CONTRA LOS TÍTERES POLITIQUILLOS DE LA BANCA INTERNACIONAL
Todavía queda pueblo. Les han salido mal las cuentas (a ellos): no nos han podido convertir a todos en esa masa amorfa con la que sueñan, esa multitud deformada por los medios de comunicación asociales, esa muchedumbre de contribuyentes y consumidores, abortistas potenciales que, por el canto de un duro, no fueron abortados; futuros sujetos de la eutanasia; conejillos de Indias para todo experimento toxicológico, social o político.
Y los que todavía somos pueblo, nos damos media vuelta y los dejamos -a los culpables de nuestros males- hablando en la nada. No me importan, gachones, vuestros discursos campanudos, vuestras proclamas humanitaristas sin Dios, vuestra soflama cosmopolita del triángulo y el compás, vuestra esperanzada espera en la instauración del reino del Anticristo.
Banqueros apátridas, políticos sin vergüenza, líderes de la opinión pública -que, bien que nos lo dijo Nietzsche: se compone de "perezas privadas"-, id a contarle vuestro cuento a quien todavía quiera escucharos. Y que os aproveche el tiempo que os queda, pues esto reventará más pronto que tarde.
No queremos de vosotros ni el aliento. Sois más falsos que Judas. Y no tenéis nada que decirnos, ya se va acabando el carrete y el rollo. Pues a estas alturas, ¿quién puede ignorar que sois las putas con traje del capitalismo financiero, extranjero y anónimo? ¿quién puede ignorar que sois una pandilla de maleantes con bonitas palabras?
Sois vosotros, politiquerío democrático y charlatán, los más viles lacayos de los magnates que amasan la riqueza en esas sus manos, las que nunca se untan -por motivos "religiosos"- con tocino.
Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
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