ELOGIO DEL INFANTICIDIO
JUAN MANUEL DE PRADA
Los mismos que juzgan dementes a las mujeres que arrojan a su bebé al cubo de la basura, juzgan cuerdas a las que abortan
Durante las últimas semanas varios casos de infanticidios frustrados o consumados han levantado gran escándalo entre los medios de cretinización de masas, siempre prestos a sugestionar con aspavientos a las gentes sencillas. En tal escándalo subyace un fondo de hipocresía y cinismo de la peor ralea; pues los mismos medios de cretinización de masas que juzgan dementes a las mujeres que arrojan a su bebé al cubo de la basura, o que lo degüellan en un cementerio, juzgan perfectamente cuerdas a las mujeres que se dejan raspar el útero para que a su hijo lo arrojen a una picadora de carne, o (porque del niño gestante, como del marrano, se aprovecha todo) para que sus tejidos y órganos sean vendidos a precio de oro. Cualquier persona que no esté ofuscada del todo ha de concluir que la madre que degüella a su hijo recién nacido y la madre que manda arrojar a su hijo gestante a la picadora de carne están igualmente dementes o cuerdas; y que sólo las distingue el cuajo de la primera, que se atreve a hacer por sí misma lo que la otra prefiere que le hagan por encargo y de forma más aséptica (ojos que no ven, corazón que no siente).
En una de sus paradojas más sobrecogedoras, Chesterton encomiaba a los infanticidas como «pioneros progresistas» dispuestos a consumar de forma plena y sin tapujos lo que otros progresistas más remilgados o pusilánimes sólo se atreven a realizar de forma sibilina y pazguata. «Si lo que la cristiandad ha considerado moral no tiene sentido escribía Chesterton, deberíamos entonces sentirnos libres para ignorar toda diferencia entre los hombres y los animales». Nadie le rasparía el útero a una gata o a una coneja; se deja, simplemente, que alumbre a su camada; y, si la camada es en exceso numerosa u onerosa, o si incluye gatitos o conejitos enfermos o contrahechos, se les retuerce el cuello, o se les ahoga en una palangana, y santas pascuas. «¿Por qué no hemos de hacer con los niños lo mismo que con los gatos?», se preguntaba Chesterton. Resultaría mucho más lógico dejar que se concluyese su gestación; y, una vez alumbrados, se podría proceder a su exterminio con un criterio mucho más lógico. «Tal comportamiento concluía Chesterton sería propia y razonablemente eugenésico, porque podríamos seleccionar tranquilamente a los mejores, o al menos a los más saludables, y sacrificar a aquellos a quienes juzguemos inadaptados». Y esto, que en la época de Chesterton había que hacerlo a ojo de buen cubero, hoy se podría determinar científicamente: un análisis genético del niño recién nacido nos permitiría saber si va a ser un hombre perspicaz o ceporro, un adonis o un quasimodo, un sansón o un enclenque. Y podríamos desprendernos tan ricamente del ceporro, del quasimodo, del alfeñique, contribuyendo a mejorar la especie. El infanticida, en efecto, es infinitamente más racional que el abortero; y si no se castiga al que mata a un niño gestante, tal vez deberíamos premiar al que mata a un niño recién nacido: porque el aborto es matar a voleo, mientras que el infanticidio es matar con precisión y certeza.
Y, por supuesto, el infanticida es infinitamente más digno que el abortero. Pues, aunque es cierto que el niño recién nacido no puede defenderse de su matador, al menos puede mirarlo a los ojos mientras lo abandona en el cubo de la basura; y si el infanticida degüella al niño recién nacido, habrá de empaparse las manos en su sangre acre y caliente. Del mismo modo que el asesino que mata de frente demuestra ser más valeroso que el asesino que mata de espaldas, el infanticida demuestra ser un progresista intrépido y cabal, frente al abortero, que es un progresista cobardón y miramelindo.
Histórico Opinión - ABC.es - sábado 15 de agosto de 2015
Hombre, alegrémonos de que, aun de manera hipócrita, todavía quede quien se escandalice de estos infanticidios postparto. Por desgracia, vengo notando que el tratamiento de los medios es muy laxo en estos casos. Hay una tendencia a disculpar a la madre y a buscar eximentes psicológicos que no se da cuando el asesino es el padre o cualquier otra persona. Estas mujeres infanticidas (postparto) suelen pasar pocos años en la cárcel y a veces ni siquiera la pisan. Tengo entendido que algunas legislaciones occidentales reducen mucho las penas, e incluso eximen de la pena, si el infanticidio lo comete la madre durante el periodo puerperal. Y desde luego es una de las reivindicaciones feministas, como en el caso de la infanticida postparto Romina Tejerina:
Esos análisis genéticos ya se hacen cuando el bebé está dentro del útero, con las llamadas técnicas de diagnóstico prenatal, que la mayoría de católicos se empeñan en defender como algo neutro. Desde hace décadas hay un verdadero cribado eugenésico en curso. Ahora hay unos test comodísimos que, sin recurrir a la amniocentesis y con sólo sacar un poco de sangre a las diez semanas, ya pueden hacer un análisis completo; como los de una compañía llamada Genoma, que hace poco se anunciaba así en las calles españolas (lo que indica que el cribado eugenésico es una realidad popular):Y esto, que en la época de Chesterton había que hacerlo a ojo de buen cubero, hoy se podría determinar científicamente: un análisis genético del niño recién nacido nos permitiría saber si va a ser un hombre perspicaz o ceporro, un adonis o un quasimodo, un sansón o un enclenque.
De todas formas, la criba eugenésica tiede a aplicarse en fases cada vez más tempranas, bien analizando a los que quieren tener el niño (he ahí el enorme éxito de 23andMe, empresa ligada a Google), bien editando a placer los genes del futuro bebé mediante CRISPR. Una startup que se dedica a esto acaba de recibir una lluvia de millones de Silicon Valley:
Bill Gates, Google lend support to development of CRISPR-based clinical treatments | Genetic Literacy Project
Última edición por Kontrapoder; 16/08/2015 a las 04:50
«Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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