Maravedí
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a navegación, búsqueda
El maravedí es una antigua moneda española.
Historia [editar]
La acuñación de moneda en Castilla comenzó durante el reinado de Alfonso VI, después de la conquista de Toledo (1085), siendo su primer numerario el dinero y el óbolo de vellón, a semejanza de otros reinos españoles. Alfonso VIII de Castilla comenzó a labrar el oro hacia el año 1172, y poco después lo hizo Fernando II de León en piezas llamadas maravedíes o morabetíes, con un peso aproximado de 3,8 gramos cada una.
El nombre maravedí significa moneda almorávide, siendo por entonces las de Castilla arábigas y bilingües. Es decir, tenían forma arábiga con fondo y significación cristiana en las leyendas árabes. Llevaban una crucecita y el nombre de Alfonso en latín y estaban fechadas por los años de la Era Hispánica, de 1214 a 1255. Se usaron para facilitar el comercio con los musulmanes en los dominios de Castilla.
Después de Alfonso X los maravedíes fueron reemplazados por la dobla, de a cincuenta un marco, subdividiéndose poco después en otras piezas del mismo género, hasta el valor de cincuenta doblas, durante el reinado de Enrique IV. Estas monedas, algo disminuidas, recibieron luego el nombre de enriques en tiempo de Enrique IV y de excelentes bajo los Reyes Católicos. Para unos y otros se admitieron sus múltiplos y sus mitades.
Alfonso X el Sabio acuñó monedas castellanas de plata fina, el grueso maravedí de plata o burgalés equivalente a la sexta parte del abolido maravedí de oro. El burgalés se transformó luego en el maravedí novén, que era su cuarta parte, y durante los reinados de Alfonso XI y Pedro I se acuñó el real de plata, que valía una doceava parte de la dobla de oro y el triple del maravedí novén (sólo el doble de éste en tiempo de Alfonso XI), subdividiéndose luego en medios y cuartos de real.
Uso como moneda de cuenta [editar]
En las décadas centrales del siglo XIV se abandonó el uso del maravedí como moneda con existencia física. Sin embargo, se continuó usando el maravedí como moneda de cuenta, para hacer las conversiones entre las diversas monedas en uso. Algunas de estas tenían valores superiores al maravedí, mientras que otras, como la blanca, serían equivalentes a fracciones de maravedí. Así se habla de tendencia a la devaluación del maravedí durante el periodo 1429-1451, seguido de un periodo de estabilidad que llegaría hasta 1460, y devaluándose de nuevo hasta llegar hacia 1480.[1]
Tras la Primera Guerra Civil Castellana, a finales del siglo XIV, se hicieron fuertes devaluaciones para poder pagar la guerra. Al estar el maravedí relacionado con el valor de las monedas devaluadas, se creó un nuevo maravedí, cuyo valor era la mitad del viejo maravedí.[2]
Una moneda que estuvo más en la mente que en los bolsillosEl rey castellano Alfonso VIII acuñó en el año 1172 el primer maravedí, que era de oroTITO ROS
Durante ocho siglos, el maravedí estuvo en la mente de todos los castellanos. Si decimos en la mente y no hablamos del bolsillo es porque la larga vida de esta moneda fue más virtual que real.
El nombre de «maravedí» proviene de la castellanización que hicieron los cristianos patrios del dinar almorávide de oro. Poco después del año mil, ya se pagaba con «maravedís murcianos», pero fue el rey castellano Alfonso VIII en 1172 quien acuñó la primera moneda autóctona castellana, que era de oro y que se llamó maravedí conviviendo con los denarios. Poca vida, sin embargo, tuvo aquella moneda, puesto que durante el siglo XIII el maravedí de oro dejó de acuñarse y fue Fernando III el Santo quien emitió una nueva moneda de oro, llamada «dobla» o «castellano».
Aunque en 1252, Alfonso X el Sabio recuperara el maravedí, llamado «blanco» por ser de plata, a partir de acuñarse la dobla, el maravedí se convirtió en una moneda de cuenta imaginaria, es decir, virtual. Por ejemplo, cuando los Reyes Católicos impusieron la unidad de cuenta castellana, se fijó que el ducado equivaldría a 375 maravedís, el real, 34 y la blanca (o vellón) valdría 2,5 maravedís. Por cierto, que la expresión «quedarse sin blanca» proviene de la moneda mencionada. Sin embargo, los castellanos que vivieron entre los siglos XII y XIX (en 1854 desapareció oficialmente el maravedí a favor del real de 100 céntimos) siempre tuvieron el maravedí en la cabeza.La expresión común entonces era «no me queda ni un maravedí».Durante todos estos siglos fueron cambiando el nombre de las monedas, pero el maravedí permanecía como unidad fraccionaria.Además, gran parte de los impuestos estaban formalizados con maravedís. Así por ejemplo, en documentos de la época hemos encontrado que en San Juan de Puerto Rico, el 22 de enero de 1820 (reinando Fernando VII) y con motivo de la colocación del alumbrado en la ciudad, consistente en lámparas de aceite de oliva, se estableció un impuesto de un maravedí por cada libra de pan comprada para costear el sistema público. En Haro, en La Rioja Alta, en 1484, los Reyes Católicos impusieron que por cada caballería cargada que atravesara el puente de Briñas habría que pagar un maravedí y por las vacías, una blanca. Si el maravedí estuvo en la cabeza de los antiguos castellanos y si estamos hablando de dinero, no será difícil encontrar esta moneda en la novela picaresca. Y, precisamente, en El Lazarillo de Tormes, anónimo de 1554, encontramos este pasaje: «Estábamos en Escalona, villa del duque della, en un mesón, y diome un pedazo de longaniza que le asase. Ya que la longaniza (el ciego) había pringado y comídose las pringadas, sacó un maravedí de la bolsa y mandó que (yo) fuese por el vino a la taberna. Púsome el demonio el aparejo delante de los ojos, el cual, como suelen decir, hace al ladrón, y fue que había cabe el fuego un nabo pequeño, larguillo y ruinoso...». Naturalmente, la historia sigue y, a buen seguro, que al ciego le tocó el nabo.
http://www.elmundo.es/papel/2002/10/...a/1243395.html
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores