Para entender al Tío Donald
11/11/2016
Un aporte a la confusión general
Marcelo González
“El plan de la Revolución Mundial para la unificación y nivelación del mundo en lo económico, en lo político, en lo cultural-religioso marcha a paso veloz. Esta acción se hace sensible al ojo observador en mil detalles de la vida universitaria, de las gestiones económicas, militares, políticas y de la actividad religiosa.
“Sin embargo, grandes obstáculos se oponen a este Gobierno Mundial.
“En primer lugar, existe una resistencia natural en la idiosincrasia propia de cada pueblo que no quiere someterse a un tipo standard y uniformado de domesticación. Los pueblos se resisten a ser manejados como rebaños, por mucho que este manejo se disimule bajo los atractivos de la publicidad psicotécnica. Y esta resistencia se muestra tanto en el plano económico-político como en el religioso. Es claro que esta resistencia, más pasiva que activa, no sería suficiente para detener los planes del Poder Oculto que dispone de poderosos medios para doblegar la voluntad de los pueblos.
“Los obstáculos más efectivos que hacen difícil si no imposible por ahora el gobierno mundial, son la lucha de intereses y ambiciones a veces personales que por razones geopolíticas o históricas surgen en el panorama mundial.”
Es un texto de una mente ordenada y católica. Tiene su tiempo, es de 1967. Las cosas son mucho peores hoy, pero la dirección de los asuntos mundiales, incluidos los religiosos (ya había pasado el Concilio Vaticano II), estaba claramente planteada sobre la mesa.
Lo rescato porque veo dos tendencias contradictorias entre la gente de pensamiento tradicional: Donald Trump es el Anticristo vs. Donald Trump es el salvador de Occidente. Y en ambos juicios hay una carencia esencial, cual es, que lo que sabemos de él no alcanza para justificar ninguno de los dos juicios. Tal vez se pueda evaluar con alguna mayor precisión en unos meses, si es que el Tío Donald vive tanto. Por menos de lo que ha prometido, inclusive cuando no piense cumplir, varios recibieron efectivos disparos de algún “loco perturbado” o de un “lobo solitario”.
Lo que hoy sabemos, porque está a la vista, es que Trump, con su campaña-movimiento ha sacudido las placas tectónicas que sustentan a los EE.UU. Y el Establishment (Washington, Wall Street, Hollywood, Planed Parenthood, la Reserva Federal, el lobby LGBT… buena parte del episcopado católico). Y fuera de los EE.UU.: la Comunidad Europea, la Nato, las Naciones Unidas, la City londinense, el Congreso Mundial Judío, la Liga Antidifamatoria, el Vaticano –este Vaticano en particular– etcétera), están conmovidos.
Ejemplos: Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel, exulta de alegría. Por fin se saca de encima a los Obama-Clinton, verdadera amenaza para Israel. La Duma (parlamento ruso) estalló en una aclamación cuando se supo la noticia. La palabras de Putin fueron más bien cálidas dentro del estilo diplomático. En Irán, los ayatollahs gruñeron protestas y sacaron la uñas para defender su plan nuclear. Raúl Castro mandó movilizar tropas para ejercitarse ante una amenaza militar. Los partidos que pujan por un Brexit generalizado elevaron hurras en varios idiomas: francés, inglés, italiano, húngaro. México está en pánico, al menos su clase política. En la Argentina no paran de hacer papelones, inclusive la muy profesional canciller Malcorra. Michel Bachelet llora en los rincones. Alvaro Uribe se reafirma en su proyecto de rescate de Colombia… El Cardenal Raymond Burke acaba de declarar en una larga entrevista que concede crédito a las promesas de Trump, porque conoce a muchos de los 25 asesores católicos del presidente electo y le merecen la mayor estima.
No es común ver que habitantes de los EE.UU. corten una autopista (varias) y quemen gomas (al menor estilo argentino), protestando contra el recién electo “que no es nuestro presidente”, mientras los pueblos rurales del Medio Oeste acuden a dar gracias a Dios a sus templos.
Francisco, poco antes de la elección elogió a Hillary. Y poco después aludió mal a Donald, nuevamente. Las declaraciones de François Hollande pueden tildarse con un adjetivo bien académico: fueron una verdadera mariconada. Y eso que los franceses son los príncipes de la diplomacia.
Los que tienen el gran poder de la prensa decretaron “duelo mundial” por tiempo indeterminado. Desde el periodista de la CNN que conmovió al mundo con su discurso preguntándose qué le diría a sus hijos al día siguiente hasta nuestros mequetrefes de TN que editorializaron largamente como si a ellos le fuera en algo.
Todo este temblor porque se produjo un fenómeno que ya se venía manifestando en distintos lugares: Rusia decidió plantarse ante “Occidente” e impedir que colapse el Medio Oriente. Los británicos cortaron el puente (tan predicado por Francisco) con la C.E. Los húngaros votaron que no querían un ingreso irrestricto de presuntos refugiados, al menos una buena parte de ellos, cuyos motivos e intenciones no quedan claros. Colombia votó contra el nefasto acuerdo con las FARC (SA. de secuestros, narco y asesinatos por encargo) auspiciada por la troika Obama, Castro, Francisco. El presidente de Perú, sin decir agua va, consagró su nación al Corazón Inmaculado de María en unos términos que no oíamos desde Pío XII.
¿Qué son estos temblores? Me parece que forma parte de una resistencia natural en la idiosincrasia propia de cada pueblo que no quiere someterse a un tipo standard y uniformado de domesticación. Son los pueblos que se resisten a ser manejados como rebaños, por mucho que este manejo se disimule bajo los atractivos de la publicidad psicotécnica. Queda claro que esta resistencia se muestra tanto en el plano económico-político como en el religioso. De hecho muchos de estos triunfos de los movimientos de reacción anti gobierno mundial –mas bien ante sus consignas- fueron precedidos por cadenas de oración, novenas públicas y cruzadas de rosarios…
¿Qué saldrá de aquí? Imposible decirlo. ¿Es un adviento o un estertor postrero? Dios dirá. Sin duda hay mucho de la lucha de intereses y ambiciones a veces personales que por razones geopolíticas o históricas surgen en el panorama mundial. Pero Dios se vale repetidamente de quienes buscan su propia gloria o poder para realizar sus designios.
Dicen algunos hombres expertos en la política y esas cosas que lo que Trump inició en EE.UU. no se podrá detener, es un resurgimiento de la América profunda que quiere ser decente, vivir de su trabajo y respetar el orden natural y las buenas costumbres. Dios lo quiera, habrá que ver.
En fin, para entender al Tío Donald lo único que se puede hacer es esperar, observar y constatar. Lo que hace, lo que no hace, lo que produce sin querer o voluntariamente. Y como repercute en el resto del mundo, en especial en el futuro de Rusia, país electo por la Virgen.
¡Ah! Me olvidaba. El texto citado arriba es de un tal Julio Meinvielle, cura párroco. Está en un folleto amarillento que guardo en mi biblioteca y forma parte de un ensayo sobre “El Estado Actual de la Revolución Mundial”. Por si el dato sirve.
Fuente: PANORAMA CATÓLICO INTERNACIONAL
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