Arbil cede expresamente el permiso de reproducción bajo premisas de buena fe y buen fin Revista Arbil nº 78
Una iniciativa imprescindiblepor Félix Della CostaLa Academia de Estudios Hispánicos “Rafael Gambra”: Entrevista a su Director, el profesor José Manuel GonzálezP._-Es un gusto para mí poder hacerte esta entrevista, debido a la trascendencia de este proyecto que estás dirigiendo, pero siempre me gusta comenzar por algunas preguntas genéricas, que si bien pueden parecer un poco obvias, nos darán el marco de referencia para conocer algo más de tu pensamiento; entonces quisiera empezar por pedirte que me definas qué es para vos la Tradición. R._-Recurriendo a una frase que puede parecer chistosa, pero que no lo es, la Tradición es aquello que los hombres de este siglo XXI se verán obligados a “probar”, ya que han intentado con todo, y sinceramente, todo salió mal. Dejando de lado cualquier aspecto polémico sobre la definición del término y sus alcances, yo tengo para mí que la crìtica de Elías de Tejada a Julius Evola, que es respetuosa, deja aclarado definitivamente lo que la Tradición, y el tradicionalismo “deben ser”, porque “son”, en el mundo hispano. El encuentro de la base hispana popular con la Fe católica y la Monarquía goda, desde Recaredo en adelante constituyen una fundación inderogable, yo creo que este sería el sentido profundo de aquella inderogabilidad de la que hablaba José Antonio, respecto de España; puede soplar mucho viento en los olivares, perderse fruto y ramas, hasta alguna raíz puede ser arrancada, y dejar su desgajado muñón al aire, pero el olivar seguirá creciendo y produciendo su cosecha. Como Unamuno agónico, creemos que “Dios no puede dejar a España” y en esa promesa, que quizá hoy produzca más de una sonrisa, se encierra toda la espera esperanzada que queremos sostener con nuestra prédica. Por supuesto que cuando decimos España lo decimos en función clara y decidida de la Hispanidad toda. Aunque se repitan las sonrisas, desde Filipinas hasta Sicilia, y desde Terranova hasta el Polo Sur. No de balde aquel extremeño de pro que se llamó Pedro de Lorenzo consideraba que la “Hispania Maior” incluía a Italia, y hoy mismo los hispanos vuelven a trajinar aquel Canadá, que antes que ningún europeo costanearon, siguiendo a la ballena, las marinerías portuguesas y vascongadas, sin olvidar a las de las villas cantábricas –gallegas, asturianas y montañesas escalonadas desde Viveiro y Luarca hasta Laredo y Castro Urdiales. Sí, aunque aparezcan muchas sonrisas, pero quien se no se hubiera sonreído si en 1920 o 1930 se hubiera dicho que en los EE.UU. habría más de 30 millones de “hispanos” que se imponen en muchos más campos de los que comúnmente se piensa, esto es en áreas muy distintas a las desde siempre reconocidas a los denominados “latinos”. Quién no se hubiera sonrído, te repito, al pensar en ciudades enteras bilingües, o hasta quizás lisa y llanamente donde es dificil moverse sin dominar el español, o castellano que tanto da. Quién no se hubiera no ya sobreído sino reído a carcajadas si se le hubiera dicho que en el Kremlim ondearía la bandera tricolor del Imperio ruso y campearía en la Duma el águila de los Romanoff. Los progresistas, que luego te quieren “restaurar” la teocracia azteca o Democracia de euzkadi -que no existió nunca- o la Confederación catalano-no sé qué, poseen un optimismo a prueba de bombas, muy propio de la técnica iluminista para hacer de la historia un “relato” a su gusto, sin el menor contacto con la realidad. Pero cuando más se empecinen en desconocerla más amargo será el despertar. Citando a Pieper, en sus “Riesgos y Valores de la Tradición”, nos gusta decir que “la Tradición (es) la participación común en la tradición sagrada que se funda en una palabra de Dios”. Sin olvidar cómo, en el mismo trabajo nos dice dicho autor haciendo suya una reflexión de un folklorólogo empírico, “cuando un determinado grupo étnico deja de cocinar sus tortas de una determinada manera, entonces sé que la gente ya no va más tampoco a la iglesia”, ni tampoco cuando Pieper cita, nada menos que a Nietzche, considerado por muchos padre de la postmodernidad, “Lo que hoy en día es más a fondo agredido, es el instinto y la voluntad de la Tradición. Todas las instituciones que deben su origen a este instinto, van a contrapelo del espíritu moderno”. Todo lo anterior tiene nombre y apellido entre los pueblos hispanos, se llamó, creemos que se llama “ Monarquía católica”. No se debe tener miedo a las palabras, y mucho menos cuando hoy sabemos a través de trabajos como los de Alfonso López Quintás o los de el desgraciada y recientemente desparecido don Rafael Gambra, todas las sutilezas y trampas que se esconden en su manipulación por determinados centros de poder. Habrá tiempo para determinadas discusiones de tipo institucional, pero es innegable la correspondencia entre Tradición hispánica y Monarquía católica. Puede haber objeciones a hacer, pero negar esa correspondenca nos parece insincero... e ineficaz. Para finalizar quisiera recordar, en este sentido, y como simple ejemplo, que J. Francisco Silva, historiador de Córdoba de Argentina y polìtico yrigoyenista, no trepidaba, en ¡1918!, en hablar de Católico Hispano Imperio y proponerlo como solución política viable. Y te aseguro que no era el único, ya lo probaremos en nuestro curso, Dios mediante.
P._--¿Cómo definirías la Hispanidad, tanto respecto del pasado, como del presente y el futuro?
R._-Creo que Zacarías de Vizcarra, Ramiro de Maeztu, Manuel García Morente o desde otro ángulo Ángel Ganivet o Miguel de Unamuno, sin olvidar las intuiciones de Don Marcelino Menéndez y Pelayo o del criollo Rubén Darío, ni descartar los aportes de un libanés como Habib Estéfano y un inmenso etc., nos han dado cada uno una aproximación al tema que hace muy dificil dar una propia sin repetirlos, citándolos o no. Lo de Rubén: “ que reza a Jesucisto y habla en español”, podría ser una especie de gran símbolo o credo distintivo, quien “esto” hace es miembro de la Hispanidad. Claro que debiéramos entender el término “español” en un sentido amplísimo. Que cobije desde el valenciano al yopará guaranítico. O desde el vasco o catalán hasta cualquier dialecto aimara o tagalo. Sin embargo y sin quitar validez a cualquier otra definición, creo que si suponemos como ayer de la Hispanidad, aquel Católico Hispano Imperio que decía Silva y si aspiramos a un mañana que se rija por aquella Comunidad de Naciones Hispanas que proclama el lema y mote de “Maritornes”, el hoy sería esta existencia real y visible, palpable, mucho más que otras comunidades que han accedido a la unidad política -India, China, etc.- y que figura tan destacada como el filósofo alemán Carl Schmitt viera claramente como uno de los “grandes espacios”, en realidad “continentes culturales más que geográficos”, en que pensaba se vertebraría el mundo al que estamos entrando. En resumen, hoy la Hispanidad sería ese conjunto de pueblos que en América y en Europa, sin olvidar sus prolongaciones afroasiáticas, posee una asombrosa unidad, que no uniformidad cultural, pero que no accede a unidades de otro tipo menos importantes valorativamente hablando, pero imprescindibles en lo operativo. Nuestra tarea es hacer pasar, en el número necesario de hispanos para arribar a la Comunidad de Naciones, desde la existencia a la conciencia, el grado de pertenencia a una comun-unidad: a una Comunión de Pueblos, que eso fue aquel Reino de las Españas y las Indias, al que tantas veces miramos con nostalgia.
P._--Además de la sólida formación intelectual que todos te conocemos, hay en vos otro elemento que parece haber tenido gran influencia en tus definiciones doctrinarias, que es el hecho de haberte criado en una típica familia de inmigrantes españoles ¿cómo se vivía en este ambiente el tema de la Hispanidad y cómo se equilibraba la vida en América con la nostalgia por el terruño, por ejemplo?
R._-En la “familia española en América” creo que se vivía una de las formas de tipo popular y asociativo que podría haber sido germen de esa unidad superior de orden político, etc. del que hablabamos antes. Determinados hechos sobre todo a partir de la década del sesenta, dieron por tierra con esas verdaderas “hispanidades microscópicas”. Te cuento mi caso: madre hija de gallegos y padre de asturianos, familiares en la Capital Federal, esto es porteños y en la provincia de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza. Tios abuelos, en algún caso con descendientes en La Habana, Guadalajara de México y Sonora. Alguna visita, muy excepcionalmente, pero un contínuo ir y venir de correspondencia. Y un elemento que creo que ha sido esencial en la formación de la Hispanidad americana: el arte, sobre todo el arte popular¿Aunque cabría preguntarse si hay arte español no popular? Lo que han hecho por mantener esas “raices de olivo” que te decía antes, las radios, tocadiscos, los “colmaos”, y por supuesto los teatros, grandes o chicos, lo sabemos muy pocos. Creo que no se ha valorizado suficientemente ese inmenso mundo que fue el arte español en América. No quiero olvidarme tampoco de la dramaturgia: Lola Membrives, como arquetipo, una inmensa falange de dinastías “cómicas” como coro, nos dieron a Benavente, a Pemán, a Marquina, a los Alvarez Quintero, a los Machado, a Lorca, a Jardiel Poncela. Lo que le debe la “presencia” hispánica entre los descendientes de inmigrantes a las compañías zarzueleras y a las cupletistas o tonadilleras, a los cantaores, guitarristas y bailaores flamencos, las rondallas aragonesas o navarras, las coblas catalanas o los orfeones gallegos o asturianos, repito, pocos lo saben. Y el cine, claro; aquel denostado cine español de postguerra, con sus películas agrario-musicales, o sus realizaciones histórico-heroicas o sus comedias y sus dramas. Naturalmente la figura de la mujer, la madre, la abuela española, esa transmisora neta de cultura y tradición, la que hace esa comida que nos señalaba Pieper y que produce como una inmemsa cuna con su gestos materiales para alimentar el espírtu hispánico de los nietos. Y las largas sobremesas, con tíos que habían estado en África y transmitían la experiencia de la guerra. Y como no, el recurrido tema de “la guerra”. Que en esas casas no era otra que la de 1936 al 39. he querido destacar esto sin olvidar la religiosidad, las devociones entrañables; Covadonga, ligadas a las de la Iglesia universal pero más encarnadas en lo hispano, en mi caso, como he dicho en un poema, y perdoná la autocita, “la humildad francisca y la descalcez carmela”.
Para terminar te diré que ese hogar inmigratorio, en un 90% de campesinos, de catolicismo enraizado y de viviente recreación cultural de entraña popular ha sido a mi ver la mejor escuela de Hispanidad. Laín Entralgo decía en un trabajo suyo sobre Hispanoamérica que el notaba la presencia española a través de campesinos y religiosos, y creo recordar que agregaba que se precisaban nuevos elementos para reforzarla. En principio es legítimo estar de acuerdo, pero en primer lugar olvidó, quizá por prejuicio europeísta y anticastizo a los “cómicos”, y en segundo lugar no es tan fácil incorporar “elites”, como hacerlo con pueblo llano, o vocacionales fuertes, como las que paradojicamente pueden unir a un fraile y un tenor. Como regla mnemotécinica las tres “C”. La presencia hispana, práctica viviente de la hispanidad, su historia y su sabor, a nosotros no las dieron en “traditio”: “campesinos”, “curas” y “cómicos”. Vamos a ver como los reemplazamos.
P._--Sabemos que después de la Guerra de la Independecia el proceso de “desespañolización” en América fue muy fuerte, y se tardaron muchas décadas en recuperar esta pertenencia. En este sentido fue crucial la labor desarrollada por los inmigrantes españoles a través de esa inmensa red de asociaciones, centros culturales, hospitales, teatros, etcétera, creada por ellos. A partir de esta tarea vuelve a tener una presencia muy importante lo español, desde las devociones, hasta la música, la poesía, los bailes, las fiestas, las comidas, etcétera, y hay además un fuertísimo intercambio con la península, no solo desde lo oficial, ciertamente más propicio que ahora, sino también desde los propios parentescos. Vos que llegaste a vivir por lo menos el final de toda esta época, ¿qué análisis hacés de este fenómeno, y qué queda de todo aquello, si es que queda algo?
R._-Indudablemente algo ha quedado, aún en sectores que se caracterizan por su aversión, si no es que es odio a lo español, la cultura y su vitalidad propia se le imponen. El ámbito de pertenencia vale en el fondo más que la propia ideología. Los izquierdistas de la década 70/80 se refugiaron en forma notable en España, también en México, más que en Cuba o países del araea socialista, como los desplazados por la crísis económica del 90 ¿A los “latinistas” activos se les habrá ocurrido comparar el número de iberoamericanos que tras la crisis que te decía se instalaron en Francia e Italia con referencia a los que lo hicieron en España? Pero dejando eso de lado, creo que se puede ser moderadamente optimista en la respuesta a tu pregunta en cuanto a la permanencia de estructuras hispánicas. Queda una serie de instituciones que deberían ser el orgullo de todos, y el mentís más rotundo a todos los “ensayistas”, del tipo volatinero que editorializa en “ El País”, sobre la incapacidad de organización y acción de los españoles y los hispanos en general, y es que como diría el argentino Jauretche: estos antirracistas...son muy racistas...
P._-Sin dudas que otro factor muy importante para este cambio de situación lo ha desarrollado en su momento el “Instituto de Cultura Hispánica”, que luego fue rebautizado con el nombre que lo conocemos ahora: “Instituto de Cooperación Iberoamericana” (ICI), ¿cómo evaluás a la distancia la política desarrollada por estos organismos?
R._-Bueno, la historia del Instituto de Cultura Hispánica se conecta con la evolución de la política española en América luego de la Guerra Civil, no hay que olvidar que es el heredero del Consejo de la Hispanidad, aquel organismo que producía tanta inquietud en algunos sectores de EEUU, en todos los partidos y partiditos demo-progre-rojo-liberales de nuestra América...y, también todo hay que decirlo, en algunos países que se decían amigos de España. Luego surge el Instituto, y prontamente desde fuera de España e Hispanoamérica surgen “amigos” que, invocando el común catolicismo lo que más hacen es sembrar cizaña entre los dos países que en ese momento más impulsaban una política hispánica, esto es España y la Argentina. Pese a ello se desarrolló una importantísima política cultural, de becas, publicaciones, sistemas de conferencias y aún de de intercambio de cátedras visitantes. Como ilustración te diré que en la visita poética, inolvidable, que capitaneara aquel genio mayor de la palabra que se llamó Leopoldo Panero -al que hoy mismo no se le perdona que haya puesto en su lugar a Pablo Neruda, eximio poeta, muchas veces, y, siempre, hombre con muchas faltas- los abuelitos de los progres de hoy recibieron a balazos a los poetas y hasta mataron a un diplomático español y falangista,. Ya ves como las gastaron siempre los de los derechos humanos. Todo esto sin olvidar, como te decía, los distintos proyectos editoriales que dieron a luz textos imperecederos que siguen hoy mismo fundamentado la creación de la Hispanidad; si a esto le sumamos la concurrrencia con la acción por ejemplo, del Instituto de Estudios Políticos, a la que mi distinguido amigo el profesor don José Luis Pedro Peco, especialista en la materia, considera el mejor archivo para el estudio de ese tipo de problemática, con referencia a los países del denominado “Tercer Mundo”. Una obra ciclópea, de hispanos se podría decir por parafrasear aquello de “obra de romanos”, a la que los tristes amanuenses del “Estado español” y “Latinoamérica y el Caribe” desconocen, calificando a toda esta tarea como el “páramo cultural franquista”. Ya quisera estar yo en esa páramo que tiene la misma enjundia que el leonés donde tengo tan buenos amigos, y en el que también, te digo, quisiera estar trasegando algún buen vaso de vino de la tierra y saboreando unas migas con ellos. Un escritor paisano nuestro, que ya te cité, don Arturo Jauretche, gran desnudador de farsas nacionales, recordarás seguramente su impagable “Manual de Zonceras argentinas”, hizo una defensa del Instituto que me parece vale la pena rescatar... sobre todo para que se enteren muchos, como dirían mis paisanos maternos, “...de acá e acolá”. Decía Jauretche, criticando la frialdad del agregado argentino de Cultura en el Madrid de 1958: “El Instituto de Cultura Hispánica es una importante entidad cuyo Director tiene jerarquía de ministro y mediante el cual España trata con cuantiosas erogaciones, de mantener contactos culturales con las otras Españas (...) todo un sistema de contactos con el resto de América, que España costea espléndidamente sin que nos cueste un centavo”. “O tempora, o mores”
P._--¿A qué se dedica el ICI ahora?, ¿sigue siendo un factor de desarrollo de la idea Hispánica?
R._-Creo que desgraciadamente no es así, en algunos casos parece que sintiera placer en promocionar no ya a españoles, que parecen avergonzados de serlo, y para que se les olvide hace cualquier tipo de, digamos, experiencias, cuya consigna única parece ser: “que no parezca español”. Claro que a veces, sobre todo en los pocos que tiene alguna calidad les sale igual, pero en general, creo que se ha convertido en un nuevo filón comercial para que lo utilicen las vanguardias progresistas (sic) “latinoamericanas (¿?), como dice los “uropeísimos” realtores del noticiario de TVE. Pero ahí no acaba la cosa, muchas veces he encontado en los ambitos del ICI, a enemigos jurados de España, a ese tipo de intelectual argentino, como te diré -Aguinis, Orgambide, Rivera..- de los que dicen que la Argentina es un país de asesinos -te puedo mostrar el recorte de “Página 12”- y que tiene por España y los españoles un odio vesánico, y que contra ambos manifiestan una saña que sólo pueden explicar atavismos de los que aquel castellano de pro que se llamó Claudio Sánchez Albornoz nos explicaba allá en nuestra lejana juventud. Muchas veces me he quedado pensando como el gobierno español puede permitir esto, y sinceramente no me lo explico. A lo mejor ellos, todos lo que lo fueron, algún día tendrán que explicarlo ante Juez más levantado.
P._--Paralelamente con esto aparece un movimiento intelectual que acá conocemos como “Revisionismo Histórico” que propone una nueva visión sobre todo nuestro pasado, y una revalorización plena de nuestros orígenes hispanos. Este movimiento tuvo una gran influencia en la formación de varias generaciones de intelectuales americanos, y a partir de todo este conjunto de factores podemos decir que renace la Hispanidad literalmente de sus cenizas, y vuelve a tener sentido hablar no solo de un pasado común, sino de una aspiración de futuro comunitario. ¿Qué influencia tuvo en vos este movimiento intelectual que viviste plenamente, y cómo lo evaluás desde la actualidad?
R._-Claro cuando mi generación llega a los 20 años, el hoy mitificado 1970, se había producido en la Argentina una victoria que parecía definitiva, por lo menos en la conciencia popular, de esa escuela que nombras y que en resumidas cuentas había significado una recuperación de nuestra identidad verdadera, capturada y desvirtuada por lo que yo sigo llamando la usurpación liberal. Ahora bien la obra revisionista, en nuestro país -porque también lo hubo en México, como olvidar por dar dos nombre nada más, a don Carlos Peryra y a don José Vasconcelos, o en Venezuela con Lanz Vallenilla o el mismo Blanco Fombona, o en el Perú con aquel Menéndez Pelayo criollo y limeño que se llamó José de La Riva Agüero, o el chileno Jaime Eizaguirre, uno de cuyos títulos despierta la sana envidia de cualquier hombre o mujer que ejerzan la hispanofiliación: “Hispanoamérica del dolor”, o el oriental, patronímico criollo y auténtico de lo que después se dio en llamar uruguayo, don Luis Alberto de Herrera- fue asumida como la batalla intelectual contra las dos leyendas: la negra o antiespañola, y esto nos tocaba a tods los hispanos de -cómo dirían los hermanos portugueses- “aquem e alem mar”, y la roja o antirrosista, más específicamente argentina, pero que no dejaba de conectarse con otras situaciones parangonables (Iturbide o Miramón y Mejía en México, García Moreno en el Ecuador, los López en el Paraguay u Oribe en el Uruguay, el carlismo en España, el miguelismo en Portugal, etc.). Te repito en los famosos “setentas”, anglicismo detetestable, parecía que por lo menos en nuestro país la victoria de este movimiento cultural era definitiva. Así como vos recordarás, el mayor movimiento popular de nuestro país en esos días sostenía oficialmente esta doctrina, que compartían sectores eclesiales, del nacionalismo católico, fuerzas armadas, organizaciones sindicales, etc., y con reservas aún, los partidos liberales, con tono nacional o fuerzas de izquierda semejantes. Claro que no todo era claridad absoluta, pero era un principio. De pronto todo eso se derrumbó. Yo creo que el fenómeno fue de tipo político cultural: la influencia de la Revolución Cubana II, del Concilio Vaticano Segundo y de la segunda revolución francoamericana, la de de California y París, la de Marcuse y Cohn Bendit, se introdujo en nuestros pueblos y dividió a las sociedades en torno a otros ejes que los que se estaban forjando hasta esos días. Fracasó el intento de toma del poder revolucionario, pero nuestras tierras, por lo menos las de América, quedaron deshechas y luego de los paréntesis militares de la siguiente etapa terminaron en manos de unas “renovadas” democracias que vuelven a jurar por los dioses del olimpo másónico, mientras en algunos lugares surgen imitadores de Fidel Castro y el indigenismo, destructor, alienante y mentiroso, que sólo quiere al indio para manipularlo como masa operable, ya que los jóvenes parecen no querer otra cosa que sexo, droga y rock and roll. Por todo esto yo creo que hoy más que nunca es necesario iniciar una revisión; una nueva revisión que podría tomar como ejemple la que Chesterton y Belloc realizaron en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX. Esto es discutiendo todo, absolutamente todo; enfrentando el temor de que se nos acuse de antipatriotas. Hispanos de las dos oruillas nos tenemos que preguntar cómo puede ser que en las calles de las Vascongadas, -e confieso que me tiene harto lo del País Vasco, como el mamarracho de Euzkadi, prefiero Euskalerría- que tiene solera tradicional y me suena a carlistada y zortzico de Iparraguirre- no se pueda llevar una bandera española o en las de Buenos Aires nuestros morochitos, los mestizos descendientes de las madres indias y los padres conquistadores, deban revolver la basura para comer. Algo muy malo hemos hecho para tener así cuerpo y alma. Te vuelvo a repetir quizás el camino estaría en devolver a cada “mutil” de Bilbao, a cada pibe porteño, el orgullo que significa y la importancia que tiene ser hispano; en esto me ratifico: una de las pocas serias que se pueden ser en el mundo...
P._--Hay un punto muy polémico que en toda esta etapa evidentemente no se quiso revisar, y es el proceso de la independecia americana. Se cambió el énfasis sobre algunos personajes, se defenestró a unos y se revalorizó a otros, pero la independencia como tal, sigue sin poder discutirse, a pesar de que bien sabemos que en privado, “soto voce”, muchos de los grandes hispanistas del revisionismo fueron absolutamente contrarios a la independencia; pero de hecho, o bien hubo una decisión de no plantearlo, o bien no se animaron. Curiosamente en la actualidad, teóricamente menos propicia para estas ideas, aparecen muchos pensadores en América que proponen esta revisión, y vos estás entre ellos, indudablemente. ¿Por dónde se empieza? ¿Cuáles son los puntos que a vos te parecen cruciales para ser planteados, y cuál es el objetivo concreto de esta discusión que se propone?
R._-El tema de la Independencia creo que inevitablemente se pondrá en el tapete en los próximos años por dos motivos. En primer lugar por la proximidad del segundo centenario de la que con más propiedad que “revolución” pudiéramos llamar “crisis imperial de 1810”; la segunda que la situación de Iberoamérica en estos últimos años nos obliga a replantearnos como te decía más arriba “todo”. No creo para nada, y no quiero ofender a nadie, -te aseguro que no es mi intención hacerlo en ningún caso-, que verbalizando constantemente “dijo Bolivar..., dijo Martí..., dijo Juárez..., etc.” se puedan conjugar las situaciones dramáticas que se viven hoy y aquí. España, y Portugal, son otra cosa, sobre todo España. En ella todo se reduce a inciensar a la Democracia, con mayusculísima, y a la Constitución de 1978.
Yo pienso que uno de los caminos que más puede servir en esta instancia es preguntarnos... y respondernos, claro está, cuál fue la popularidad del proceso independentista, cuál el nivel de adhesión de las gentes humildes de América. Creo, por supuesto que esta misma pregunta se la deben hacer en la Península, españoles y portugueses. ¿quiénes poseyeron más auténticas y profundas raíces en el pueblo llano: Don Carlos y Don Miguel o los generales liberales y constitucionalistas que los enfrentaron? A esto se debe agregar un análisis que considero de primera necesidad, el de las influencias foráneas, concretamente Inglaterra y Francia, en el proceso político. Y dos temas que son como el piso y el techo de esa casa que es la problemática de la Independencia: las conclusiones económicas y religiosas de ese proceso. Esto es la pérdida de la Autarquía Económica, pese a todas sus limitaciones, del espacio hispánico -aquí debemos hacer la salvedad de que Portugal hacía mucho tiempo que la había perdido-, y segundo, el comienzo efectivo, -lo del siglo XVIII había sido cosa de poquitos y escogidos-, de la unidad religiosa de los pueblos hispánicos; los estallidos de anticatolicismo, disfrazado de anticlericalismo, hasta “perder” de a poco, y uno a uno ese bien preciado que Juan XXIII y Pablo VI tanto encarecieron que cuidara el pueblo español, el último que lo poseía.
¿El objetivo? La contraindependencia es decir la restauración de los pueblos y naciones hispánicas en unidad política, y no meramente declamativa y retórica. Digo esto sin miedo, digo contraindependenica en el mismo sentido que decimos habitualmente contrareforma o contrarevolución. Por tanto bien podríamos decir que en realidad a través de este proceso de unidad hispánica “in fieri” lo que estamos haciendo es construir una verdadera independencia de todos en “común” y destruir más de veinte dependencias encubiertas.
P._--En este sentido han generado mucha polémica y hasta algún enojo tus artículos sobre “Los Pincheira” publicados en “Maritornes”, además de varias interpretaciones erróneas. Tengo entendido que estás profundizando este trabajo y que desembocará en un libro de próxima edición. ¿En qué te interpretaron mal; qué buscás plantear con este trabajo?
R._-El tema de los Pincheira produjo algunas malas interpretaciones que yo creo que no conllevan mala voluntad alguna, sino que en realidad son la lógica consecuencia de la aparición de un tema que sorprende, alarma y escandaliza. Amigos de toda la vida me han dicho, pero cómo vas a escribir de “ésos”. Claro, yo escribí igual, por lo de “oportune et importune” y lo de “veritas liberabit vos”. La historia de las guerras civiles hispanoamericanas entre 1810 y el post-Ayacucho ha sido mitificada; a lo mejor justificadamente en su momento, soy enemigo de juzgar determinados hechos del pasado, siempre que sea en ellos clara la buena fe. Pero en el día de hoy, en la actualidad se hace necesario “revisar” como decíamos antes todo este tiempo. Miremos como ejemplo la tarea que en Italia, los historiadores del Mezzogiorno, -lo que en nuestro país se conoció como “la Baja Italia”-, han comenzado una tarea de esclarecimiento con referencia al “Risorgimento” y la “Unitá”, que implica una revalorización del período hispánico, tanto del período aragonés, o si se quiere catalano-aragonés, como del castellano, o para decirlo en forma más propia español. Claro, toda la bibliografía liberal consideró a los tradicionalistas meridionales como bandidos; de ahí el término “brigantaggio”, asimilable al criollo “montonera” o el español “facción”, para englobarlos. Se trataba nada más que de partidas de bandidos manejados por la alianza del “Altar y el Trono”, puro bandolerismo. Luego los historiadores marxistas dan algún paso adelante; Hobswan por ejemplo, que estudia el fenómeno específicamente en su “Rebeldes Primitivos” o en el posterior “Bandidos”, pero siempre reduciendo el análisis a su visión, -cosa entendible por otra parte-, que no puede comprender los contenidos tradicionales que se incluyen en el fenómeno de los “brigantes”. Ahora bien, yo considero que los grupos afines a lo que podemos denominar nuestro espíritu, deberían poder aprender con mayor facilidad aquello que rechazaron los liberales, y malinterpretaron los –digamos- progresistas. ¿Cómo poder pensar en que un fenomeno como el de los Pincheira pueda reducirse a una simple cuestión de policìa? ¿Cómo poder asignarle a los que, acertados o no, levantaban la bandera de Dios, Patria y Rey, intenciones supuestamente asimilables a las de determinados “nacionalismos estaduales”, que sólo son pensables a partir de la conformación de los estados nacionales post-independientes. Y ello porque se divide entre distintas jurisdicciones la soberanía única, y propia del Rey, te recuerdo, entre 15 o 20 naciones, cada uno de cuyos pueblos (¿) pasaba entonces a ejercerla? A veces me pregunto cómo podemos pensar en mis estudiados como expansionistas chilenos, cuando “su” guerra se dirigió en forma primigenia contra dicha república. Te repito ¿Es posible pensar al “taita” Boves, como un nacionalista venezolano, digamos como un antecedente de Hugo Chávez? Creo que estamos todos de acuerdo que es un disparate, aunque alguna vez haya chocado con patriotas colombianos. La misma entidad tendría considerar a José Antonio Pincheira antecedente de Pinochet. No resiste, Félix...
P._--Hubo en los últimos años un proceso económico que enturbió bastante la idea del hombre común respecto de España, y me refiero a las conocidas “privatizaciones” de empresas argentinas, o la participación de las llamadas “multinacionales españolas” en América en general. La historia no va terminando muy bien, pero hay un hecho sintomático por el que especificamente quisiera preguntarte: sabemos que las inversiones no solo fueron españolas, sino de capitales europeos en general; sin embargo, cuando el proceso estalló, pudo verse que la furia de la gente siempre estuvo dirigida mayoritariamente a lo español; si se destruía un banco éste era español, si se quemaba una bandera, era la española. ¿Cómo evaluás vos este proceso de inversiones? ¿Cómo explicás este rencor dirigido específicamente contra España; es porque la gente espera más de ella, porque no admite actitudes tan “fenicias” de la “Madre Patria”, o encontrás que esta reacción está manejada desde otras usinas de poder con fines concretos?
R._-Se hace dificil realizar un análisis sobre las inversiones sin poseer determinada información precisa sobre ellas; del mismo modo que sobre el proceso de privatizaciones. Y contestar con condenas jeremíacas me parece, más que nada, inútil. Ahora bien, tampoco me animaría a ni siquiera intentar una defensa de ese proceso. Yo creo que las empresas “españolas” nos deben una explicación a los argentinos que vivimos esta crisis, pero no te puedo negar que los primeros que debieran darla serían nuestros dirigentes, sociales políticos, etc., etc... Y hasta ahora... En cuanto a lo del ensañamiento con símblos españoles, que no se repitieron con los de otros países, te diré, no alcanza el lugar para expandirse mucho, que no es en el fondo diferente de ciertas quemas en Vasconia, o ciertas palabras en Barcelona, que queman más que las llamas. Para mí, es el resultado de la nefasta influencia que el sistema educativo, del que los medios de masas son parte importante, ejerce en nuestras tierras sobre las reacciones del hombre común. Pero además hay por supuesto “ayuditas”; recuerdo la tapa de “Newsweek”, en español, hace unos años, no muchos, con el conquistador matando indios y el título: “Inversiones españolas: la nueva conquista”. Por otro lado en nuestro país tenemos antecedentes, p.e. la quiebra en que se hizo caer al Conde de Guadalhorce y su compañía, constructores de líneas subterráneas competidoras de las inglesas, en la década del 30, a través de una campaña cuyo lema fue: “Hay que bajarle los humos a los gallegos”. Claro que mientras tanto los ingleses nos bajaban a nosotros hasta las ganas de comer, pero... No te digo que sea la misma situación, pero debemos tratar de no hacer el papel del tonto. De todos modos creo que esto lo tiene que aclarar las empresas o el canal de información que se considere necesario. Sería una pena que se perdiera una oportunidad de gestar políticas comunes por una actitud meramente crematística. Lo deberán aclarar, si no, les harán pagar hayan pecado o no, y por todos los demás que los acompañaron... de los que nunca se quema una bandera...; pero sigamos...
P._--Para completar el panorama de esta tan sufrida América nos quedaría recorrer un poco un tema que vos has estudiado bastante que es el del indio, y del arrollador crecimiento de lo que conocemos por “indigenismo”. ¿Cómo ves vos sintéticamente que se ha desarrollado históricamente esta relación del indio con lo español, y cómo crees que se puede enfrentar hoy esta agresiva versión de la “leyenda negra”?
R._-Con la verdad. La relación de lo español, o mejor de “los” españoles con los diversos pueblos indios ha padecido, evidentemente, de todas las lacras que afectan a la vida de los hombres o de los pueblos. No te diré nada nuevo si te hablo del Pecado Original, o de lo de Caín y Abel. Pero si algo caracteriza a este “encuentro”, y valga la remanida palabrita, es que lo que se produjo fue a decir de autores tan poco sospechados de hispanofilias como el francés Braudel o el inglés Toynbee una “cuasi convivencia étnica, única en toda la historia” o la posibilidad de la existencia de un mundo mejor al que les tocó vivir a los hombres del siglo XX. Digan lo que digan los liberales y marxistas de mi tierra el mestizaje es un producto positivo y que no encuentra prácticamente símil en el mundo. Hay un regusto especial en los que nombraba antes en caer constantemente en explicaciones étnicas, que no desmerecerían en el gabinete del difunto Rosemberg; pero yo que personalmente y no por película conozco la sierra peruana te diré que una quichua pura, desdee el punto de vista biológico, pero que se adorna con “peluconas” de la época de Carlos III y va todas las tardes al Rosario en una parroquia cuzqueña es la prueba más incontrastable de aquel éxito que te decía. La derrota de “Sendero Luminoso” no fue solamente un notable éxito del ejército peruano sino en gran parte de las organizaciones de esos mestizos que no aceptaron la imposición del cóctel seudo “incaico maoísta”, agitado y bien agitado por ciertos antropólogos con domicilio parisino. Te repito, el mestizaje ha sido un verdadero éxito histórico y solo en cabezas calenturientas pudo caber inventar términos como el famoso “malinchismo” mexicano que en realidad no es anterior a la década del ’50 del siglo pasado. Ciertamente el encuentro de Hernán Cortés y Doña Marina –nombre castellano de la Malinche- es, perdónese la comparación, similar al que en el Paraíso Terrenal tuvieron Adán y Eva, para la raza hispanoamericana. Del mismo modo no te quisiera ocultar el profundo dolor que produce ver muchas veces a hombres de diversos sectores de la “España Nacional” embarcados en europeísmos militantes que terminan en un antiamericanismo que –con toda sinceridad- nos llama la atención. Desde Menéndez Pelayo hasta Ramiro Ledesma, pasando por Maeztu, José Antonio y en primerísimo lugar el pensamiento y el accionar constante del carlismo en torno a la unidad de todos los hispanos de “allende y aquende mar”, no creo que sea posible encontrar ni la más remota justificación para algunos, o muchos de estos desgraciados dichos. Puede que surjan problemas de convivencia con determinados sectores de la emigración hispanoamericana pero por delicados que sean en eningún momento pueden perturbar la claridad de esa unidad que te decía más arriba. Mi abuelo asturiano de Rubiano, consejo de grado, me enseñó que yo en España sería forastero como en las provincias argentinas de Salta o Corrientes, o como en Venezuela o Cuba, pero extranjero nunca. A ver si espabilan...
P._--Habiendo recorrido un poco la historia y el presente de la Hispanidad para ubicarnos mejor en tu pensamiento, me gustaría, ahora sí, ir específicamente al tema que nos convoca, que es la fundación de la Academia de Estudios Americanos “Rafael Gambra” de la que sos el director, y que va a empezar a funcionar en Buenos Aires a partir del año próximo, pero que tiene previsto posteriormente extender sus actividades al resto de América y la Península. ¿Qué es la Academia “Rafael Gambra” y en qué consiste el proyecto?
R._-Bueno, tenemos previstas tres etapas: la primera es la Fundación en Buenos Aires y el dictado de cursos a lo largo del año próximo, la segunda es la implementación de los estudios a distancia, y la tercera la concreción de este proyecto en estudios de nivel universitario que aborden todas las especialidades de los estudios hispánicos. Te diré por ejemplo que tenemos previsto, además del dictado del curso anual de este año de 2004 una serie de clases magistrales que se insertan el el cuerpo del curso y que estarán a cargo de tan importantes figuras del mundo hispánico como nuestro Antonio Caponnetto o nuestro paisano oriental don Luis Alfredo Andrégnètte, y el incansable y fecundo Profesor español Miguel Ayuso, continuador y estudioso de figuras de la magnitud de don Francisco Elías de Tejada y del llorado don Rafael Gambra, quien tuviera en vida la generosidad de prestarnos su nombre para bautizar nuestra Academia.
P._--Sabemos que en nuestro ambiente en general la gente es muy lectora e informada, y bien pueden considerar muchos que estos estudios no le son necesarios. ¿Qué le va a aportar la “Academia” a sus alumnos en materia de conocimiento que no se pueda alcanzar desde la lectura y la autoformación?
R._-En primer lugar te diré que siempre es conveniente aprovechar la tarea realizada por otros y por más buena voluntad constancia y pasión que se ponga en los medios a que hacés referencia siempre estaremos realizando un esfuerzo que probablemente nos reste muchas energías y tiempo que hubiéramos aprovechado mejor de tener un guía. En segundo lugar vale aclarar que en el último cuarto de siglo se ha producido un verdadero oscurecimiento de la que podemos denominar, “conciencia hispánica” a lo que acompaña la desaparición del mercado del libro de textos más que fundamentales. Te pregunto: ¿quién encuentra hoy algún libro del portugués Antonio Sardinha, por ejemplo “La Alianza Peninsular”, o quién puede acceder a la obra de un Víctor Pradera o de un Rómulo Carbia? Tengo para mí que ese guía que es el maestro en muchos casos, no en todos se limita a poner en conocimiento de sus alumnos los textos vivos que un lento pero inexorable sistema va queriendo enterrar. De alguna forma, y perdóneseme la comparanza queremos ser como aquellos monjes de la Edad Media que salvaron toda la cultura de occidente con su paciencia y su accionar.
P._--Respecto de la segunda etapa, vos tenés una vastísima experiencia en lo que se conoce como “educación a distancia”; bueno es remarcar que estuviste en el origen y desarrollo y seguís en la actualidad enseñando en el que es probablemente uno de los proyectos más exitosos de los que se realizaron en la Argentina, ¿cuáles son tus concluisones respecto de esta modalidad educativa y qué posiblidades le ves de alcanzar un nivel académico de excelencia?
R._-Creo que es fundamental esta modalidad. Me decía en una oportunidad un destacado historiador argentino, Fermín Chávez, que los profesores de historia, en determinado momento de la Historia Argentina habían cumplido el papel de antagonistas de la dictadura cultural liberal instalada en 1853 y consolidada en 1880 al despertar en sus jóvenes alumnos el amor por una Argentina tradicional que aunque con sus flancos débiles se oponía por principio a aquella feliz colonia de todos los liberalismos. Esto tuvo su consecuencia en determinado momento de la Historia de nuestro país hoy ya muy lejano en el tiempo. Siempre he pensado que un Instituto a distancia puede cumplir en forma actual esa función. Hoy día, cuando las burocracias pretenden atacar a esta modalidad en nombre de no sabemos qué “calidad educativa” te puedo afirmar que un sistema a distancia permite no solo una enseñanza de alto nivel académico, sino que impide la manipulación de masas estudiantiles arrebañadas en ámbitos universitarios superpoblados desde los cuales se homogeiniza en el discurso posmoderno a toda persona que posea inquietudes de un perfeccionamiento de ese nivel. Pero además permite la permanencia en las pequeñas ciudades, en los establecimientos de campo, de aquellos jóvenes con vocación intelectual, los que si no son devorados por las universidades del urbes macrocefálicas, siempre al servicio del enemigo de la tradición. Permite en resumen de una manera seguir el consejo agustiniando: “noli foras ire...” Además te quiero agregar para los que puedan preguntarse si existen universidades prestigiosas y de algto nivel que estudian historia de España, América, etc., etc., para qué nuestro intento, a eso me respondo a mí mismo que nosotros buscando esa calidad, aún más, la excelencia educativa, no resignamos en ningún momento el centrar nuestros estudios desde la perspectiva de la Hispanidad. No pretendemos, de ninguna manera, inventarnos una cierta asepsia como la que invocan los distintos cientificismos. Pretendemos formar hombres sabios “baqueanos” en su materia pero hombres sabios “baqueanos” e hispanos.
P._- ¿De qué manera se va a financiar este proyecto?
R._-La primera etapa va a ser muy austera, y se financiará con las cuotas de los alumnos. Para los siguientes pasos vamos a constituir una Fundación, con sedes en Argentina y España, y podría ser también en México, que nos parece la forma más idonea de llevar adelante un proyecto de estas características. Ya veremos, estamos seguros de que “Dios proveerá..” y que no nos faltarán brazos amigos para ayudarnos a sostener este proyecto. De esto último no tengo duda alguna.
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Félix Della Costa
Revista Arbil nº 78
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