LA FALSA ELITE Y LA PICARESCA DE ALLENDE PIRINEOS



PÍCAROS QUE SE HICIERON PASAR POR ELITE

Estoy harto y hoy tengo que escribirlo. Ha llegado el momento. Estoy harto de que, por doquier se nos inculque que -en esta crisis- somos los españoles, los portugueses, los italianos y los griegos (los latinos) los países de la picaresca. Es algo que estamos asumiendo, especialmente en España. El otro día, sin ir más lejos, escuché a Sánchez Dragó decirlo. Es la cantinela de siempre, cuando hay problemas en España, la culpa siempre es de lo pícaros que somos los españoles. Generalizando es como la culpa se reparte, mientras que los beneficios siempre van a parar a los mismos, que son los auténticos pícaros.

¿No será más bien que el problema de España, tal y como lo enunció Ortega y Gasset, es la falta de una auténtica elite en los campos de la política, la cultura y la enseñanza? Me temo que sí, que ese es el auténtico problema de España, puesto que lo que hoy recibe el nombre de "elite" en España es justamente esa cuadrilla de pícaros y malhechores que, empiezan engañándonos cuando se presentan como elite y que, viéndolos en acción, no son otra cosa que sinvergüenzas vividores (ejemplos tenemos muchos: todos los inútiles que se han arropado en un cartel político, para hacer de la política una profesión lucrativa; todos los que se llaman a sí mismos "intelectuales" y cuya fuerza y libertad de pensamiento está a sueldo de grupos empresariales de la comunicación -sean los que sean, a la derecha o a la izquierda- y que, por un módico plato de lentejas, se dejaron alquilar el intelecto. ¿Y qué decir de tantos profesores universitarios, cuyo mérito no consiste en más que ostentar un carnet político?



Sin embargo, la culpa la tenemos los españoles, a los que se nos supone -a todos, faltaría más- la viveza de los pícaros clásicos, su falta de escrúpulos, ese particular anti-heroísmo que tanto gusta a los que, tal vez quisieron ser héroes, y no llegaron a serlo por débiles, por blandos, por mamarrachos simplemente. Y que, a modo de refuerzo psicológico, se dicen: "Si es que este país es el país del Lazarillo de Tormes, ¿qué se puede esperar de nosotros?". El anti-heroísmo de la picaresca es lo que atrae a todos los fracasados en el ideal, aunque triunfadores en lo material. En ese anti-heroísmo se refugian y con ese anti-heroísmo que suponen congénito en todo español quieren escurrir el bulto. Y de ese modo, convenciéndonos de que no somos otra cosa que robaperas, ellos siguen cometiendo sus latrocinios, saqueando el erario; ellos siguen perorando en las tertulias televisivas, pontificando sobre lo divino y lo humano, sin saber hacer la O con un canuto; ellos siguen cobrando de la universidad, lo que no producen. La falsa elite es la verdadera picaresca en España.

Y los españoles, mientras tanto, reciben dóciles el mensaje: no hay quien pueda arreglar España, pues todos los españoles son unos rematados pícaros. Y si el pueblo español es algo es paciente, que no pícaro. La gente termina tragándose la falacia, pues hay tan poco conocimiento de literatura universal que nadie sabe (o a ninguno le interesa recordar) que los ingleses, como los españoles tenemos a Lazarillo, tienen a su Tom Jones (de Fielding) y, como nosotros a Celestina, los ingleses a Moll Flanders (de Defoe); y, a su vez, hasta ese país de la puntualidad prusiana y el imperativo categórico kantiano, el país de los alemanes, tiene a su Till Eulenspiegel, pícaro germano que, de vivir hoy, se vendría a España para servirse de nuestro sistema sanitario.

Y esto último no es una licencia poética: Alemania debe a España 25 millones de euros por el uso que los turistas o residentes alemanes en España hacen de nuestro mermado sistema sanitario (ver enlace).

Manuel Fernández






LAS TERTULIAS DEL ANGELUS