Carta al Heraldo (1852)
"(...) La riqueza, acumulada por un egoísmo gigantesco, es menester que sea distribuida por la limosna en grande escala. La palabra ha sido, es y será la reina del mundo. La Sociedad no perece por otra cosa sino porque ha retirado a la Iglesia su palabra, que es palabra de vida.
Si hay un hombre en la tierra que se subleve y salga fuera de sí con solo nombrar esos dos monstruos de la especie humana -tiranía y revolución- , ese hombre soy yo; y aun por esto mismo debo pasar y paso por uno de sus admiradores. No; las tiranías como las revoluciones, son fenómenos injustificables, explicables tan solo como males que Dios permite para sacar de ellos un bien de escarmiento. Pero al fin se me dirá: cuando esa bella libertad católica no existe, ¿QUÉ SE HA DE HACER? ¡QUÉ SE HA DE HACER! ¡BUSCARLA! o resignarse al turbulento flujo y reflujo de las tiranías y de las revoluciones (...)
(Donoso Cortés, Carta al Heraldo, 1852)
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