Guerra sin cuartel
Que los demasiadamente crédulos, se desengañen y se persuadan de una vez que el liberalismo siendo engendro del padre de la mentira, no puede vivir ni propagarse sino con la mentira. El liberalismo, como herejía de nuestros tiempos, reclama no paz sino guerra y guerra sin cuartel.
Y lo hemos combatido desde que Martín Putero, el patriarca del Liberalismo, proclamó la libertad contra Dios, y Voltaire lo sintetizara en estas tres palabras: "aplastemos al infame", y en el deseo de Diderot de ver "al último de los Reyes estrangulado con las tripas del último sacerdote", es decir, la destrucción de toda autoridad divina y humana. Como el gnosticismo en los primeros siglos, como el arrianismo, como el pelagianismo, como el jansenismo, el liberalismo, mote simpático al orgullo de la presente generación, no es mas que la divisa satánica con que hoy se encubre y disfraza la rebelión de siempre: la Guerra contra Dios.
Guerra pues al liberalismo y al liberal.
EL BANDIDO REALISTA
Y la victoria será nuestra
Demasiado saben los que la combaten, que la Religión católica solo muere en el deseo de los que nunca la verán morir.
"Antepongamos la libertad a la vida, y huiremos de servidumbre, que por no padecerla debemos menospreciar la muerte. Imitemos a los que con fatiga han conseguido fama y nobleza en los actos de virtud y valentía, que la hidalguía propia no se engendra en el vientre, ni se nace, ni se crece, se halla. Estemos constantes. Acordémonos de lo que le debemos a nuestra Religión y a nuestro Rey. Resistamos un breve rato la sed. Apreciemos la victoria, y la conseguiremos con la intervención de Dios y de su Madre Santísima, Reina de los Cielos".
"Nuestra virtud presente ha de hacer vana su multitud, porque esperaremos ver las maravillas de Dios en la soberbia de nuestros enemigos".
Del Pulgar
EL BANDIDO REALISTA
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