Las opiniones que expresa De Prada en sus artículos siempre tienen la particularidad de generarme sentimientos encontrados. Y creo saber la causa, por una parte habla y escribe, de todo aquello que siendo noticia le interesa, al fin y al cabo ejerce como periodista, y por otro adorna lo que afirma o niega no sólo hiperbólicamente, sino expresando su particular parecer al respecto. Del artículo reproducido sobre el "doctor Sánchez" casi, casi, podría suscribirlo todo, pero, ¡ay! ese pero que parece hacer la puñeta siempre, tenía que surgir de alguna forma. Y volvemos a Pemán con su hipérbolico enredar sobre un vocablo, infinitivo esta vez, en un empeño de comparar un hito histórico, el de Colón, con otro hito histórico, el del Apolo 11. Para Pemán, y para De Prada al parecer también, eso de "llegar" presupone también "quedar", aunque más en sentido reflexivo que otra cosa. Aparte de que en buena lid para Colón no fue "llegar", sino "encontrar", "tropezar", "darse de bruces" y cuantos sinónimos se quieran, dado que su destino eran Cipango o Catay, no las posteriormente llamadas "Indias Occidentales", lo cierto es que hubo grandes diferencias entre ambas empresas.

Las épocas de ambos acontecimientos son muy diferentes, y no parece necesario destacar tal realidad. Pero, además, es que muchos objetivos a lograr se quedan en ese "llegar" sin más. ¿Qué pasa con el escalador que "llega" a la cumbre del Everest, se queda a vivir en ella o regresa? ¿Qué pasa con los ciclistas cuando "llegan" a la meta, establecen en ella sus hogares o se van a otra parte? ¿Y qué tal cuando uno "llega" a superar todos los requisitos académicos para conseguir un título, sigue examinándose innecesariamente para que no se diga que "ha llegado", o se va a su casa tranquilamente don del diploma o certificación bajo el brazo? Tal vez, para los veraneantes, o viajeros de todo tipo con cualquier destino, es una suerte poder "llegar" porque sino cualquier viaje sería a "ninguna parte", por tanto tiempo perdido, además de un aburrimiento total.

"Llegar" claro que se "llega", sobretodo cuando se alcanza un objetivo o destino marcados, lo demás son ganas de derivar con ganas de incordiar y cuidadín con eso del "argumento ad verecundiam" porque cuando no hay sustrato que lo sostenga, da igual si lo dice Agamenón o el paleto de su porquero. Y es que se podría llamar también "apellidismo en la opinión". Con el calor que hace apetece mucho más una buena horchata granizada.