Este hombre en su deseo de…¿Protagonismo?, ¿Estar siempre en el candelero?, ¿Hacer justicia? Que lo responda él, ha vuelto a resucitar los demonios y fantasmas del pasado con el procedimiento que ha incoado para saber dónde se encuentran los fallecidos de la guerra y la postguerra civil. Le debe de fallar la memoria, carece de entendederas para ello, o no lo ha querido tener en cuenta que en la Transición se llegó al acuerdo, entre Izquierdas (todas) y Derechas (idem), de arrinconar todo lo ocurrido, desde la muerte de Franco hacia atrás, para pasar página y comenzar una nueva andadura todos los españoles juntos, olvidando las venganzas y los rencores. Esta decisión entre españoles fue un ejemplo para el mundo entero. Olvidar sin resentimiento hechos dolorosos pasados es la mejor forma de caminar todos juntos.
Los historiadores sabemos, consta documentalmente, que las elecciones de 1934 no las ganaron las izquierdas. (Los que lo desconozcan pueden leerlo en cualquier libro de historia no partidista). Pero éstas en un furor irrefrenable se lanzaron a la calle, proclamándose vencedoras. El Rey en un gesto, para mí, de cobardía prefirió huir de España “Para no hundirla en un baño de sangre”. Cosa que después sucedió. La Derecha se amilanó ante tales muestras de odios y revanchas y así le fue a España.
La Guerra Civil comenzó ya en el mencionado año. Todas las izquierdas campaban a sus anchas, ante la pasividad y falta de arrojo de las Derechas. Se puede comprobar yendo a cualquier hemeroteca y consultar publicaciones de la época. La reacción en contra, la oscilación al extremo contrario que los historiadores llamamos “Ley del Péndulo”, no podía hacerse esperar y así pasó lo inevitable para frenar tanto desmán (asesinatos impunes: Calvo Sotelo y otros tantos) y desenfreno en todos los sentidos que asolaba a España.
Aunque hoy no sea políticamente correcto decirlo, yo si lo hago. La Guerra Civil fue provocada por el afán de desquite de las Izquierdas. Se asesinaba a una persona por el mero hecho de ir a Misa, ser el capataz de una fábrica, o el casero de un cortijo y haber mandado al que llegó a matarlo que cumpliese con su obligación, o sea, que trabajase, o porque alguien tenía un rebaño de cabras y un envidioso quería hacerse con ellas. Que busquen en los registros de las checas (deben conservarse) y se comprobará que asesinaban sin motivo alguno, sin juicio y sin razón.
Por eso es mejor olvidar lo que ocurrió. Se suele decir que el pueblo que olvida su historia está condenado a vivirla nuevamente, pero hay ciertos momentos que es mejor no recordar porque para lo que sirve es para resucitar odios, envidias, enconos que pueden hacer que volvamos a las andadas.
Es archiconocido que los comunistas querían instaurar en España una dictadura del proletariado como la que imperaba en Rusia bajo la férrea férula de Estalin. Con sus purgas, sus checas (ya las implantaron), sus asesinatos en masa, sus deportaciones, sus “archipiélagos gulasch”, en fin con todo el horror y sufrimiento que padeció esta desgraciada nación entonces. Pobre España ¿Qué hubiese sido de ti, si lo hubieran conseguido?
Por eso no comprendo la actitud de este juez y me pregunto ¿a dónde quiere llegar?
Entre otras cosas ha pedido a diversas diócesis, entre ellas la de Córdoba, que le facilite relación de los desaparecidos en aquellos tiempos ¿Qué pretende avivar con ello? ¿Viejos odios? ¿Olvidadas rencillas? ¿Resucitar enconos? Que responda él mismo.
¿Por qué no ha pedido relación de los conventos iglesias, monasterios, etc. que en una infame vesania quemaron los de izquierdas? ¿Por qué no solicita que se le resarza económicamente a la Iglesia de esas pérdidas irreparables, ya que en ellas se perdieron cuantiosas obras de arte?, como se ha hecho con los bienes incautados a las izquierdas por la Dictadura.
Ya está bien de revanchas. Odiar es propio de hombres. Perdonar, de Dios. ¡Acabemos con esta inquina!

Manuel Villegas Ruiz
Doctor en Filosofía y Letras (Gª e Hª)