Cuando el propio seleccionador nacional dice eso de "La Roja", cuando cualquier triunfo de la selección va a ser manipulado por el niñato de La Moncloa y cuando el costo económico que va a tener el Mundial para nosotros va a ser mayor cuanto más lejos llegue la selección, primas gigantescas incluidas, creo que, por primera vez, quiero que nos eliminen pronto.

Y, de camino, se acaba la fiesta de pandereta de la bandera de España. Toda esa gente que, en otros momentos, casi se avergüenza de llamarse española, me recuerda a la que, hace unos años, usaba el Rosario como collar. Para la mayoría, enarbolar la bandera de España no es sino un acto instintivo, gregario, de adaptación al ambiente. Casi ninguno aprobaría un examen de Hispanidad.