Machetes y cachetes
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ANTONIO GARCÍA BARBEITO
Como si tuvieran dos manos que nada tuvieran que ver entre ellas, como la frase bíblica «que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha», pero en versión macabra, o sea, que tu mano izquierda, que es con la que se supone que podías darle un cachete a tu hijo, porque tu hijo, con ocho años, te ha metido los dedos en los ojos, ha tirado el televisor, ha cogido un mechero y le ha metido fuego a la cortina, ha tirado a la calle, por la ventana de su cuarto -y vivís en un octavo-, dos pizarras, una caja de hojalata, seis coches y dos pares de patines... ¿Un cachete? Pues vas aviado. Esa mano izquierda, que siempre fue tan socorrida para un revés, ahora no puede moverse, no puede levantarse para amagarle un cachete al niño, a tu hijo, criatura de siete años, que acaba de rayarte el coche nuevo con un cortaúñas, porque al niño le ha salido de sus mismísimos. Esa mano, la izquierda, no puede saber, además, lo que hace la otra, porque la otra, cuando tú no lo ves, se lleva toda la libertad de la izquierda y aun más. Si la mano izquierda no puede ni siquiera pensar en un cachete, la derecha se permite, a escondidas, coger un machete y descuartizar fetos de hasta ocho meses de gestación, o sea, niños con el tiempo casi cumplido en el vientre de su madre. Eso hace la mano derecha, pero a la izquierda no se le consiente ni un mal calentón. Y esa libertad la tiene la mano derecha con seres inocentes, que no quiero imaginar si un feto pudiera ser travieso. Ya ven, para el aborto, machete de carnicero destrozando una vida; en casa, mano guardada, porque si esa mano se nos va y le damos un cachete al niño que acaba de romper por gusto los cristales de la ventana y de tirar desde la terraza a la calle cuatro macetas, entonces, ay, amigo, entonces el monstruito que tenemos en casa llama por teléfono, nos denuncia y podemos desear el futuro de los fetos que machacan. Como el niño sea un poco hijoputa, un niño de estos que salen más atravesados que todas sus mulas, un niño inteligente y capaz de montar una historia de paliza paterna, un niño que sea capaz de darse golpes con cualquier cacharro y decir que son puñetazos del padre, entonces, mejor será meterse a terrorista.
Y la mano derecha machacando fetos. Si alguien entiende algo de lo que aquí pasa en educación, libertad, convivencia, tolerancia, que me lo diga. Porque yo no entiendo que un cachete a un hijo sea más grave que machacar un feto de ocho meses y tirarlo por el desagüe. Aquí pasa algo raro: o yo soy un antiguo y un atrasado, una bestia parda, o alguien está empeñado en construir un mundo macabro y vendérnoslo por el ideal. Si el cachete para disciplinar al hijo es más grave que el machete para despiezar fetos de ocho meses, yo he perdido el norte. Pero, eso sí, con el norte perdido, digo a voces que otros han perdido los cuatro puntos cardinales.
http://sevilla.abc.es/20071222/opini...712220303.html
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