POR QUÉ NO A «HALLOWEEN»
José G. Rodríguez Escudero

El término anglosajón «Halloween» procede de “All Hallows Eve” o “Víspera del Día de Todos los Santos”, una fiesta anual que se celebra la noche del 31 de octubre (por cierto, fecha principal para sectas satánicas y adoradores de Satanás). Una fecha que se espera con ansiedad por muchos y que año tras año gana más adeptos.
Así, en nuestras calles y plazas, cada vez más, niños y niñas pululan disfrazados de horribles brujas, fantasmas, monstruos espeluznantes, gatos negros, vampiros de dientes afilados, viudas con grandes pelucas negras y rojas… con caretas deformes, ropas con trazas de sangre, dibujos de telas de araña, labios y uñas pintadas de negro, etc. Nuestros queridos hijos e hijas forman parte de una lúgubre manifestación que es la antítesis de nuestro colorista y divertido carnaval. No sé sabe bien qué es lo que se está celebrando, pero por el aspecto y el resultado, no puede ser nada bueno.
Para averiguar el origen de esta extraña y macabra festividad hay que remontarse a los ritos de los Druidas (brujos de tribus europeas llamadas Celtas). En ellos celebraban el día del dios de los muertos, Samán, mediante al invocación de los malos espíritus para que se reunieran en la última noche del año y así examinar los acontecimientos del futuro y para que visitaran sus antiguos hogares en la tierra.
Era el día en el que los paganos invocaban la ayuda del Maligno para que éste intercediera y así cumpliera sus malos propósitos.
Allá por el año 43 antes de Cristo, los romanos conquistaron y convirtieron las tierras de los Celtas en otra provincia del Imperio. Luego llegó el Cristianismo en el que se celebraba la fiesta de Todos los Santos el 1 de noviembre.
Los inmigrantes irlandeses introdujeron a finales del siglo XIX la fiesta de Halloween en Estados Unidos. Se cuenta que la comercialización de esta fiesta fue iniciada principalmente por los mercaderes americanos a fin de conseguir una mejor venta de sus productos: tarjetas, dulces, calabazas, disfraces, decoraciones especiales, etc. Utilizaban ese día en forma de “velada e inocente” mascarada, ocultando aquellas costumbres derivadas de los cultos a Satanás, dioses paganos y espíritus malditos y malignos, brujas y hechizos, etc. Rápidamente se extendió por otros países limítrofes, como Méjico. Es y era muy barato participar en ella.
El festivo refrán “Trick or Treat” (truco o trato) se ha ido degenerando en “Triki, Triki, Halloween”. Con esta absurda palabrería, los niños se desplazan de casa en casa pidiendo dulces y golosinas. En un principio, si no recibían nada, daban media vuelta y lo intentaban en otro hogar, pero ahora se ha llegado al delirio: ante una negativa, muchos rompen vidrios y macetas, rayan coches y paredes, arrancan plantas, buzones y carteles. Por supuesto no son todos, pero esta violencia se está extendiendo y cada vez son más numerosos los casos denunciados. Así, con esta inmensa carga de negatividad, esta tétrica fiesta va invadiendo misteriosa y poderosamente todos los países.
En nuestra sociedad occidental, pocos celebran ya el “Día de Todos los Santos” (no me refiero a la jornada siguiente “Día de los Fieles Difuntos”, festejada con el recuerdo a los que ya no están a los que se tributan flores en el cementerio, etc.), sino el “Día de las Brujas”: se dice que ya la celebración pagana de Halloween se ha tragado por completo la fiesta cristiana, una festividad tradicional que teníamos muy arraigada en nuestro calendario festivo y que ha muerto inexorablemente.
De Irlanda, Gran Bretaña y Estados Unidos ya ha pasado al resto del mundo y ha llegado a España e incluso a Canarias con gran fuerza. Para los comerciantes sigue siendo un negocio muy lucrativo, al igual que para la industria del cine, etc.
Recientes estudios han demostrado que esta festividad anglosajona se está convirtiendo en una fiesta de sangre, muerte, horror y ocultismo. También se informa de que es la época del año en que, según organizaciones norteamericanas y de otros países, más peligro corren niños y mascotas de secuestros y mutilaciones para posteriormente ser sacrificados en ritos satánicos. Es la época del año en que se comenten más crímenes de culto, es decir, asesinatos relacionados con las misas negras y ritos satánicos. También se erige como el festejo más importante para brujos, miembros de grupos ocultistas y adoradores del diablo, aquelarres, etc.
En sucesivos comunicados, se ha intentado informar a colegios, padres, educadores, etc. acerca del verdadero significado de esta infernal festividad, cuyas raíces entroncan en la hechicería, brujería, ocultismo y satanismo.
Así, los grupos satánicos y ocultistas en Europa, Estados Unidos y otros países de todo el mundo tienen sus propios enfoques a la hora de la práctica de sus ritos, pero una cosa los identifica a todos: Halloween. Una fiesta que es celebrada con todo el fervor y donde aquellos grupos eligen nuevos miembros en ritos de iniciación y consagración.
Los estudios también recogen testimonios de personas que han atestiguado tras salir a duras penas de las sectas satánicas. En ellos, se enumeran uno a uno, tanto abusos sexuales, como sacrificios de animales e incluso humanos, malos tratos, vejaciones de todo tipo, etc. No en vano, los ocultistas y adoradores del mal, inician los ritos de Halloween desde finales de septiembre con matanzas de animales e invocaciones a Lucifer para que venga a poseer a niños especialmente elegidos para hacerlos sacerdotes suyos. Se dice también que mujeres jóvenes han procreado y han ofrecido sus recién nacidos para que sean sacrificados a Satanás en Halloween. La policía ha encontrado muchas pruebas, como huesos, restos de sangre, altares con cruces al revés, pañales de bebés, objetos relacionados con las misas negras, animales muertos, cornamentas de machos cabríos, etc. Lamentablemente, existen innumerables evidencias de que el satanismo está creciendo de forma alarmante en todo el mundo.
Un ejemplo de cómo esta festividad está influenciando en los niños es el siguiente. La famosa periodista Anne Landers recibió la carta angustiosa de un preocupado padre de familia acerca de Halloween. Allí le informó de que un profesor de su hijo encargó a la clase una redacción sobre lo que más les gustaría hacer esa noche. El resultado fue sobrecogedor: más del 80 % de los alumnos respondió que tendría ganas de matar a alguien.
Sólo se celebra a lo que se admira o se quiere. Halloween debería ser erradicado de nuestro calendario festivo al que jamás debió de entrar.