Será una ocurrencia del mismo que inventó lo de "la roja".
Acabo de enterarme de que España es una “marca”.
He oído la expresión “marca España” en diferentes medios y me he quedado perplejo, tanto que me he ido al DRAE y en la entrada “marca” no aparece ninguna acepción que indique se pueda aplicar esta palabra a una nación.
No sé qué es lo que se persigue introduciendo este modismo en nuestra forma de hablar. Me temo que una maniobra más para acabar con la palabra nación, concepto tan discutido y discutible.
«Todo lo que manda el Rey,
que va contra lo que Dios manda,
no tiene valor de Ley,
ni es Rey quien así se desmanda.»
(Lope de Vega)
Será una ocurrencia del mismo que inventó lo de "la roja".
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Estimados, hoy en día casi todos los países han registrado sus respectivos nombres como marca. De ese modo obtienen muchas ganancias cobrando derechos de patente a diversas empresas por el sólo hecho de ocupar dicho nombre.
Es un asunto netamente práctico y que no obedece a ninguna conspiración ni nada parecido.
¿Seguro? Lo pregunto porque seguramente tendrá "código de barras" y es conocida la asociación que se hace de éste con "la marca" sin la cual nadie podrá vender, comprar, etc., etc. No obstante, y aunque no hubiese relación alguna, no deja de sonar fatal: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, "marca España", ¡absurdo! He entendido que se aplica a ciertos asuntos pero, finalmente, irán extendiendo su aplicación a todo, al tiempo.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Coincido con Cristián. La propiedad intelectual comprende, amen de la propiedad de ideas y tecnologías registradas por patente, también la propiedad de marcas y nombres comerciales. Esa propiedad es de lo primero que la solicita y paga por ella: aunque en los casos de los nombres de los países se ha restringido la misma a los respectivos estados. Una manera más de los estados cobraren para su financiación, en este caso vía royalties.
Pegando en lo apuntado por Donoso, la selección española es una demostración cabal del potencial de la "marca" España, mismo dentro de España. Digo mismo con tristeza: no hace un mes que en una reunión de trabajo dos españoles se recusaron hablar castellano conmigo, cuando les he instado a hacerlo - principalmente porque su inglés era casi ininteligible para mí. Creí inocentemente que la recusa se debía a un deseo de mantener la conversación en una lengua neutral; luego remataron la faena: "no somos españoles, luego no hablamos la lengua de los españoles". Pensé en replicar "sois qué? Ingleses, entonces?"... pero trabajo es trabajo... y yo no trabajo para mí.
Esto sí que debería ser preocupante; sobre todos para los que se quieren hacer con los derechos de la marca "España"...
La "marca España" es una empresa de la que solo sacan tajada 4 sinvergüenzas (algunos dedicados a la política) que no hacen más que fastidiar al pueblo español.
"Donau abric a Espanya, la malmenada Espanya
que ahir abrigava el món,
i avui és com lo cedre que veu en la muntanya
descoronar son front"
A la Reina de Catalunya
Yo no puedo mezclar el sagrado nombre de España con una palabra de marketing. Tenemos que comerciar para vivir dignamente, pero no perdamos la honorabilidad por un plato de lentejas.
Me niego a reconocer a España como una “marca”.
«Todo lo que manda el Rey,
que va contra lo que Dios manda,
no tiene valor de Ley,
ni es Rey quien así se desmanda.»
(Lope de Vega)
España no es una marca, señores de Madrid
“Marca España”: así ven España los políticos, y así nos va.
En los despachos de Madrid se preocupan de que España guste fuera. Para eso han creado la “Marca España”. Dicen que Marca España es “una política de Estado fruto del consenso para mejorar la imagen de nuestro país”, en la que “deben primar los términos económicos”. También hablan de fútbol.
Una marca es una denominación comercial que sirve para vender. Se crea una plataforma de marca; se establecen los valores de la misma: centrales, expresivos e instrumentales; se le dota de una personalidad y de un tono de comunicación; se fija cómo queremos que nos perciba el consumidor; se busca un nombre que comunique lo anterior; se diseña el envoltorio del producto y su campaña de comunicación. Y a vender.
Pues a lo mejor lo que hace falta es que España guste dentro. Así que desde Cataluña les decimos que España no es una marca, señores de la Carrera de San Jerónimo. España es un conjunto de pueblos unidos para decir una palabra al mundo, una palabra necesaria y que ninguna otra gente puede formular, una palabra que el mundo necesita para ser mejor. Cada nación ha venido al mundo para mejorarlo con su contribución singular.
Así que, señores políticos, déjense de ideologías y dediquen sus esfuerzos a responder a la siguiente pregunta: ¿Para qué vino España al mundo?. Y háganlo con ilusión.
Si no alcanzan un consenso, vayan a la historia. Si no se ponen de acuerdo, miren juntos el escudo de España. No es un logotipo. Verán los cuarteles de los reinos que reconquistaron España al invasor musulmán, soñando durante 800 años recrear la unidad española que nos dio Roma y los bárbaros conservaron. Verán las torres de Castilla, las zarpas de León, los cuatro palos de gules de Aragón. Verán las cadenas que el rey navarro conquistó a Miramamolín en las Navas de Tolosa. Verán la Granada con que culminó la lucha por recobrar la unidad hispánica. Verán los escudos, en fin, de los reinos que a su vez reunieron a condados y principados. Verán una catequesis de unidad en la diversidad.
Allí verán también dos columnas: el estrecho de Gibraltar. Están superadas por una corona real y otra imperial, pues España -sin pedirlo- se desgastó siendo el trono de un imperio que procuró la unidad europea. Verán una cinta que junta las columnas con las palabras “Plus ultra”, porque hubo un tiempo en que nuestros padres creyeron que sí que se podía ir más allá de donde nadie se atrevía. Y lo hicieron, y unificaron el planeta, con los aciertos y errores propios de la naturaleza humana.
Miren, señores políticos, y verán los tres lises de oro de la monarquía que une los reinos de España. Y la corona de un rey sobre el conjunto. Y, culminándola, una breve cruz, símbolo de unidad de lo horizontal y lo vertical, y recuerdo del amor del Rey de reyes.
Eso es España, señores políticos. Y la palabra que debe seguir diciéndole al mundo estará probablemente en consonancia con su ser. Será, probablemente, una voz de diversidad y de constructiva unidad. Una voz de esfuerzo y perseverancia en conseguir esa unidad. Una palabra de osadía, exploración y de nuevo unidad con otros mundos. Una palabra de alabanza a la forma monárquica que nos ayudó siempre a lograr esa unidad. Y, finalmente, una palabra de agradecimiento a la fe que nos movió a lograr todo lo anterior, sabiendo que el sentido de la vida sobrepasa lo mudable, que a todos nos alcanza la justicia, que nadie se salva a sí mismo, que todas las almas valen igual, y que la verdadera riqueza no se acumula en la tierra. Que la más perfecta unidad, en fin, es la unidad en el Amor.
Esto es España, señores políticos, y Cataluña es lo mismo. Y para esparcir esta palabra de unidad vino España al mundo. Díganlo bonito, adórnenlo, háganlo ilusionante. Pronúncienlo en todas las lenguas de España. Ocúpense de construir concordia, unidad y amistad. Pero no nos digan que España es una marca que hay que vender. Porque a lo mejor a muchos eso no nos ilusiona, y quizás vayan asomando jirones en los cuarteles de nuestro escudo.
España no es una marca, señores de Madrid. |
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