los mismos magrebíes les llamaron "andalusíes", e incluso hay algún cronista tunecino que los cataloga como "blancos y rubios". Claro que habría alguno de pelo oscuro, digo yo, pero para entendernos... Además, su comportamiento distaba mucho de ser "musulmán ortodoxo": Los niños orinaban en las mezquitas; e incluso antes, los conquistadores de Mali (que se apellidaban "Quti", esto es, "godo"), entraban a caballo en las mezquitas, provocando la indignación de los "buenos musulmanes". (11)
En resumidas cuentas: La “clase alta morisca”, la más relacionada sanguínea y culturalmente con elementos africanos y orientales, fue la primera en huir cuando las cosas se pusieron feas para el islam en España. Lo que quedó, mayormente, aun con pretensiones algunos de descender de beduinos (al igual que algunos otros se creen descendientes directos de patricios romanos o reyes godos), fue una masa culturalmente sincrética y mayormente hispana con significativo mestizaje con bereberes. Era gente que no se adaptaba a la vida en el Magreb y siempre pensaba en volver, y que incluso se esparció también por Francia y Alemania. Y los muchos que se quedaron en África mantuvieron una endogamia que, asombrosamente, hasta hoy en día dura.
Por tanto, los moriscos que pudieran pulular por Triana, la Campiña, Jerez de la Frontera o Cádiz, amén de los que pudieran quedar por Granada y alrededores, salvo alguna palabra o alguna indumentaria, no distarían mucho de un español común, al igual que de muchos blancos mediterráneos. Aprovechando que a los gitanos no se les achacaba el peligro de islamismo ni de connivencia con piratas berberiscos o turcos, fueron insertándose entre ellos, al igual que los negros de Triana y Cádiz, o al igual que muchos castellanos pobres. De esta mezcla progresiva durante siglos se forja el gitano, y especialmente el gitano andaluz, tal y como lo entendemos hoy. Y es que el gitano, al igual que el judío, por mor de su “nomadismo”, es uno de los pueblos más mestizos de la tierra. Ambos pueblos han adoptado en su devenir costumbres de muy diversos puntos del mundo. Los sefarditas también se nutrieron del acervo musical hispánico.
No obstante, siempre nos quedarán las lagrimitas progre-selectivas por sefarditas y moriscos; pero esos mismos llorones no sentirán pena por los cristianos mozárabes que padecieron el yugo mahometano… ¡Cosas de la memoria histórica del neoturnismo!
LA GESTACIÓN DEL FLAMENCO
Así las cosas, ya desbrozada la cortedad de miras de los tópicos, vamos a analizar cómo se gesta el flamenco, un tema donde también ya confusión a tutiplén. Siendo exhaustivos, no es hasta finales del siglo XIX cuando aparece la palabra “flamenco” para definir a esta música, que más que música en sí, es un amplio repertorio, una especie de “remasterización”. Y aparece relacionado con Silverio Franconetti, a la sazón, natural de Morón de la Frontera, hijo de padre italiano, y residente durante varios años en el Uruguay. Gracias a él, y a la difusión que le dio a este gran repertorio musical por los cafés cantantes, es que se extendió y confirmó el cante flamenco; en una época donde arribaron a Sevilla muchos montañeses, leoneses y gallegos. La figura del tabernero montañés o de los cargadores del puerto gallegos estuvo muy presente hasta bien entrado el siglo XX.
El porqué del nombre “flamenco” sigue siendo un misterio. Hay una hipótesis arabista, que vendría a ser de “fellah mengu”, esto es, “lamento del campesino”. Otra sería “flamenco” como sinónimo de “farruco”, “arriscado”, “bravo”, “chulo”, “pícaro”; que así sería asimismo cómo se conocería a los gitanos; aunque la verdad es que como “farrucos” se conocía en Andalucía a los gallegos. Otra sería relativa a los flamencos que arribaron a la Sierra Morena en el siglo XVIII, en la época de Carlos III y su ministro Pablo de Olavide, en aquel plan repoblador de la comarca de Écija, Córdoba y Jaén que no salió bien. Muchos flamencos se habrían juntado con gitanos o castellanos pobres y su presencia habría dado lugar al término. E incluso hay quien alude también a los antiguos soldados de Flandes, que en el siglo XVII habrían pululado por tabernas y antros de malvivir a espera de una soldada, estilo “Alatriste” (el personaje literario de Arturo Pérez-Reverte).
Con todo, desde aquí, no podemos sino exponer estas hipótesis. No hallamos solución taxativa ni satisfactoria.
Otrosí, ¿es el flamenco una música ancestral? La respuesta es clara: No. Por supuesto, el flamenco bebe de músicas anteriores. Pero no es una música que venga de Tartessos ni nada de eso. En el siglo XVIII encontramos su antecedente inmediato: El Cante o Género Andaluz, esparcido a través del mundo del teatro. Y en este Cante o Género Andaluz sí que se usaron guitarras, bandurrias, bandolas, orquestas… Como corresponde a esta música tan llena de matices, sutilezas y hasta refinamientos. A tal punto que es capaz de musicalizar hasta “simples pregones”, como ocurre con los caracoles:
Fenómeno similar se da en el Perú:
Y bueno, del Cante o el Género Andaluz también nacerá la copla, género musical que, mal que le pese a tirios y troyanos, es familia directa del flamenco; y entrambos mundos reciben constantes intercambios; a tal punto que, por ejemplo, no sabríamos exactamente dónde insertar las habaneras andaluzas, si en la copla o en el flamenco:
A su vez, la copla se nutrirá de una importante influencia francesa.
La reacción exagerada contra la Ilustración, movimiento intelectual que veía en muchos elementos populares, ya musicales, ya cofrades/religiosos, un símbolo de atraso, provocó con el tiempo un romanticismo que supuso, en muchos casos, una especie de “neobarroquismo” abarcador.
¿Se gestó el flamenco en una cueva o en una fragua? Otra negativa contundente tenemos por respuesta. El flamenco se fragua tras un proceso cultural y hasta antropológico muy complejo. Como decimos: Estamos ante un repertorio lleno de variedad. Y eso no se gesta en un rincón apartado del mundo.
Ahora bien: ¿Hay cantes, por así decirlos, más “reservados” (algunos llaman “más jondos”), que a lo mejor los gitanos tomaron de los moriscos? (desechamos que esa música en todo caso se conservase sin alteraciones desde la diáspora de la India…) Puede ser. Aunque entramos en el terreno de la conjetura, da que pensar en el “misterio” que desprenden cantes como la debla o la toná. O que las bodas gitanas duren tres días, y que se lancen peladillas a la novia; exactamente igual que siguen haciendo los descendientes de los moriscos ibéricos en el norte de África.
Pero vamos más allá: En el supuesto de existir ese fondo musical esotérico/exclusivo repartido clandestinamente por fraguas y cuevas, eso no sería flamenco propiamente dicho. Como no lo es el Cante o Género Andaluz. En todo caso, formaría parte del acervo preflamenco; y es en ese mundo preflamenco donde ya comienza a darse esta peculiar mezcla, habida cuenta de la fusión entre ritmos orientales (muy anteriores a la llegada de los gitanos, reiteramos); con la consiguiente rebumba de ritmos europeos mejor condensados con el barroco ya en el XVII; en constante contacto con lo que luego entenderemos como "folclore andaluz" (a su vez, otra fusión de diversos ritmos, aun teniendo más presente la repoblación de la Reconquista), y con un contacto también constante con las músicas que llegaban de América.
Centrándonos en el acervo hispanoamericano, hay quienes han clasificado determinados cantes flamencos como de “ida y vuelta”: Esto es, la rumba y la guajira (procedente de Cuba), la vidalita y la milonga (procedentes de Argentina); o las colombianas, inventadas por el gran cantaor Pepe Marchena. Empero, ¿es que se puede entender el flamenco sin la base musical del fandango antiguo, de la cual bebe la guitarra todo el tiempo, hasta en el caso de la soleá? Y también la petenera, en verdad creación mexicano-andaluza extendida por el siglo XVIII; y no en vano Petén es una ciudad de la actual Guatemala. En cambio, antaño a la petenera se le buscó un origen sefardí, o una mítica cantaora… Y ni sabíamos que en las peteneras flamencas, entre finales del XIX y principios del XX, también se habían utilizado castañuelas.
Petenera mexicana (antigua)
Petenera flamenca:
(CONTINUARÁ)
NOTAS:
MUNDIVM: SOBRE LOS TÓPICOS DEL FLAMENCO (II)
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