Alberto Bravo/ Goyo García
Madrid- Los tiempos han cambiado, no hay duda. Da la impresión de que el rock and roll se ha trasladado de la calle a los palacios, a juzgar por los precios de las entradas, que han crecido en los últimos años «de forma sustancial», según la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), y eso a pesar de la abultada y creciente oferta de espectáculos de este tipo.
El año pasado se programaron 126.778 recitales, un 11 por
ciento más que en 2004. La asistencia de público a los conciertos ha aumentado en casi dos millones más de espectadores, justo en un momento, y es esa la gran paradoja, en que la industria sufre su peor crisis. Durante estos meses visitarán España algunas de las grandes estrellas. Desde Dylan, los Rolling Stones y Springsteen (que vuelve en octubre) hasta The Who, que actuarán por primera vez en España a finales de julio. «La música en vivo es la parte del negocio que está funcionando mejor», admite Javier Olmedo, del departamento de socios de la SGAE. «Hay un mayor conocimiento de la música, debido al acceso fácil y mayoritario que supone internet, lo cual genera una mayor demanda de ver a los grupos en directo», añade.
El sector de la música en vivo atraviesa horas felices. No sólo se multiplican las giras de artistas (grandes y pequeños), también lo hacen los promotores de conciertos y mánagers. Algunos intérpretes incluso crean su propia empresa, caso de Marlango, lo que les permite controlar el proceso del negocio de principio a fin. El «boom» del directo se aprecia sobre todo en el auge de los festivales, muchos de ellos respaldados por jugosos presupuestos públicos. Ciudades y municipios de grandes dimensiones sueñan con acoger un certamen de estas características, sobre todo porque es una plataforma para promocionar el lugar como marca y destino turístico. «La situación es delirante», protesta Gay Mercader, protomor musical desde hace 34 años. «De aquí a dos o tres años vamos a asistir a una debacle en el sector. No es sano este exceso de festivales. Pasará lo mismo que con las discotecas hace años, al final sólo quedarán pocas compañías, las mejores», sentencia. «Una cosa es Benicàssim, que tiene una solvencia y un público consolidado y otra es inventarse festivales con criterios extramusicales. Incluso aquellos que respaldados por una empresa fuerte han caído, como sucedió con el Doctor Music, el Espárrago y Festimad».
El caso de El Ejido. El Festival Summercase nace en Madrid y Barcelona, con un cartel de cien grupos y solistas. Bilbao celebra el Live Festival y El Ejido (Almería) también se apunta a la moda: este mes inaugura la primera edición del Natural Festival. El primero está respaldado económicamente por una empresa privada. En Almería, en cambio, el Ayuntamiento fue quien propuso y financió toda la operación, siguiendo el deseo del alcalde Juan Enciso. Una estrategia similar ha seguido El Ejido con el concierto de los Rolling Stones (el 16 de agosto), después de que el Consistorio desembolsara gran parte de los 3,6 millones de euros que cuesta el concierto, arrebatando a Zaragoza en el último momento el «show» a golpe de talonario. Sin duda, el caché de Jagger y compañía es el más alto de todos los grupos en el firmamento del rock.
«El Ayuntamiento de El Ejido ha apostado fuerte por la música, cree que es bueno atraer al turimo musical para que descubra la zona y sus playas», apunta Juan Albert, de la promotora almeriense Music Frog, que ha gestionado también el Natural Festival. Albert desmiente las cifras que se barajan sobre el contrato firmado con el agente de sus Satánicas Majestades. «Para traer a un gran grupo hace falta riñón y pasta, ya sea de organismos oficiales o de la propia promotora. Nosotros tenemos las dos cosas», explica, al tiempo que defiende su derecho a «romper el monopolio que una empresa tenía en España sobre el grupo más aclamado en directo», cuyos fans almerienses pagarán entre 82 y 162 euros por localidad. Tradicionalmente, los ayuntamientos esperaban a las fiestas patronales para «echar el resto» en la contratación de grupos de moda. «Igual que antes se fichaba a Alejandro Sanz y a Mecano ahora se contrata a figuras internacionales, desde Sting a Eric Clapton», afirma Gay Mercader. «Eso es bueno», añade. Otros se quejan: «Al final son nuestros impuestos los que pagan esos conciertos», señala el representante de la SGAE.
«La contratación de artistas es algo complicado», explican desde el Festival de Benicàssim, sobre todo la de las grandes estrellas. «Cada vez está más tecnificado, es legalmente más complejo y financieramente más exigente», asegura Gay Mercader. «Se mueven unas cifras exorbitantes. Es sencillo: la demanda está globalizada, pero la oferta es limitada, lo cual hace subir irremediablemnte el caché». «Si Alemania puja por tener a Paul McCartney en las mismas fechas que España, al final España se quedará sin ver a McCartney». El resultado de esta situación es que el público disfruta de artistas que hace años no incluían España en su mapa de carretera, pero también que el espectador paga entradas más caras. Y lo increíble es que se agotan a velocidad vertiginosa.
La asilvestrada proliferación de festivales ha hecho que el próximo fin de semana coincidan cuatro macroespectáculos con un perfil que no les hace especialmente diferentes. Se trata de los ya citados Bilbao Live Festival, el Natural Festival (Almería), Summercase y Los Monegros (Huesca). Hay grupos que repiten actuación en algunos de estas citas, como es el caso de Placebo. La concentración de festivales en una misma fecha es una carambola que puede dejar a más de un aficionado bastante desnortado. La competencia y el caché. Especialmente arriesgada es la apuesta de la primera edición del Summercase, con un presupuesto de nueve millones de euros, el más alto de todos cuantos se celebran este año en nuestro país. El Summercase carece de patrocinadores y tampoco cuenta con dinero de ayuntamientos. La competencia acusa a este certamen de reventar los precios de contratación de los artistas. Por ejemplo, Rufus Wainwright cobra por tocar en este festival hasta 50.000 euros y Daft Punk, 240.000. Mercader critica que contratar «a base de cheque no tiene mucho éxito», y niega que el autor de «Just like a woman», con quien trabaja desde hace años, haya cobrado 300.000 euros por tocar en San Sebastián. Mercader, que con los tres conciertos de los Who en España (26 de julio en Barcelona, 27 Madrid y 29 en Zaragoza) ha cumplido el sueño de poder traer al único de los grupos históricos de rock que no había actuado todavía en nuestro país, cuenta que el cambio más importante de los últimos años ha sido la «descentralización del rock». «Ya no hay que traer a los grandes sólo a Madrid y Barcelona, el público de todas partes demanda conciertos».
www.larazon.es
Vita hominis brevis:ideo honesta mors est immortalitas
Que no me abandone la Fe,cuando toque a bayoneta,que en tres días sitiamos Madridy en otros quince la capital, Lisboa.
Sic Semper Tyrannis
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