“En esta tierra no todo terminó aquel día que su madre, con unos pocos amigos y familiares, llevaron aquel cuerpecito deshecho y destrozado por amor a Jesús” (Vida de Mari Carmen González-Valerio)
¿Qué actitud toma la Iglesia ante estos hechos? La habitual en los últimos años, “escurrir el bulto”, es decir, pasar de todo o como dicen los franceses, laissez faire. Nuestro Secretario de la Conferencia Episcopal Española daba una rueda de prensa con relación al caso de esta niña, en la que decía y no decía nada, como siempre, unas cuantas frases de postureo “La Iglesia está en contra de la eutanasia pero tampoco es partidaria del encarnizamiento terapéutico, está muy claro en la doctrina de la Iglesia” y para finalizar nos amenizaba diciendo que “no entraba a juzgar el caso, porque no conozco los detalles”. Para eso, Sr. nuestro, no dé Vd una rueda de prensa, ya que lo mínimo es un poco de preparación sobre el tema que va a exponer, si es que tal y como se dice, es Vd. el portavoz de la Conferencia Episcopal, ahí es nada. Este es el nivel de implicación y de formación de nuestro Clero. No me extraña que el Santo Padre proponga una obra de caridad al mes, si la propuesta fuera diaria, caeríamos fulminados, es obvio que tiene conocimiento claro de que los Católicos adolecemos de una vida Cristiana plena.”Visitar y cuidar a los enfermos”, obra de misericordia corporal, aquí tenemos delante de nosotros una gran oportunidad, una niña desamparada en manos de unos progenitores insensibles. ¡Cuidado, no solo eso! Muchos que se llaman Católicos ya están apoyando a los padres, diciendo que debemos de ponernos en el lugar de ellos, NO, jamás, los Católicos no podemos ubicarnos en posturas mundanas y egoístas, nuestras ideas y pensamientos sólo pueden estar sustentadas en Dios. Si es que nos importan más las plantas y los árboles que las personas, de ahí que se les dedique hasta una encíclica.
¿Cómo hemos llegado a esta situación demencial? Es muy simple y aunque no se lo crean su origen, entre otros, se remonta al volcán Concilio Vaticano II. Con su llegada y hasta nuestros días, nuestra Iglesia paulatinamente se fue adaptando al mundo, a una sociedad que poco a poco fue abandonando a Dios. La vulgarización de la Santa Misa, hizo que los fieles se alejaran de la Iglesia y las familias dejaron de acudir juntos a la Misa Dominical . Padres que consideran más provechoso que sus hijos duerman el domingo los excesos del sábado en vez de acudir a estar con el Señor, los fieles que dejan de confesarse, por lo tanto, desconocen lo que es pecado y finalmente, un abandono de la vida de piedad en favor de una vida ociosa y lujuriosa. El Sacrificio se ha teatralizado, las Iglesias han quitado los crucifijos y todo aquello que recuerda la Pasión del Señor ha sido sustituido por ritmos rok, palmadas y “viva la gente, la hay donde quiera que vas”. Y dirán Vds, ¿y esto tiene que ver o no con la situación que les relataba? Por supuesto, toda esta mundanización lleva a no creer en Dios, a no entender el por qué de la muerte en Cruz, el valor del sufrimiento, de la entrega, a perder el sentido del pecado y a la destrucción de la familia como obra del Creador.
Desde el momento en que Dios no es el centro de nuestra vida, todo pierde su sentido. Progenitores del mismo sexo, parejas amancebadas con hijos de otras uniones, bebés creados en laboratorio, hijos que estorban…una debacle en la cual, los hombres, solo buscan su propio bienestar. No nos importa que el enfermo sufra o no sufra, ese no es el problema, el problema somos nosotros que no podemos sacrificar nuestro tiempo y nuestra vida en favor de otros. ¿Cuántos moribundos son llevados a su casa para morir cristianamente rodeados de sus seres queridos? ¿Cuantos? Aquí en España, se cuentan con los dedos de una mano. Tengo una amiga que cuidó 25 años a su madre con una dedicación completa, total y absoluta, siempre sonriendo y siempre recordándole a todo el mundo lo mucho que su madre la cuidó a ella de niña. Pues sepan que esta persona, renunció a lo que se llama hoy en día, felicidad personal, calidad de vida y juntamente con su hermano y trabajando los dos, se dedicaron a ella en cuerpo y en alma, pero claro, eso implica renunciar a salir, a estar con los amigos, a enamorarte, a ir al cine, de restaurantes…Esto es entender a Cristo crucificado por nosotros. La pobreza humana llega al extremo de que no sólo no nos ocupamos del enfermo, sino que demostrando una bajeza total, se habla de los pormenores de las enfermedades de los demás, como si aun encima la víctima fuera el otro, no el moribundo. A veces damos mucho asco.
Me sorprendía hace unas semanas un artículo de un Sacerdote, de esos que tienen su club de fans, escriben libros y salen en las televisiones en los programas barriobajeros de más audiencia, tuve que leer varias veces lo que escribía porque no me podía creer que, supuestamente, un Pastor de almas sea capaz de decir que no hay necesidad de alimentar con sonda gástrica a un enfermo en “estado vegetativo y terminal”. Habría que saber si este Sacerdote pensaría lo mismo si lo metieran a él en una habitación y lo dejaran morir de hambre, hay que ser insensato para expresarse públicamente de esa manera, no digo más. Si uno no tiene que escribir, quizás sea mejor dejar las hojas en blanco. Daremos cuenta a Dios por nuestras palabras.
Me gustaría poner el caso de esta niña a los pies de la Madre, para que Ella con sus brazos maternales le de el descanso a su alma y la ampare en su agonía. No se puede hacer más por esta niña que rezar… ¡háganlo, por favor! la oración es nuestra arma más poderosa. ¿Saben cómo se llama la pequeña? Su nombre es el de todas las personas que están en igual situación y son asesinados en muchos hospitales del mundo, con el beneplácito de los gobiernos y de sus familias…su nombre es Jesús, nuevamente golpeado, azotado, despojado de sus ropas y crucificado y nuestro nombre es chusma, la misma que apedreaba al Señor en la subida al Calvario.
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