Contra la soberanía popular
La derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial no sólo destruye físicamente varios países y se cobra millones de víctimas, también convierte en cenizas la ideología de los vencidos y una cosa en particular: el nacionalismo alemán.
La legitimidad de la nueva Alemania, tutelada por los vencedores de la guerra, de ningún modo puede apelar a la nación alemana histórica. De este olor a hierro quemado, con los cañonazos de los T-34 aún silbando en los oídos de los intelectuales y futuros gobernantes alemanes, y no precisamente de la luz espléndida de la razón, surge la doctrina del "patriotismo constitucional" y la crítica virulenta contra las ideas nacionalistas europeas desde 1945: "un ciudadano alemán que aún tiene hoy tras de sí la responsabilidad del holocausto del pueblo judío, ¿puede sentirse orgulloso de supropia historia, es decir, de ser alemán?".
Aunque acuñado por el "politólogo" Dolf Sternberger en 1979, la gran difusión del término "patriotismo constitucional" fuera de Alemania se debe sobre todo a Jürgen Habermas. En España el concepto es aceptado por los dos grandes "partidos nacionales", pero sobre todo por el Partido Popular, debido a la iniciativa de José María Aznar de 2001. Al abrazar esta doctrina de forma tan entusiasta se puede decir que la "derecha liberal" española se hace a si misma heredera de la culpa alemana, que en España sólo puede implicar la deslegitimación del régimen político anterior a la constitución de 1978 según la mítica "antifranquista", y en último término, la destrucción de los fundamentos morales e ideológicos del propio régimen actual, en la medida en que se llega a la democracia de partidos "de la ley a la ley" y no mediante un proceso revolucionario.
No muchos recuerdan que en España existe una tradición de pensamiento político alternativo al soberanismo popular, defendida no sólo por tradicionalistas sino también por liberales moderados del siglo XIX, en especial alrededor de las ideas de Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811). Los partidarios de esta doctrina, olvidada o suprimida por los herederos de la derecha española, defendieron la existencia de una constitución histórica española y "leyes fundamentales" previas a cualquier constitución formal, como la aprobada por las cortes de Cadiz en 1812. Para los tradicionalistas y los liberales moderados la soberanía no residía en el pueblo español, sino que era compartida por el Rey y las cortes, y atacaron la doctrina revolucionaria francesa de un "poder constituyente".
Es interesante la aportación de Edmund Burke, gran crítico inglés de las ideas revolucionarias: "Lo que nosotros mejoramos no es nunca totalmente nuevo, y lo que conservamos no es totalmente viejo. Quedamos así vinculados por estos principios a nuestros mayores (...) Adoptando este principio de herencia hemos dado a nuestra política el carácter de una relación consanguínea, uniendo la Constitución de nuestro país con nuestros vínculos más familiares" (Citado por Suanzes-Carpegna). Para Burke, los tradicionalistas y los liberales moderados la nación (la patria o nación política en el sentido de Gustavo Bueno: "la tierra de los padres y la tierra de los hijos") no es una creación racional ex novo, sino que arraiga en realidades históricas convertidas hoy en terrible tabú: no sólo la religión, también el linaje, la raza y la herencia. Valores de la economía sagrada que, como explica el antropólogo Marcel Mauss, no se ponen a la venta. Ideas por otra parte nada extravagantes, que en definitivas cuentas coinciden con la explicación que da Azar Gat sobre la creación de las naciones modernas: "En contra de algunas teorías de moda, los lazos étnicos, arraigados en la solidaridad del parentesco, no fueron ni completamente inventados ni enteramente superados por las estructuras de poder político".
El olvido de la constitución histórica y la elevación a valor sacrosanto de la doctrina de la soberanía popular viene a equiparar, en la práctica, "derecha" e "izquierda" en el marco del liberalismo más radical. De hecho, se puede decir que en España no existe ya derecha en sentido político, aunque pueda sobrevivir en cierto sentido social o psicológico.
Eduardo Zugasti
Libros de Holanda: Contra la soberanía popular
Libra zagun, mutillak, España lepratik,
harturik hontarako fusillak bertatik;
ekarriko dizkigu pakiak gerratik,
poztutzen dala oso mundua gugatik.
Españan española da Don Karlosena,
ekarri zagun hura ahal degun lehenena;
konfiantza jar zagun oso harentxena,
berak emango digu gustorik onena
POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.
.“Miguel, Miguel, Miguel guria,
Zaizu, zaizu Euskalerria”.
A colación con esto:
"La doctrina de la constitución histórica de España. De jovellanos a 1845"
La doctrina de la Constitución histórica: de Jovellanos a las Cortes de 1845 - e-spacio
Libra zagun, mutillak, España lepratik,
harturik hontarako fusillak bertatik;
ekarriko dizkigu pakiak gerratik,
poztutzen dala oso mundua gugatik.
Españan española da Don Karlosena,
ekarri zagun hura ahal degun lehenena;
konfiantza jar zagun oso harentxena,
berak emango digu gustorik onena
POR DIOS Y POR ESPAÑA VICTORIOSOS DE TODOS SUS ENEMIGOS, SIN PACTOS NI MEDIACIONES.
.“Miguel, Miguel, Miguel guria,
Zaizu, zaizu Euskalerria”.
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores