El otro día, leyendo los Escritos de Catequesis de Santo Tomás de Aquino, me hacía gracia que él habla de cuatro modos de usar en vano el Nombre de Dios, y el cuarto es la estupidez, en la que pone como ejemplo al blasfemo. Y, ciertamente, insultar a Dios, si no existiera, sería completamente estúpido, pero muchísimo más lo es si sabemos que Dios existe. De tal manera que, creyendo o no en Dios, siempre es estúpida la blasfemia.