Aprestos en Isengard
Es fácil ver ya que en el valle de Isengard, hay fuego. Con frecuencia se alzan altas llamaradas y el espeso humo negro se avizora desde lejos.
No hay duda. Saruman, el Mago Blanco, se apresta para lanzar su primer ataque sobre las praderas a fin de destruir y quemar lo que aún queda en pie. Ya ha salido en expedición un primer escuadrón de orcos, y es bueno recordar que los orcos isengardianos son más fuertes, más altos y más inteligentes que los orcos de Mordor. Al mando está el despiadado Uglúk que, a pesar de sus años, no deja de proferir rugidos aterradores.
No es solamente una brevísima variación sobre un tema tolkiniano. Es el marco sobre el que pueden leerse
las últimas declaraciones del cardenal Kasper:
“Quisiera comparar esta situación con la forma en la que la Iglesia católica ve a las demás Iglesias. La Iglesia católica es la verdadera Iglesia de Cristo, pero hay otras Iglesias que tienen elementos de la verdadera Iglesia, y nosotros reconocemos estos elementos. De la misma manera, podemos decir: el verdadero matrimonio es el sacramental; el segundo no es un matrimonio en el mismo sentido, pero tiene elementos del primero: la pareja se cuida recíprocamente, están vinculados exclusivamente uno al otro, pretenden permanecer en este vínculo, cuidan a los niños, llevan una vida de oración, y así… No es la mejor situación. Es la mejor situación posible”.
“¿Vivir juntos como hermano y hermana? Naturalmente tengo un enorme respeto por los que están haciendo esto -dijo Kasper. Es un acto heroico, y el heroísmo no es para el cristiano promedio”.
Reflexión de Ludovicus: Si el vivir en abstinencia sexual, tal como aconsejaba Juan Pablo II a las parejas de hecho, es un acto heroico al que solamente algunos pueden acceder, se sigue necesariamente que el celibato sacerdotal es también un acto heroico y no un acto arduo y difícil.
Si un obispo como Kasper, que está obligado al celibato, dice que este estado es solamente para los héroes, quiere decir que, o bien él es un héroe, o bien es un picarón.
¡Ay Gasparín, Gasparín, no quisiera estar en tu pellejo el día del juicio!
Marcadores