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Tema: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

  1. #1
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Dejo a continuación una serie de artículos y trabajos en torno al fenómeno del Opus Dei, habidas en las páginas de la revista semanal Blanco y Negro en las décadas de los ´60 y ´70.

    Recojo testimonios contrapuestos de una y otra parte. Es posible que no sea exhaustiva la recolección de los textos reproducidos, pero creo que pueden cumplir su función de muestra representativa para que los lectores, al comparar unos artículos con otros, puedan apoyarse en ellos para así conseguir hacerse una idea sobre las peculiaridades características de esa organización.

    Al traer estos textos lo hago a efectos puramente informativos de sus respectivos contenidos, sin que por ello tenga que estar de acuerdo con todos los aspectos secundarios que tangencialmente se tocan en esos mismos trabajos por parte de sus autores (opiniones políticas, religiosas, etc...).

    La fuente de donde se han obtenido todos estos textos es la misma: la Hemeroteca de ABC.
    Kontrapoder dio el Víctor.

  2. #2
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    (Blanco y Negro, 1 de Febrero de 1964, Páginas 6 y 7)


    Carta del Ministro de Comercio al “New York Times”: El Opus Dei está al margen de la política


    Con mucho gusto reproducimos las dos cartas que el ministro de Comercio, señor Ullastres, nos envía: una, destinada a BLANCO Y NEGRO, y otra, cursada al periódico “The New York Times”, en cuyas columnas apareció la crónica de Sulzberger que el ministro comenta.





    Sr. D. Guillermo Luca de Tena.

    Director de BLANCO Y NEGRO.

    MADRID.



    Mi querido amigo:

    En el número de la Revista correspondiente al 18 de enero han insertado ustedes una traducción del artículo publicado por Mr. Sulzberger en el «New York Times» del 6, sobre las relaciones entre el «Oso» y el «Toro».

    El artículo de Sulzberger se presta a confusión en un punto que me afecta muy directamente, confusión derivada, en parte, de un error tipográfico.

    El traductor de BLANCO Y NEGRO, desorientado probablemente por dicho error, ha insertado la frase en forma más clara y rotunda, pero, precisamente por ello, más apta todavía para consolidar en los lectores dicha confusión.

    Me permito adjuntarle copia de la carta que he enviado al director del «New York Times» con objeto de que deshaga el error ante sus lectores. Pero los españoles que compran BLANCO Y NEGRO sólo en mínima medida serán probablemente también lectores del periódico americano y por eso la aclaración del «Times» no habrá de llegar a ellos.

    Es por ello por lo que le ruego que, en la próxima edición de BLANCO Y NEGRO reproduzca, con la introducción o comentario que le parezca oportuno, por parte de la Revista, la traducción española de la carta que he dirigido al «New York Times».

    Siento que se haya producido este incidente que, por otra parte, por el lado de BLANCO Y NEGRO, era casi inevitable, dada la desgraciada configuración del texto original traducido. Pero en bien de la verdad y de la claridad de ideas que debemos tratar de llevar al máximo, es ésta una buena oportunidad para conseguirlo en un tema en que quizás más de un español vive, probablemente, dando por buenas, ideas equivocadas.

    Muy agradecido de antemano a la atención que no dudo mi petición ha de merecer por parte de la Revista, queda suyo aftmo. y buen amigo,

    A. ULLASTRES


    Me permito adjuntarle la traducción española de la carta al «N. Y. T.», junto con el texto inglés.

    Mil gracias.


    * * *


    Sr. Director del «The New York Times»

    229 West 43rd. Street

    NEW YORK, N. Y. 10036

    U.S.A.



    Señor director:

    En la edición europea –y no sé si también en las demás– de su diario, del 6 de enero de este año, aparece un artículo de Mr. C. L. Sulzberger sobre las relaciones entre «el oso» y «el toro».

    El artículo, al referirse a las relaciones comerciales entre mi país y Rusia, alude incidentalmente a que tales relaciones son fomentadas o bien vistas (favored) por persona o personas o grupos españoles que tienen que ver con el Opus Dei en España. Por desgracia, una errata de imprenta en la frase ha hecho que en ella falten una o quizá dos líneas, por lo que resulta imposible conocer su significado exacto, pero en todo caso al lector le queda la impresión de que el Opus Dei o sus miembros, en tanto que tales tienen algo que ver o están interesados en las relaciones comerciales internacionales (favoreciéndolas en este caso concreto de Rusia y España) o que ser miembro del Opus Dei tiene alguna significación en relación con los aspectos técnicos o políticos de tales actividades.

    Tal impresión sería completamente errónea. El hecho de que yo sea miembro del Opus Dei, y al mismo tiempo ministro español del Comercio –responsable por este concepto de la política comercial exterior de mi país–, me mueve a ponerle estas líneas para aclarar lo que el error, quizá sólo tipográfico, ha dejado confuso o equivocado para los innumerables lectores del «N. Y. T.» y de míster Sulzberger. (El artículo de Mr. Sulzberger, por ejemplo, ha sido reproducido en la revista española BLANCO Y NEGRO, y el traductor ha tomado como normal, en el sentido que acabo de señalar, la traducción equivocada del tipográficamente erróneo texto inglés.)

    El Opus Dei está completamente al margen de la política, tanto económica como internacional, o de cualquier otro tipo, en España y en todos los demás países. Es una Asociación de fieles, parte, por tanto, de la Iglesia Católica, con fines y actividades exclusivamente espirituales. No tiene, ni puede tener, puntos de vista políticos o sociales, económicos o culturales, judiciales o militares; y sus miembros no tienen en sus opiniones y actividades más uniformidad, límites y directrices que las que –como el resto de los católicos– les marca el dogma y la moral de su Iglesia.

    Mi deber como ministro del Estado español es defender y fomentar los intereses de mi país que se me han confiado. Al hacerlo, me atengo exclusivamente a mis conocimientos técnicos y opiniones personales y a mi conciencia –católica, ciertamente–. Y de haber en mis actividades y funciones públicas alguna subordinación o conexión con respecto a otras personas o instituciones es exclusivamente dentro del marco de la organización estatal española de la cual soy actualmente una pieza, es decir, con el Jefe del Estado y con el Gobierno.

    La consecuencia de todo ello es que entre los críticos de la política comercial que mi Departamento viene desarrollando hayan podido figurar más de una vez otros miembros del Opus Dei que entienden e interpretan los intereses comerciales y económicos españoles de forma diferente, en uso de una libertad de opinión tan completa como la mía. Y, en ambos casos –el mío y el de ellos– los puntos de vista se basan en razones de todo tipo –excepto una: la de ser miembros del Opus Dei.

    En algunas ocasiones, informadores poco enterados de la realidad del Opus Dei, han recogido falsos rumores sobre la relación del Opus Dei y la política española. Sentiría que un periódico tan prestigioso y bien informado como el «Times» contribuyese a extender entre españoles y extranjeros el error en este caso particular. Por ello, mucho le agradecería que hiciese llegar estas aclaraciones a sus lectores. ¿No cree, señor director, que esta información es «fit to print»?

    Suyo sinceramente,

    Firmado: A. ULLASTRES

  3. #3
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    (Blanco y Negro, 15 de Febrero de 1964, Páginas 8 - 11)



    El OPUS DEI Y LA POLÍTICA



    Reproducimos hoy dos artículos, uno de ellos editorial de “Pueblo”, y otro, firmado por don Pedro Rodríguez, presbítero, aparecido en “El Alcázar”, en los que se exponen opiniones y datos sobre el Opus Dei. Los dos trabajos tienen, directa o indirectamente, relación con las cartas que el ministro de Comercio don Alberto Ullastres remitió a BLANCO Y NEGRO, la primera dirigida a nuestro director, y la segunda al director del “New York Times”; ambas orientadas a clarificar las posibles erróneas interpretaciones que pudieran derivarse de la crónica que el mencionado periódico norteamericano había dedicado, bajo la firma de C. L. Sulzberger, a determinados aspectos de la política española.

    Nos satisface haber contribuido, aunque sea en pequeña parte, a suscitar este intercambio de pareceres e informaciones respecto del Opus Dei y su influencia supuesta en órdenes diferentes a los que por su misma naturaleza le competen. Es efectivamente cierto, como señala don Pedro Rodríguez, que antes de ahora y con cierta frecuencia, se ha escrito públicamente sobre la organización, fines y medios del Opus Dei, pero aún no se ha escrito lo suficiente, como lo demuestra la existencia de amplios sectores de opinión que carecen de nociones precisas sobre dicha asociación, y sustituyen este defecto de información con suposiciones que unas veces son simplemente exageradas, y otras no tienen contacto alguno con la realidad. Siempre que surge un tema de volumen nacional es conveniente la difusión de noticias precisas y autorizadas que pongan dique a las especulaciones y leyendas. La vida española en la Edad Contemporánea ofrece no pocos ejemplos de movimientos populares de opinión desarrollados sobre la base del “se dice”. En el desconocimiento por la masa pública de los perfiles y contenidos reales de aquellos temas a que aludimos, han encontrado muchas veces su mejor aliado los agitadores a sueldo de intereses ocultos. Las especiales circunstancias que concurren en el Opus Dei y que se exponen desde distintos puntos en los dos artículos que reproducimos hoy, no han sido obstáculos para la franqueza. Alegrémonos de haber suscitado el debate y deseemos que éste continúe en bien de la pura verdad. Si personas especialmente calificadas en el dominio de la información no conocen todo lo que debieran conocer sobre el Opus Dei, es fácil suponer lo que sucederá a millones y millones de personas dedicadas a otros menesteres. Nunca la luz y los taquígrafos fueron tan necesarios como en nuestro tiempo.






    EL OPUS DEI



    Don Alberto Ullastres no es uno de esos ministros chapados a la moderna que apenas tienen comunicación con la opinión pública y, cuando lo hacen, nunca pasan la frontera donde, más allá, está el atrevimiento, la indiscreción o la imprudencia; sino por el contrario, es un político muy clásico por la claridad de sus intervenciones, el modo de dirigirse a las gentes y la intrepidez de abordar cuestiones de tratamiento delicado.

    En el último número de la revista BLANCO Y NEGRO aparece una carta suya al «New York Times», en la que expone afirmaciones y razonamientos para señalar que el Opus Dei –asociación de fieles a la que pertenece don Alberto Ullastres– no es un grupo político. Otros miembros del mismo instituto han manifestado alguna vez en los periódicos este error de suponer al Opus Dei interesado en la política. La verdad es que en los últimos años se ha hablado mucho del Opus Dei y todo el mundo anda intrigado sobre esta organización; nos parece necesario que se hable de esto francamente en los periódicos, y no fuera de ellos, al amparo de la maledicencia o del rumor, porque nos interesa a todos librar la empresa política española de una atmósfera de tenebrosidades o de agitaciones ocultas. No debe pasar con el Opus Dei aquello que decía Rostand que sucedía con algunos acontecimientos históricos respecto a que se sabía la verdad sobre ellos cuando ya no interesaban a nadie. La carta de Ullastres al «New York Times», en réplica a un artículo de uno de sus comentaristas más importantes, Sulzberger, nos parece el documento más diáfano que se haya podido hacer público sobre esta cuestión.

    El Opus Dei –dice el ministro de Comercio– «no tiene, ni puede tener, puntos de vista políticos o sociales, económicos o culturales, judiciales o militares, y sus miembros no tienen en sus opiniones y actividades más uniformidad, límites y directrices que las que –como el resto de los católicos– les marca el dogma y la moral de su Iglesia». A este respecto señala en la misma carta don Alberto Ullastres que su propia gestión de ministro de Comercio es criticada por otros miembros del Opus Dei. Esto es verdad. En algunas ocasiones hemos oído disentimientos con la política del Ministerio de Comercio a cargo de personas conocidas de esa institución.

    Sin embargo, lo que sorprende a los españoles –desconfiados como pueblo viejo y escaldado– es la aparición súbita e intensa del Opus Dei, a través de sus miembros, en organismos culturales, en empresas industriales, en entidades bancarias y en altos puestos de la Administración. A nosotros no se nos ocurrirá nunca decir que esto sea injusto, pues conocemos a muchos miembros del Opus Dei y tenemos una alta estimación de su preparación, de sus cualidades y de sus servicios. ¿Pero cómo han llegado a todos esos puestos destacados sin que funcione un aparato coherente? Se hace difícil suponer –aunque aceptamos sin reservas la argumentación del señor Ullastres– que, individualmente o aisladamente, se pueda llegar a todas partes en bloque y en muy poco tiempo, espectacularmente.

    El suceso anterior de llegada en masa a las funciones políticas –porque a otras no arribaron en número convincente– estuvo a cargo de los falangistas históricos. Pero la razón era bien clara. Nutrieron de combatientes y de ideales una guerra y aspiraron a protagonizar la administración de la victoria. La vieja clase política había sido aventada. Los falangistas tenían un aparato político coherente que promocionaba los hombres públicos. Este movimiento se abriría después para ponerse a disposición de la empresa política nacional, ensanchando su base, al tiempo que se producían los acontecimientos normales de un proceso constituyente, que ya pertenece a la Historia. Vicente Marrero se ha referido a todo esto en un libro atractivo, no acertado en todas sus páginas, pero con una atmósfera de verismo en conjunto.

    Pero el Opus Dei alienta silenciosamente en la vida española muchos años –nace, según parece, entre los años 20 y 30– y un día estalla en ministros, catedráticos, banqueros, economistas, investigadores y empresarios. Todo esto habrá sucedido por un designio providencial. Pero el hecho está ahí. Aparecieron de la noche a la mañana unos hombres nuevos, sin tradición política, la mayor parte sin servicios distinguidos en esa gran empresa de la guerra civil, de donde surgió la generación política contemporánea. Muchos de ellos, como decimos, poseen dotes sobresalientes de gobernantes, y otros, no tanto, como ocurre en todos los movimientos, y todos ellos aseguran que no son políticos, sino técnicos. Creemos que fue Briand el que dijo aquello de que los hombres no necesitaban entender a los políticos; son los políticos los que deben entender a los hombres. Esta máxima la siguen al pie de la letra y por eso a muchos de ellos les gusta don Carlos III. No son políticos de abajo arriba, sino de arriba abajo. Pueden ser liberales, pero no aspiran a ser demócratas.

    En fin, no queremos que el tema del Opus Dei sea cuestión vedada o fruta prohibida para los que tenemos la responsabilidad social del comentario político. Ellos mismos no aspiran a que lo sea. No hace mucho tiempo, el excepcional periodista y diplomático Manuel Aznar trató este mismo tema en «La Vanguardia Española», de Barcelona, y todo esto nos lo ha sugerido ahora la sugestiva carta de Alberto Ullastres que publica BLANCO Y NEGRO.

    (Diario «Pueblo», 5 de febrero 1964.)






    UNA REALIDAD ESPIRITUAL



    Me piden de «El Alcázar» unas líneas sobre el Opus Dei con ocasión de un artículo aparecido ayer en «Pueblo». Una tranquila lectura de dicho artículo –un «gallito»–, me facilita el ordenar las ideas. La primera parte del escrito afirma «sin rodeos», tomando ocasión de unas cartas de Ullastres a BLANCO Y NEGRO y al «New York Times», que el Opus Dei nada tiene que ver con la política, que sus miembros son libres en su actividad pública, etc. Todo correcto. De pronto, un salto en el razonamiento, alguna reticencia y un interrogante: ¿Cómo han llegado al «poder» los hombres del Opus Dei? Y para plantear el interrogante, una comparación entre el fenómeno político de la Falange y el Opus Dei. A partir de este salto y de esta comparación me doy cuenta de que en el «artículo» no se ha entendido al Opus Dei: se contradicen las dos partes del mismo. De hecho, se politiza al Opus Dei; exactamente lo contrario de lo que señala la carta que da origen a su comentario.

    Vayamos por partes. Las cosas quedan en su punto cuando se considera al Opus Dei como es en realidad. Y la realidad consiste en que el Opus Dei es una asociación de fieles de la Iglesia Católica –una realidad espiritual– extendida por 54 países –una realidad universal en extensión –, de la que forman parte personas de todos los niveles sociales, de todas las razas y profesiones –una realidad universal en profundidad–, que tiene como fin promover la vida cristiana –una realidad apostólica– en medio del mundo –una realidad secular.

    Cuando una realidad como el Opus Dei se contempla en un plano político se atenta a su naturaleza espiritual y se politiza. Entonces aparece como un fenómeno político: se le considera español cuando es universal; se consideran unas cuantas profesiones «brillantes» de algunos de sus miembros y se olvida a la inmensa mayoría de sus socios: a los mineros, a los campesinos, a las madres de familia y a las sirvientas, a los maestros, a los taxistas, a los…

    Comparar el Opus Dei y la Falange es maltratar la naturaleza de ambos. La Falange es una realidad política; el Opus Dei, una realidad apostólica. Son, diríamos, dos cosas heterogéneas; pertenecen a dos órdenes distintos: son, en sentido estricto, incomparables. Si se comparan, el diagnóstico está viciado en su base. La imagen que del Opus Dei se presenta después de ese análisis es, en rigor, inexacta, falsa.

    El Opus Dei, decía antes, es una realidad secular: sus miembros se consagran a Dios, pero permanecen por vocación divina en medio del mundo. El que era universitario sigue siendo universitario; el que era zapatero sigue siendo zapatero; el economista, economista; quien tenía vocación política sigue adelante con ella. Eso que eran y siguen siendo es lo que tienen que santificar: su tarea profesional, su vocación humana…

    A partir de esta importante característica del espíritu del Opus Dei se resuelve con una «decepcionante» sencillez el interrogante planteado en el artículo de «Pueblo». ¿Qué cómo llegan a la palestra pública los hombres del Opus Dei? Exactamente igual que todo el mundo. Igual que el minero pasa a capataz o que un cajista llega a ser regente de taller o líder sindical. Viven en el mundo, tienen vocación profesional y humana, les apasionan los problemas de su ambiente y de su generación; tiene cada uno sus propias y libérrimas opiniones políticas; están sometidos a la dialéctica de los grupos sociales y políticos a los que cada uno pertenece…

    ¿Su historia militar en la guerra española? La de su generación: soldados, alféreces provisionales –creo que Ullastres es teniente–, etc.; un reflejo de la vida española.

    Cuando una generación pasa a ser generación rectora en un determinado país es lógico que haya miembros del Opus Dei en esa rectoría… Lo contrario sería un atentado… contra la estadística, porque son muchos los miembros del Opus Dei. Y cada uno llega a través de su noble actuación en el sector político al que pertenece y al que sirve: los que son falangistas, a través de la presencia política de la Falange. No hay misterio, sino claridad.

    Y los que actúan en la vida pública son un pequeñísimo número, en comparación al conjunto de sus miembros, y lo hacen como todos los católicos: en el respeto fiel a las directrices de la jerarquía eclesiástica. Cuando la jerarquía deja libertad a los católicos para colaborar con un régimen político o mantenerse en la oposición puede verse a miembros del Opus Dei que colaboran o están en la oposición. Por lo demás la presencia de algunos hombres del Opus Dei en las tareas políticas españolas es un fenómeno correlativo al de otras muchas asociaciones de fieles –A. C. N. de P., A. C., congregaciones marianas, cursillos de cristiandad, etcétera–, muchos de cuyos miembros han llenado la vida política de nuestro país durante los últimos veinticinco años: Martín Artajo, ex presidente de la Acción Católica y actual presidente de la A. C. N. de P.; Ruiz Jiménez, presidente de Pax Romana y también miembro de la A. C. N. de P.; Ibáñez Martín, Fernández Ladreda, etc.; todos ellos ministros de diversos Gabinetes de Franco. Y cuando éstos cesaron en sus cargos, otros miembros de sus asociaciones fueron llamados al servicio de la Administración.

    Lo que es el Opus Dei y lo que no es. Todo ello está clarísimo. Basta informarse. ¡Hay ya tanta cosa escrita! No es algo «novedoso» la carta del ministro de Comercio. Y, desde luego, no es ni lo más diáfano ni lo más autorizado. Ha habido tajantes declaraciones oficiales del Opus Dei, alguna de ellas reproducidas en el diario «Pueblo»…

    Pedro Rodríguez (Presbítero del Opus Dei)

    (Diario «El Alcázar», 6 de febrero 1964.)

  4. #4
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    (Blanco y Negro, 20 de Septiembre de 1975, páginas 64 – 68)



    EL PADRE ESCRIVÁ DE BALAGUER GANA SU ÚLTIMA BATALLA DESPUÉS DE MUERTO



    Álvaro del Portillo, en el mismo camino del fundador del Opus Dei.

    «Los mediocres unidos jamás serán vencidos», podría haber sido la sabia fórmula organizativa de un hombre realmente fuera de serie: Josemaría Escrivá de Balaguer.


    Muchos han sido y son los detractores de Josemaría Escrivá de Balaguer. Pero si no se quiere perder la objetividad, habrá que señalarle como un hombre fuera de serie. Profundo conocedor de la psicología humana, supo encontrar la fortaleza en la unión de los hombres medios. «Los mediocres unidos, jamás serán vencidos», no es una fórmula despectiva, sino que responde a una honda sabiduría de acción apostólica. Continuador de la gran obra religiosa del P. Escrivá, arañada a veces por la ambición y las actividades políticas de algunos de los miembros del Opus, es ya monseñor Álvaro del Portillo.





    Roma. (De nuestro corresponsal.)


    “Cuando yo muera podéis elegir a quien queráis, pero seríais tontos si no eligierais a don Álvaro”. Con ese espíritu de libertad, los participantes en el Congreso General del Opus Dei eligieron el lunes, por unanimidad, a don Álvaro del Portillo y Díez de Sollano nuevo presidente general del Opus Dei. Eran 172 los votantes –hombres y mujeres separadamente–, fueron 171 los votos a favor de don Álvaro. Se cumplían así los pronósticos de quienes aseguraron ya desde la muerte de monseñor Escrivá, ocurrida el día 26 de junio pasado, que el sucesor del fundador del Opus Dei sería quien durante cuarenta años había sido su secretario, hombre de confianza y brazo ejecutivo. No se han cumplido los pronósticos de quienes pensaban que los miembros del Congreso colocarían al frente del Opus Dei un “místico”, a ser posible no español, el cual, por un lado, continuará siendo guía ideal y carismático y, por otro, “desespañolizaría” la imagen exterior del Opus Dei, dejando a don Álvaro el puesto de hombre ejecutivo e inspirador jurídico de la Obra. Han prevalecido el criterio de la continuidad y de la fidelidad a las recomendaciones del fundador, a la vez que los indudables méritos asociativos y personales de un hombre como don Álvaro del Portillo, primero del grupo de seglares consagrados sacerdotes en las filas de la sociedad sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei en junio de 1944, cuando tenía treinta años y se hallaba en pleno ejercicio de su profesión de ingeniero de Caminos.


    NO SE INICIA UNA NUEVA ÉPOCA EVOLUTIVA

    No se puede, por tanto, hablar propiamente de que se inicia una nueva época evolutiva en la historia del Opus Dei, aunque sea claro que nadie en la Obra podría ocupar con la plenitud de poder carismático de Escrivá el puesto dejado libre por el fundador. Se vio incluso a simple vista el día del funeral de monseñor Escrivá cómo hasta la oratoria de don Álvaro, teniendo los ecos de estilo de Escrivá, no atenazaba como la del padre. El secretismo del Opus Dei, su discreción si se prefiere, retraerá nuevamente el nuevo presidente general del contacto cotidiano con los hombres críticos, como se la retraía a Escrivá. Los cuadros ejecutivos que han sido elegidos en el brevísimo Congreso General cerrarán filas en torno al nuevo líder y se alimentará, con la filial devoción de los miembros de la asociación hacia el nuevo padre, esa delicada red de leyenda y admiración afectiva que caracteriza la vida interna de la Obra. Los periodistas que el día 26 de junio fueron a la sede central del Opus, en Roma, pudieron hablar con el secretario general, don Álvaro del Portillo. Los periodistas que han ido ahora no han podido hablar con el presidente general, don Álvaro del Portillo. En la sala de visitas, entre los retratos de familia de la Obra (los padres de Escrivá, los hermanos, fotos de los primeros grupos opusdeístas, etcétera), se ha encontrado uno, pequeño, de un don Álvaro joven, vestido con el uniforme de ingeniero de Caminos y llevando en la solapa dos condecoraciones.


    EL ESPÍRITU ESTÁ PRONTO

    Los periodistas que asistieron a la conferencia de Prensa celebrada el día 15 de septiembre en la casa central del Opus Dei, en el número 75 de la calle Bruno Buozzi, de Roma, fueron invitados a visitar la tumba de don José María Escrivá de Balaguer, colocada en la cripta del templo-oratorio excavado en los sótanos de la casa central del Opus.

    El templo, construido con mármoles, mosaicos, cerámicas y maderas caras, tiene forma de basílica romana, con un baldaquino sobre el altar, un icono de la Virgen con el Niño coronados con oro y piedras preciosas, un vía crucis en cerámica a lo largo de la pared, sobre la que se abren vidrieras por las que llega una luz –eléctrica– de suave atardecer campesino otoñal. A quienes hacían observar a monseñor Escrivá que todos aquellos materiales eran lujosos y caros, el padre, según contó el jefe de Prensa de la Obra en Roma, el médico siquiatra Joaquín Navarro, respondía diciendo más o menos: Cuando un hombre regale a una mujer, en señal de amor, un regalo de hierro en vez de oro, yo regalaré a la Virgen hierro; cuando la señal del amor sea el cemento en vez del mármol precioso, yo regalaré cemento; pero mientras que los regalos de amor se hagan en oro y mármoles, yo elegiré oro y mármoles. Todo el conjunto es un continuado homenaje a la Virgen María, representada, sobre todo, con caracteres físicos de mujer joven y guapa. Al ingreso de la capilla hay una imagen parecida a la que existe en la Universidad de Navarra dedicada a la Virgen del Amor Hermoso; luego dentro del icono de la Virgen de la Paz, pintado y decorado por Manolo Caballero, y luego descendiendo las escaleras de mármol blanco hacia la cripta, una escultura de la dormición de María, en la que la Madre de Cristo aparece representada por una imagen de chica jovencita y guapísima. Este encuentro hace de tránsito hacia la cripta propiamente dicha, donde Escrivá hizo preparar su propia tumba.

    Es una cripta de estilo neorrománico, con arcos y figuras labradas en piedra, al estilo de las portadas de templos románicos; dentro, las paredes están decoradas con símbolos eucarísticos (peces, uvas, corderos), en un intrincado barroquismo a través del cual se entrevén en la pared, perfectamente dibujados, seis nichos, actualmente vacíos. En el ábside de la cripta, un altar, iluminado, como si fuera el atardecer, por la luz –eléctrica– que entra por las pequeñas ventanas ojivales cubiertas de vidrieras. Sobre el suelo, delante del altar, una gran losa de mármol oscuro: es la tumba de don José María Escrivá de Balaguer. Sobre el mármol, un aro en bronce –o en oro– con una cruz y dos palabras, también doradas: “El padre”, y las fechas de su nacimiento y de su muerte. Sobre la tumba, una lámpara perennemente encendida; junto a la tumba, varios reclinatorios y, en el momento en que los periodistas fueron a visitarla, un muchacho joven, sentado, meditando. En torno a la tumba, grandes mazos de rosas rojas frescas.

    Es el espíritu del Opus Dei, que, generándose en Escrivá, permanece y que por decisión de Escrivá, por decisión de sus hijos, queda de esta manera físicamente vivificante.


    MUCHOS SÓLO VEN LA CERRAZÓN Y EL MISTERIO

    ¿Qué puede pasar ahora con ese espíritu y con esa realidad llamada Opus Dei? Por lo pronto habría que hablar del eterno conflicto entre el ser y el deber ser, entre lo que se es y lo que se quiere ser; conflicto que afecta a todo hombre y a toda institución y que se acentúa cuando el jefe carismático de un movimiento desaparece. Álvaro del Portillo representa la continuidad de la organización; pero la organización está en continuo devenir, cerrada sobre sí misma, en continua labor de aclaración hacia los demás, que sólo ven la cerrazón y el misterio. El Opus Dei, que han venido forjando Escrivá y Álvaro del Portillo –éste, con sus conocimientos jurídicos y su práctica en las diferentes comisiones de la Curia romana en las que participa–, ha evolucionado desde “Sociedad de vida común” a “Instituto Secular” (que es su situación jurídica actual), sometido a una serie de controles y normas del Derecho canónico. Pero siendo “Instituto Secular” de derecho, no es ni se considera “Instituto Secular” de hecho. A un periodista español, el jefe de los Servicios de Prensa, Joaquín Navarro, le vino a exponer la situación de la siguiente manera: “El Opus Dei fue aprobado como Instituto Secular, pero a partir de 1954 ya no lo es de hecho, y no ha dejado de serlo de derecho porque el Código de Derecho canónico no ha sido aún reformado. La ley de los Institutos Seculares se ha aplicado de un modo tal, que son ahora Institutos Seculares muchas instituciones meritísimas que no tienen nada que ver con el Opus Dei; de ahí que el Opus defienda su propia identidad, que es la de ser una asociación libre de fieles que se reúnen para rezar y formarse, y que en lo económico, lo político y lo social son libres totalmente. Sus instituciones son creaciones de grupos libres que las forman autónomamente sin necesidad de pedir permisos a la Santa Sede, y de acuerdo con las leyes civiles de cada Estado, pagan impuestos como otras instituciones civiles y tienen autonomía administrativa propia no controlada por la casa central”.


    CONTÍNUO CHOQUE CON LA ORGANIZACIÓN ECLESIÁSTICA

    Este tipo de asociación –sea o no así, hoy, el Opus Dei– no está previsto en el Derecho canónico. Un Opus Dei así está “fuera de la actual ley canónica”. Hacemos ley, dicen en el Opus Dei, y señalan que cuando la ley se adapte a la vida –y la vida es el derecho a asociarse que el Concilio ha proclamado, y en esto ahora ellos se apoyan– con nuevas normas jurídicas en el nuevo Código renovado, todo quedará claro. De hecho, si esto llega, el Opus Dei tendrá que presentar nuevamente sus Estatutos a aprobación de la Santa Sede, que los aprobará o no como institución reconocida por la Iglesia. Si el futuro Derecho canónico acepta esas asociaciones de fieles dependientes de una congregación de seglares (que hoy no existe), el Opus Dei volverá a tener de hecho y de derecho una personalidad eclesial reconocida.

    Esta tensión entre el ser y el deber ser, entre realidad y derecho, es para el Opus –una institución de espíritu tan juridicista e internamente tan disciplinada– un continuo choque con la organización eclesial, a la que, por una parte, quieren aportar dinámica más moderna, y por otra, acusan de temporalismo, reservándose el temporalismo para sí, para los seglares. Esa tensión entre el ser y el deber ser se materializa también en los contactos con la sociedad civil que juzga lo que es el Opus –o lo que cree ver que es el Opus– y no acepta las explicaciones de lo que el Opus dice que son sus aspiraciones (aspiraciones presentadas a veces como realizaciones). Estas tensiones hacia fuera provocan una conexión interna notable, una dinámica que podría ser purificadora –y que seguramente lo será al menos en sus miembros más sensibles y más espontáneos.


    HACIA UNA NUEVA «ÉLITE»

    De hecho, en el mundo eclesial de los seglares el Opus Dei es una fórmula nueva que está obteniendo notables apoyos –el artículo del cardenal Baggio en “Avvenire” sorprendió notablemente en los ambientes de curia por su decidida defensa del Opus Dei (al menos del “deber ser” del Opus Dei)– y representa una fórmula de capitalización de una nueva “élite”, en ciertos ambientes es considerada la más moderna y apta para el futuro. En Italia, por ejemplo, sus actividades –las actividades de sus socios– crecen día a día.

    Álvaro del Portillo tiene ante sí esos problemas y esas posibilidades. No es el hombre carismático, es el hombre que rezará ante la tumba y mantendrá encendida la lámpara y que a la vez continuará “su” obra en “la” Obra.






    Habla Carlos del Portillo, hermano del nuevo presidente


    «Pedía permiso para todo a Escrivá»



    Álvaro del Portillo y Díez de Sollano nació en Madrid, en la plaza de la Independencia, el 11 de marzo de 1914. El tercero entre una familia de ocho hermanos de fuertes creencias religiosas. Tres de los hermanos han muerto: Ramón, conocido psicoanalista, y Francisco y José, ambos abogados, siguiendo la tradición paterna. El más joven de los hermanos, Carlos, cuarenta y ocho años, abogado y periodista, declara a ByN que «Álvaro entró en contacto con Escrivá de Balaguer hacia el año 1932, a través de una hermana de mi padre que se confesaba con Escrivá y que fue quien se lo presentó en la residencia de Ferraz. Recuerdo a mi hermano como un hombre bondadoso, muy estudioso y, a la vez, hombre de acción. Trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas como aparejador y a la vez estudiaba ingeniero de caminos y filosofía. Los sábados y los domingos se iba de Madrid, a diferentes puntos de España a hacer captación, ya con Escrivá».


    «AL PRINCIPIO NO SABÍAMOS QUE ERA DEL OPUS DEI»

    «A todo el mundo sorprendía que tuviese tiempo para todo. Comulgaba todos los días y mi madre le decía que por qué no se hacía sacerdote, que a ella le gustaría mucho. Él contestaba, medio en broma, medio en serio, que “puede ser que lo haga”. Entonces no sabíamos que era del Opus Dei, aunque en el año 1935 Escrivá ya estuvo en mi casa, y estuvo muy cariñoso con todos. Cuando planteó irse de casa para ir a vivir con Escrivá y otros chicos, mi madre no entendía mucho; la verdad es que entonces el Opus Dei no era lo que ahora: funcionaban sólo con una autorización del Obispado. Luego vino la guerra y paralizó todo. Pero en 1944, cuando estaba yo estudiando en Lecároz (Navarra), recibí una carta de Álvaro, en junio, en la que me comunicaba: “El día 7 terminé ingeniero de caminos, el 9 terminé filosofía y dentro de once días me ordeno sacerdote”. Mi madre le bordó la casulla de su primera misa y cuando le preguntaban que qué hacía, decía que era para un regalo, no decía a nadie que era para Álvaro. Por entonces, Álvaro ya vivía con los de la Obra en Gener, 6».


    ÁLVARO, EL PRIMERO QUE FUE A ROMA

    «Hacia 1943, Escrivá le envió a él a Roma a presentarle al Papa los proyectos para realizar el Opus Dei, y un poco más tarde se instalaría definitivamente allí junto al fundador y el Consejo General, pero él fue el primero en ir a Roma. Fue secretario general del Opus Dei desde los primeros momentos; yo creo que en 1944 ya lo era, y en Roma estudió Derecho canónico en el Angélico, donde obtuvo al final de la carrera una mención especial, que no se concedía allí desde hacía cincuenta años. Durante varios años fue secretario general y procurador, pues este cargo era el que representaba a la Obra en el Vaticano».

    «Yo lo he visto –sigue contando su hermano– muchas veces en Roma: se pasaba la mañana entera en el Vaticano. Cuando estaba con Escrivá me sorprendía que le pidiese permiso para todo, pues se conocían desde tanto tiempo, ¿verdad? Luego ha venido siempre un par de veces al año a España, y un día siempre almorzaba con todos los hermanos. Acababa siempre hablándonos del Evangelio. ¿Que si me ha sorprendido que le nombren presidente? No, no. Era la persona que más conocía al fundador y la que más de cerca ha seguido todas las vicisitudes de la Obra. Era de esperar».


    UN PRESTIGIOSO CANONISTA

    En 1947, a la vez que publicaba su tesis doctoral de Historia, «Descubrimientos y exploraciones en las costas de California», era nombrado consiliario del Opus Dei para Italia, y con Pío XII colaboró como consultor de la Sagrada Congregación de Religiosos. Definitivamente, además de convertirse en el número dos del Opus Dei, Del Portillo se revelaba como un brillante canonista. Juan XXIII le nombró consultor de la Sagrada Congregación del Concilio Vaticano II.

    Sus escritos han reflejado importantes aportaciones a la doctrina sobre el laicado y el sacerdocio, y entre sus libros destaca «Fieles y laicos en la Iglesia» y «Escritos sobre el sacerdocio», traducidos a varios idiomas.






    El Opus Dei, por dentro



    Cuando se estaba construyendo la Casa Central de Roma –desde donde se iba a teledirigir las 60.000 vidas que hoy permanecen en el Opus Dei–, el Fundador, según cuentan algunos testigos, al entrar por una puerta, puso los pies descalzos sobre el cemento blando aún y plasmó sus huellas para que las generaciones posteriores pisaran donde él pisó. Y cuentan también los que han podido verlo que en la Villa Vechia, la casa donde vivía el Fundador, hay un óleo donde unos ángeles sostienen a Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás. Ante anécdotas como éstas, algunos críticos de la polémica institución religiosa insisten en que Monseñor “se canonizó en vida” y que no es extraño, por tanto, que sus hijos, que siempre han seguido sus directrices en los mínimos detalles, lo canonicen a su muerte. Para ellos, el Padre era un santo y los santos tienen que estar en los altares. Tampoco extraña que a pesar de las elecciones que exigen las constituciones del Opus Dei nadie pensara en otra persona que no fuese don Álvaro del Portillo, sesenta y un años, para suceder a Monseñor Escrivá. Él así lo tenía previsto. Y las previsiones del Fundador jamás se han criticado. A los tres meses, pues, de la muerte de Escrivá el Opus Dei estrena un nuevo presidente general, el que siempre fue, desde la fundación de la Obra, el único secretario general que ésta ha tenido. De él ha dicho muchas veces Escrivá: “Éste me obedece”. El número dos de la organización siempre ha sido un ejemplo para los socios de cómo debe vivirse la humildad, la discreción y, sobre todo, la obediencia, tema capital en la institución.


    UNA OBRA SIN NOMBRE

    Efectivamente, el 2 de octubre de 1928 cuando José María Escrivá –aún no se llamaba de Balaguer– estaba diciendo Misa en una iglesia madrileña de la calle García de Paredes, dice que “vio” algo. Ni él mismo le llamó entonces Opus Dei. Hacia 1930, un ingeniero de origen argentino, que había estudiado con él el Bachillerato en Logroño, Isidoro Zorzano, entraba en lo que más tarde sería una poderosa organización religiosa extendida por todo el mundo. Cuentan que, al principio, el Fundador no quería que tuviese nombre, pero que un día un buen amigo suyo se lo encontró por la calle y al preguntarle por su idea le dijo: “¿Cómo va esa obra de Dios?”. Y al Fundador le gustó y adoptó el nombre en latín: Opus Dei.


    LA GUERRA, LA FUGA, LOS MONTES DE RIALP

    Entre los estudiantes con los que en aquellos primeros años comenzó su labor apostólica estaba Álvaro del Portillo y otros muchos que, ya en los años cuarenta y cincuenta, ocuparían un lugar destacado en la vida pública española. En julio de 1936, cuando se acababa de pagar la primera parte de una casa en la calle Ferraz, y que iba a ser la primera casa del Opus Dei, estalla la guerra, y Escrivá, como todos los demás, tiene que frenar sus impulsos apostólicos y obtener el paso a “zona nacional”. El “Madrid rojo” era un peligro constante, a pesar de que Escrivá obtuvo documentación en la Embajada de Honduras. De Madrid a Valencia, de Valencia a Barcelona y de ahí a Seo de Urgel y los montes de Rialp. Escrivá, con un pequeño grupo de leales, entre los que estaban José María Albareda, Juan Jiménez Vargas, Francisco Botella, Casciaro, etcétera, logra entrar en San Sebastián después de una peligrosa aventura que en el Opus Dei se narra rodeada de misterio y entorno sobrenatural.


    DE LA MANO DE PEDRO SAINZ RODRÍGUEZ

    De vuelta a Madrid, y tras la victoria de Franco, se compra una casa en la calle Gener. El reducido número de miembros de la Obra se dedican a terminar sus carreras unos y a preparar cátedras otros. Es el primer paso después del desastre de la guerra. De la mano de Pedro Sainz Rodríguez, que concentra a católicos, Albareda comienza a formar equipo alrededor del recién creado Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y Calvo Serer forma otro alrededor de la revista “Arbor”. En 1942, Calvo Serer gana la cátedra de Historia Moderna en Valencia, y en 1945, López Rodó, la de Derecho Administrativo en Santiago, por citar dos personalidades representativas que más tarde jugarían papeles de interés en la política española.


    OBJETIVO: LAS CÁTEDRAS UNIVERSITARIAS

    En 1944, cuando ya el Opus Dei deja de ser una pequeña reunión de amigos, cuando ya hay hombres y mujeres, tres jóvenes casi recién licenciados son ordenados sacerdotes, por petición expresa de Escrivá: José María Hernández Garnica, José Luis Musquiz y Álvaro del Portillo. Pero jurídicamente al Opus Dei le faltaba una aprobación del Vaticano. Y en medio de las luchas de la curia de Pío XII, se consigue en 1947 que se dicte la constitución “Provida Mater Ecclesia”, por la que el Opus Dei se convertía en el primer Instituto Secular del mundo. Había hecho falta que tanto el Fundador como Del Portillo y un pequeño número de miembros se trasladasen a vivir definitivamente a Roma a conseguir la legalidad. Mientras tanto, en la España de la autarquía, la cátedra universitaria seguía siendo un objetivo prioritario: Jiménez Vargas, Orlandis, Botella, Fontán, García Hoz, Pérez Embid…


    EN LAS TURBINAS DEL PODER

    Sólo en la etapa de recuperación económica (1951 – 1957), la política atrae a algunos socios de la Obra. El 14 de diciembre de 1956, López Rodó era nombrado por Carrero secretario general técnico en Presidencia. Y apenas dos meses después, Mariano Navarro Rubio –uno de los primeros supernumerarios del Opus junto a García Hoz– era nombrado ministro el 25 de febrero de 1957. Alberto Ullastres también estrenaba ministerio y se traía como director general a López Bravo. El Régimen daba entrada a miembros del Opus Dei como antes había dado y seguía dando cuerda a otros grupos católicos procedentes de Acción Católica o de la “santa casa”, el grupo de empresas y actividades de la Editorial Católica.


    EL FUNDADOR ESCRIBE A SOLÍS

    Pero pese a la apariencia y a veces hasta el origen común de tecnócratas y falangistas, estos dos grupos no se entienden bien del todo. La Prensa oficial desata fuertes campañas en contra del Opus político, y su incidencia es tan fuerte que Escrivá se siente obligado a escribir al ministro secretario general del Movimiento y delegado nacional de Sindicatos, José Solís Ruiz, una carta fechada en Roma el 28 de octubre de 1966, en la que dice, entre otras cosas: “Hasta aquí me llega el rumor de la campaña que, contra el Opus Dei, hace tan injustamente la Prensa de la Falange, dependiente de V.E. Una vez más repito que los socios de la Obra –cada uno de ellos– son personalmente libérrimos, como si no pertenecieran al Opus Dei, en todas las cosas temporales… con ese modo de proceder equivocado se comportan las publicaciones que reciben inspiración de su Ministerio: y así no logran más que ofender a Dios, confundiendo lo espiritual con lo terreno, cuando es evidente que los directores del Opus Dei nada pueden hacer para cohibir la legítima y completa libertad personal de los socios…”. López Bravo, Espinosa y García Moncó habían entrado como ministros el año anterior; Navarro Rubio se iba al Banco de España y Ullastres a Bruselas a conseguir la operación “Mercado Común”. En 1967, el Opus intenta repetir en Perú el modelo universitario de Navarra, proyectando la Universidad de Piura. En 1968, Fraga-Solís intentan desbancar a los tecnócratas ante el evidente fracaso, y en 1969 –Escrivá ya era marqués de Peralta–, López Rodó da un golpe espectacular y logra hacer ministros a casi todo su equipo. Refiriéndose a esta forja de políticos, Moncada recuerda en su libro sobre el Opus Dei que en el seno de la Obra “inmediatamente comenzó la formación de equipos auxiliares y hasta los más alejados de la política se permitían recomendar a tal o cual socio para subsecretario o para director general. También empezaron a sufrir las conciencias porque los políticos no sabían cómo resistir las presiones internas, administradas por la vía del consejo que los socios se obligan a recibir sobre los asuntos importantes de su profesión”.

    En pleno triunfalismo tecnócrata, cuentan que una tarde llegó Escrivá al colegio mayor Montalbán, sede de estudiantes del Opus Dei, y dijo sencillamente: “Vengo de estar con Franco…”. Pero la tertulia no tuvo ningún contenido político. Nunca el Fundador ha hablado de política. Sólo la espiritualidad suya, plasmada en los más pequeños detalles del Opus Dei, era lo que quería comunicar en cada palabra, en cada gesto, en cada sonrisa e incluso en cada enfado.


    LA ESPIRITUALIDAD DEL OPUS DEI

    No resulta fácil describir en breve espacio las características del Opus Dei, pero en cualquier caso cabe afirmar que está ceñida a una terminología muy precisa en la que destacan unos cuarenta conceptos; unos, tradicionalmente desarrollados dentro de la fe católica, como son los contenidos de las virtudes y los sacramentos, por ejemplo; y otros menos conocidos, pero en absoluto originales. Tampoco la organización quiere ser original en esto, pero lo que sí es significativamente original es la terminología. En la espiritualidad del Opus Dei destaca en primer lugar el lenguaje. Hay que distinguir, por ejemplo, entre tener “buen espíritu” y no tenerlo. El que lo tiene es el que adecua todo el lenguaje que va asimilando en su formación, a un estilo de vivir, de pensar, de actuar. Todo este lenguaje viene a través de los llamados “medios de formación” que el miembro del Opus recibe de una manera periódica. Todo en la Obra está en función de esta espiritualidad que el recién incorporado a la organización va asimilando poco a poco.


    ORGANIZACIÓN ENORMEMENTE RÍGIDA

    Muchos de los socios que han decidido salir fuera de la organización al cabo de varios años de militancia, han hablado del profundísimo divorcio entre las atractivas y bellas declaraciones de principios que apuntaban a vivir todas las virtudes contenidas en el Evangelio y la realidad de una rígida organización que garantiza seguridad sólo a cambio de rebajar la vida. En suma, un exceso de moralismo y espiritualismo que funcionan vaciados de contenido. Un “corpus” totalmente preestablecido que tapona y niega tantas formas de vida, que desarticula y “robotiza” a las personas tecnificando el espíritu, lo que produce muchas ficciones jurídicas en lugar de amor y muchas ficciones psicológicas en lugar de ser.

    Los miembros del Opus Dei han oído hablar de Dios, de Cristo y de su Iglesia ligado siempre de una manera u otra al Fundador. El binomio Dios-Fundador estaba inscrito en cualquier quehacer.


    EL TESTIMONIO DE UN «EX»

    Desgraciadamente, los testimonios de los socios de la Obra que, por una causa u otra, abandonan la Institución son muy pocos. Se dice que por el miedo que tienen a la “persecución” posterior. Por eso es interesante recoger en estas páginas el testimonio publicado en “Presencia” de un escultor gerundense, Doménec Fita i Molat, cuarenta y ocho años, que perteneció como socio supernumerario al Opus Dei desde 1958 a 1972. Él justifica su salida afirmando que “la estructura es monolítica y todo depende del jefe”. Y analiza, en primera persona, las etapas por las que atraviesa un miembro de la Obra: etapa de inocencia e ilusión, que coincide naturalmente con los primeros años y en donde hay un desconocimiento de la estructura y organización de la Obra. La disposición personal es la de dejarse guiar y cumplir las normas, que son muchas, lo que supone un enorme esfuerzo el cumplir todas. Una segunda etapa es aquélla en la que el individuo se siente, como dice Fita, “plenamente Opus Dei”; uno cree firmemente que participa en una empresa divina, que es un instrumento dirigido para hacer el Opus Dei. Es una etapa que coincide con un gran afán proselitista a base de trabajo y discreción. Y hay una tercera etapa de análisis crítico en la que uno siente necesariamente ganas de aportar y transformar todas aquellas cuestiones que no se está de acuerdo. Es un tiempo, como diría Fita, “de lucha y oración”. Y, finalmente, siguiendo el testimonio de este ex socio, una etapa de desánimo y la decisión de salir ante la impermeabilidad de una estructura que no admite las mínimas variables en los detalles más insignificantes. “El Fundador –dice Fita– era el catalizador de todo y todos teníamos que estar atentos a sus insinuaciones.”


    CÓMO SE SIENTE UNO PLENAMENTE OPUS DEI

    Cuando un individuo numerario llega a la Obra, normalmente entre quince y veinte años, comienza esa primera etapa señalada por Fita. En la casa donde va a vivir, ocho o diez personas generalmente, se levanta a golpe de timbre o de aviso en la puerta de su cuarto entre siete y siete y media de la mañana. Después del arreglo personal se dirige al Oratorio de la casa, donde, junto a sus demás “hermanos”, hace media hora de oración. Ésta se suele hacer mientras uno lee haciendo grandes pausas, algunos puntos de “Camino” o de algunas publicaciones internas, como son “Meditaciones”, cuyo autor es también Escrivá de Balaguer, o de “Crónicas”, publicación que recoge actividades y artículos doctrinales; las mujeres leen “Noticias”, publicación similar. Cuando no se lee esto, un miembro de la Obra toma la palabra y durante media hora expone una reflexión sobre algún punto de la espiritualidad de la Obra. En la sección de mujeres, ellas no se dirigen a sí mismas las meditaciones, sino que un sacerdote viene expresamente a la casa para dirigirla. Acto seguido tiene lugar la celebración de la Misa, que suele ser en latín y con arreglo a una liturgia que poco tiene que ver con las innovaciones introducidas a partir del post-concilio. Después de estar durante diez minutos en “acción de gracias”, se va el colectivo de la casa a desayunar. Luego, cada uno a su trabajo o a su estudio; algunos se quedan en la casa, pues tienen lo que ellos llaman “un trabajo interno”, y otros se trasladan a otra casa, donde desarrollan unas horas de trabajo exclusivamente para la Obra: son trabajos burocráticos, pero donde por la naturaleza de los papeles que se manejan, sólo socios de gran confianza pueden ejercerlos. La hora de la comida vuelve a reunir a todos y es motivo para que después de ella se organice una tertulia presidida por el director de la casa. En la tertulia se pueden contar hechos intrascendentes ocurridos durante la mañana y se deben contar anécdotas que reflejen el espíritu apostólico de cada uno. Es de “mal espíritu” provocar una discusión, llevar la contraria al director o dejar en mal lugar alguna opinión suya. Si esto ocurre, al individuo en cuestión se le hace una corrección fraterna y se le advierte que está incurriendo en una “falta grave de unidad”. Se sabe poco de la programación del Opus a alto nivel, y es de mal espíritu intentar saber. Hay una gran intriga en este sentido. Después de esto el joven tiene un amplio programa: cumplir todas las normas espirituales que no haya cumplido durante la mañana y quedar con sus amigos, uno a uno, para hacer apostolado y proselitismo con ellos. Luego tendrá que justificar todo esto en una charla semanal con su director. Una vez a la semana recibe un círculo, junto al colectivo de su casa, donde se le habla del espíritu del Opus Dei; un día al mes se aísla en un “retiro”, que puede ser en su casa o en otra de la Obra, donde se le vuelve a hablar del espíritu de la Obra. Y los ratos libres los aprovecha normalmente haciendo arreglos en la casa. A nadie le puede sobrar tiempo, pues es de “mal espíritu”. Se lee muy poco; sólo los libros imprescindibles de la carrera que se esté estudiando, todos ellos supervisados y algunos vetados. Resulta muy difícil estar al día, puesto que la lectura de cualquier libro exige siempre el “visto bueno” del director, así como las revistas. Por ello la gente va perdiendo interés intelectual. Muy poco se preocupa la dirección del crecimiento en este sentido de un joven miembro. Se le preguntará siempre –y ello ocupará un largo espacio en los diálogos personales– por sus luchas apostólicas y por el cumplimiento de su apostolado a través de trabajo. De esta forma “ganar puntos” dentro del Opus Dei se reduce a tres aspectos: cumplir las normas, hacer apostolado y que éste sea efectivo. El día resulta corto para un joven socio del Opus Dei, entre cumplir las normas, asistir puntual a las comidas, captar amistades, estudiar o trabajar, arreglar el pomo de una puerta o un enchufe o el grifo que no funciona desde hace dos días, motivo por el que ya le han hecho una “corrección fraterna”. Además tiene que asistir a la tertulia después de comer y de cenar. Y a las once tendrá que ir a dormir, porque las luces se apagan y ya nadie puede decir una palabra. El aprendizaje de este estilo de vida, donde el individuo va penetrando en un esquema organizativo que le es costoso de asimilar, se hace atractivo por el esfuerzo, que siempre va en función de algo sobrenatural. Si uno logra asimilar ese estilo, con serenidad, uno es Opus Dei. Si uno obedece sin rechistar la mínima orden del director, uno es Opus Dei. Si uno pone en práctica todas las notas que semanalmente se leen en los círculos colectivos, uno es Opus Dei. Pero si uno quiere transformar alguna de esas directrices o simplemente muestra un desacuerdo o una extrañeza ante ellas, entonces uno traspasa la barrera y poco a poco es marginado de la confianza de los directores.


    ALREDEDOR DE UN 20 POR 100 DE MIEMBROS DEL OPUS SE SALEN LUEGO DE LA OBRA

    En el Opus Dei no se resiste la mínima crítica, está –ante todo y sobre todo– el aparato y el individuo cuenta poco. El individuo cuenta en función de la organización; si no, es mejor que se vaya. El Fundador repetía con fuerza: “En Casa, obedecer o marcharse”. Y la marcha se produce, claro, en muchas ocasiones. Aunque es imposible determinar cifras, por el misterio que ha habido alrededor de ellas, serviría de aproximación decir que alrededor del 20 por 100 de los miembros que pidieron su admisión en la Obra alrededor de los años 50, hoy ya no están en la Obra. A partir de los años 60, la salida se produce con mayor porcentaje, aunque es también en estos años cuando más gente entra en la organización. Ahora se dice que alrededor de 60.000 personas hay en el Opus Dei, entre numerarios, agregados, supernumerarios y cooperadores.

    Naturalmente, no todos los miembros llegan a la etapa de análisis crítico con todas sus consecuencias. Citando una vez más a Fita, “los miembros del Opus Dei, siguiendo las directrices del Fundador, hipotecan su propia conciencia, porque así aseguran su santificación, y porque tener un programa extenso de normas les da seguridad y tranquilidad. Creo que muchos miembros habrán visto defectos en la Obra, cada uno según su profesión, pero ante la inseguridad que pueda correr su fe, optan por no abandonar”.

    El Fundador ha dicho repetidas veces que “la fidelidad se manifiesta en procurar luchar por cumplir las normas, unas veces mejor y otras peor, pero luchar”. “Las normas –ha dicho– son camino seguro de santidad.” A cambio de la seguridad que se le ofrece, el hombre-Opus vive los patrones externos de conducta con toda adaptación. La dependencia de los directores para ejecutar cualquier acto es absoluta y su aprobación o no aprobación se convierte en la base del sentimiento de la propia identidad.


    DIFICULTADES AL SALIR DEL OPUS DEI

    El tanto por ciento de personas, sin contabilizar aún, que ha optado por asumir su propia responsabilidad en su fe y en su estilo de vida, sale del Opus Dei en medio del disgusto general. Normalmente, lo primero que ha tenido que hacer es buscarse un trabajo y ponerse al día en las materias de su especialidad. Este “ex”, si ha asumido realmente su trayectoria, no quiere saber nada más del Opus Dei. Lo único que pretende es trabajar y pensar por sí mismo, cosa esta última que no pudo hacer en muchos años. Si no ha asumido su trayectoria, es porque realmente fue provocada por debilidad. Y entonces un ex numerario fácilmente se convierte en un supernumerario, un buen padre de familia. Cosa que no deja de ser un triunfo para el Opus Dei. La salida, pues, viene provocada por un enfrentamiento profundamente ideológico en el que no caben planteamientos críticos o dialécticos por parte del Opus, o por debilidad ante una vida exigente; quizás éstos abunden más que aquéllos, posiblemente, porque la selección previa de socios así lo permite: cabe más el débil que el crítico. Las casas de Opus Dei, centenares en toda España, pocas en Europa, están pobladas de gentes bondadosas en su mayoría, que siguen al pie de la letra la instrucción de unos directores, que a su vez siguen las de otros, y así, los más mínimos detalles vienen ya programados, en sencillos documentos, desde Roma.

  5. #5
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    (Blanco y Negro, 4 de Octubre de 1975, página 14)


    «Nos gustaría entender al Opus Dei»


    Como suscriptor, ya en segunda generación de B y N, le suplico publique estas líneas, que son el ruego respetuoso de que alguien con conocimiento de qué sea el Opus Dei me aclare las dudas surgidas de la lectura del artículo que en el número de la fecha, hoy mismo recibido, dedican ustedes a ese Instituto secular

    En la página 67, columna 3, refiérese una carta del señor don José María Escriba, Escrivá o Escrivá de Balaguer –que con tantas mudanzas en la onomástica ya no sé cómo designarle–, dirigida en 28 de octubre de 1966 a don José Solís Ruiz, en la cual dicho señor, de tantos variados nombres, afirma a la letra: “Es evidente que los directores del Opus Dei nada pueden hacer para cohibir la legítima y completa libertad personal de los socios”.

    Tomo esta afirmación en abierta contradicción con el punto 619 del libro Camino, punto donde los socios son definidos como instrumentos: “Nunca olvides que eres solamente ejecutor”. Pues, ¿cómo han de ser libres quienes son solamente ejecutores?

    Pero además, como en la página 66, columna 2, de su mencionado artículo, afírmase ser el Opus Dei desde su fundación y “en su situación jurídica actual” un Instituto secular de la Iglesia católica ha de estar necesariamente sujeto a la constitución por la que se rigen sin excepción todos los Institutos seculares de la Iglesia católica, la Provida Mater, dictada por S. S. Pío XII en 2 de febrero de 1947. La cual dispone, en el artículo 3.º, párrafo 3, a la letra, tocante el “vínculo que ha de unir entre sí al Instituto secular y a sus miembros”; que “debe ser… mutuo y pleno, de tal forma que, a tenor de las constituciones, los socios se entreguen totalmente al Instituto y éste cuide y responda de ellos” (Código de Derecho Canónico, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos. Tomo IV (1964), página 711).

    Puesto que la superior norma pontificia no hace excepción alguna de ningún género de las actividades de los miembros de los Institutos seculares, resulta que una de dos: o los señores socios del Opus Dei, desde don Laureano López Rodó a don Rafael Calvo Serer y pasando por tantos otros activísimos en los cuadros de mando de las más variadas opciones políticas, sirven a Franco o combaten a Franco, respondiendo de sus conductas la Obra de Dios; o el Opus Dei vulnera el expreso mandato del Papa.

    Espero que estas preguntas, con todo respeto formuladas, sirvan para que los extraños entendamos al Opus Dei.


    Francisco Elías de Tejada y Spínola

    Catedrático de Filosofía del Derecho

    Sevilla

  6. #6
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    (Blanco y Negro, 6 de Marzo de 1976, página 16)


    El Opus y la política


    He leído con auténtico espanto el estudio que publican en su Revista de todo el espectro político español del momento, y además de asombrarme por el auténtico mare mágnum que existe a nivel de la «clase política», me ha llamado la atención el que incluyan al Opus Dei como un partido político. No voy a insistir sobre el tema de que el Opus Dei no se identifica con ninguna tendencia política concreta, pues me parece que dudar de ello revela una pésima información, impropia de una Revista de su altura. Pienso que hasta los más ingenuos hace tiempo que se convencieron que los socios de la Obra tienen total libertad en las materias opinables entre las que se encuentra la política. Además prestan ustedes un flaco servicio a millones de personas de todo el mundo que entienden y aman al Opus Dei y que no tienen por qué sentirse identificadas con la postura política de algunos socios en un determinado país.

    Y otro tema. ¿Quién les ha «confirmado» el liderazgo de ese partido en López Rodó? ¿Es que él mismo se lo aseguró? ¿No será que ustedes se lo han inventado?


    José María Polo Ferrer

    Sevilla


    --------------------------------------------


    (Blanco y Negro, 20 de Marzo de 1976, página 12)


    En torno al Opus Dei


    Le suplico tenga a bien publicar las siguientes líneas en relación a las que trae, bajo la firma de don José María Polo Ferrer, en el ByN de hoy.

    El señor Polo insiste en las tesis de su cofrades de la libertad política de los miembros de la Obra, amparándose en el hecho de que militen en partidos contrapuestos, desde Rafael Calvo Serer aliándose al comunismo moscovita, hasta Laureano López Rodó, militando en la extrema derecha capitalista, pasando por la variada gama de miembros del Opus presentes en todo el arco iris político español. Mas tal hecho no prueba nada, porque tanto como índice de libertad, significa cabalmente lo contrario: la obligatoriedad para los miembros de asumir posturas con arreglo a un plan preconcebido trazado por los superiores de la Obra a fin de cubrirse en todas las posibilidades de futuro.

    Es lo que hay que aclarar precisamente. Y no creo quepa más que la segunda, desde el instante en que la Provida Mater del 2 de febrero 1947, por la que están regulados todos los institutos seculares, entre ellos el Opus Dei, impera en el art. 3, núm. 3, párrafo 2, que «el vínculo que ha de unir entre sí al Instituto secular y a sus miembros» debe ser: «mutuo y pleno, de tal forma que… los socios se entreguen totalmente al Instituto y éste cuide y responda de ellos».

    Según consta en «Ya» del 14 octubre 1969, el Ministerio de Justicia declaró oficialmente ser el Opus un instituto secular; luego la Obra ha de cuidar de lo que hagan y responder de cuanto hagan, incluso políticamente, todos y cada uno de sus miembros, desde el procomunista Rafael Calvo Serer hasta el profalangista Laureano López Rodó. Además de que tal es el espíritu de la Obra, en Camino, número 484, léese a la letra: «Tu deber es ser instrumento».

    Déjese, pues, el señor Polo Ferrer de reiterar afirmaciones vacías en pugna con la legislación canónica y con los dictados del señor Escriba o Escrivá de Balaguer, por mencionarle según los apellidos que gustó usar en diversas etapas de su vida. ¿Por qué el señor Polo Ferrer no contesta a las preguntas que humildemente formulé en el ByN del 4 de octubre de 1975? Espero lo haga ahora en vez de acudir al socorrido truco de enturbiar las aguas con afirmaciones indemostradas e indemostrables.


    Francisco Elías de Tejada

    Sevilla

  7. #7
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    (Blanco y Negro, 26 de Junio de 1976, página 14)


    Un ruego a Calvo Serer


    A través de usted me permito formular a mi viejo y buen amigo Rafael Calvo Serer la siguiente petición, a tenor de las declaraciones que recoge ByN de hoy.

    En ellas afirma Rafael, una vez más, cual suelen hacer sus cofrades, que «la Obra no interviene para nada en las actividades políticas y sociales de sus socios». Afirmación que reputo falsa, como lo demuestra que ninguno de los miembros de la Obra se haya dignado refutar las pruebas en contrario alegadas por mí varias veces, la última en ByN, del 20 de marzo de 1976, página 12. Donde aportaba contundentes mandatos pontificios y claros textos del excelentísimo señor marqués de Peralta.

    Puesto que sé es Rafael caballero cabal y gran político, suplícole aclare mis dudas y demuestre me hallo equivocado. Caso contrario me veré forzado a sospechar que cuanto acontece en España es el resultado de un plan teocratizante y secreto del Opus Dei para dominarnos, primero vaciando de contenido al régimen de Franco desde dentro, ahora vaciando de contenido desde dentro a las fuerzas del arco democrático-comunista. Tanto más pueden ejecutarlo limpiamente con los ministros que tuvieron con Franco, con los que tienen ahora y con los que se aprestan a tener al lado de Santiago Carrillo, así como los puestos decisivos que ocuparon al lado de Carrero Blanco, los que ocupan en la misma secretaría de S.M. y los que ocupan en la Platajunta revolucionaria.

    Es de esperar que una confesión de persona de las dotes y autoridad de Rafael en este sentido tranquilizaría a muchos asustados burgueses, propicios a creer que el Opus puede realizar con liberales y marxistas el mismo milagro que ya verificó con la Falange y con el régimen de Franco: destruirlos desde dentro, manejándolos con su característica destreza.

    Confiando en que esta vez Rafael Calvo Serer sí responda a mis preguntas, sospechas y argumentaciones, le doy las gracias por la transmisión de mi demanda y quedo de usted, señor director, afectuoso suscriptor y amigo.


    Francisco Elías de Tejada

    Sevilla

  8. #8
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Declaración de López Rodó en el Pleno del Consejo Nacional del Movimiento.

    Fuente: extracto de ABC, 26 de febrero de 1971, página 19.


    [Reunión del Consejo Nacional del Movimiento con sesiones plenarias los días 17, 18, 19 y 23 de febrero de 1971].


    (…)

    «NO ME LLEVÓ AL OPUS DEI NINGUNA APETENCIA POLÍTICA»

    El señor Piñar López subrayó que no se tomaron a tiempo medidas para atajar la subversión en la Universidad y otros campos. Le preocupa la apertura de representaciones de países del Este en España, porque por ellas penetra la subversión, y citó diversas situaciones registradas en centros docentes.

    El consejero señor Elola-Olaso señaló que, junto a avances realmente importantes en el orden material, se ha producido la despolitización, que ha creado un vacío, llenado con fuerzas de signo contrario que han llegado a la acción subversiva terrorista, que afecta a la seguridad y unidad de la Patria. Precisó que en los primeros tiempos se abrió una política que supo despertar la conciencia del pueblo y que la política actual no mantiene enhiesto ese espíritu. Hizo referencia a un grupo integrado por hombres pertenecientes a una institución: el Opus Dei, a quien en el consenso general se toma por un partido político.

    A esta intervención contestó el consejero nacional señor López Rodó, afirmando: «Conozco bien al Opus Dei, del que formo parte desde hace treinta y un años, cuando estudiaba tercero de Derecho en la Universidad de Barcelona. Bien se puede comprender que no me llevó al Opus Dei ninguna apetencia política. Es ésta una cuestión que afecta exclusivamente a mi intimidad personal, a mi modo de entender la vida cristiana de un hombre corriente y moliente. Pero jamás he ocultado que soy del Opus Dei, ni dentro ni fuera de España, ni antes ni después de ser ministro. Con toda cordialidad, con toda sinceridad y con toda energía afirmo por mi honor que el Opus Dei no es un partido político. Y digo más: si existiera en el Opus Dei algo que de cerca o de lejos se asemejara a un partido político, yo me daría inmediatamente de baja.»

    (…)

  9. #9
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Entrevista a José María Escriba Albás

    Fuente: ABC, 24 de Marzo de 1971, páginas 11 y 13.


    «EL OPUS DEI METIDO EN LA POLÍTICA ES UN FANTASMA QUE NUNCA PODRÁ EXISTIR: SI SUCEDIERA, LA OBRA SE DISOLVERÍA INMEDIATAMENTE»


    «Nuestros medios son siempre limpios, y nuestros fines, exclusivamente sobrenaturales»

    «Todo el mundo sabe que nuestra familia espiritual es pobre: con ninguna de sus labores cristianas hace dinero»

    «En España y sólo en España está el origen de los errores sobre el Opus Dei»



    Una vez clausurado el último pleno del Consejo Nacional del Movimiento, circuló profusamente la correspondencia entablada entre dos personalidades –un ministro del Gobierno y un consejero nacional– en torno a un tema que preocupa e interesa vivamente a la opinión pública española: el Opus Dei y la dependencia o independencia de sus miembros en cuestiones no estrictamente religiosas.

    Asegura una parte que no existe vínculo que condicione la libertad de los socios del Opus Dei en materias políticas, económicas, temporales en suma. Arguye la otra parte que existen compromisos de obediencia, formalmente expresado en unas Constituciones que han visto la luz pública, por primera vez, hace pocos meses. La disciplina interna de la organización –se añade– parece evidente a la vista de una serie de realidades que trascienden del marco de lo apostólico. Se plantea, por último, en la correspondencia aludida, una cuestión que permanece, aún hoy, incontestada: ¿son o no auténticas las Constituciones de la Obra que, desde fecha reciente, se están difundiendo en el país?

    Horas antes de regresar a España, Julián Cortés Cavanillas, corresponsal de ABC en Roma hasta hace pocos días, ha captado el interés y la actualidad del tema y ha empezado por plantear una serie de preguntas a monseñor José María Escrivá. He aquí las respuestas del fundador y presidente del Opus Dei.




    – ¿Se puede decir que el Opus Dei persigue alguna finalidad política?

    – Son bien conocidas no pocas asociaciones católicas que se dedican como fin principal a formar ciudadanos para la vida política. Me merecen respeto, y ese fin es perfectamente bueno y perfectamente legítimo. En cambio, la finalidad del Opus Dei es exclusivamente espiritual, de formación cristiana, y deja a sus socios personalmente libres –y, por tanto, personalmente responsables– en todo lo que es temporal. Si no fuera así, si hubiera alguna actividad política o en cualquier modo terrena, yo lo habría dicho desde 1928: porque nadie tendría motivo de escándalo. Pero como esos fines temporales no existen no puedo afirmar lo contrario por dar gusto a algunas personas que difunden ese error; porque sostendría una mentira y pondría en peligro la salvación de mi alma.


    LOS VOTOS: «NUNCA LOS HEMOS DESEADO»

    – Pero en el Opus Dei hay unos votos que obligan a sus socios…

    – Nunca los hemos deseado, porque no van con nuestro modo de ser. Dentro de las inevitables limitaciones individuales, cada socio del Opus Dei trata de vivir libremente las virtudes cristianas propias de su estado –soltero, casado, viudo o sacerdote– y las de su profesión intelectual o manual con la gracia de Dios y con la mayor perfección humana, en provecho de su familia y de la sociedad entera. Siempre con un respeto completo a la libertad personal de cualquier ciudadano –sea o no socio del Opus Dei–, en un legítimo pluralismo en todas las cosas que no están definidas por la fe o por la moral de Cristo. Y aún en este caso, el buen espíritu de la Obra nos lleva a defender, en frase de Pío XI, la «libertad de las conciencias»; por eso en el mundo entero hay tantos acatólicos, cristianos y no cristianos, que aman el Opus Dei y colaboran con sus socios en tantas obras apostólicas.

    – ¿Y de esos juramentos, monseñor, de los que en alguna ocasión se ha hablado?

    – Repito que, desde la fundación de la Obra, cada uno de los socios ha actuado y actúa en todo con arreglo al dictamen de su propia conciencia rectamente formada: nadie ha podido ni puede coaccionar esa independencia. Y afirmo terminantemente que, aunque los ciudadanos hagan legítimos juramentos en la vida civil, en la vida militar y en la vida eclesiástica, la experiencia nos dice que para conservar nuestro carisma fundacional peculiar no nos son necesarios. Por eso, los socios del Opus Dei no hacemos ninguna clase de juramentos. En cambio, cuando la Iglesia y el Estado exigen esos vínculos, procuramos vivirlos con ejemplar fidelidad y lealtad.


    «SI ALGUNA VEZ EL OPUS DEI HUBIERA HECHO POLÍTICA, YO ME HUBIERA MARCHADO DE LA OBRA»

    – Perdone que insista en este tema. ¿Ha pensado alguna vez en la posibilidad de que la Asociación haya de hecho tenido alguna proyección política?

    – He escrito hace tiempo que, si alguna vez el Opus Dei hubiera hecho política, aunque fuera durante un segundo, yo –en ese instante equivocado– me hubiera marchado de la Obra. Por tanto, no debe ser creída ninguna noticia en la que puedan mezclar la Obra con cuestiones políticas, económicas ni temporales de ningún género. De una parte, nuestros medios son siempre limpios, y nuestros fines son siempre y exclusivamente sobrenaturales. De otra, cada uno de los socios y de las asociadas tiene la más completa libertad personal, respetada por todos los demás, para sus opciones ciudadanas, con la consiguiente responsabilidad, lógicamente también personal. Por tanto, no es posible que el Opus Dei se ocupe jamás de labores que no sean inmediatamente espirituales y apostólicas, que nada tienen que ver con la vida política de ningún país. Un Opus Dei metido en la política es un fantasma que no ha existido, que no existe y que nunca podrá existir; la Obra, si sucediera ese caso imposible, inmediatamente se disolvería.

    – Quizá haya oído alguna vez decir, monseñor, que el Opus De dirigía determinados Bancos, como…

    – En una de las audiencias que me concedió el Santo Padre Juan XXIII, que nos hizo donación de un terreno y de unas casas en Castelgandolfo cerca de la Villa pontificia y, después, nos encargó una gran obra social para trabajadores en el barrio Tiburtino, de Roma; se reía el Papa bondadosamente conmigo cuando le decía, a propósito de esas difamaciones organizadas: supongamos que una familia numerosa italiana tiene un hijo que trabaja como obrero en la Montecatini; otro es empleado de la Fiat; un tercero comienza a ser dirigente en la Banca Commerciale, y así, en otras actividades, el padre y los otros hijos. ¿Se puede afirmar que esta pobre gente es propietaria de esas grandes empresas y de esos Bancos?

    Lo mismo sucede en el Opus Dei: todos sus hijos, sus socios, trabajan siempre con libertad donde quieren o donde pueden. Pero todo el mundo sabe que la «familia espiritual» es pobre, que con ninguna de sus labores cristianas hace dinero. Diré más, no se sostienen, y el déficit se paga con el fruto del trabajo profesional de sus socios y con las limosnas de los cooperadores, cristianos o no.


    LA PROCEDENCIA DE LOS ERRORES

    – Monseñor, mientras hablamos de estas cuestiones se me ocurre una pregunta de tipo personal que, si no tiene inconveniente, me gustaría hacer. A veces se han difundido sobre el Opus Dei cosas que contrastan vivamente con lo que me dice. ¿Cómo interpreta todo esto, puede decirme de dónde nace y cuál es su actitud personal al conocerlo?

    – Respecto a la procedencia de esos errores prefiero ser muy breve: En España y sólo en España está el origen, por la celotipia religiosa de algunos, por la pasión política de otros pocos –muy pocos– y por la superficialidad de quienes repiten lo que oyen porque les divierte. Todas esas cosas juntas hacen rumor, chisme, noticia, pero no hacen verdad. ¿Mi actitud personal ante esas equivocaciones? No juzgo a nadie, prefiero disculpar y perdonar. En cambio, puedo asegurar objetivamente que en el mundo entero, lo mismo que en España –trabajamos, y mucho, en los cinco continentes–, es el Opus Dei una Asociación queridísima, como lo demuestra ese extenderse maravilloso y humanamente incomprensible de la Obra por toda la tierra, y el número siempre creciente de los socios y de las asociadas aún en los actuales momentos de crisis universal.


    «EL OPUS DEI NO ES MÁS QUE UNA GRAN CATEQUESIS CRISTIANA EN LA QUE SÓLO SE HABLA DE DIOS»

    – En el Opus Dei tengo entendido que hay personas de distintas naciones y profesiones, de mentalidades diversas. ¿Representa este pluralismo un origen de tensiones para la Asociación?

    – Esa diversidad –sin tensiones ni corrientes, que no se pueden dar– es necesaria en una Asociación con gentes de setenta y siete países, con socios que se dedican a cualquier actividad humana honesta; y esta desemejanza es, precisamente, muestra de salud espiritual y de que la Obra es lo que Dios quiso que fuera. El pluralismo sólo ha sido posible porque el vínculo que une a todas esas personas es exclusivamente sobrenatural. Créame, ésta es la mejor señal de que el Opus Dei no es más que una gran catequesis cristiana, en la que sólo se habla de Dios. Figúrese lo que pasaría si en la Obra uno de sus socios quisiera imponer sus personales criterios sobre cualquier materia temporal; ninguno de los otros lo toleraría, ni yo tampoco. A mí me basta conocer únicamente que quienes se acercan al Opus Dei, aunque saben bien cuántas son sus personales limitaciones humanas, ponen esfuerzo en vivir como cristianos responsables, con plena libertad individual y con la consiguiente personal responsabilidad, en el lugar donde sus propias preferencias y sus circunstancias particulares les han llevado a trabajar. Esto, como ve, no es difícil de entender.


    REVISIÓN DE ESTRUCTURAS

    – Para terminar, ¿de su libro «Conversaciones» se puede deducir que, como hacen tantas instituciones de la Iglesia, el Opus Dei va a revisar sus estructuras?

    – Precisamente en ese libro he dicho que el Concilio, para nosotros, no ha supuesto una invitación a cambiar nuestro espíritu, puesto que ha confirmado con gran fuerza lo que veníamos viviendo y enseñando desde 1928. Pero es lógico que estemos haciendo un Congreso General extraordinario, sin prisa y con participación de socios y de asociadas de más de setenta naciones, cuya segunda parte esperamos que termine dentro del año próximo. Después, con el oportuno permiso del Dicasterio competente de la Curia Romana, vueltos a aprobar nuestros Estatutos, pienso publicarlos en diversos idiomas. De todas formas, los puntos que hemos tocado en esta conversación continuarán vigentes como hasta ahora.

    – ¿Puedo hacer una última pregunta?

    – ¿Cómo no?

    – Quiero saber qué representa en su orden autoritario y decisivo la persona de José María Escrivá de Balaguer.

    – Sencillamente, un solo voto, entre otros muchos en la asamblea que decide, cristiana y democráticamente, nuestro modo de ser, como he dicho antes, dentro de la «libertad de las conciencias». ¿Está claro?


    Julián Cortés Cavanillas

  10. #10
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Sobre el Opus Dei (artículo de Bernardo Díaz Nosty)

    Fuente: Primera Página, 18 de Marzo de 1971, página 21.


    SOBRE EL «OPUS DEI»

    El juramento del señor López Rodó en el Consejo Nacional del Movimiento, en el sentido de que el Opus Dei no era un partido político, ha levantado una marejada de comentarios. Humildemente reconozco que no entiendo a qué viene el asombro o la estridencia, y no, precisamente, porque yo esté dentro de la Obra, que no ocurre así, sino porque como profesional de la información me gusta ponerme sobre el plano real de los hechos.

    Las leyes del Estado son contundentes al hablar de partidos políticos: están proscritos. Extrañan, pues, las rasgaduras de vestiduras de varios pro-hombres que, parece ser, esperaban oír del ministro del Plan una confesión reveladora de lo que el “Opus” es y representa en la política española, y que supliera con creces los numerosos errores del libro de Ynfante, “La prodigiosa aventura del Opus Dei” –“best seller” del mercado negro–. El ministro, miembro de la Obra, ha sido claro y rotundo, dando fuerza a su afirmación bajo juramento. ¿Quién puede poner en duda que el Opus Dei no es un partido político?

    La experiencia y la ley nos han enseñado que para alcanzar el poder hay que estar fuera de los partidos; incluso los grupos que antes del 36 se aglutinaban en algún partido de derechas, pasaron a comulgar con el Movimiento integrador, formando parte del poder. El mismo Opus Dei nos lo recordaba hace poco, en una nota publicada por el “bureau” de información de París, en el que se señalaba, saliendo al paso de una serie sobre España, aparecida en “Le Monde”, la intervención de “propagandistas” y “marianistas” en los gobiernos de Franco, poniendo en evidencia la tesis de que el Opus no necesita ser un partido para estar en el poder.

    Parece, pues, que hablar de Opus-partido político no es más que una apreciación infantil, carente de fundamento; tal vez el ministro López Rodó no hubiese tenido la necesidad de recurrir al juramento para disipar una suposición tan infundada. Parece más imposible, aunque no menos interesante, que el ministro haya caído en la necesidad de los partidos en la hora actual española, en que, como no hace mucho decía Cantarero del Castillo, las condiciones económicas –ausencia de paro, etc.– son propicias al juego democrático.

    Los teóricos del partido único o, mejor, de la negación de los partidos políticos, deberían pronunciarse sobre la conveniencia o no de los grupos de presión. El grupo de presión, rodeado casi siempre de una leyenda negra, es para los sociólogos modernos la expresión máxima del grupo de intereses, pues procuran influir deliberadamente en las unidades de mayor capacidad coactiva: las de decisión macroeconómica o política gubernamental. Un tratadista español apunta que los grupos de presión “favorecen determinadas direcciones políticas, y hacen lo posible por que entre los puestos clave se sitúen personas representativas de esas direcciones”; cuando aportan directamente los elementos humanos, con propósito de ejercer el poder público, el grupo adquiere el rango de partido.

    Aplicar a España la fórmula anterior es verdaderamente difícil, porque las reminiscencias autárquicas hacen imposible una equiparación valorativa del tipo científico usado en Occidente.

    La historia nos habla largamente de grupos de presión –oligarquía, jesuitas, masonería…– y de partidos –todos…–, dibujándonos a los primeros como factores de decisión indirecta y oculta, capaces de hacer cambiar el estado de cosas tras una labor soterrada, de termitas.

    Y pues que las leyes no hablan de los citados grupos, bueno sería una investigación a fondo sobre los mismos, no para perseguirlos por sistema, sino para hacer público su funcionamiento, destacando los aspectos positivos y estableciendo una regulación que impida los abusos de toda empresa oculta. Mejor aún sería que el señor López Rodó se pronunciase sobre el Opus Dei, ofreciendo al país información sobre la posible incidencia en la política o en la economía, de la que es su Obra.


    Bernardo Díaz Nosty

    en “Criba”

  11. #11
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Carta de Agatángelo Soler a López Rodó

    Fuente: Primera Página, 26 de Marzo de 1971, páginas 6 – 7.



    CARTA DE D. AGANTAGELO SOLER, CONSEJERO NACIONAL DEL MOVIMIENTO, AL EXMO. SR. D. LAUREANO LOPEZ RODO, MINISTRO COMISARIO PLAN DE DESARROLLO



    CONSEJO NACIONAL DEL MOVIMIENTO


    Alicante, 16 de marzo de 1971

    Excmo. Sr. D. Laureano López Rodó

    Ministro y Comisario del Plan de Desarrollo

    MADRID.–


    Señor Ministro:

    He recibido su carta del 23 de febrero pasado, con la que adjunta otra de la misma fecha dirigida por usted a don Antonio Pedrosa, con motivo de ciertas intervenciones orales en el Pleno del Consejo Nacional, en las que se aludía, al parecer, al Opus Dei.

    Usted no ignorará que, recientemente, presenté mi dimisión como Consejero Nacional del Movimiento, electivo de la provincia de Alicante, en respetuoso escrito dirigido a S. E. el Presidente del Consejo Nacional. Dicha dimisión ha quedado sin efecto por habérmelo así requerido quien únicamente en España tiene derecho a hacerlo y a quien, por el inmenso respeto y lealtad que profeso, tengo la obligación de atender.

    No obstante lo cual, no creí oportuno asistir a las sesiones del Pleno del Consejo Nacional celebradas recientemente a puerta cerrada, por lo que no tengo de las mismas muchas más noticias que el resto de los españoles, con cuya inopia me solidarizo.

    Pero sí puedo afirmarle que uno de los motivos de incomodidad política, que me llevaron a tomar la decisión de dimitir, es la evidencia de que la política española de los últimos tiempos está influida y presionada, desde la sombra, por una impalpable y fantasmagórica organización, miniminoritaria, que, a mi entender –opino como la treinta y tantas millonésima parte del pueblo español que soy, como ciudadano, y a efectos estadísticos– se va adueñando del poder y de los resortes económicos de la Nación, con unos resultados que no puedo calificar de muy brillantes.

    Por ello me llena de perplejidad que esta asociación o grupo de presión (que no sabemos si es Sociedad Religiosa de seglares o Sociedad seglar de religiosos; que no está inscrita legalmente en parte alguna, ni como asociación civil ni religiosa, y cuyos nombres de sus componentes no son conocidos en los Gobiernos Civiles ni en los registros de los obispados) que esta asociación o grupo de presión –repito– no intervenga en la política del País.

    El que usted haya afirmado que el Opus Dei no es un partido político no necesita justificación, porque en España no hay partidos políticos… oficialmente. Tampoco las sociedades secretas fueron partidos políticos y, sin embargo, dominaron la política del país, no solamente durante la República, sino también durante la Monarquía. La Iglesia no es un partido político y ha intervenido, notoriamente, en la política española desde que España existe como Estado, y aún antes de que existiera. Y hay, al parecer, síntomas evidentes de que, al menos parte de ella, no quiere dejar de intervenir.

    Pero quedando claro –poco claro– que el Opus Dei no es un partido político, falta, indudablemente, por demostrar que el Opus Dei no intervenga en política. Puede ser un partido tecnócrata. Si, tal como sus miembros afirman, es solamente una asociación de fieles, y dado que en tales asociaciones religiosas el espíritu vocacional es evidente, parece, a los ojos del vulgo, entre el cual me cuento, que los socios del Opus Dei tienen una curiosa vocación política y un espíritu misionero de ejercicio exclusivo dentro de la Administración.

    Ya sé que se ha dicho alguna vez que el pensar que el Opus Dei tenga afiliados en cargos de la Alta Administración y de la Política es pura coincidencia, totalmente ajena a la Obra. Que es algo así como el Real Madrid, cuyos socios pueden ser ministros sin que mande con ellos el señor Bernabéu. Pero lo cierto es, señor López Rodó, que el Pueblo Español no lo cree así. Y, naturalmente, yo tampoco. Pero como el contraste de pareceres es una de las pocas cosas que, legalmente, se puede ejercer, aunque no hayamos tenido ocasión de hacerlo hasta ahora dentro del Consejo Nacional, es al menos esperanzador el presentir que la correspondencia entre el señor Pedrosa y usted, y la de los dos con todos nosotros, es el comienzo del ejercicio constitucional del tal contraste y el principio de una auténtica democracia epistolar que puede desembocar en una abierta y amplia correspondencia postal, no sólo entre el Gobierno y el Consejo Nacional y las Cortes Españolas, sino entre el Gobierno y todos los ciudadanos, con notable incremento de los ingresos del Tesoro, ya que es bien sabido que las cartas cuestan ahora dos pesetas y pesan cinco gramos menos, sin que se haya encendido, por ello, ninguna señal de alerta.

    Yo espero que esto de la correspondencia sea verdaderamente eficaz. Si usted no me hubiera escrito, yo quizás no le hubiera dicho nunca, por falta de ocasión y de tribuna o periódico, todo lo que le estoy diciendo y lo que le voy a decir a continuación.

    Yo me he decidido a escribirle esta carta para que, deportivamente, contrastemos usted y yo tan diversos pareceres y veamos si podemos concurrir en los criterios. Usted afirma que el Opus Dei no interviene en política. Yo afirmo todo lo contrario. Nos desmentimos, pues, mutuamente. Sin ofendernos, claro. Y es que yo a lo largo de mi vida política –yo soy un político amateur que vivo únicamente de mi profesión universitaria y que jamás he tenido un cargo que me produjera ingresos, aunque he tenido varios que me han producido gastos–, a lo largo de mi vida política, digo, he podido constatar que miembros del Opus Dei, funcionando en equipo, han hecho una política contraria a la que yo sigo. Por ejemplo, cuando se discutía el articulado de la Ley de Haciendas Locales del año 62, es bien notoria la defensa que hice de los Ayuntamientos y Diputaciones en la Comisión de Hacienda de las Cortes Españolas. Durante las discusiones rocé con ustedes o, al menos, con algunos de ustedes. El señor Ministro de Hacienda de entonces, de acuerdo con algunos miembros del Ministerio de la Gobernación, todos, quizás por pura casualidad, miembros de la Obra apostólica a la que usted pertenece, en aras de la centralización arrebataron a las Corporaciones su autonomía económica y su libertad, aunque con ello se iba en contra de la doctrina del Movimiento y de las consignas del Caudillo, absolutamente municipalistas, prometiendo el oro y el moro con la centralización, deshaciendo las Haciendas municipales y destrozando lo que era orgullo y ejemplo de España ante el Mundo: el municipio autónomo.

    Y porque se iban a destrozar los Ayuntamientos españoles y a acabar con su autonomía y personalidad, yo los defendí. Era Alcalde y tenía esa obligación. Y perdí. Y perdieron los Ayuntamientos, como bien ha demostrado el tiempo, que me ha dado la razón. En muy breve plazo fueron cesados en sus cargos y perdieron el cargo de Procuradores todos los que opinaron como yo. Los autores del desaguisado fueron, en cambio, ascendidos o enviados a gobernar bancos. Yo me tuve que ir. Dimití, señor López Rodó. Dimití, que es lo que debe hacer un político cuando su plan fracasa. Y con ésta de Consejero Nacional es la tercera vez que dimito. Y mis dos últimas dimisiones, como Alcalde y como Consejero Nacional de mi provincia, son decisiones tomadas siempre en relación con las actividades políticas de ustedes, los miembros del Opus Dei, o, al menos, así lo creo yo, sin posibilidad alguna de comprobación a no ser la interna, en mi propia conciencia. Fíjese si tengo interés en saber si estoy equivocado y la razón la tiene usted.

    Señor Ministro, yo no puedo atacar ni defenderme de quienes no conozco, no sé quiénes son, no sé dónde están, no sé lo que hacen, no sé dónde se reúnen, no sé lo que traman, no sé lo que intentan y no sé dónde nos llevan a parar. Pero, aunque no lo sé, lo sospecho. Y sospecho que conozco a parte de los que son, que sé dónde están, que sé lo que hacen, que sigo sin saber dónde se reúnen, que sé lo que traman, que sé lo que intentan, y que, desgraciadamente, sé a dónde nos llevan a parar.

    Y esto es todo, señor López Rodó. Usted dice una cosa. Yo la contraria. Usted no miente. Ni yo tampoco. Pero la razón la tiene usted, la tengo yo, no la tenemos ninguno, o la tenemos los dos. Simple, mi razonamiento de químico.

    Pero como ustedes son unos cuantos y nosotros –los que no somos del Opus– millones, ustedes deben explicar algo. Y es muy importante que lo hagan ahora, con tiempo y a tiempo. Porque algún día lo tendrán que explicar. Y ese día se acerca. Es el Futuro implacable el que pide siempre cuentas a la Historia, a esa Historia que se va haciendo, día a día, y que va pasando hacia tras mientras el Futuro se acerca.

    Aclaremos las cosas ya. Usted puede hacerlo. Usted afirma que no está ligado a ningún voto de obediencia en lo político. Usted afirma que tiene plenísima libertad personal, que la Obra respeta y garantiza. Pues vamos a aclarar al Pueblo Español este asunto para que no tenga que leerlo en libros publicados en París que, además de ser carísimos, son bastante inexactos. El Pueblo Español quiere saber por qué, siendo todos obra de Dios, ustedes lo son con mayúscula.

    Usted, a quien muchos creemos el Caballo de Troya del Opus Dei, el personaje que, muy humildemente, con sencillez evangélica, entró en la política, perteneciendo a la Obra, y uno de los pocos que no lo ocultan, puede decirnos –sin pedir permiso a nadie– todo lo necesario para disipar las dudas del pueblo español, del cual –repito–, y en esta investigación, me considero sólo y humildemente la treinta y tantas millonésima parte.

    Díganos dónde podemos consultar las Constituciones del Opus Dei y cómo se puede ingresar o abandonar dicha asociación.

    Dénos los nombres de quienes, perteneciendo a la Obra, han ocupado y ocupan carteras ministeriales, subsecretarías, direcciones generales, altos cargos de la Administración, Gobiernos civiles, alcaldías de capital de provincia y presidencias de Diputación, Consejo del Reino, Consejo Nacional del Movimiento, Cortes Españolas, Consejo de Estado, Consejo de Economía Nacional, Banco de España, Instituto de Crédito de las Cajas de Ahorro, Instituto de Crédito a medio y largo plazo, Consejo Superior Bancario, Banco de Crédito Industrial, Banco de Crédito Local, Banco Hipotecario de España, Banco de Crédito a la Construcción, Empresas Nacionales o Estatales, etcétera.

    Si las personas relacionadas o implicadas en el informe de las Cortes sobre el asunto Matesa, son o no socios del Opus Dei.

    Nombre y número de los procuradores en Cortes que han adquirido dicha investidura por cargos de designación en la Administración Local u otros, desde el 29 de octubre de 1969, dado que desde dicha fecha, se están produciendo tantos ceses y designaciones que repercuten notoriamente en la composición de las Cortes Españolas, y si dichas personas designadas son o no socios del Opus Dei.

    Nombres de los socios del Opus Dei catedráticos de Universidad.

    Enumeración de las subvenciones del Estado, de las Corporaciones Locales, o de la Banca oficial, concedidas a la Obra o a instituciones fundadas y dependientes de la misma.

    Qué diarios y revistas españolas, y editoriales, pertenecen al Opus Dei o a miembros de la Obra.

    Y, a título de curiosidad, por qué en el Boletín de la Propiedad Industrial de primeros de noviembre pasado, y con números de solicitud que van del 625.258 al 625.304, y apareciendo como solicitante don Román Mas y Calvet y en las clases primera, segunda y quinta (productos químicos, farmacéuticos, veterinarios, desinfectantes, etc.), se solicita el registro de las marcas OPUS y CAMINO.

    Y si usted lo considera, cualquier otro dato o relación que ayude a esclarecer que los puestos políticos y de la Administración se ocupan, se han ocupado o se van a ocupar, influyendo en la designación los méritos personales, la experiencia política, la capacidad, los servicios a la Patria de los designados, más que el hecho de pertenecer al Opus Dei o que el pertenecer al mismo sea una pura coincidencia.

    Ello puede aclarar si el Opus Dei no es un partido político y si no interviene en política. Sería más aceptable que la gallarda nota publicada por el Opus Dei desde Roma en el mes de diciembre pasado, en la que se afirmaba que el Opus Dei no tenía nada que ver con el atribulado y zaherido, en aquellos trágicos días, Gobierno Español.

    Yo le aseguro, señor López Rodó, que los españoles están deseando saber todo esto cuanto antes. También le aseguro a usted que los españoles, tarde o temprano, lo sabrán. Los que servimos a Dios desde muy jóvenes y en momentos terribles que pudieran haber acabado con nuestras vidas en su servicio, los que vimos morir a tantos y tantos, de un lado y de otro, por causas, al parecer, inútiles, sabemos que ante EL, algún día, habremos de rendir cuentas estrictas. Los que nos consideramos católicos de confesión y no de profesión, esperamos que EL, algún día, hará que la Verdad y la Justicia resplandezcan. Pero preferimos, naturalmente, que todo ello ocurra en vida.

    Queda suyo affmo. s. s.

    AGATANGELO SOLER LLORCA [Firmado]
    Kontrapoder dio el Víctor.

  12. #12
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Fuente: El Pensamiento Navarro, 1 de Noviembre de 1970.



    La prodigiosa aventura del Opus Dei. Génesis y desarrollo de la Santa Mafia

    Por R. Reina – Marín [Pseudónimo de Rafael Gambra]


    De todos es ya conocido el libro que bajo ese título ha publicado recientemente un tal Jesús Ynfante en la Editorial “Ruedo Ibérico”, de los rojos exiliados en Francia.

    También es notorio el revuelo general que su publicación ha producido, no tanto por su texto –que es vulgar, simplista y panfletario– como por unas listas que incluye al final de miembros y de simpatizantes del Opus Dei. Unos se apresuran a negar públicamente tal clasificación, otros se frotan las manos de satisfacción, otros (como Ruiz Gallardón en ABC) adoptan un tono jeremíaco para lamentar que tales libros puedan escribirse y, sobre todo, encontrar tan ruidosa acogida. Dado, en efecto, que el libro ha aparecido pasado el verano –cuando no son ya frecuentes los viajecitos a Hendaya o Biarritz– los pocos ejemplares que corren han adquirido buen precio o “cola” de lectores.

    El éxito es semejante al obtenido en el teatro por El Tartufo, de Moliére o, más bien, de Marsillac. Para un católico, uno y otro éxito son bien tristes, no por lo que significan de crítica o ataque a una determinada institución, sino por la dosis de anticatolicismo y de irreligiosidad que, sin gran disimulo, conllevan en emulsión.

    Tales odiosidades del ambiente –la una y la otra, la discutible y la impía–, en una sociedad configurada en buena medida por el aludido Opus Dei (si ha de creerse al propio Ruiz Gallardón) resultan, en su unión indiscriminada, altamente descorazonadoras.

    Esto me obliga a pensar que un libro referente, por ejemplo, a los franciscanos o a la Guardia Civil, por muchas listas de miembros que incluyera, no habría encontrado ciertamente tan ruidosa acogida. Es muy claro qué es ser franciscano o guardia civil, muy notorios sus fines y muy pública la pertenencia a tales instituciones.

    No sé entonces quién tendrá la culpa de estos escandalosos éxitos, tan poco favorables para la fe. Desde luego, yo no.

  13. #13
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Fuente: Revista SP, Edición Europea, Madrid, nº 532, 15 de Marzo de 1971. Páginas 29 – 32.



    CORRESPONDENCIA LÓPEZ RODÓ – PEDROSA LATAS


    Durante el Pleno celebrado recientemente por el Consejo Nacional del Movimiento, el ministro del Plan de Desarrollo, Laureano López Rodó, manifestó, replicando a una manifestación del consejero nacional José Antonio Elola, que él era del Opus Dei y que si se le demostrase que el Opus Dei era un partido político, juraba por su honor que se borraría automáticamente.

    El consejero nacional, Antonio Pedrosa Latas, según informó la Secretaría General del Movimiento en la referencia oficial que dio sobre la discusión del Pleno, intervino en la discusión con palabras que luego remitió al ministro del Plan de Desarrollo, Laureano López Rodó, adjuntándolas a una correspondencia en la que ambos firmantes sugieren que se le debe dar publicidad. Las palabras de Pedrosa Latas fueron las siguientes:


    “Aquí, precisamente aquí, que es donde tienen que decirse las cosas, Laureano López Rodó –¡y ojalá tenga imitadores!– proclamó su condición de miembro del Opus Dei, considerando no obstante, que esto es algo que sólo afectaba a su intimidad personal.

    Pienso yo, sin embargo, que en política y sobre todo para quienes llevan sobre sus hombros la pesada, la grave y augusta carga de gobernar, el marco de las responsabilidades propias y de las intimidades personales es muy reducido, muy limitado. Y por ello estimo que quien tenga jerarquía para hacerlo, debería declarar si son auténticas o apócrifas, si son o no son válidas las constituciones de la Obra que profusamente, desde fecha reciente, se están difundiendo por el país. A todos conviene saber –y quizá interese aún más a sus socios el que esto se sepa– cuál sea el grado de obediencia a la que los votos puedan obligar, si es que obligan, en relación con el ejercicio de la autoridad y de la función pública.

    De esa suerte, se disiparían muchas dudas, se fortalecería la confianza y todos saldríamos ganando”.


    Esta intervención dio motivo a una batalla epistolar entre el ministro del Plan de Desarrollo, Laureano López Rodó, y el consejero nacional, Antonio Pedrosa Latas, que al difundirse en copias autorizadas por los propios firmantes de las cartas, ha conmovido a los medios políticos y periodísticos de Madrid. Luis Apostua, en el diario “Ya”, Emilio Romero en su crónica política televisada, Alberto Delgado en el diario “Arriba”, y “Ya” otra vez reproduciendo la crónica de Alberto Delgado, han ahondado en el tema, contribuyendo a sacar a la superficie visible del pueblo español una cuestión que apasiona a los españoles de todos los niveles.

    Como las referencias a la correspondencia en cuestión pueden dar lugar a una diversidad de interpretaciones no siempre objetivas, Revista SP, atenta en todo momento a dar a sus lectores la información más puntual y objetiva sobre cada tema, ofrece a continuación, sin comentarios, los textos íntegros de las cartas cruzadas durante los últimos días entre el ministro del Plan de Desarrollo, Laureano López Rodó, y el consejero nacional del Movimiento, Antonio Pedrosa Latas.




    CARTA DE LÓPEZ RODÓ A PEDROSA LATAS


    Madrid, 23 de febrero de 1971


    Excmo. Sr.
    D. Antonio Pedrosa Latas
    Consejero Nacional
    Madrid

    Querido Antonio:

    Muchas gracias por tus cordiales palabras de esta mañana ante el Pleno del Consejo. No pedí de nuevo la palabra porque me parecía fuera de lugar y he preferido desvanecer tus dudas por escrito.

    Si no he entendido mal, tu preocupación, suscitada al parecer por la peregrina documentación aparecida en un voluminoso libelo de cuya falta de veracidad muchos de los consejeros nacionales pueden dar testimonio personal, se centra en el fantasma de la ausencia de plena libertad política de los socios del Opus Dei a cuento de la obediencia.

    Pues bien, que quede claro que la obediencia en el Opus Dei se circunscribe exclusivamente al campo de la vida espiritual y no alcanza, por tanto, a la actuación en materias políticas, económicas, profesionales, etc. Por el contrario, está totalmente vedado a los socios del Opus Dei interferirse o influir lo más mínimo en las actitudes y decisiones de los demás socios en estas materias.

    Ten la seguridad de que yo rechazaría de plano cualquier intento de cercenamiento de esta plenísima libertad personal que la Obra respeta y garantiza. Y conste que esta realidad es perfectamente sabida por cualquier socio del Opus Dei, aunque no tenga en la Asociación cargo directivo alguno, como es mi caso.

    Recibe un cordial saludo de tu buen amigo,

    Laureano López Rodó




    CARTA DE PEDROSA LATAS A LÓPEZ RODÓ



    Madrid, 25 de febrero de 1971


    Excmo. Sr. Don Laureano López Rodó
    Consejero Nacional del Movimiento
    Ministro y Comisario del Plan de Desarrollo Económico y Social
    Madrid.

    Querido Laureano:

    Ayer, momentos después de enviarte el texto de mi intervención del día anterior en el Consejo Nacional, recibí tu carta que de veras agradezco por lo que tiene de afectuosa y personal atención para conmigo.

    Mis preguntas, sin embargo, por lo que respectan al Opus Dei, siguen en pie, incontestadas. En primer lugar, porque iban dirigidas a quien tuviere “Jerarquía” (así, con mayúscula) para contestarlas y tú mismo me dices que no tienes cargo directivo alguno en la Asociación. Y además, porque de lo que en definitiva se trata, es de que todos sepan –no sólo yo, que eso es lo de menos– si vuestras Constituciones, las que actualmente circulan por el país, son o no son auténticas, pues en el supuesto afirmativo, la obediencia a la cual, según parece, os ligan los votos, va mucho más allá de lo que en este orden me manifiestas.

    Yo no quiero, en modo alguno, poner en duda cuanto afirmas sobre que “la obediencia en el Opus Dei se circunscribe exclusivamente al campo de la vida espiritual y no alcanza, por tanto, a la actuación en materias políticas, económicas, profesionales, etc.”, pero como quiera que todo esto no se corresponde con dichas Constituciones –y me refiero, repito, al texto que de ellas está divulgándose, aunque su difusión posiblemente haya partido de un ominoso libelo, que soy el primero en repudiar–, resulta evidente la necesidad, a mi juicio, de que pública y autorizadamente, no en esta forma privada y epistolar, se salga al paso de planteamientos tan confusos e incluso peligrosos y se clarifique una situación que de persistir, y está prolongándose en demasía, ya va siendo enojosa para todos.

    No voy a cometer, querido ministro, la impertinente petulancia de transcribir aquellos preceptos de vuestras Constituciones –las que conocemos quienes no somos socios de la Obra y en consecuencia sin las pruebas de su autenticidad– pues tú sin duda sabes de aquéllos tanto como nadie y comprenderás que son las dudas, más que los “fantasmas”, las que por doquier se extienden sobre esa vuestra “plenísima libertad personal” en el campo de la acción política.

    Si la preocupación fuera sólo mía, puedes creerme, Laureano, que acaso no la hubiera expresado en público, dada la delicada naturaleza del tema, pero tal preocupación está animando todo un clima que, cuanto antes, debe ser despejado. De ahí mis preguntas, en las que ahora me reitero, movido en exclusiva por el ansia de que desaparezcan toda clase de recelos.

    Creyendo, por lo que verbalmente me has dicho, que puedo hacer uso de tu carta y, por ende, de esta mía, te envía un apretado abrazo tu buen amigo.

    Antonio Pedrosa Latas



    CARTA DE LÓPEZ RODÓ A PEDROSA LATAS


    Madrid, 26 de febrero de 1971


    Excmo. Sr.
    D. Antonio Pedrosa Latas
    Madrid

    Querido Antonio:

    No te oculto que me ha dolido tu carta de ayer. A mí, la palabra de un amigo, me vale tanto como un acta notarial. Hace unos días, un diplomático extranjero me preguntaba si estaba prohibido en las Vascongadas hablar el vascuence. Salí al paso de semejante infundio: le bastó mi palabra y no se le ocurrió pedir un certificado del ministro de Justicia.

    Afirmo una vez más que no existe norma jurídica alguna ni vínculo espiritual, ni de cualquier otro género, que condicione o limite lo más mínimo la plena libertad de los socios del Opus Dei en materias políticas, económicas, profesionales, y en cuantas actividades ejercemos en medio del mundo. Somos ciudadanos con los mismos deberes, derechos y responsabilidades que los demás.

    Tú comprenderás que si yo, que estoy en la vida política desde hace quince años, no conozco ni he experimentado ninguna clase de “obediencia política” en el Opus Dei, está más claro que el agua que no la hay. Esta es la realidad.

    Apelo a tu amistad para que hagas llegar en seguida copia de esta carta a cuantas personas hayas enviado o mostrado copia de la tuya, pues yo salgo hoy hacia Buenos Aires.

    Un fuerte abrazo,

    Laureano López Rodó




    CARTA DE PEDROSA LATAS A LÓPEZ RODÓ


    Madrid, 27 de febrero de 1971


    Excmo. Sr. Don Laureano López Rodó
    Consejero Nacional
    Madrid.

    Querido Laureano:

    No lo entiendo y no lo entiendo. Lo mismo me ocurre cuando me hablan en vascuence. Digo esto del vascuence por la curiosa anécdota que me cuentas, pero si yo pretendo un Pasaporte, aunque jure por mis muertos que nunca estuve en la cárcel, sin Pasaporte me quedo, de no presentar el Certificado de Penales. Algo semejante pues a lo de nuestro epistolario ya que no dudo, en absoluto, ni dudé nunca de tu palabra, que para mí “va a misa”.

    Por eso, no llego a comprender que te hubiera dolido mi respuesta a tu carta del día 23. Esperaba más bien lo contrario, por considerar que estoy prestando un buen servicio a la Obra –y sobre todo, desde luego, al país– con el planteamiento de ese tema de la “obediencia política” al nivel de nuestra Cámara Política.

    Está visto, sin embargo, que hasta ahora, ni en el Consejo ni fuera de él, haya logrado otra cosa que las amistosas manifestaciones con las que tanto me distingues. ¿Es que pueden existir dificultades, me pregunto yo, para que por la Jerarquía de la Obra se haga público un rotundo pronunciamiento sobre algo que alcanza dimensiones nacionales? Como tú muy bien dices, sois ciudadanos iguales a los demás. De acuerdo y, en consecuencia, todos hemos de actuar conforme a la misma Constitución; pero si hubiese algunas otras, además de la del Estado, que a los socios del Opus Dei al respecto les obligaren, estamos, como ciudadanos, en el inexcusable deber de saberlo y, en su caso, de conocerlas con la garantía de su autenticidad. Esto es todo y, ciertamente, no parece que el tema esté “más claro que el agua”.

    Excusado es decirte que atendiendo a tus deseos, haré llegar inmediatamente a cuantos han conocido mi carta anterior, la tuya última y copia de esta contestación con la que te encontrarás, Laureano, a tu regreso de Buenos Aires, donde te deseo una feliz estancia.

    Con todo afecto te envía un fuerte abrazo tu buen amigo,

    Antonio Pedrosa Latas





    CARTA DE PEDROSA LATAS A LÓPEZ RODÓ



    Madrid, 1 de marzo de 1971


    Excmo. Sr. Don Laureano López Rodó
    Consejero Nacional del Movimiento
    Madrid.


    Querido Laureano:

    Puedes creerme que sobre el tema que ha motivado nuestra reciente correspondencia, no tengo ningún particular interés. No se trata de cuestión personal alguna –mi palabra de honor– y, consiguientemente, parece no ha lugar a que prolonguemos este intercambio de opiniones en torno a un problema que trasciende de nosotros mismos. Lo he planteado en la sede del Consejo, donde estimo que debió suscitarse el oportuno “contraste de pareceres” y, en base a tal circunstancia, envío el “dossier” completo al vicepresidente del Consejo Nacional por si estimara conveniente informar de todo ello a la Cámara y a los efectos que juzgue pertinentes.

    A la difusión de nuestras cartas me movió el deseo que en tal sentido me expresaras y al hecho de que, con sorpresa por mi parte, hubieras circulado la tuya primera, que yo sepa, a numerosos consejeros nacionales. Me encontré por tanto en la precisión de divulgar igualmente el texto exacto de mis preguntas, mi contestación a tus respuestas y este “punto final” al que me veo obligado para despersonalizar de una vez lo que, por su especial naturaleza, nunca debió de ser personalizado.

    Será para mí una satisfacción muy grata que, a tu regreso de Buenos Aires, tengas la amabilidad de concederme unos minutos para conversar contigo sobre todo esto y concluir cordialmente nuestra controversia, en el orden privado.

    Con sincero afecto, te abraza tu buen amigo,

    Antonio Pedrosa Latas





    Concluyendo este duelo epistolar, Antonio Pedrosa Latas se dirigió el 1 de marzo al vicepresidente del Consejo Nacional del Movimiento con un escrito que dice literalmente:



    Excmo. Sr.:

    En la reunión plenaria celebrada por el Conejo Nacional del Movimiento el día 23 del pasado mes de febrero, formulé varias preguntas concretas que entonces no merecieron la debida respuesta. Sin embargo, las relativas al tema de la “obediencia política” de los socios del Opus Dei, sí la tuvieron aunque en forma epistolar por parte del consejero nacional, Don Laureano López Rodó, cuyas cartas así como mi contestación a ellas, han sido ampliamente difundidas.

    Por si V.E., y a los efectos que procediesen, juzgara pertinente informar de todo ello a la Cámara, me permito elevar a su superior conocimiento las adjuntas fotocopias de la correspondencia habida, considerando que no debo prolongarla más a título personal, pues al girar sobre un tema que yo he planteado en el seno del Consejo, estimo que no es a mí sino a la propia Institución, a la que corresponde conocer del mismo, en el ejercicio de su fuero y para el debido amparo de los derechos que nos asisten a los consejeros nacionales.

    Con tal finalidad, es de agregar la circunstancia de que sólo parcialmente, a mi juicio, fue informada la opinión pública de las tareas del Consejo, primero por la nota oficial facilitada a la Prensa y después por la crónica oficial difundida en la noche de ayer, a través de Televisión Española, que no brilló por su objetividad informativa.

    Dios guarde a V.E. muchos años.

    Madrid, 1 de marzo de 1971.


    EL CONSEJERO NACIONAL,
    Antonio Pedrosa Latas

  14. #14
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Fuente: Revista SP, Edición Europea, Madrid, nº 533, 1 de Abril de 1971. Páginas 24 – 27.


    Los votos del Opus Dei


    En las páginas 29 y siguientes de su número 532, correspondiente al 15 de marzo, Revista SP se hizo eco, como otras muchas publicaciones españolas, de que, respondiendo a unas manifestaciones del consejero nacional José Antonio Elola, el ministro del Plan de Desarrollo, Laureano López Rodó, le replicó que él era del Opus Dei, y que si se le demostrase que el Opus Dei era un partido político, juraba por su honor que se borraría automáticamente del mismo.

    A propósito de la intervención de Elola y López Rodó, el consejero Antonio Pedrosa Latas pronunció unas palabras en el Consejo Nacional, y se cruzó después varias cartas con el ministro, que SP ofreció a sus lectores haciendo gala de la máxima objetividad informativa, y recogiendo la idea de ambos autores de que, dado el alcance nacional del tema, resultaba conveniente otorgar a las mismas la correspondiente difusión.

    El diálogo epistolar entre el ministro y el consejero Pedrosa Latas, al llegar a manos de otros consejeros, produjo una nueva carta del consejero nacional Agatángelo Soler Llorca dirigida a López Rodó, que también está circulando por el ámbito nacional, y dando origen a especulaciones no siempre lo suficientemente claras.

    Entre tanto, la polémica entablada en torno a la dependencia o independencia política de los miembros del Opus Dei, parece que llegó a Roma. El corresponsal de “ABC”, Julián Cortés Cavanillas, pocas horas antes de iniciar su regreso a España, decidió entrevistar al fundador de la obra [sic], Monseñor Escrivá de Balaguer, cuyas declaraciones publicó el mencionado diario en su edición del 24 de marzo. SP ofrece, igualmente, a continuación, el texto íntegro de dichas declaraciones.

    [Reproducción de las páginas de “ABC”, en las páginas 25 y 26 de este número de “SP”]

    Las constituciones.– Se refiere monseñor, al final de la entrevista, a que el Opus Dei está haciendo un Congreso General, cuya segunda parte se espera que termine el año próximo, y que “después, con el oportuno permiso del Dicasterio competente de la Curia Romana, vueltos a aprobar nuestros estatutos, pienso publicarlos en varios idiomas”.

    Estas palabras de monseñor tampoco parece que han permitido aclarar lo que es el eje central de la polémica, es decir, si los miembros del Opus Dei, de acuerdo con las actuales constituciones, se ven atados por el voto de obediencia, o gozan de absoluta independencia.

    Las constituciones a las que se refiere el diario “ABC” en su entradilla a la entrevista con monseñor Escrivá de Balaguer dicen, entre otras muchas cosas:

    “N.º 9: Los socios del Opus Dei actúan ya individualmente, ya por medio de asociaciones que pueden ser bien culturales o bien artísticas, pecuniarias, etc. y que se llaman sociedades auxiliares. Estas sociedades están, igualmente, en su actividad, sujetas a obediencia a la autoridad jerárquica del Instituto”.

    “N.º 31.3: Donde quiera que haya dos miembros del Instituto, a fin de no verse privados del mérito de la obediencia, ha de guardarse siempre una cierta subordinación, por medio de la cual el uno queda sometido al otro según orden de precedencia, a no ser que estuviere presente una delegación especial de los superiores, y salva siempre la dependencia del respectivo superior”.

    “N.º 58.3: En cuanto a mí mismo, consultaré siempre con mi Superior Mayor inmediato o con el supremo, según la gravedad del caso o la seguridad o eficacia de la decisión, cualesquiera cuestiones profesionales, sociales u otras, aun cuando no constituyan materia directa del voto de obediencia, sin pretender transferir a dicho Superior la obligación de responder de ello”.

    “N.º 148: La incorporación al Instituto exige un voto privado comunitario, reconocido de obediencia. En virtud de este voto, todos los miembros del Instituto, Numerarios y Oblatos, profesan una obediencia plena y en todos los aspectos al Presidente General y a los propios Superiores; y el Presidente General, a quien todos reconocen y veneran como Padre, usa libremente de ellos para los fines del Instituto, según la norma de las Constituciones”.

    Lo que el consejero nacional Pedros Latas pedía a López Rodó es que “quien tenga jerarquía para hacerlo”, aclare si estas Constituciones son auténticas o apócrifas y, en caso de que fuesen apócrifas, diese a conocer el contenido de las auténticas, por el indudable alcance que pueden tener, “en relación con el ejercicio de la autoridad y de la función pública” de los miembros del Opus Dei.

  15. #15
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    El totalitarismo sin rostro (Ismael Herráiz)



    Fuente presentación del texto: Diario SP, 15 de Abril de 1969, página 1.



    AVISO:

    Desde 1939 hasta la fecha, España ha estado regida por gobiernos de “concentración nacional”. Ello no obstante, los falangistas han sido acusados de detentar el monopolio político.

    ¿Quiénes son y qué se proponen estos sospechosos acusadores? Digámoslo sin rodeos: los neoliberales y neocapitalistas, que desde su entrada en la escena política han organizado un tan fabuloso secuestro de voluntades y un tan esquilmante cultivo de riquezas que tiembla el misterio. Como constituyen una fuerza vinculada, totalitaria y opresiva, su objetivo inmediato y urgente es liquidar la “concentración nacional” con un reclamo de “homogeneidad” que les dé todo el poder y, muy especialmente, el control absoluto de la información, la diplomacia y los sindicatos.

    Iba siendo hora de que este secreto a voces, que se susurra entre bastidores y en pasillos, y que ha saltado ya a la Prensa extranjera, viniera a las columnas de los periódicos españoles. Yo lo expongo sin complicados circunloquios porque la cuestión no es como para andarse columpiando en el disimulo y porque ante el asalto brutal sólo cabe la denuncia descarnada.

    En las postrimerías de 1968, un artículo de Ismael Herráiz (“El totalitarismo sin rostro”), publicado en este mismo diario, dio un vozarrón de alerta sobre la gestación en “tracto continuo” de la nueva técnica del golpe de Estado. Pasó como un huracán desapercibido, que ya es el colmo. Hoy lo reproducimos (página 5) para ofrecérselo a los españoles sin miedo y sin tacha, que son legión, y a los que, acariciando una incierta y lejana esperanza, están en “capilla” esperando enfrentarse a la hora suprema de la decapitación política. Será el segundo y, a lo peor, último aviso…

    Cristóbal Páez.


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    “Supereverest” periodístico

    Fuente: Diario SP, 22 de Abril de 1969, página 4.



    “SUPEREVEREST” PERIODÍSTICO

    Rafael García Serrano escribe en “El Alcázar”:


    “Llevo unos días encerrado en casa y no tengo más tertulia que la de los libros y la del teléfono. La familia, para lo que voy a referirme, es otra cosa. El cincuenta por ciento de las llamadas que he tenido o que he hecho se referían al famoso artículo –reprisado por “SP”– de Ismael Herráiz, titulado “El totalitarismo sin rostro”. Tomás Borrás suele decir que si las comedias tienen posibilidad de equis número de representaciones, ¿Por qué no va a pasar lo mismo con los cuentos? Yo estiraría esta tesis también a determinados artículos. Uno de ellos, de lectura obligatoria, por lo menos una vez a la semana, sería éste de Ismael Herráiz, polemista político, que cada día parece alcanzar la cumbre de su talento para que a la jornada siguiente nos convenzamos de que es capaz del más difícil todavía. Tendrá que inventar alguien un “supereverest” periodístico, para que Ismael se lo salte sin tocar baranda.

    Igualmente se elogiaba entre mis comunicantes y yo, por partes generalmente iguales, la sencillez de la columna de “Aviso” que en el mismo número de “SP” firmaba su director, Cristóbal Páez. Eran unas líneas claras, comprometidas y valorosas”.



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    Fuente del texto: Diario SP, 15 de Abril de 1969, página 5.



    EL TOTALITARISMO SIN ROSTRO

    Por Ismael Herráiz


    Entiendo a duras penas lo que se discute en el Palacio del Senado y mucho menos, por supuesto, el júbilo o la amargura que suscita en los periódicos ese proyecto democrático de vida española que se llama el Estatuto Orgánico del Movimiento. No es que me parezcan los debates faltos de altura intelectual o de rigor político y, mucho menos, que dude del talento de hombres extraordinarios, entre los más relevantes de la política española; pero no acierto a percibir qué nexo guardan esas deliberaciones con la vida actual, presente y tangible del pueblo español. Si me dijeran que todo aquello se refería al Nepal o a Tanzania, lo creería a pie juntillas porque ignoro las condiciones estructurales de la política en aquellos países y, por consiguiente, podría montar la hipótesis de que coincidían perfectamente con las que se describen en la magnífica y desconcertante reunión.

    He leído la correcta polémica que promovió la afirmación del señor Ballarín sobre el monopolio político que dominó la vida española, monopolio que, al parecer, se carga (y no por el señor Ballarín) sobre las vencidas espaldas de la Falange. Igualmente, he seguido con atención todas las referencias periodísticas; he preguntado a varios amigos que intervinieron o asistieron como consejeros o como informadores al brillante debate: pero nadie –estoy dispuesto a rectificar, si mis informes están equivocados– se levantó a completar la opinión del señor Ballarín en el sentido de que no sólo hubo monopolio político, sino que ese monopolio es hoy más sofocante, totalitario y extenso que nunca. Y aún más: ni uno solo de los oradores que intervinieron en la discusión ignora su existencia y deja de considerarle –en sus conversaciones particulares– como la amenaza más inmediata y peligrosa contra la libertad de los españoles y como el engendro siniestro que trata de invalidar y hacer imposibles todas las prescripciones de la Ley Orgánica votada en masa por nuestro pueblo.

    En las condiciones actuales –reales y no supuestas– proponer la constitución de grupos, partidos, congregaciones, sodalicios o pandillas de significación política diversa, me parece una broma tan penosa como invitar a un hombre con el corazón transplantado a un “safari” por el centro del África Ecuatorial. Sin duda, los consejeros no hacen más que desplegar fervorosamente el mandato de la Ley Orgánica, la voluntad insigne del Caudillo, de que se abran de par en par las puertas a la participación política de los españoles, sin distinción alguna. Hace tiempo una famosa editorial cartográfica francesa suprimió en los mapas la proyección falsa de Mercator, al grito publicitario de “¡Desmercatoricémonos!” –porque hay gritos para todo– y es justo y benéfico, como pretendían nuestros abuelos, que hoy alcemos todos a una la nueva consigna: “¡Democraticémonos!” ¿Pero cómo? ¿No se necesita previamente una operación de policía y desenmascaramiento? ¿Hay la más mínima posibilidad en España de establecer, ahora mismo, una democracia correcta? Personalmente, no lo creo y si se me permite levantar mi modesta voz en el contraste de pareceres, explicaré un poco cómo yo ví el Monopolio I y cómo veo el Monopolio II.

    Ante todo, unas afirmaciones previas y personalísimas. Creo, igual que Miguel Primo de Rivera, que esta España –Dios quiera que por muchos años– vive al amparo, como un pueblo bajo una gran encina, de la figura más esclarecida que ha producido la raza española: Francisco Franco. Creo también que Franco es un espíritu hecho, en pura rectitud, para la democracia, en su sentido último y trascendente. Magnánimo –no conozco una sola persona a quien Franco haya hecho objeto de inquina o de persecución– ha gobernado con los elementos QUE LE HA OFRECIDO EN CADA ETAPA LA SOCIEDAD ESPAÑOLA, sin personalismos, camarillas ni arbitrariedades. Llegó al mando cuando esa sociedad se lo pidió, enloquecida de angustia y, desde el Poder, con los retazos válidos, pero multiformes, de la sociedad surgida de la victoria, formó sus gobiernos sucesivos, ponderando atentamente las fuerzas y sin dejarse llevar de las tendencias vengativas de la burguesía española y de su gusto tradicional por la gresca y el cabileñismo. Si la Falange sobrenadó en ese conglomerado amorfo, fue porque Franco cerró el paso a todas las tendencias que se concitaron mordazmente –y desde el día siguiente a la victoria– contra el izquierdismo latente e irrevocable del ideario falangista.

    Personalmente, no me duele lo más mínimo la desaparición de la Falange como rótulo, ni estoy dispuesto a marchar a pie detrás de mi propio entierro. Estoy, en cambio, decidido a luchar hasta la extenuación por aquel manojo de principios joseantonianos que aún estimo válidos e inaplicados, y no por obstinación o petulancia política, sino porque nada se ha inventado para sustituirlos y de ahí la desorientación anárquica, el yermo de ilusiones y las tétricas drogas espirituales de tanta pobre juventud.

    Acepto, sin graves reparos, la existencia de un monopolio político; pero siempre que se reconozca que el Monopolio I entrega el testigo al Monopolio II a principios del año 1957 y que este segundo y aplastante monopolio –de signo diametralmente opuesto al primero– avanza en progresión geométrica creciente y amenaza con arrollarlo todo en la mayor impunidad y en calculado silencio. Naturalmente, ni el señor Ballarín ni yo hemos hecho voto epistolar alguno y no podemos tomar en consideración los distingos que se quieren sugerir entre la independencia austera y mística del Movimiento y la libertad plena de sus asociados. Tanto el Movimiento que monopoliza la política del primer período como el que nos encadena en el segundo disponen, dentro de sí, de una rica variedad de individualidades, con ideas propias y permitidas, pero sujetos rígidamente a todos los principios fundamentales, a la unidad de mando y a la disciplina absoluta del respectivo Movimiento.

    Por otra parte, la variedad política del Monopolio I fue (y sigue siendo, marginalmente) infinitamente mayor que la del Monopolio II. Y, por supuesto, jamás fue la Falange el “primus inter pares” de aquella situación histórica. ¿Cómo hubiera podido serlo? Si descontamos la fraternidad de armas y la simpatía del Ejército, los falangistas encontramos siempre, un día tras otro –política y hasta humanamente– la hostilidad biliosa de todas las fuerzas reaccionarias que desde hace siglos condicionan el Poder político español. La Falange fue encargada, como los demócratas cristianos, los gilrroblistas, los tradicionalistas o los juanistas, de tareas específicas y lo que da al Monopolio I su signo triunfal e impulsa la valiente transformación de la amarga España de 1939 es la diversidad de hombres y de ideas y la colosal magnitud de sus realizaciones. Todo les era hostil: desde el ánimo del mundo hasta la desolación de Europa; desde una victoria obtenida sobre las ruinas, la sangre y la división de los españoles hasta la conspiración internacional que, durante varios años, impulsó el terrorismo y el crimen sobre el territorio de la Patria. Y asombra pensar un instante en la descomunal empresa cumplida por los gobiernos del Monopolio I. Parece innecesario evocar ahora la Revolución –con mayúscula– ganada desde el cero absoluto por los dos gigantes del sistema, Suances y Girón; pero son, igualmente, otros hombres, con sus personales ideas políticas y económicas, los que penetrarán hasta la médula en el proceso renovador de una España desnuda sobre el desierto de ruinas. La política internacional de Artajo, por ejemplo, traduce de modo tan fiel la voluntad y la ira de los españoles que un buen día –el 9 de diciembre de 1946– España entera exalta en las calles el nombre de Franco, Caudillo de la neutralidad con honor; Cavestany, como si presintiera que se iba a morir mañana, plantea, frenética y victoriosamente, la renovación técnica de nuestra agricultura; el insigne Larraz, pone en orden la Hacienda española en la desembocadura angustiosa de nuestra guerra y en medio del cataclismo mundial; Arburúa, sin arredrarse ante el acoso exterior, abre a empellones nuevos mercados y comienza, audazmente, la liberalización de nuestra economía; Fernández Cuesta lleva a cabo, con mano maestra, la renovación de la magistratura y docenas de leyes que aseguran y amparan la independencia del Poder judicial; Ruiz Giménez y Jesús Rubio luchan desesperadamente por rescatar la cultura española y la educación nacional de las manos que Tovar llama “de siempre”… Nunca se vio con más cegadora evidencia lo que significa tener fe política, cualquiera que sea.

    Sí, pero ¿y la censura? ¿Y la diversidad política? Bien ¿Y a mí que me cuentan? Nadie, en la vieja Falange, me habló jamás de la censura de Prensa como recurso político ni me dijo que nuestra meta sería el amordazamiento “sine die” de la opinión contraria, ni siquiera de la comunista. Entré en el periodismo en 1931 y hasta ahora no he sabido lo que era una libertad de Prensa continuada. La censura y la intolerancia no fueron, ni tenían por qué serlo, métodos “sui generis” del régimen nacido el 18 de Julio. No eran más que las habituales camisas de fuerza con que la Iglesia y la plutocracia españolas han sofocado siempre el más leve vuelo de la libertad humana. Y hoy ya ¿qué más da la libertad que la censura de Prensa? Se cumple inexorablemente la definición del abate Lamennais y de su “Silence aux pauvrés!” síntesis –según su opinión– del derecho a la libre expresión periodística. ¿Qué diría ahora, cuando un grupo de bancos puede montar una creciente cadena de publicaciones y sostenerla en pura pérdida?

    Pero me estoy saliendo del tema y es hora de encararse con el Monopolio II. Cuando el Monopolio I parece, efectivamente, agotado y el relevo se impone, la sociedad española ofrece escasos equipos de recambio. Los cuadros políticos están diezmados, tanto por el normal desgaste del gobierno como por la deserción de los pálidos, que vuelan en manada al socorro de los vencedores. Es la hora de los “técnicos” incontaminados, asépticos y melifluos. Desde el mismo día de la victoria, es verdad, eran amos y señores en los predios de Educación Nacional; pero, ahora, se adelantan con flamantes baratijas: conseguir la piedad de Europa y el enriquecimiento de los ricos. Todo les avala y les sonríe: el “boom” económico general, con cuya espuma, como Sancho, nos iremos desayunando; la coexistencia internacional y hasta el hecho de que el Monopolio I ha liquidado, sin perder una brizna de honor, el cerco internacional y España es miembro de la ONU y todo el mundo está abierto a nuestra diplomacia.

    La Falange que, realmente, había sido una parte mínima en la administración española y un valor escenográfico sin influencia política alguna, desaparece de todas partes. La “peste azul” (así llamaba la burguesía a las O.J., único proyecto de convivencia juvenil que conoció España) se retira hasta de las montañas y los valles. Es la hora de los lechuzos y de los repipis. Al asalto de cátedras practicado con técnica de abigeato, sucede la penetración muda y modosa en todos los recintos de la administración pública. Los bancos vendrán más tarde, en una dorada secuencia. Se trata de gentes bien educadas, con medias sonrisas, con medios abrazos y con un cacumen intelectual a la altura de un poujadismo o de un qualunquismo. ¡Ahora van a ver los españoles lo que es eso de la “europeización en los medios y la españolización en los fines”! Todos han aprendido a decir que no, y ponen sus manos en la obra con un empaque y una soberbia que, durante cierto tiempo, nos tuvo a todos boquiabiertos. El experimento dio de sí… lo que dio de sí la sombra de la sombra del milagro europeo. Sólo el turismo, gracias a la lealtad impetuosa y a la juvenil inteligencia de Fraga Iribarne, desborda todas las esperanzas y zurce honestos parches anuales a la gestión de los “técnicos”. Y otro ministro fuera de serie, Silva Muñoz, impone a Monopolio II un signo fulgurante de actividad y creación.

    En contrapartida, 700.000 españoles tuvieron que marchar a engordar con su esfuerzo la Comunidad Europea que, a pesar de los pesares, nos siguen negando el saludo. Se abre el grifo espectacular de la industria y se cierra, espectacularmente, el de la agricultura, en un desarrollo económico un poco de película de dibujos. Subieron jovialmente los precios, se congelaron los salarios y, de repente, hubo que desvalorizar la peseta, mientras los neo-importadores hacían su pacotilla. Fueron las horas radiantes de la nueva banca. Pero algo había que hacer ante la interrogativa mirada de las gentes. Por lo menos, montar una cadena de periódicos “independientes” –¡vamos, de oposición!– y explicar bien todas las mañanas y todas las tardes que la culpa fue del Monopolio I, de la Falange y de… pero no; el juego era tan pueril, tan de sacristía, que la opinión pública lo acogió con carcajadas y, al mismo tiempo, la ley de prensa metió a fondo sus mecanismos defensivos.

    La verdad es que de la mágica chistera del neo-capitalismo ya no surgió ni un conejo. No había posibilidad de repetir los trucos y ahora, se trata de cortar gas a la dinámica administrativa. Hay cierta languidez, cierta perezosa “nonchalance”, un regusto por las horas vacías, un compás de espera. Sólo la penetración en orden compacto, persiste. Cada mañana una patrulla repipi, bien vestida, con sus medias sonrisas, sus medios abrazos y su medido cupo de venablos apostólicos, ocupa una nueva teoría de poltronas administrativas, a todos los niveles. Legalmente, ni que decir tiene, perfectamente respaldados por el B.O. Pronto ocuparán todos sus puestos y quedará a punto el pacto entre el conde y el marqués del 10 de mayo de 1967. El totalitarismo sin rostro no tendrá más que esperar el día D y la hora H. No habrá un tiro, ni una bofetada, porque todos estarán “dans le coup”.

    Y en tanto, hombres inteligentes, con una lealtad y un patriotismo sin fisuras aceptan, atolondradamente, el juego. Es la hora, por lo visto, de oponer a un movimiento monolítico, fanatizado y unido en el arcano por los votos de castidad, riqueza y obediencia, otro movimiento difuso, inconcreto y fraccionado en tribus políticas. ¿Qué mejor sueño de odaliscas podrían soñar los repipis? Cada tribu, por supuesto, dispondrá de una inagotable cuenta corriente en un banco lechuzo y de los exorcismos de un mago repipi. Y habrá elecciones, a todo dar de Dios. Y Ley Orgánica. Y Sindicatos. Todo, menos libertad.

    Este viejo periodista, al cabo ya de todas las derrotas, guarda pocas ilusiones frente al porvenir; pero todavía –“forse il cuore ci resta, forse il cuore”– pienso en otro humilde Alcalde de Móstoles que convocara a los españoles, una vez más, a la defensa de la libertad. Y veo una España compacta, como aquel 9 de diciembre, formando, no partidos sino las juntas de defensa que siempre sacaron a esta Patria del atolladero. Con Francisco Franco al frente. ¿Dónde terminaría entonces la amenaza totalitaria? Sería la hora de añadir al libro de los chascarrillos uno nuevo para completar el millar: “La vida es demasiado breve para pasarla mintiendo”.

  16. #16
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Fuente: Tiempos Críticos, Número 33, 1957, páginas 1 – 3.




    EDITORIAL


    EL PARTIDO DE LOS CIEGOS


    Es norma de los carlistas hablar claro. Y los carlistas hablan claro porque no se andan con rodeos, a la hora de determinar cuáles sean los problemas vivos de España.

    En la última crisis política, se encaramó hasta las alturas del poder, para prestar su apoyo al régimen vacilante que desde hace tiempo sufrimos los españoles, un grupo de «nuevos valores», entre los que se cuenta el señor Ullastres, al que se encomendó la cartera de Comercio.

    Con sordina, porque gracias a la censura las cosas de España deben decirse siempre con sordina, se inició casi al instante un tiroteo. Un tiroteo en el que iban y venían frases acerca de si el señor Ullastres y sus amigos participaban en las tareas del mando con su exclusiva representación personal, o bien con la que se les puede atribuir en cuanto miembros que son de cierta Institución con fines apostólicos. Decimos que los carlistas hablan claro, y así, decimos que esa Institución es el Opus Dei.

    A nosotros nada nos va ni nos viene en ese tiroteo. Entendemos que cada palo debe aguantar su vela. Y que en ese pleito será el tiempo juez y, de consiguiente, el que a la larga pronunciará su inapelable sentencia. Lo que sí nos interesa notar es algo muy grave. Y que consiste en afirmar que ese grupo de «nuevos valores», pertenezcan o no a la nombrada Institución, y con entera independencia, en caso afirmativo, de la responsabilidad, ante Dios y ante la historia, que el pertenecer a ella les confiera, han cometido, políticamente hablando, un total y absoluto escamoteo de la verdad que, en bien del país, no debe ocultarse a los españoles.

    Los problemas técnicos son, ¡qué duda cabe!, problemas técnicos, y como tales deben solucionarse. Pero lo que resulta inadmisible, y constituye por ello un vivo escamoteo de la verdad, un fraude de carácter nacional, es dar a entender al país que en la solución única de esos problemas reside la esperanza de la salvación de España.

    Antes que un problema económico, antes que un problema social, existe en España un problema fundamental esencialmente político, un problema de régimen y de sistema, para el que se pide la honradez y la sinceridad con que dicen los «nuevos valores» deben acometerse aquellos problemas técnicos.

    Para nadie es un secreto que el tráfico de importación de automóviles a través del Ministerio de Comercio fue no hace mucho, por citar sólo un caso, uno de los escándalos típicos de la Administración. Ahora bien; imaginar que el corte de semejantes abusos confiere a la administración la honradez y la sinceridad de que antes carecía, es, si se cree así, de buena fe, dar una muestra palpable de ineptitud, por falta de conocimiento de las premisas que en el caso concurren. Y si no se cree así, de buena fe, es mucho peor todavía, porque entonces lo que se hace es escamotear a conciencia, ante la mirada presa del pasmo de los ciudadanos, la verdadera realidad que tienen aquéllos derecho a conocer.

    La falta de decoro en la Administración, que ha hecho posible aquéllos y otros muchos abusos, tiene su raíz, como decíamos antes, en lo injusto del sistema político sobre el que descansa la Administración. Los «nuevos valores» conocen perfectamente semejante verdad. Mas, frente a ella guardan silencio, y se dedican entonces a dar a entender que se hallará para todo pronto remedio, puesto que… ya se han tomado las medidas pertinentes, al objeto de que nadie pueda importar coches del extranjero. He ahí la nueva situación que debe calificarse de inmenso fraude. A eso se le llama en castizo pretender que los demás comulguen con ruedas de molino.

    Los sistemas y los regímenes o son buenos o son malos. Los sistemas son los cauces en política por los que el gobernante debe desarrollar su actividad. Y si el sistema es malo no es posible que la actividad del gobernante resulte a la larga buena, porque está viciada de raíz.

    Si el sistema de España, el régimen actual, hubiese sido bueno, los escándalos y los abusos que farisaicamente se condenan hoy nunca se hubiesen producido, o de producirse, al instante se hubiesen cortado y se habría exigido a sus promotores las pertinentes responsabilidades. Pero, como el sistema es malo, el exigir responsabilidades a los promotores se transforma en otorgarles, a modo de premio, aparte un puesto o una delegación del Estado en tal o cual Consejo de Administración, una Gran Cruz o una Encomienda. Después de todo ello, podrán comprender los «nuevos valores» que, el saber que su austeridad les lleva al extremo de prescindir del coche oficial para encaminarse al Ministerio, es cosa que está muy lejos de convencer al público. «¡Al toro! ¡Al toro!», grita el espectador; y el diestro, sin enterarse, está gastando el tiempo en gestos y ademanes de indignación porque el toro es de mala casta… Total: aplausos al toro y pitos al torero. ¿Se enteran ustedes, los «nuevos valores»?

    Los de la pita, podemos asegurarles que ha de ser fenomenal, porque ya dijimos que el tiempo será juez, y juez inexorable. Pero, dejando eso, volvamos al fondo del asunto. Decimos que el partido [de] los «nuevos valores» es el partido de los ciegos. Y añadimos que con ciegos en el poder vamos todos camino de un formidable traspiés.

    Pero no acaba ahí el asunto. Todavía [hay] que notar cosas más graves, y es que la pretensión de convencer a los españoles que el sistema es indiferente, y que lo que importa es la honestidad en el procedimiento dentro del sistema, lleva aparejada otra pretensión que no dudamos en calificar de inicua. Implica el conseguir que los españoles, olvidados de las ideas que traen consigo la salvación, se hagan a nuevos usos y costumbres que son clara consecuencia de un sistema que básicamente niega al ciudadano su condición de hombre responsable. Por eso los «nuevos valores» –que son ellos y todos los que estúpidamente hacen su juego– hablan tranquilamente de Monarquía Tradicional, de justicia social, de prensa responsable y de sindicato profesional, y quieren aparecer a los ojos del público como si fuesen ellos los descubridores de tales cosas. Los carlistas decimos que miente al hablar de Monarquía Tradicional el que habla de ella como de cosa que tenga o pueda tener relación de parentesco con el régimen actual. Esos hombres pretenden que bajo la etiqueta de nombre registrado se cuele de matute el fruto averiado y corrompido. Para ellos es lícito hacer creer a las gentes que es el nombre lo que califica a la cosa y no la cosa la que reclama, en virtud de su específica naturaleza, el nombre adecuado.

    El imperio del partido de los ciegos es el imperio de la confusión. Es el imperio que tiende a borrar los perfiles que delimitan exactamente las posturas, las situaciones y las ideologías. Es el que hace que el ciudadano, a la vista de la confusión, abdique de su responsabilidad para tomar partido, por lo mismo que, en realidad, ya no distingue en el horizonte político del país sector ninguno en el que advierta que es posible fiarse de unas afirmaciones, porque en él se da a las cosas el nombre que merecen en lugar de juzgar las cosas por su nombre.

  17. #17
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Fuente: Fundación Nacional Francisco Franco

    Proclama falangista titulada “No importa”, sin fecha (1957?).



    NO IMPORTA


    ¡FALANGISTAS! ¡Ha llegado la hora!, ¡Ha llegado el momento!, de enfrentarnos contra una manera de ser que no nos va ni la comprendemos, pero para levantar bandera necesita[mos] CAUDILLO, y el CAUDILLO sólo puede venir de la UNIDAD, y la UNIDAD se producirá el día que comprendamos que para luchar contra nuestros enemigos tenemos que olvidar que si ést[e] nos fue simpático o aquél nos saludó, o que vive muy bien, o que si robó mucho o poco.

    Esto se aclarará luego; de momento debemos unirnos bajo las BANDERAS de los hombres que representan y que siempre han representado en la FALANGE.

    Está el camarada José Antonio Girón; está Vicent; está Raimundo Fernández Cuesta; está Hedilla; está Esquer; está el camarada Luna; está José Luis de Arrese. ¿qué presiones habrán tenido que ejercer sobre él para que haya aceptado ese reparto de los montes?; y, sobre todo, está Miguel Primo de Rivera, que no ha querido aceptar el ser Ministro Secretario General del Movimiento.

    No atacamos a nadie, pero queremos tener el mismo derecho a defender nuestros 27 puntos, que los demás tengan a defender sus teorías Social-Cristiano-Demócratas.

    Durante tres años antes de la guerra hemos ido regando con nuestra sangre cada esquina de Madrid y cada [una] de las capitales de España, ante la indiferencia de los demás, y el odio de los menos, y la satisfacción de algunos, por tener pistoleros que sus bolsillos defendiesen; hemos aprendido cómo se debe de luchar.

    Sonó el clarín, y durante otros tres años aprendimos también a entregar la sangre Falangista en aras de España: los unos con el orgullo de poder llevar el YUGO y las FLECHAS al aire; los otros, llenos de miseria y de dolor, llevándolo oculto en el corazón y ansiando con toda su alma el poder gritar su fe y su credo.

    Vino después la posguerra; nos dijeron que la disciplina, que el peligro del acecho internacional nos obligaba a guardar silencio para no cantar las verdades a los que, falsificando el TESTAMENTO DE JOSÉ ANTONIO, se habían hecho sus albaceas, cuando en la Falange nunca le[s] conocimos nada más que por una fotografía, casual, en el Parlamento, su amistad con el FUNDADOR; pero también volvió a sonar el clarín, y otra vez los mismos hombres, con el nombre de DIVISIÓN AZUL (aunque haya capitanes que quieran robarle el nombre), volvieron a regar con su sangre, esta vez, los campos de Rusia (para los olvidadizos, Javier García Noblejas, los Bernachi, Sotomayor, Matamoros, Garcés, etc., etc.).

    El cerco internacional nos ahogaba; bien estaban los sacrificios por España; pero hoy la Falange auténtica nada tiene ya que ver con este combinado Liberaloide-Opus Dei-Seudofalangista. Hora es ya de poder arrojar lejos de nosotros la cadena de la disciplina; la disciplina obliga igual de arriba a abajo, como de abajo a arriba; por eso pedimos a nuestros Capitanes que de una vez disuelvan el Partido y volvamos, si es necesario, a ser FALANGISTAS; FALANGISTAS que ofrezcamos la vida, si es preciso, por que España se salve; y, para ello, necesitamos JEFES; que lo sean nuestros JEFES DE SIEMPRE; y que [se] vuelva a la formación de las escuadras fundacionales, las cuales sólo tenían confianza en el valor y en el espíritu de sus hombres.

    JOSE ANTONIO PRIMO DE RIVERA, ¡¡PRESENTE POR MADRID!!

    GIRÓN, VICENT Y ANSELMO DE LA IGLESIA, POR VALLADOLID.

    POR SANTANDER, HEDILLA.

    POR EXTREMADURA, ESQUER Y LUNA.

    ARRESE, POR QUIEN ES Y

    RAIMUNDO FERNÁNDEZ CUESTA, POR LO QUE SIGNIFICA PARA LOS FALANGISTAS.

    Desde la oposición levantemos nuestra bandera una vez más, y ofrezcamos la última razón que puede ofrecer el hombre que, como CICERÓN, es la VIDA; pero que [se] salve España y, para salvarla, la única Bandera es la de la Falange.

    ¡Camaradas de arriba y de abajo!, los que la vida os sonríe, ¡camaradas! Camaradas humildes, olvidad ese odio y UNÍOS, y formad escuadras y Centurias, que un día no muy lejano volverá a sonar el clarín, volviendo a llamarnos, no a una guerra, no, pe[ro] sí a reconstruir España.


    ¡¡ARRIBA ESPAÑA!!

  18. #18
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Fuente: Fundación Nacional Francisco Franco.

    Informaciones de prensa: “El Opus Dei. Masonería blanca”.





    EL “OPUS DEI”. MASONERÍA BLANCA
    .

    UN MITO: LA HONESTIDAD DE LOS MINISTROS DE COMERCIO Y HACIENDA.



    La importante Empresa española “DRAGADOS Y CONSTRUCCIONES, S.A.”, una de las más prestigiosas y que desde hace veinte años viene realizando construcciones contratadas por el “Régimen”, ha reclamado de éste el pago de un Crédito de 458 millones de pesetas que el Estado adeuda a la misma en estos momentos por obras realizadas. En su respetuoso escrito, “DRAGADOS Y CONSTRUCCIONES, S.A.” expone que, de no hacérsele efectivo inmediatamente el pago de dicho crédito, le será imposible continuar las obras actualmente en curso ni podrá hacerse cargo de otras que le han sido adjudicadas, y se verá obligada a despedir a una parte de sus obreros.

    En reunión del Consejo de Administración de la mencionada empresa, que se celebró en Madrid la pasada semana, se dio cuenta de la respuesta del Ministro de Hacienda a la petición de pago referida. El “opus-deista” Ministro de Hacienda del “Régimen” se expresó en los siguientes términos: “(…) el Gobierno no puede ordenar, dada la situación económica por que atraviesa nuestra Nación, el abono del crédito que se interesa y que, por tanto, la Sociedad “Dragados y Construcciones, S.A.” se abstenga de insistir en sus peticiones, haciéndosele saber, además, que según el acuerdo del Consejo de Ministros, se le obliga a continuar las obras actualmente en construcción, sin disminuir el ritmo de las mismas, ni retardar por ningún concepto las fechas de entrega fijadas en los contratos, pues caso de faltarse por la Empresa a alguno de estos compromisos o de despedir, sin previa autorización, a sus obreros, o a una parte de ellos, el Gobierno consideraría esa actitud como un desacato, e impondría a la Sociedad la sanción de pérdida total de las cantidades pendientes de cobro y la pérdida igualmente de todos los derechos que pudieran corresponder a “Dragados y Construcciones, S.A.”.”

    Ante la insólita respuesta del Ministro de Hacienda, uno de los Vocales solicitó del Consejo de Administración se tomara el acuerdo de sacar fotocopias del escrito que la contiene y que se envíen al Banco Internacional de Pagos, a la Embajada de los EE.UU. y a cada uno de los Organismos extranjeros de los que el Gobierno del General FRANCO viene solicitando préstamos que le permitan continuar en el Poder y sostener su Régimen.

    En iguales condiciones que “DRAGADOS Y CONSTRUCCIONES, S.A.” se encuentran también las empresas “AGROMAN, S.A.”; “HUARTE, S.A.”; “ENTRECANALES, S.A.”; “HIDRO-CIVIL, S.A.”, etc., a las cuales se les adeuda créditos por valor de más de 5.000 millones de pesetas.

    Por su parte, el “Instituto Nacional de Colonización” adeuda también cantidades del orden de los 5.000 millones de pesetas por obras ejecutadas y no pagadas.

    Junto a la situación de bancarrota que reflejan los datos anteriores, contrasta el despilfarro del “Régimen” en obras innecesarias, de nula utilidad y meramente propagandísticas para “engañar a bobalicones”, como muy acertadamente dijo recientemente el Ministro de la Gobernación, en discurso que fue muy comentado y cuya publicación fue prohibida por la censura.

    El Consejo de Ministros celebrado el día 16 de octubre tomó el acuerdo de conceder un crédito de cien millones de pesetas para construir un Sanatorio para afiliados al “Opus Dei”.

    Lector, pon tú el comentario.



    ----------------


    20-X-1959. Clave “T”. – “U”.
    Última edición por Martin Ant; 12/12/2017 a las 21:03

  19. #19
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Fuente: Fundación Nacional Francisco Franco

    Un panfleto procedente de medios falangistas






    (Se copia del original)


    ¿Usted sabía…?



    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus Dei está completamente ligado, fundido, a la actual vida española.


    ¿Usted sabía?...

    Que gracias al Opus Dei se mantiene el Plan de Estabilización que enriquece a las grandes empresas, los grandes monopolios, la gran banca… mientras el pueblo tiene que apretarse el cinturón, y si quiere con su jornal cubrir sus más perentorias necesidades tiene que marchar al extranjero.


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus Dei favorece las desigualdades de sueldos y castas, creando una clase “especial privilegiada” con unos emolumentos fabulosos.


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus Dei posee la mayoría de las acciones del Banco Popular Español de Madrid; la agencia publicitaria “Alas”; el Banco del Estado Libre de Andorra, que utilizan para las transacciones internacionales.


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus Dei es la propietaria del periódico de la tarde de Madrid: “El Alcázar”; del “Diario” de Valladolid; “El Correo Catalán” de Barcelona; la revista para señoras “Ama”, que tira 200.000 ejemplares; el semanario ilustrado “Actualidad Española”; la revista cultural mensual “Nuestro Tiempo”; la hoja literaria “Estafeta Literaria”.


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus Dei es propietaria de la agencia de prensa “Europa-press”; de la Editorial “Rialp”; y de una cincuentena de librerías.


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus domina la empresa de promoción de películas “Dipensa”; y la oficina de alquiler de películas “Filmófono”.


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus controla la casa de ediciones del Estado “Ediciones Españolas”; el Instituto bibliográfico de las asociaciones de editores y libreros: “Instituto del Libro”.


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus domina las diferentes Universidades Populares de Madrid y de provincias, así como los centros de investigación científica (que en España tienen un carácter monopolizador).


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus Dei subvenciona la Universidad Católica de Pamplona; la Escuela Superior Técnica de S. Sebastián; la Escuela de Altos Estudios de Economía de las Empresas de Barcelona; la Escuela Superior de Verano de La Rábida y una Escuela de Periodistas de Pamplona.


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus –esta masonería blanca– cuenta con la dirección política del Ministerio de Comercio, la Dirección General del Ministerio de Información y Turismo, así como la Vice-secretaría de la Secretaría General del Movimiento.


    ¿Usted sabía?...

    Que la censura de libros (no la censura de prensa) está bajo la dirección del Opus, así como la censura de Radio y el Ateneo Artístico y Literario de Madrid…


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus Dei cuenta con unos ingresos fabulosos, que dedica [a] acaparar, poco a poco, toda la economía española.


    ¿Usted sabía?...

    Que el Opus Dei es un verdadero monopolio con todos los perjuicios capitalistas.


    ¿Usted sabía?...

    Que miembros del Opus Dei son los autores de la reforma de la economía española, y han dado un impulso a la reforma de la administración civil.


    ¿Usted sabía?...

    Que sus socios son los empleados mejor pagados de España.


    Pues le diré a Vd. una cosa que no se va a creer después de leer esto:

    El Opus Dei no tiene ninguna finalidad política, ni masónica, ni tan siquiera económica –según declaran sus jefes.


    Ahora cinco consejos:

    ¿Quiere usted hacer una bonita carrera con rápidos ascensos?... Hágase del Opus.

    ¿Quiere vivir bien a cuenta del resto de los españoles?... Hágase del Opus.

    ¿Quiere aprender a no ocuparse más que de sí mismo?... Hágase del Opus.

    ¿Es usted fariseo? No lo dude entonces… su puesto está en el Opus.

    ¿Es usted un traidor a España? No lo dude entonces… su puesto está en el Opus.



    TRES ACUSACIONES


    El Opus es CULPABLE de la actual pobreza del pueblo español…

    El Opus es CULPABLE de que los trabajadores se tengan que ir al extranjero…

    El Opus es CULPABLE de la entrega de España a los norteamericanos.



    Mayo – 1962.

  20. #20
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    Re: Disputa acerca del Opus Dei en las páginas de BLANCO Y NEGRO

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Fuente: Fundación Nacional Francisco Franco

    Cartas de Garrigues a Castiella sobre el Opus Dei




    Roma, 15 de Septiembre de 1965.


    Excmo. Sr. Don Fernando Mª Castiella
    Ministro de Asuntos Exteriores
    MADRID


    Núm. 89

    Muy confidencial




    Querido Fernando:

    Ante todo muchas gracias por cuantas atenciones has tenido conmigo durante mi estancia en San Sebastián. Creo que en conjunto han sido días bien aprovechados.

    En esta carta muy confidencial te quiero dar cuenta de cuál es el “status” del asunto del Opus en relación con la Santa Sede. Esta información es absolutamente segura y te la hago seguir por si tú no la tuvieras.

    El Opus Dei ha sido objeto de un monito por parte de la Santa Sede en razón del uso que hizo de la carta de Su Santidad el Papa a Monseñor Escrivá, haciendo propaganda del contenido de dicha carta en lo que tenía de positivo y omitiendo todo lo que eran reservas, advertencias y prevenciones.

    La Santa Sede ha llamado la atención al Opus Dei: 1º) Sobre la falta de debida vinculación y obediencia a los respectivos obispos donde están radicadas casas o fundaciones de la Obra. 2º) En cuanto al voto de pobreza, que lo guarden con el mayor celo y que eviten toda ostentación y exceso que pueda escandalizar a los fieles y en general a toda la gente. 3º) Que se abstengan de ocupar cargos políticos o de influencia si no es con una exclusiva finalidad de apostolado, descartando toda ambición política y de poder, control o propaganda u ostentación.

    El Opus Dei pretendía, para poder actuar con más libertad en relación con los respectivos obispos, pasar a ser de una Congregación Secular a una simple Asociación Pía. Hubiera pasado con ello de la Congregación de Religiosos, de la que ahora depende, a la Congregación del Concilio. La Santa Sede le ha negado esta petición y por consiguiente sigue siendo un Instituto Secular como lo ha sido desde el principio.

    Por otra parte, como ahora está en proceso de elaboración todo el problema del apostolado seglar, la reordenación de toda esa materia podrá afectar a la organización del Opus Dei.

    Como noticia también absolutamente fidedigna te puedo decir que ha habido recientemente una entrevista del P. Arrupe con Monseñor Escrivá, que ha sido extraordinariamente cordial y que ha terminado con una plena reconciliación entre estas dos fuertes organizaciones, cosa de la que debemos felicitarnos todos los católicos y especialmente los españoles.

    Recibe un fuerte abrazo


    [Firmado]

    Antonio Garrigues



    -----------------------



    Roma, 30 de Septiembre de 1965


    Excmo. Sr. Don Fernando Mª Castiella
    Ministro de Asuntos Exteriores
    MADRID



    Núm. 107

    CONFIDENCIAL




    Querido Fernando:

    En relación con mi carta núm. 89 sobre el Opus Dei quiero hacerte, después de nuevas averiguaciones, alguna matización.

    Parece que no hubo propiamente hablando un “monito”, aunque sí hubo una propuesta de “monito” en los términos reflejados en mi carta anterior.

    Pero lo que sí hubo fue, en la carta del Santo Padre a Monseñor Escrivá, de la que el Opus Dei hizo tanta propaganda, una segunda parte en la que el Papa llamaba la atención al Director de la Obra sobre la falta de solidaridad y de colaboración con la Jerarquía y en general con las demás Instituciones de la Iglesia, haciendo como un llamamiento a esa Organización para que cambiase su política en tal sentido.

    Esto, en cierto modo, se puede considerar como menos y como más que un “monito”.

    Un abrazo



    Antonio Garrigues

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