«En sucesivas madrugadas, entre julio y octubre de 1936, distintos hombres con el mismo uniforme, falangistas, fueron a buscarles a sus casas. Sus familias presenciaron el secuestro sabiendo que no les volverían a ver. Que los harían desaparecer.»

77 años de espera para salir de una fosa común al cementerio | Política | EL PAÍS