Tradicionalismo y proletariado


Aunque parezca craso error a primera vista, los proletarios de hoy son iguales a los esclavos del mundo romano desde el ángulo de la psicología porque unos y otros lo son por hallarse desligados de la vida colectiva, por no sentirse participes en el patrimonio espiritual de una Tradición. Nacidos fuera de la Tradición en el gran siglo demoledor que es el XIX, los obreros son proletarios en la medida en que no son tradicionalistas. En el siglo XVII de las Españas áureas, no había proletarios por idéntica razón a la que no hubo ricos, todos los hispanos entendían la teología de Plazuela de los autos sacramentales y todos comulgaban en la gesta anti-europea de sus reyes, esto es, eran parte de una tradición entrañablemente viva en una sociedad unida.

Fue el liberalismo alegre, despreocupado, racionalista, desarraigador burgués, y volteriano quien dejó crecer sin riesgos de fe ni patriotismo, fuera de la sociedad, como si no fuesen humanos, los hombres de la selvática floresta proletaria. El proletariado no existiera con el tradicionalismo político, porque en nuestro sistema social cabían sin exclusión todos los hombres, cada uno célula de la gran historia. Fue, llaga envenenada de las desgarraduras liberales. Por ello la medicina para el drama soberbio del siglo XX, para la gangrena, de un núcleo social extraño a la sociedad de la que legalmente forma parte, está en rehacer, lo que el liberalismo destruyera, en restaurar el hilo actual de la vena tradicional, con aquel sistema social cristiano en el que, todos los hombres se sentían parte de un orden e integrados en membrada jerarquía, en dar a cada ser humano conciencia de su puesto en la humanidad, en hacerles sentir la magnitud de la propia Tradición.

Es lo que pienso contemplando, la Europa francesa desde las atalayas del castillo roquero de las Españas tradicionales.


Francisco Elías de Tejada. Tradicionalismo, catolicismo y proletariado. Revista SIEMPRE; Mayo 1968

El Matiner