Historia del pasodoble
El ritmo más genuino y representativo de la música Española es el pasodoble.
Puede ser considerado, en esencia el estandarte sonoro que la distingue en todas partes del mundo. Se trata de un ritmo alegre, pleno de brío, castizo, flamenco unas veces, pero siempre reflejo del garbo y más genuino sabor español. Vale la pena, aunque solo sea por curiosidad, profundizar algo en la historia del pasodoble español, no solo para subrayar lo mucho y lo bueno que se ha escrito en torno a esta pieza musical, sino para que no se olvide el lugar que éste tiene reservado en la música Española.
Origen
Parece ser que el pasodoble procede de la tonadilla escénica, que era una composición que en la primera mitad del siglo XVIII servía como conclusión de los entremeses y los bailes escénicos y que luego desde mediados del mismo siglo era utilizada como intermedio musical entre los actos de las comedias.
Concretamente y estableciendo cinco etapas (entre 1750 y 1850) en el desarrollo de la tonadilla, en la tercera, entre 1770 y 1790 cuando la tonadilla hubiera llegado a su madurez y apogeo, sería el momento en el que nacería la tonadilla unipersonal, precursora de las variedades que irían apareciendo en los siglos posteriores, entre las cuales encontraríamos diferentes pasodobles que hoy conocemos.
El musicólogo José Subirá, además de afirmar lo anterior, nos da a conocer que, entre las más de dos mil tonadillas manuscritas que se encuentran en las bibliotecas, en algunas de ellas se describen corridas de toros, ya sea en la parte central o en las seguidillas finales.
Esto ocurre, por ejemplo en las tonadillas de Pablo Esteve, tituladas: "El torero, la maja y el petrimetre (1780)", o en "La Hortelana".
También hay que decir que al menos una quinta parte de ellas, en lo musical, son anónimas, ya que los autores se escudaban en el anonimato al ser la tonadilla considerada un producto menor que además estaba destinado al canto.
La cuarta parte restante sería obra de los principales autores conocidos como los madrileños José Palomino, Antonio Guerrero, los Catalanes Luis Misón y el propio Pablo Esteve, o los navarros Pedro Aranaz o Blas de Laserna. Estas tonadillas conjuntaban letras llanas, sencillas, populares con músicas pegadizas, fáciles de tararear y muchas veces nétamente folclóricas, en coplas de seguidillas, fandangos, etc. Cuando la tonadilla era de tema taurino, participaban clarines y atabales (hoy denominados timbales), los mismos que habían venido actuando en las vistosas fiestas de toros celebrados en las plazas mayores de algunas de las más importantes ciudades españolas durante los siglos anteriores.
Son ejemplo de alguno de ellos las fiestas de toros que tuvieron lugar en la villa de Vera (La Rioja) en 1135 para realce y brillantez de la coronación de Alfonso VII, o aquellas celebradas en la plaza mayor de Medina del Campo (Valladolid) 1418 para festejar la boda del monarca Juan II con doña María de Aragón, o en Mayo de 1527 cuando el emperador Carlos V para celebrar el nacimiento de su hijo Felipe II mató un toro de una certera lanzada, o un poco más tarde, en el siglo XVIII, en la plaza mayor de Madrid, con motivo de la exaltación al trono del Rey Carlos IV y de la jura de su hijo el Príncipe de Asturias, los días 22, 24 y 28 de Septiembre de 1789.
Por todo esto, en aquella época la música taurina no eran pasacalles o pasodobles, que según Mariano Sanz de Pedre procederían de alguna de las danzas que se introdujeron en España en el siglo XVII y que posiblemente entre las de carácter más alegre se llegó a elegir alguna que, una vez trasformada y acoplada a nuestro temperamento, sería el antecedente inmediato del pasodoble español.
Esta opinión se corroboraría por la existencia de una antigua danza española llamada "Pasacalle", que alcanzó mucha popularidad en el siglo XVI y se cita en el entremés "La escuela de danzar" de Navarrete y Ribera (1640).
En opinión de Manuel Delgado-Iribarren (autor de Los Toros en la Música - COSSIO-) el pasodoble procedería de un tipo concreto de marcha militar, de compás binario (paso-doble), que debió generalizarse en España en el siglo XVIII, si bien luego, merced a dicha expresión habría sido adoptada por las bandas municipales formando parte del repertorio junto con oberturas, fantasías, mazurcas...
De esta manera la primitiva marcha militar, guerrera, épica, habría tenido su máximo explendor durante la Guerra de la Independencia para, poco a poco, ser incorporado por la población civil en sus variantes lúdicas y hacerse melodía danzarina torera.
Esta evolución como bien dice Manuel Delgado Iribarren, no es otra cosa que una hipótesis, pues no hay datos suficientes para comprobarla con rigor.
Tras esta etapa púramente militar (siglo XVIII) vendría la fase de incorporación de elementos populares (durante el siglo XIX), con la adición de elementos armónicos de la seguidilla, jota, bolero, flamenco... y sobre todo la incorporación de la cadencia andaluza.
La fase final sería la elaboración técnica de la obra orientando el pasodoble hacia la danza, el teatro, el cuplé y la canción.
Evolución
En Cualquier caso, si procede exclusivamente de la tonadilla escénica (José subirá), si su origen más remoto son aquellas primitivas danzas del siglo XVIII (Mariano Sanz de Pedre), si viene de un tipo en concreto de marcha militar (opción de Manuel Delgado-Iribarren), o si su origen y evolución son todos estos, es decir, que proceda de las tonadillas y danzas de los siglos XVII y XVIII que luego recibieron la influencia de las marchas militares, que probablemente sea la hipótesis más correcta, lo cierto es que los compositores de la época, no olvidaron incluir pasodobles en sus obras y todas las zarzuelas, entre mazurcas, polcas, jotas o romanzas cuentan con algún pasodoble.
Este género tuvo una extraordinaria fortuna en el teatro lírico, como se comprueba fácilmente al repasar el altísimo porcentaje de zarzuelas que lo incluyen para situar la acción de la obra en el mundo taurino.
Esto ocurre en "Pan y Toros", "El Sargento Federico", "El Barberillo de Lavapiés", "El molinero de Subiza" (a esta obra pertenece la célebre "Salve Marinera"), "La Gran Vía", "Agua Azucarillos y Aguardiente", "El Bateo", y más tarde ya en pleno siglo XX, en "Don Manolito", "La del Manojo de Rosas", "La Celestera", "Molinos de Viento", "El niño judío", zarzuela en la que oímos "de España vengo...". También se incluyen pasodobles en sus Zarzuelas, Amadeo Vives en "La Generala", Ruperto Chapí en "El Tambor de Granaderos", "El Puñado de Rosas", Federico Moreno Torroba en "La Chulapona".
Pero el mundo de los toros no solo está presente en el género lírico; también ha llegado a la ópera, y aquí el ejemplo inmediato es la Canción del "Toreador de Carmen" de George Bizet cuyo último acto se desarrolla nada menos que en la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla, "El Gato Montés", obra de Manuel Penella, estrenada con gran éxito tanto en España como al otro lado del océano.
Por otra parte, autores de música clásica se han sentido atraídos por la Tauromaquia y Joaquín Turina escribió "La Oración del torero", que no es un pasodoble pero se inspira en momentos íntimos previos al festejo, en los que el torero reza en la capilla. Andrés Amoros en su libro Toros y Cultura (Espasa Calpe 1987) refleja como desde las ventanas de su hotel madrileño, Igor Stravinsky escuchaba fascinado los ecos lejanos de alegres pasodobles.
"Donau abric a Espanya, la malmenada Espanya
que ahir abrigava el món,
i avui és com lo cedre que veu en la muntanya
descoronar son front"
A la Reina de Catalunya
Tipos de pasodobles
Es evidente que no todos los pasodobles son toreros: los hay de concierto o canción o pasodobles festivos, o pasodobles-marcha, los cuales a su vez incluyen los pasodobles regionales y los estudiantiles de las tunas universitarias.
En el pasodoble-marcha, la función condiciona el estilo y así el ritmo más contínuo y admite menos licencias. Los giros melódicos y armónicos han de ser más sencillos, pues hay que facilitar su ejecución mientras se va desfilando. Son ejemplos "Los Voluntarios" de Jerónimo Jiménez, "La Dama de Elche", etc.
Paralelo al pasodoble-marcha, se encuentra el pasacalle, que no es macial sino marchoso, callejero..., cuyos representantes pueden ser "La ventera de Alcalá", "La Celestera" y "Las Leandras".
Entre los pasodobles regionales, desde luego, tenemos tanta variedad como regiones, y así, existen pasodobles con aire gallego, asturiano, mantañés, vasco, navarro, catalán, aragonés... Por ejemplo "Aires gallegos", "Viva la jota" y "Sabiñán" de Pascual Marquina, "Los de Aragón" de José Serrano, "Islas Canarias" de José María Tarridas, "Iscar en Fiestas" de Eugenio Gómez, "La Kermés de las Vistillas" de José María Martín Domingo, "Puenteareas", de Reveriano Soutullo, "Santander" de Ernesto Rosillo, etc.
Capítulo aparte merecerían, por su abundancia, los pasodobles andaluces y los falleros o valencianos. Entre los primeros podemos citar "Al son de mi pasodoble" y "Cuna cañí" de Bolaños y Angel Ortiz de Villajos, "En er Mundo" y "Talento" de Juan Quintero, "Recuerdos" de Eugenio Gómez, etc. Y entre los valencianos "L'entra de la murta" de Salvador Giner, "El Fallero" de Jose Serrano, "El Socarrat" de José Terol Gandía, "La Entrada" de Quintín Esquembre, "La festa del pobre" de Francisco Alonso o "Les fogueres de San Chuan" que se oyó por primera vez en Junio de 1929 y fue compuesto por Luis Torregrosa García, que era director de la Banda Municipal de Alicante y encargó la letra al periodista y foguerer José Ferrándiz Torremocha. Este pasodoble se gestó en el taller de Juanito El Santero, sito en el Callejón Deán Bendicho.
Las tunas estudiantiles, por su parte, cantan habitualmente "La morena de mi copla" de Carlos Castellanos, "Clavelitos" de Genaro Monreal o "Estudiantina portuguesa" de José Padilla.
Los pasodobles de concierto pretenden ser más solemnes, más clásicos y presentan una estructura musical que no se debe alterar en lo más mínimo: tras una breve introducción, la primera parte es brillante y arrogante y la segunda -también llamada trío- se caracteriza por su carácter melodioso y colorido instrumental, lo cual obliga a elegir temas más suaves acompañados de una instrumentación menos esplendorosa que en la primera parte.
Uno de los primeros compositores que cultivó esta variedad de pasodoble fue el maestro Eduardo López Juarranz (1844-1897), autor de "La Giralda", a quien siguieron Ramón Roig, el autor de "La gracia de Dios", Antonio Alvarez, autor de "Suspiros de España", Santiago López autor de "Gerona", "Valencia", o José María Martin Domingo autor de "La Kermés de las Vistillas", Reveriano Soutullo autor de "Puenteareas", Javaloyes autor de "El Abanico", interpretado habitualmente en los actos oficiales de la Casa Real, "Certamen levantino" de Ricardo Dorado Janeiro, "Todos son nubes" de Román de San José, etc.
Entre los pasodobles festeros o festivos, los más conocidos, sin duda, son "Paquito Chocolatero" de Gustavo Pérez Falcó, y "El fallero" de José Serrano Simeón. Se considera que el primer pasodoble festero fue compuesto por José Espí de Ulrich en 1801 y se tituló "Anselmo Aracil".
Paralelo a este tipo de pasodoble se encuentran las marchas de los desfiles de moros y cristianos de la Comunidad Valenciana, la primera de las cuales fue "Mahomet", escrita por Juan Cantó Francés en 1882 para la Entrada Cristina y a primeros del siglo XIX "A-Ben-Amet" considerada la primera marcha árabe.
Por otra parte, hasta 1817, las "filaes" moras y cristianas desfilaban sin música o acompañadas sólo de percusión, pero a partir de ese año la "filá Primera de Lona" se hizo acompañar en la entrada de moros por la Banda de Música del Batallón de Milicianos y en menos de diez años todas las comparsas eran amenizadas con polcas, mazurcas, habaneras... hasta que nacieron las marchas citadas anteriormente y hasta hoy que contamos con piezas como "Suspiros del Serpis", "Ecos de levante", "L'ambaixador Cristia", etc...
Los pasodobles-canción merecerían muchas páginas no solo por la cantidad y calidad de títulos, sino también por la cantidad y calidad de intérpretes, anécdotas o curiosidades que de ellos se pueden encontrar en la bibliografía.
La canción española y dentro de ésta el pasodoble-canción, nace cuando comienza el declive de los charlestones y cuplés y alcanza su máximo apogeo en las décadas de los años 50 y 60. Cuplés como "Las tardes del Ritz" de Genaro Monreal, "Tápame, tápame" de Ricardo Yust, "Bajo las fuentes de Sena", de Valverde, León y Quiroga, "Fumando espero" de Félix Garzo y M. Viladomat, etc. y artistas de las décadas de los años 20 y 30 como Ercarnación López "La argentinita", Carolina Otero "La bella Otero", Anita Delgado y otras van a ir cediendo progresivamente.
La gloria del éxito a Estrellita Castro, Conchita Piquer, Juanita Reina, Angelillo, Paquita Rico, etc, interpretando otros estilos como zambras, bulerías canciones, tanguillos, farrucas y por supuesto, pasodobles-canción.
Son ejemplo de ello títulos como "A la lima y el limón", "Cárcel de oro", "Eugenia de Montijo", "Lola Puñales", "Mañana sale", "Tatuaje", "Ojos verdes", "Y sin embargo te quiero", "La zamorana"... Entre los pasodobles-canción la lista también es larga; "Capote de grana y oro", "El relicario", "Mi jaca", "Franciso Alegre", "Con divisa verde y oro" y "Chiclanera". Otros títulos conocidos son "Carmen de España" interpretado por Carmen Sevilla, "Romance de valentía", "Almudena", "En tierra extraña" cantados por Conchita Piquer, "Ay! Maricruz", "Trinia", "El beso", "Luna de España", "Doce cascabeles", "y viva España", "Viva el pasodoble", etc.
Importantes son los títulos y los intérpretes, pero también debemos acordarnos de los creadores de la música y el texto. Son ellos desde la sombra de un segundo plano y eclipsados por la figura del intérprete -con quién el público identifica la canción-, los verdaderos artífices de las partituras.
A ellos, o más propiamente a su inspiración y su técnica, les debemos esos momentos de alegría, esas sensaciones de exaltación del espíritu, cuando escuchamos las grabaciones o las interpretaciones en directo. Manuel López-Quiroga compuso más de cinco mil canciones, muchas de ellas con letra de Rafael de León y Antonio Quintero; se trata de verdadeas poesías con música, verdaderas historias en tres minutos...
Los tríos artísticos parece que eran el secreto del éxito y otro de éstos lo formaron el músico Juan Solano y los letristas José Antonio Ochaíta y Xandro Valerio. Otros han sido Juan Mostazo Morales y Ramón Perelló, Salvador Valverde, Manuel Gordillo, Genaro Monreal, Fernando Moraleda, Legaza...
Es más, la canción española continuará obteniendo éxitos mientras existan autores como Manuel Alejandro, Ignacio Román, Julian Bazán, Alejandro Cintas, Ricardo Freire, Carlos Castellanos...
Fuente: http://www.elrincondelpasodoble.com/
"Donau abric a Espanya, la malmenada Espanya
que ahir abrigava el món,
i avui és com lo cedre que veu en la muntanya
descoronar son front"
A la Reina de Catalunya
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