Blasfemia
Jesús Flores Thies
La Blasfemia es un vicio nacional. Indudablemente es también una ofensa a Dios o a las creencias cristianas, pero esto último caracteriza más a la blasfemia fuera de España. Por decirlo de otra manera, la blasfemia en España es vicio y es ofensa a Dios.
Muchos turistas chamullan en español algunas frases y algunas palabras indudablemente muy necesarias, como “sangría”, “paella”, “no comprendo”…, y también “hostia”, adoptada por cierto tipo de turistas con raro entusiasmo. Esta palabra, resumen de una blasfemia, sirve para todo en España, llegando a ser ya imprescindible, además de en cualquier otra circunstancia, para sustituir a “bofetada”, “puñetazo”, “golpe”…, y no digamos a la cervantina “puñada”. Y aquí no se puede hablar de vicio del pueblo inculto, que mucho presuntamente culto la dice con conmovedora soltura. Algunos de los que nos leen, que ya por definición son buenas personas, se verán retratados aquí por haber adquirido hace tiempo este vicio del feo latiguillo verbal. Forma parte de esa paulatina destrucción del idioma español, que tiene otros frentes quizá más letales.
Lo sorprendente es que la blasfemia (contra los católicos, contra otras religiones ¡cuidado!), dicha al completo en cualquiera de sus viles expresiones, no es delito, es que ni siquiera es falta. Ahí tenemos ese aquelarre, que alguien denominó satánico, del “Día del Orgullo Gay”, donde toda representación blasfema tiene su sitio, siendo la base del festival de esas flores irisadas. Pero se da la paradoja de que nadie puede comentar de forma peyorativa tan obsceno festival, porque las leyes protegen más a esa tropa que a la comunidad cristiana ofendida.
Se ha llegado a la aberración de eliminar el “habeas corpus”, pero sólo en el campo de los antes denominados maricas, es decir, que desaparece aquello de que un acusado es inocente hasta que se demuestre lo contrario, tarea que corresponde al acusador. Aquí no, quien se mete en ese campo marica ha de demostrar su inocencia (¡ojo! marica es la traducción de la palabra inglesa “gay”, que hasta ahora no hay ley que nos obligue a aceptar).
Y en esta permisividad están todos, es decir, todas las sectas políticas y organismos del Estado, Autonómicos, Municipales… El triste PP quiso hacer de Madrid la capital, no sabemos si europea o “sólo” mundial, del “Día del Orgullo Gay”. Y la Comunidad de Madrid patrocinaba en el Círculo de Bellas Artes una obra de teatro, con título horrendamente blasfemo, obra teatral que fue más tarde patrocinada en un país hispanoamericano por el Ministerio de Cultura, del brazo del de Asuntos Exteriores.
Lógicamente, organismos regidos por la izquierda patrocinan actividades blasfemas, como esas exposiciones de fotos de la “Biblia porno”, donde hasta la Virgen, que parecía todavía intocable, recibía los impunes salivazos de estos subvencionados rufianes. Esta tropa “siniestra” (de izquierdas…) ignora quienes eran Proudom, Gramsci o qué rayos es eso de la “Escuela de Frankfurt”, pero se agarran como lapas a aquello que predicaban estos sobre la religión (cristiana, por supuesto), a la que califican de “bestia negra” de nuestra sociedad. Satán, el blasfemo, está muy bien servido.
La “libertad de expresión” es un arma que sólo puede ser manejada por la progresía y la derecha ruin, de ahí que haya que tentarse la ropa para comentar algo sobre Mahoma y su implacable Corán, los judíos, su holocausto, la aplastante inmigración ilegal, el triste mundillo “gay”…, y dejamos para otro día los comentarios que consideran al Alzamiento Nacional como un hecho histórico que salvó a España, porque puede acabar con la carrera profesional del insensato que se atreviera a decir tal cosa. Para un político, un periodista o un militar, marcaría el final de su carrea profesional. Y es que, no lo olvidemos, vivimos un país con un sistema político de “libertades” y profundamente ”democrático”. Pero, insistimos, lo dejamos para otro día.
Se ha llegado a la aberración y vileza de doblar películas norteamericanas (en algunos casos con un nuevo doblaje en sustitución del antiguo). Nadie se imagina a soldados norteamericanos de la segunda guerra mundial entrando al asalto en una casa en ruinas, mientras uno grita “¡me c…. en la h…! En la televisión lo hemos visto y oído, hace sólo unos días, en sus programaciones de horas habituales. En la tele baska es Dios el que blasfema contra Sí mismo en un sket miserable. También es frecuente la blasfemia en alguna serie española con risas enlatadas.
Si alguien tiene el estómago lo suficientemente protegido para “pinchar” en Google “Blasfemia-Wikipedia” se quedará anonadado al comprobar el triunfo de Satanás en esta irreconocible sociedad española, ante las imágenes, dibujos o fotos donde la diabólica blasfemia de los puercos blasfemos tiene su impune asiento.
Apenas si hay reacción en una sociedad que se consideraba cristiana hasta hace no muchos años. Las autoridades religiosas callan, quizá para no empeorar la situación entrando en polémica con indeseables. Y ya lo hemos escrito en otra ocasión, desconocemos si hoy se blasfema en el Ejército, aunque suponemos que “bofetada” o “golpe” ya tienen substantivo que las sustituya, lo que sí sabemos es que, cuando nosotros estábamos en “Activo”, no se blasfemaba. Eran otros tiempos…
Nosotros sabíamos, incluso de memoria, desde nuestros (¡ay!) lejanos tiempos de la niñez, que los enemigos del alma eran “el mundo, el demonio y la carne”. Es indudable que tanto el ”Mundo” como la “Carne” tienen un atractivo que potencia su poder tentador, pero el “Demonio”, gracias a la tradicional iconografía que lo convierte en una especie de icono folcklórico bastante feo, parece tener poco futuro. Después de algún tiempo en el que lo hemos tenido en hibernación, hemos descubierto que el demonio, feo y todo, coexiste y trabaja horas extras. El “Mundo” y la “Carne” ejercen bien su trabajo para pervertir a la sociedad, pero es el demonio el que lleva la batuta y la voz cantante. Sólo que necesita colaboradores, que son los que le ayudan a descristianizar España y a convertirla en una pútrida charca para ranas, encantadas éstas de haberse conocido y de la misión encomendada. Y estas razas de ranas de la charca al servicio de papá Satán están en España en la Prensa, en la Política, instituciones, lobbys de esto y de aquello (o de aquella), feministas desbragadas, apóstatas…. Y no olvidemos que el humo de Satanás entró también en la Iglesia, según nos avisó el que es hoy nuevo Beato, Pablo VI.
Y una de las mejores formas de satanizar a nuestra sociedad es haciendo de la blasfemia un hábito al que nos hemos de acostumbrar, especialmente las nuevas y jóvenes generaciones. Pues que Dios nos proteja, aunque nuestros méritos sean escasos. Laus Deo “von Thies”
DESDE MI CAMPANARIO: JESÚS FLORES THIES: Blasfemia
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