Un 8 de diciembre de hace 400 años (1609), el cardenal Federico Borromeo inauguró en Milán la Biblioteca Ambrosiana, primera biblioteca pública del mundo en el sentido moderno del término. Los libros (objetos valiosísimos en aquella época) se entregaban a todo el que los solicitase. Para la lectura y consulta, los lectores contaban con sillas, bancos, mesas e incluso papel y plumas para tomar apuntes. Por si eso fuera poco, en las salas se turnaban expertos en diversas materias para ayudar y orientar a quienes frecuentaban la biblioteca. En dichas salas no faltaba la calefacción ni tarimas para que los lectores apoyaran los pies dando descanso a las piernas. Esta era la Iglesia de la Contrarreforma en la que, por añadidura, era la Milán española.
Rino Cammilleri – Antidoti contro i veleni della cultura contemporanea Ambrosiana
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