En modo alguno creo que la apeación al perdón deba quedar excluida. No el perdón cristiano, desde luego, que es al que Prada apela en este artículo, perfectamente conciliable con la exigencia de reparación, aunque obren en órdenes distintos. Lo que Prada denuncia, precisamente, es el intento de mezclar esos órdenes por parte de los sin-Dios, que como él bien explica no pueden perdonar, pues les falta la gracia que permite hacerlo.
El artículo me parece de gran profundidad y verdad. Y acierta a señalar la falsedad de quienes, invocando el perdón, pretenden en realidad una injusticia.