CONTRA EL DESORDEN ORIGINAL...
...EL ORDEN PRIMORDIAL.
ANOTACIONES SOBRE LAS ENGAÑIFAS REVOLUCIONARIAS
Toda revolución (religiosa, política, social, cultural) es preludiada por un teórico y expreso propósito de retornar a lo primitivo.
La revolución protestante propugnó regresar a una iglesia primitiva; Rousseau idealizó el "estado de naturaleza" (mientras universalizaba el dogma de la "inmaculada concepción" que sólo es privilegio de la Santísima Virgen María -antes de ser dogma). Marx estaba imbuido del mismo espíritu: la propiedad privada era, para él y los suyos, la primera transgresión que nos expulsó del paraíso primitivo e inmanente: un mundo donde todo era de todos; y propuso abolir la propiedad privada, para retornar a una sociedad sin clases.
El revolucionario no tiene -ni quiere tener- un conocimiento de lo primitivo, lo que hace es fantasear. Y el resultado de esa operación mental es, a la postre, una reactualización del pecado original, a la par que una falsificación de lo bueno que había en el origen: quieren la desobediencia original, pero no el orden primordial establecido por Dios.
Sin embargo, aunque haya mixtificado el origen y lo primitivo a su antojo, el retorno propuesto por la "revolución" siempre ha surtido ciertos efectos que, por ilusorios y pasajeros, no han de pasarse por alto. El hombre siente una irrefragable nostalgia del estado original y, como propaganda, la revolución ha sabido explotar esta pulsión inscrita en la naturaleza humana. Lo que el feminismo radical propone -el mítico matriarcado falsificado- juega ahora a la misma carta (digresión: ¿por qué decimos "mítico matriarcado falsificado? Por algo tan sencillo como ésto: sin "madres" no puede haber matriarcado y lo que justamente urden las feministas radicales, a bombo y platillo, es despojar a la mujer de la maternidad).
La contra-revolución ha sido, durante mucho tiempo y como su mismo nombre indica, un movimiento a la contra. Y parece no haber reparado todavía en que ella -la "contra-revolución"- también se propone un retorno al origen, es más: el retorno al origen que la contra-revolución propugna es el único retorno legítimo, pues es el más ajustado al eterno orden sobrenatural e invisible que se patentiza en lo natural y visible. Al no haberse hecho cargo de esta verdad, la "contra-revolución" pasa por ser el cascarrabias que patalea contra la revolución que, hipócritamente, ofrece al hombre el falso retorno a un origen para conducirlo a un desastre presente y futuro.
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
En ciencias esa revolución la quieren establecer mediante el "descubrimiento" de una supuesta, y de antemano falsa, "teoría del Todo". ¿Y por qué falsa?, pues por la sencilla razón de que "no resolvería nada". Es literalmente imposible una teoría que explique las causas desde el "Big Bang" hasta las razones más íntimas de nuestro pensamiento. Por ende, la existencia de semejante teoría, insisto en caso de que fuese posible, tendría los siguientes efectos: "el fin de la libertad del hombre", "el fin de la religión" y, "el fin de la propia ciencia." Pues bien, ahí tenemos a unos grupúsculos de "pseudocientíficos" empeñados en encontrar "una verdad imaginaria totalmente revolucionaria" que desposeería de todo lo que caracteriza al ser humano.
Y señalo y defino como "pseudociencia" lo que no es más que un intento perverso de "dogmatizar" la materia para "controlar" el espíritu, eso si que es una nueva religión. Esperemos que se dejen las pestañas, las cejas y las neuronas en esa misión imposible, mientras tanto al menos que estén callados.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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