La "sociedad de masas" del liberalismo y su falsa representación política

El esquema inicial de que partimos -sociedad política reducida a simple conjunto de individuos (assemblage, en el lenguaje de Sieyes) - es el presupuesto de la sociedad de masas y del Estado totalitario. Cuanto mayor sea esa "pulverización" o "masificación", y cuanto más va creciendo el proceso centralizador, tanto menos es posible hablar de representación.


En tal esquema, los intereses reales no pueden ser representados, pues éstos se encuentran en la familia, en la que cada uno vive, en la profesión que ejerce, en la comunidad local donde mora, y todas estas expresiones de la vida social desaparecen, en el plano representativo, restando sólo los individuos que, en su conjunto, constituyen el Pueblo soberano. Pero ese Pueblo es el "pueblo de administrados" de que nos hablaba Royer Collard, y los individuos son absorbidos cada vez más en el engranaje estatal. Con ocasión de manifestar su voluntad y escoger a sus representantes, son dirigidos por la máquina de la propaganda, y así la representación, en lugar de ser la comunicación de la sociedad con el poder, se torna la manipulación de la sociedad por el poder, esto es, por el Estado o por los detentadores de los medios de fabricar la opinión pública.

¿Quienes son éstos?

Responde por nosotros Marcel de Corte: "En las democracias denominadas liberales el poder es efectivamente ejercido por una pluralidad de grupos de presión ; en las democracias totalitarias o camino del totalitarismo, el poder es retenido por los miembros del Partido, por un gobierno colegial que reconoce las leyes bien simples de funcionamiento de este tipo artificial y sin misterio de "sociedad", o incluso por un gang de tecnócratas comandado por un jefe cuya autoridad no encuentra otra traba que el peso y la complejidad de la maquinaria estatal que le cabe poner en movimiento".

De ahí la decandencia de las instituciones representativas. Éstas sobreviven muchas veces de un modo puramente decorativo. En la sociedad de masas no hay gobierno representativo, ni representación de la sociedad ante el gobierno. Representación auténtica sólo es posible donde el pueblo organizado resista al rodillo compresor de la masificación.

Podemos, pues, concluir que:

1) La centralización operada en el Estado de partidos preparó el totalitarismo de Estado monopartidista.

2) La democracia representativa de base individualista no es adecuada para lograr la verdadera descentralización social.

3) La descentralización social puede ser mejor asegurada mediante la presencia activa de los cuerpos sociales junto al poder político, resguardando y haciendo valer sus intereses e inmunidades.

Finalmente, una palabra sobre el Estado corporativo en la modalidad fascista. Éste niega la descentralización social, y por consiguiente en él no puede existir representación de los grupos o cuerpos sociales autónomos, pues las corporaciones pasan a ser órganos del Estado. En tal caso, la organización corporativa viene de arriba hacia a abajo, impuesta y dirigida por el Estado, cuando la genuina representación se realiza desde la sociedad hacia el poder. No se confundan, por tanto, una sociedad donde existen cuerpos intermedios debidamente valorados y el corporativismo estatal, grosera corrupción, que aniquila las libertades de los grupos. En este caso, el Estado corporativo surge para organizar una sociedad de masas, en la que se da una pseudo-representación política mediante el partido único.

José Pedro Galvao de Sousa. La representación política.

El Matiner