La cabeza de la hidra está hueca Viernes, Nov 26 2010
Die Hydra der Diktator, por Jorge Luis Borges (1946)
Casi nos moríamos de la risa hace una semana cuando comprobábamos que en la Facultad de Geografía e Historia se celebraba un acto de «Homenaje a la mujer antifascista», organizado por la Juventud Comunista de Salamanca.
Probablemente, lo más gracioso de todo sea su veneración por figuras como la de Marcelino Camacho, mientras dicen ser representantes del «antifascismo». Vicenta Camacho, hermana del susodicho, participaba en este acto; esa misma mañana, en una entrevista en Radio Universidad, se jactaba, como luchadora comunista, de su defensa de la democracia. Todo el mundo puede constatar lo democráticas que son la Cuba de los Castro, Corea del Norte o la China continental; o lo demócratas que eran Lenin y Stalin.
Con esas y otras palabras ya lo dijo todo y ya aseguró la imparcialidad y fiabilidad de sus testimonios, la honradez de los organizadores del acto de la Facultad de Geografía e Historia y la habitual objetividad de los defensores del comunismo.
Sobre todo, si tenemos en cuenta que el fascismo, supuestamente ideología contrapuesta al comunismo, es socialista, revolucionario y totalitario como el comunismo. De ahí que el único auténtico enemigo de fascismo y comunismo sea el tradicionalismo, movimiento contrarrevolucionario y antitotalitario por esencia. Después demostraremos con claridad la íntima hermandad que une al fascismo y al comunismo, pese a las apariencias y a enfrentamientos puntuales entre ellos.
Pero, antes de eso, nos interesa resaltar dos aspectos prácticos: el primero es hacer hincapié en la dudosa lucha antifascista de Marcelino Camacho y en la falsedad de que sea una figura opuesta al actual régimen liberal; y el segundo es evidenciar que la mujer marxista no es, ni de lejos, defensora de ningún «derecho» para la mujer, sino todo lo contrario.
Se habla del estalinista Marcelino Camacho Abad −a quien Dios haya perdonado− como si hubiese sido un eminente luchador contra el fascismo y contra el régimen de Franco, cuando, si uno se molesta en informarse en vez de creerse cualquier cosa, se encuentra con una realidad bien distinta. Pasando por alto que fue indultado dos veces por el Gobierno (1957 y 1973), averiguaremos que fundó con el falangista Ceferino Maestú la revista Sindicalismo, y que se reunía a charlar amigablemente con otros falangistas célebres en el Café Lyon, de la calle de Alcalá de Madrid, en la tertulia «La Ballena Alegre».
Camacho homenajea a la Constitución de 1978
Por si fuera poco, el actual jefe nacional de Falange Española de las J.O.N.S., Diego Márquez Horrillo, se reunía con asiduidad con Marcelino Camacho en el «Centro Social Manuel Mateo», que toma su nombre de un antiguo falangista y del que era vicepresidente Diego Márquez. El mismo Diego Márquez cedió a Marcelino Camacho el «Círculo José Antonio» para la celebración de sus reuniones de «Comisiones Obreras» (CC.OO.), bajo el auspicio del yugo y las flechas, hecho reconocido públicamente por Marcelino Camacho.
Compungido Felipe en la capilla ardiente de Camacho
Resulta también gracioso que, al mismo tiempo que reivindica la figura de Marcelino Camacho, la «Juventud Comunista» se queje de vivir en un Estado «con representantes fascistas» o que a menudo diga que luchan contra el actual sistema, cuando este sistema les brinda un total y absoluto reconocimiento a Marcelino Camacho y a ellos. Evidencia de esto es que el liberal (y por lo tanto revolucionario) del PP Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, le ha dedicado una calle al fundador de CC.OO. Y se quejan de este Estado y como solución reivindican una «república», rechazando aparentemente al ahijado de Franco, Juan Carlos (a quien, por otra parte, le reconocen el título de «rey»), cuyo hijo, en representación de la supuesta «corona» que detenta, acudió a la capilla ardiente de Camacho a «rendir homenaje y tributo a su figura histórica en la Transición y a su defensa de los trabajadores y su lucha por los derechos sociales». En el mismo sentido, tampoco nos sorprende lo más mínimo que Juan Carlos hiciera entrega a Marcelino Camacho, aún en vida, de la «Medalla al Mérito Constitucional». Ni que el 28 de noviembre del 2007 los principales partidos del sistema liberal (PP, PSOE, IU y PCE) le hicieran un homenaje en el que participaron incluso las patronales; hecho público y notorio.
Y, en segundo lugar, nos resulta muy chocante también que pretendan engañar a la gente con su ideologizante demagogia (la misma demagogia de este sistema al que supuestamente critican), diciendo que la «mujer antifascista» lucha contra la «violencia machista», cuando cualquiera mínimamente instruído sabe que los «colectivos» de mujeres autoproclamados «antifascistas» tienen como ejemplos a seguir a personajes como Nadiezda Konstantinovna, esposa de Lenin, que defendía la violación de las mujeres, entre otras muchas aberraciones:
«Aunque la socialización de las mujeres no está formalmente ratificada en la lucha soviética, debe convertirse en una realidad y penetrar en la conciencia de las masas. Consecuentemente, cualquiera que intente defender a una mujer que es (indecentemente) asaltada, muestra una naturaleza burguesa y se declara a sí mismo a favor de la propiedad privada. El oponerse a la violación es resistirse a la revolución comunista de octubre».Por eso más arriba decíamos que casi nos moríamos de la risa, porque así constatamos una vez más que poco o nada han cambiado los perversos métodos de esta ideología, la más acostumbrada a hacer uso del lenguaje como arma arrojadiza o a base de su cuidadosa manipulación, siempre con el objetivo de lavar el cerebro a la gente sencilla.
En concreto, uno de los usos más habituales es descalificar o denunciar como «fascista» a todo aquel que tiene la osadía de discrepar de sus disparatados planes, denunciar sus numerosísimos crímenes o criticar sus absurdas teorías. Ahora bien, las cosas claras: la propia palabra «fascismo» viene del movimiento revolucionario y socialista de finales del s. XIX denominado «fasci siciliani». Este movimiento fue fundado por el diputado de izquierda Giuseppe de Felice Giuffrida y tenía como héroes modélicos a Marx, Mazzini y Garibaldi.
Benito Juárez Mussolini, socialista
No en vano, el propio Benito-Juárez-Amilcare-Andrea Mussolini recibe sus nombres en honor del comecuras mejicano Benito Juárez, de ideología liberal; Amilcare en honor al célebre anarquista garibaldino Amilcare Cipriani; y Andrea en honor a Andrea Costa, fundador del socialismo italiano. En esa línea, Mussolini fue uno de esos típicos individuos que dicen «¡Oh!, el marxismo es realmente hermoso, pero por desgracia Lenin y Stalin no han sabido aplicarlo» y por eso, en esa línea, no dejó de reivindicar una y otra vez su afán por «aplicar bien» las teorías marxistas; no dejó de reclamar a Karl Marx como «nuestro maestro inmortal».
Esto nos recuerda la frase de Lenin: «la doctrina de Marx es omnipotente porque es verdadera». Podemos colegir cuál era la noción de «verdad» de Lenin si tenemos en cuenta que él mismo dijo que una mentira repetida muchas veces se convierte en una gran verdad, y que la mentira es un arma revolucionaria. Es más: Benito Mussolini siempre se declaró marxista, hasta el punto de reaccionar impulsivamente cada vez que alguien ponía en duda su «ortodoxia» marxista y señalaba que había que frenar la decadencia del socialismo porque, según él, ésta se debía a un «alejamiento de la doctrina marxista». Por eso también acepta la interpretación marxista de la historia y conceptos marxistas como «alienación» o «plusvalía», y reconoce la lucha de clases como una «realidad absoluta».
Y fue la defensa fascista de estas falacias marxistas lo que llevó a Mussolini a la creación de un estado totalitario, como el marxista Lenin en Rusia, que defendía el «derecho de autodeterminación» tal y como lo había definido el ultraliberal Mazzini, que naturalmente era revolucionario. Y, en efecto, revolucionario es el liberalismo desde su raíz, ya sea progresista o ya sea conservador: los primeros acaudillando la revolución y los segundos consolidándola.
Y hoy día los marxistas, ideólogos y estatistas de toda índole siguen defendiendo ese absurdo «derecho de autodeterminación», base de los nacionalismos, como excusa para la destrucción de las auténticas tradiciones de los pueblos y su sustitución por los constructos ideológicos más disparatados. Uno de ellos es el nacionalismo vasco, cuyo brazo armado se declara, lógicamente «marxista-leninista»; un público defensor del mismo era invitado a presidir un acto celebrado por el CEA en la Universidad hace unas semanas. Nos referimos al titiritero Willy Toledo, defensor también de la dictadura castrista en Cuba (como no podía ser menos), quien, al igual que Vicenta Camacho, se jacta de defender la democracia y los «derechos humanos».
Asimismo, rasgos esenciales al fascismo y al comunismo −que hemos demostrado son dos diferentes ramas del mismo árbol del marxismo− son la dialéctica de la acción como motor del proceso revolucionario y el culto a la violencia anteponiendo la voluntad (lo que se traduce en los caprichos e ilusiones propios de las ideologías) frente a la razón y al verdadero progreso de la Tradición.
Herederos de la Revolución Francesa, eliminan los principios legados por la Tradición para establecer otros nuevos, y eliminan las libertades concretas y el derecho natural y cristiano con deformaciones baratas a las que llaman «derechos humanos» que les sirven de excusa, a la postre, para establecer un estado totalitario que acapara competencias que no le corresponden a la potestad política sino a la sociedad y en el que todo se halla sometido a los
La madrileña Puerta de Alcalá en 1938
disparates creados por su ideología, representada por el Partido (a menudo con representaciones e imágenes gigantescas de sus líderes, como hacía Mussolini o como hicieron aquí, en España, por ejemplo en la Puerta de Alcalá de Madrid, los del partido cuyas juventudes ahora realizan actos en la Facultad de Geografía e Historia con miembros históricos de ese mismo partido, como Emilia Rodríguez o Vicenta Camacho, quien ya militaba en el Partido Comunista cuando se colgaban aquellas imágenes en la Puerta de Alcalá).
Puerta de Alcalá en el homenaje a Marcelino Camacho
Hemos pasado por alto hechos como que los primeros pilotos del III Reich y los tanquistas alemanes de la Segunda Guerra Mundial habían sido entrenados por la Unión Soviética; hemos pasado por alto hechos como que los filósofos a los que se remiten Marx y Engels son esencialmente los mismos a los que se remiten los teóricos de los movimientos fascistas; hemos pasado por alto que un tal Henry Mayer Hyndman, que era jefe de la asociación The National Socialist Party, en 1881 funda con Eleonora Marx (hija de Karl Marx) la Democratic Federation; hemos pasado por alto los grandes capitalistas liberales que financiaron El Manifiesto Comunista; y nos hemos limitado, tras un sencillo análisis, a destacar que fascistas y comunistas son socialistas, laicistas y revolucionarios y que, en realidad, no son sino cabezas de la misma hidra o ramas de un mismo árbol. El mismo árbol que germina con la Revolución Francesa y que hunde sus raíces en el Iluminismo y en el afán de destruir a toda costa todo resto de Civilización y de libertades a base de engaños y manipulación sistemática.
Por su propio bien y por el bien de la sociedad, más le valdría a todos estos adormecidos por este auténtico «opio» que es el marxismo, que dejasen por algún tiempo el mundo de los estupefacientes, los conciertos de pseudo música o ruidos primitivos, y las peleas callejeras con otras bandas que en el fondo son de la misma calaña que ellos; y que se recluyeran en una biblioteca durante unos años.
De la AET Salamanca
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